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SIMÓN

El teléfono de la otra persona sonaba y sonaba, pero Clarissa no atendía, debía de seguir un poco enojada y no quería contestar, es que su transformación había sido un poco sorprendente para todos. Miró a lo lejos a Raphael y Magnus que estaban teniendo una charla interesante, estaba escuchando un poco, aunque quería evitarlo porque escuchar conversaciones privadas era de mala educación.

— ¿Enserio quieres entregárselo a Camille?— Preguntó Magnus.

Estaban hablando de él y lo ponía nervioso ser el centro de atención de una charla, nunca había sido el centro de una, además sonaba aterrador saber que Raphael quería entregárselo a otras personas.

—Claro que no—contestó Raphael—Camille no podría controlar a un novato ni aunque se lo propusiera, tiene que adiestrarlo y no le gusta ese trabajo.

Eso lo ponía un poco feliz y lo relajaba, no sabía quién era Camille pero no le gustaba para nada, para echar a Raphael del hotel eso solo indicaba que la mujer vampiro no era muy buena, o capaz Raphael no lo era y estaba fingiendo ser una persona que no era, de todas maneras iba a abstenerse a ser juicioso con personas que no conocía.

— ¿Simón?

Volvió su atención al celular y disfrutó de la voz de su mejor amiga que había respondido.

— ¡Clary!—dijo feliz.

— ¡Simón!—dijo Clary a punto de llorar— ¿Cómo estás?

Simón volvió su mirada a Raphael y Magnus cuales se habían puesto a jugar una partida de ajedrez en ese momento, algo que el brujo había hecho aparecer con su magia, entreteniendo a ambos al parecer.

—Bien, un poco asustado.

Podía sentir muchas voces detrás la línea, debían ser los Nephilim de aquel lugar.

— ¿Te están tratando bien los subterráneos?— preguntó la pelirroja.

Era un poco ofensiva la palabra subterráneo, hacía sonar como criaturas bajo las alcantarillas, frunció el labio disgustado, ahora él era parte de ellos también, y no podía evitar sentirse ofendido porque era un insulto también para él.

—Claro, son normales, es un poco loco que todo esto exista.

—Lamento que tengas que pasar por esto—dijo Clary.

Se amargó, el tenía toda la culpa de que esto le sucediera, si hubiese caminado bien y no entrando por el callejón él estaría ahora en su casa con su madre y con su banda, pero por alguna razón las cosas pasaban y no estaba lamentándose por aquello todo el tiempo, bueno no tanto, dejaría que todo fluyera en un sentido y le trajera cosas buenas. Necesitaba un cigarrillo.

—No es tu culpa—dijo Simón—pase por un callejón y no sabía que mi atacante era un vampiro, creo que fue torpe de mí hacer eso.

—Entraste a un mundo cual no tenías que entrar.

— ¿Y tú cómo llevas lo de Nephilim?— cambió de tema ya molesto.

Se apoyó contra la pared y miró a los chicos, Magnus tenía una sonrisa en su cara y su pijama lo hacía ver encantador y juvenil, pero si veía a Raphael, este estaba serio analizando el juego, tan misterioso, opacaba al brujo en todos los sentidos, por lo menos en sus ojos lo hacía y no podía dejar de mirarlo.

—Creo que nací para esto—dijo Clary.

Esto lo había ofendido por segunda vez en esa conversación.

— ¿Entonces tú estabas preparada para entrar a este mundo? ¿Pero yo no?— preguntó Simón molesto.

Vio como Raphael alzaba su vista y lo miraba, estaba escuchando la conversación aunque pareciera que estaba concentrado en el juego, eso había hecho avergonzar al menor, ver su mirada en el.

—No naciste para ser un subterráneo Simón—dijo Clary— naciste para tener una vida normal.

—Tú también naciste para lo mismo Clarissa—dijo molesto.

—La sangre Nephilim siempre estuvo en mis venas—dijo Clary.

— ¿Eso importa?— preguntó Simón— Eres una mundana, en tus venas corren sangre mundana.

Y colgó, no soportaba escucharla, ella no era así, nunca había sido así. Volvió hacia la mesa para sentarse a lado de Raphael, estaba molesto con él mismo y con Clarissa ¿Qué había cambiado en su amistad? Miró el juego para tratar de no pensar cosas que lo hicieran enfadar, Raphael iba ganando y ahora tenía una sonrisa triunfal, miró a Magnus parecía un poco molesto por ir perdiendo pero sonreía para no demostrarlo, vio como el vampiro le dirigía una mirada rápida y volvía su mirada para analizar el juego. ¿Estaba preocupado por la conversación con Clary?

