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(32)

RAPHAEL

Ya no estaba tan a gusto con la situación, tenía frente a él a un Nephilim cual no quería volver a ver de nuevo hablándole como si fuese su jefe o superior, cuando en verdad era menor de edad, eso no le gustaba para nada y para su totalidad estaba consciente de que la Nephilim de pelo moreno, llamada Isabelle Lightwood, quien se le quería tirar hace unos días atrás, ahora estaba coqueteando a su novato.

"¿Mi novato?"

—Ni se te ocurra tocar al novato, Nephilim—dijo Raphael.

Hasta el mismo se había sorprendido por lo que había salido de su boca, pero nadie tenía que tocar al novato, nadie, a pesar de que dijera aquello ni el mismo podía tocar al polluelo. Se acordó lo que le dijo Magnus mucho más temprano en casa y trato de pensar que podía ser así, Simón era insoportable en todo sentido, muy mundano y además era un hombre, pero a la vez...

— ¿O qué?

Raphael volteó para mirarla, pero primero miró a Simón que estaba asombrado en su lugar, miró a la Nephilim Lightwood que tenía una mirada divertida y sus brazos cruzados, su postura era recta con su mentón hacia arriba provocando y esperando algún movimiento por parte del vampiro mayor.

—Averígualo— dijo Raphael sonriendo.

Tenía que cuidar al polluelo, era su obligación, si dejaba que esa mujer lo cautivara su trabajo de adiestrarlo no funcionaria, eso era un muy buen argumento ¿Cierto? Vio como la Nephilim sonrió como respuesta y se empezó a acercar a Simón, lo iba a tocar, Raphael se tensó y frunció su ceño, estaba preparado para armar una guerra si era necesario, la Nephilim no tenía por qué meterse con un vampiro ¿No tiene bastante con lo de sus especies? una vibración se apareció en su pecho, era raro, ya habían pasado como cuatro veces en el día, trató de no darle importancia y siguió mirando la situación, en serio lo iba a hacer y no le importaba que haya dicho que no lo tocara.

—Ya basta— interrumpió Magnus— ya recibieron su respuesta ahora pueden irse.

—Claro que no—dijo Jace— todavía no nos ha dicho dónde está, dinos vampiro.

Si supiera donde estaba Ethan y Kendall el mismo ya los hubiera matado por haberle hecho esto a un indefenso mundano como Simón, no sería capaz de perdonar sus vidas, sino condenarlos a su propia muerte.

—Si supiéramos dónde están ya los hubiesen matado Raphael, Nephilim.

Lo que más sorprendió a Raphael es que la persona que hablo no fue más que el novato. Si, Simón había hablado haciendo que Raphael volteara a verlo asombrado, el novato tenía el ceño fruncido y sus colmillos afuera al no tener experiencia para controlar sus emociones, sus manos estaban hechas un puño al costado de su cuerpo.

—Simón...

Raphael volteó su vista a la pelirroja que había chillado como reprochando sus actos, como si quisiera que su amigo por ser subterráneo bajara la cabeza a ellos, que se creen superiores a todos los integrantes del submundo.

—Simón ¿Qué te ha hecho?— volvió a decir.

Raphael rodeó los ojos, no sabía qué clase de hipótesis se le estaban formando en la mente a la pelirroja, pero era muy seguro que toda la culpa se dirigía a él, aunque no lo tenía, la transformación no cambiaba personalidades, o por lo menos a su especie, porque los Nephilim podían tener cambios bruscos de ello por sus entrenamientos y enseñanzas.

—Clary— susurró Simón.

El mayor vio como la pelirroja lo miraba enojada e hizo unos pasos hacia adelante como para enfrentarlo.

— ¡¿Qué le hiciste?!— Gritó Clary— él no es así.

Estaba abriendo su boca para responderle cuando otra vez Simón lo sorprendió interrumpiendo y hablando.

—Clarissa cálmate, no voy a permitir que le hables así a Raphael.

El novato lo estaba defendiendo y no es que no pudiera defenderse solo pero era tan... no sabía cómo explicarle el sentimiento que estaba sintiendo en este momento, la cara de la pelirroja era todo un triunfo, se veía tan sorprendida eso hacía sentirlo orgulloso, un subterráneo no debía bajar la cabeza nunca a humanos mitades ángeles que se creían que por tener sangre pura estaban ubicados en la cima de las jerarquías.

—Entonces mis queridos e irritables Nephilim como ya no tienen nada que hacer pueden irse de aquí—dijo Magnus haciendo una seña para que se fueran— y tu niño de ojos zafiros, llámame.

