(37)
SIMÓN
Caminaba nervioso por la habitación sintiendo como el bulto entre su piernas apretaba en su bóxer, ese había sido el maldito efecto de Raphael ¡Paso su dedos por su boca! Tampoco podía creer que solo ese toque bastaba para subirlo a cien, necesitaría un baño de agua fría y un terapeuta para explicarle todo lo que le estaba sucediendo, no había sido tan específico consigo mismo sobre su orientación sexual, se consideraba alguien bisexual, pero entre los hombres ninguno había llegado a ponerlo como lo hizo Raphael, le encantaba las mujeres hasta hace unos días que lo vio. La puerta de su habitación fue golpeada y Simón empezó a entrar en pánico, tropezó más de tres veces mientras caminaba hacia la puerta y no la abrió, su bulto seguía sin disminuir sin ningún método eficaz.
— ¿Quién es?— preguntó Simón.
Era estúpido preguntar eso cuando sus fosas nasales estaban siendo inundadas del olor a menta.
—Soy Raphael.
Aunque ya lo supiera igual entró en pánico, no podía abrirle así y no sabía que decir, si lo viera así seria su fin.
—Oh Raphael— dijo Simón nervioso— estoy por bañarme ¿Necesitas algo?
—Baja cuando puedas.
Los pasos se escucharon hasta que disminuyo el sonido, Simón se apoyó en la puerta aliviado, parecía un puberto, caminó hacia el baño sacándose la ropa, la remera de "Soy fantástico" fue a parar a la cama, las zapatillas volaron hasta pegar con la pared, el pantalón cayó en una silla que estaba en la habitación, y el bulto no disminuía aun entre su bóxer. Al llegar al baño se apresuró en abrir la ducha de agua fría y le dio la espalda mientras se sacaba el bóxer con lentitud, su miembro salió al aire y miró el techo avergonzado, en su adolescencia que nunca se había "explorado", no le veía sentido y ni entendía porque los adolescentes de su edad sentía tanto placer a hacerlo, por eso ver su miembro duro era algo que lo impresionaba. Se acordó las charlas mundanas con Eric de estas cosas, pues su querido amigo si le encantaba hacerlo y todo los días, le había dicho que hacer eso era como una satisfacción, Simón al principio había sentido asco escuchar eso pero su amigo decía que era algo que satisfacía su necesidad, solo con imaginar a alguien que no podría tener en ese sentido. Pues Eric tenía cero oportunidades de llevarse a alguien a su cama, ahora Simón entendía y sentía curiosidad de saber cómo se sentía eso por la situación que estaba atravesando y lo intentó, con inexperiencia movió su mano hasta su miembro y cerró los ojos con fuerza, tenía que seguir las reglas de Eric por primera vez en su vida.
<<Imagínate a la persona, eso es lo esencial. >>
La voz de Eric apareció en su cabeza y Simón hizo caso, imaginó a la persona que había hecho esto y lo logró, estaba visualizando con su chaqueta, su mirada misteriosa y su postura tan masculina, pero necesitaba más, un poco más de motivación, trató de imaginarlo con un poco menos de ropa y lo logró, Raphael ahora estaba frente a él en bóxer, sus brazos en cada lado de su cadera exhibiéndose, el cuerpo del vampiro era sensacional, y la sonrisa en su cara lo completaba, Raphael empezó a bailar y Simón casi se queda sin aire.
<<Y después solo dejas que tu mano haga el trabajo. >>
Simón sin abrir los ojos trató de hacerle caso al consejo y empezó a manosear, primero fue inútil para él, era difícil, pero encontró la forma y se empezó a masturbar con la imaginación del Raphael bailando. Arriba y abajo, suave y después un poco más rápido llenando su cuerpo de placer, acabó a los minutos dónde se dio cuenta tres cosas, primero su semen había saltado por todo el suelo, segundo tenía su labio lastimado por haberse mordido para no gemir fuerte y tercero se había masturbado con la imagen de su adiestrador bailando y le había gustado, definitivamente no necesitaba de un terapeuta para saber que en su cabeza se le habían salido algunos tornillos. Cuando se calmó entró a la ducha y se bañó con normalidad, shampoo con olor a flores silvestre y jabón con olor a vainilla. Al salir con el toallón enrollado en su cintura la primero que vio en su habitación fue a Raphael con un libro en su mano ¿Qué hacia Raphael acá? ¿Desde cuándo estaba? ¿Había escuchado todo? ¡Oh qué vergüenza!
—R-Raphael— tartamudeo Simón— ¿Q-Qué haces aquí?
El vampiro mayor alzaba la vista hacía él y lo miraba, el pecho de Simón empezó a vibrar mientras que el estaba congelado en su lugar, podía ver como Raphael lo miraba desde arriba hacia abajo analizando su cuerpo.
—Tardaste demasiado—dijo el mayor volviendo su vista al libro— y quise ver si estabas bien.
— ¿Estás aquí de hace mucho?— preguntó Simón.
No podía ni pensar que Raphael hubiese escuchado algo de lo que había sucedido en el baño.
—Claro que no—dijo Raphael sin alzar la vista—vine hace cinco minutos.
—Em... ¿Podrías voltear o irte mientras me cambio?—pidió Simón caminando hacia el armario—por favor.
Vio como Raphael cerraba el libro y Simón pudo leer el titulo "Hermosos desastres" asombroso.
—Entraré a tu baño—dijo Raphael.
— ¡No!
Simón gritó llevándose la vista confundida del mayor por el cambio de tono de voz repentino.
—Mi ropa interior esta tirada—dijo Simón—me da vergüenza que entres allí.
El semen seguía en el suelo y no lo había limpiado porque lo haría después de vestirse, no sabía que Raphael iba a querer entrar al baño en ese momento justamente.
—Está bien saldré para que puedas cambiarte en paz.
Vio como Raphael se daba vuelta y caminaba hacia la puerta, por el camino agarró el libro cual había ojeando y se lo llevó con él.
—Me llevo esto.
Simón se tranquilizó cuando el mayor cerró la puerta, no había podido ni mirarlo a la cara y no sabía cómo esconder los sentimientos que estaban floreciendo en el, tenía que hablar con alguien urgente para ver si solo era un efecto de todo lo sucedido, su muerte y el siendo su salvador o realmente estaba comenzando a tener sentimientos encontrados.
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