—Me aburre este juego—dijo Magnus.

Chequeando los dedos y haciendo desaparecer todo, ya no había nada que indicara que el tablero hubiese estado ahí, en esa mesa, Simón volvió a observar al vampiro mayor que miraba a Magnus molesto.

—Eso fue trampa, no puedes hacer esto cada vez que te estoy por ganar.

El menor empezó a reír ganándose que las dos personas lo miraran curiosos, y al instante de eso empezó a llorar haciendo que las personas lo vieran confundidos y preocupados, no podía evitarlo, no había pensado que sus emociones cambiarían tan rápido.

— Simón.

El menor no pudo ver quien le había llamado porque había salido del lugar y se encerró en su habitación, dirigiéndose hacia el escondite de su cigarrillos y sacando uno para prenderlo dándole una calada, las lágrimas no dejaban de salir, odiaba estar así, Clary y él eran casi hermanos de toda la vida y ahora no sabía si seguían siendo amigos, había perdido a su mamá, tenía miedo de ir a verla siendo así y ahora estaba viviendo con dos criaturas subterráneas cual parecían ser buenos, pero sabía que era falta de tiempo para que le pasara esto, Clary tenía razón, él no estaba preparado para este mundo, todavía le tenía miedo a Raphael y se sentía impresionado por un brujo, aunque no quisiera admitirlo nunca llegaría a ser tan buenos como ellos o estar a su nivel. El aire se llenó a olor a cigarro y cuando estaba por darle otra calada sintió el aroma de menta aparecer.

— ¡Rayos es Raphael!

El menor corrió hacia el baño y tiró el cigarrillo a medio fumar por el inodoro, Raphael lo mataría de la forma más cruel que pudiera imaginar por haberle mentido, comenzó a entrar en pánico, el vampiro iba a sentir el olor y no le daría tiempo ni para huir lejos. La puerta fue golpeada y eso solo hizo preocupar más, empezó a caminar de un lado a otro tratando de pensar que le podía decir y que tuviera compasión, la puerta esta vez fue golpeada un poco más firme y eso hizo entender que Raphael ya había sentido el olor y que ahora él estaba en problemas.

—Simón abre esta puerta en este instante—dijo Raphael.

Caminó hacia la puerta con preocupación y abrió la puerta con lentitud viendo la cara de enojo del vampiro mayor.

—Rapha...

No pudo terminar de decir nada que el mayor lo había estampado en la pared y lo tenía colgando de la remera mirándolo molesto.

—Dijiste que no ibas a fumar más, que te habías deshecho de esos.

Raphael parecía fuera de sí, Simón empezó a llorar dándose cuenta que no servía para ni enfrentar a otro vampiro, sintió como el mayor lo soltaba y caía al piso, al alzar la vista después de secar sus lágrimas pudo ver como Raphael lo miraba horrorizado, alguien más lo consideraba raro, bajó la cabeza para llorar en silencio sin importarle que la otra persona estuviera frente suyo.

—La transformación te ha hecho un poco mal—dijo Raphael— no dejas de llorar.

Simón lloro más al escuchar ese comentario, le había dado la primera impresión a Raphael que era un débil y un bueno para nada, ahora tendría esa etiqueta y nadie podría sacárselo.

—No sirvo ni para ser vampiro— sollozó Simón.

—No, no, yo no dije eso—dijo Raphael.

Simón alzó la mirada con sus labios temblando, viendo como Raphael tenía una cara de preocupación.

— ¿Ahora me estás diciendo mentiroso?— reprochó Simón.

Vio como Raphael pasaba su mano por su cara y decía unas palabras en español cual no podía entender, entendiendo que el mayor sabía hablar perfectamente el español y el no.

—No sé qué has dicho—dijo Simón enojado—pero si insultante a mi persona, te ira muy mal.

El vampiro lo miró confundido, al parecer los cambios de humor que tenía el menor eran un dolor de cabeza para él, porque no podía seguirle la línea y entenderlo.

—Tenemos que entrenar.

Simón se quejó en voz alta por aquello.

—Ya entrenamos recién

—Un abdominal no es un entrenamiento, no lo es—dijo Raphael— pero primero vamos a tirar los cigarrillos.

Este pegó un salto, parándose para estar a la altura del vampiro mayor y empezó a negar.

—No Raphael, con los cigarrillos no— suplicó Simón.

Vio como Raphael se cruzó de brazos y lo miró como si no le importará.

— ¿Será por las buenas o por las malas novato?— preguntó Raphael.

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