No se había dado cuenta que ese Nephilim estaba, no había hablado, tenía los brazos cruzados sobre su pecho y estaba apretando sus labios mirando hacia otro lado, el chico parecía o mejor dicho estaba avergonzado.

—Esto no queda aquí— dijo el rubio.

—Ya me cansaron tus pleitos de niño pequeño— dijo Magnus— ve a matar demonios y aléjate de nosotros niño Nephilim.

Los Nephilim dieron vueltas y se fueron a pasos largos, la pelirroja no miro atrás, no le dirigió la mirada a Simón por última vez, cuando desaparecieron de la vista, sintió como el menor caía de rodillas en el suelo y lloraba como un pequeño niño indefenso.

—Enserio estos Nephilim son irritables— dijo Magnus.

Pero Raphael no lo estaba escuchando, estaba mirando a Simón que lloraba hecho un ovillo en la calle sucia ¿Qué podía decirle a un reciente mundano de una pérdida de amistad por sus diferencias de mundo? No lo sabía, pero esta sería la segunda vez que usaría las dos palabras con el novato para hacerlo sentir bien.

—Lo siento— susurro Raphael.

Magnus miraba todo sonriente, había hecho aparecer un tarro de palomita llenándose la boca y viendo como si fuese de lo más interesante ¿Qué tenía de interesante ver cómo él le decía lo siento a un novato? Simón alzaba su vista y lo miraba, parecía un bebé con sus ojos brillantes y sus labios fruncidos, alzó los hombros y se secó las lágrimas tratando de restarle importancia al asunto.

—No es tu culpa—dijo Simón— ellos no pueden hablarte así, Clary cambio desde que ellos aparecieron.

—Los espero en casa—dijo Magnus.

Los dos asintieron sin dejar de mirarse, Raphael se sentía confundido y orgulloso, nunca en sus malditos setenta años había chocado con un novato así, la vibración en su pecho volvió cuando pensaba en la potencialidad que podía tener el chico frente a sus ojos si se adentraba más al mundo de las sombras.

—Entonces ¿Gracias?

Raphael le tendió una mano para ayudarlo a pararse, observó a Simón sonreír y tomarlo de la mano haciendo que pasará la vibración entre los dos mientras lo ayudaba a pararse.

—Mmm ¿De nada?

—Vamos volvamos a casa—dijo Raphael— no creo tener la paciencia de volver a ver esos Nephilim.

Empezaron a caminar para el lado contrario, hombro con hombro.

—Sabes tendrías que enseñarme a pelear— dijo Simón— tu sabes para defenderme y golpear a cualquiera que nos hablen mal.

Raphael arqueó una de sus cejas, había dicho la palabra "nosotros" en una oración y no parecía darse cuenta, como si el niño ya tuviera la idea que iban a ser amigos íntimos desde ahora.

—Te enseñaré más adelante— dijo Raphael— mientras lo de defendernos puedo encargarme yo por ahora.

Vio como Simón le daba una sonrisa.

—Seremos como Batman y robín— dijo Simón emocionado— no, seremos como... Rayos me olvidé sus nombres, pero lo seremos.

—Simón—lo llamo Raphael divertido.

—Yo usaré un traje azul y tú usarás uno negro— comentó Simón— sabes por qué el negro combina contigo.

—Simón.

—Tenemos que crear nuestros nombres— dijo Simón— pero ese no será problema, lo lograremos.

—Sabes que no lo haré Simón.

Tuvo que soportar en el camino a Simón donde daba explicación de unos hombres con superpoderes y como lo diferenciaba con Deamon, un personaje de un libro que podía convertirse en un hombre luz, Raphael le señaló una calle y doblaron, Simón por fin cerró la boca.

— ¡Oh! ¿Estás pensando matarme?— Preguntó Simón— ¿Por eso te portaste bien conmigo?

A veces Simón hablaba estupideces, Raphael rodeó los ojos divertido.

—Vamos a ir a tu casa— respondió Raphael— necesitamos más ropa y no una remera que diga soy fabuloso.

—Ya me estaba acostumbrando a ella— bromeó Simón— ya sabes la remera pega muy bien conmigo.

—La falta de nicotina se te está subiendo a la cabeza—dijo Raphael.

Simón reía, ya se le estaba grabando en la cabeza de tanto oírla ¿Eso era bueno o malo?

—Tú me lo sacaste— dijo Simón— ahora a aguantarme.

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