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(26)

RAPHAEL

Lo primero que vio en la cara del novato era que no le gustaba nada de lo que estaba viendo, ya estaba sintiendo que sufriría para adiestrar de esta forma al muchacho, pero debía hacerlo, debía obligar al polluelo a hacerlo o nunca podrían pasar al siguiente nivel de su transformación.

— ¿Piensas torturar con todo esto?

Raphael dejó escapar una carcajada y se apoyó contra la pared divertido de la situación que el polluelo estaba dando, no se acordaba cuando se había sentido así antes.

—Empezaremos con ejercicios básicos—dijo—ejercicios mundanos.

Simón lo miró con la nariz fruncida, tampoco le gustaba aquello y lo dejaba notar en su cara, Raphael chequeo la lengua.

— Los ejercicios mundanos son fáciles—añadió.

— ¿Me ves como si en mi vida mundana hice ejercicios?

Raphael lo miró divertido, porque sin dudarlo podía responder que no, no se veía como uno de esos chicos que hicieran ejercicio.

—Me acorde que tu vida era algo así como un ¿Nerd? ¿No?—dijo Raphael burlesco—Aunque fumas.

Simón lo miró molesto y eso lo hizo sonreír más, porque le parecía divertido hacer a enojar al novato, parecía un niño mimado haciendo berrinches de algo que no le gustaba, no parecía a ningún polluelo que hubiese conocido antes, este polluelo no dudaba en demostrar su personalidad infantil.

—No soy nerd—dijo Simón— y aunque lo fuera no tiene nada de malo que un nerd fume.

Raphael cruzó los brazos, esta vez poniéndose serio, no juzgaba las etiquetas, no todos debían ir en un orden, pero no le agradaba en nada, y para nada, los cigarrillos, si podía no verlos ni tenerlos cerca, ni que sus cercanos probaran de ella, entonces era suficiente para sentirse relajado.

—Fumar es como una adicción y las adicciones nunca son buenas.

El menor alzó los hombros y siguió observando el piso como si no le importará lo que le dijera, no opinaba lo mismo, además no tenia adicción, sabia la diferencia entre ellos.

— ¿Estás preparado para empezar?

—Reprobé educación física todo estos años—dijo Simón— no pidas mucho.

—Vamos a ver qué podemos hacer, empecemos con abdominales.

Simón bufó por aquello, no quería hacerlo, no quería ni intentarlo.

— ¿Abdominales? ¿Para qué me sirve eso?

Raphael empezó a caminar para el centro del lugar para dar a entender que era hora de dejar los juegos y comenzar de una vez, quería ver el nivel en el que estaba el polluelo para saber cómo deberían ser los entrenamientos futuros.

—Son algo básico y funcionan para muchas cosas.

—Solo sé que sirven para torturar—dijo Simón.

—Vamos, abdominales ahora Simón— ordenó Raphael.

Vio como el menor caminaba hasta su lado y maldecía por lo bajo, el vampiro mayor volvió a reír por los comportamientos del menor.

—Deja de quejarte, no es tanto, ni difícil.

—Lo dice alguien que tiene un gran cuerpo—dijo Simón.

Raphael lo miro asombrado y Simón también, empezando a negar reiteradas veces y a reír con nervios mostrando los colmillos mientras que Raphael recuperaba la postura y lo miraba divertido, sabía que a pesar de sus palabras que habían explicado más de la cuenta, no era lo que quería dar a entender.

—No es así, solo que tiene muchos músculos—dijo Simón tapándose la boca—empecemos con esto.

Raphael volvió a sonreír, le parecía gracioso todo el asunto, sabía que tenía razón, era corpulento por naturaleza, vio como el vampiro menor se acostó en el piso y trató de mirar cualquier cosa menos a él, avergonzado por lo ocurrido con un comentario malinterpretado.

—Bueno, empieza polluelo.

Se sentó cerca de él y lo miró con curiosidad, la musculosa le hacía notar unos brazos delgados y su abdomen se hundía haciéndolo ver más delgado de lo que era, no podía entender ahora con toda las golosinas, chatarras y gaseosas que estaban saliendo era inútil estar delgado, pero tenía frente a la vista a uno que podía tener un metabolismo acelerado, Simón podría ser un vampiro veloz con el cuerpo que tenia, su transformación no lo haría más corpulento ni más grande, su transformación se adaptaría a lo que era ahora.

—Uno—dijo Simón con dificultad.

El vampiro mayor tenía ganas de reír, no podía creer que esto estaba pasando ¡No se aguantaba nada del entrenamiento! pero se contuvo las ganas de hacerlo, no quería ofenderlo.

—Vamos Simón, has un esfuerzo—pidió Raphael.

—Tráeme comida y creo que lo haría—dijo Simón haciendo el segundo abdominal.

—No puedes comer.

— ¿Por qué recién empiezo con el entrenamiento? podemos hacer una pausa, comer y después seguir.

—No, porque los novatos no pueden hacerlo, al principio le tienen intolerancia a la comida.

Simón había dejado el proceso de los ejercicios mirándolo asombrado, se paró y empezó a gritar reiteradas cosas como si fuese el mayor problemas, estaba enojado, eso lo sabía por los colmillos que sobresalen de su boca.

—Cálmate novato—dijo Raphael.

Simón no le hizo caso, no quería escucharlo, se había enterado de algo trágico.

—Vamos Simón, tenemos que seguir ejercitando.

—Espera—dijo Simón caminando hacia un lado a otro—acabo de enterarme que no puedo comer nada ¡Es doloroso hombre! ¿Qué voy a comer?

Raphael se paró sacudiéndose la vestimenta y acomodando la chaqueta, sabía que el polluelo no haría más de lo que hizo, porque ahora un tema lo estaba afectando.

—Sangre.

— ¿Sangre?

Raphael asintió a la pregunta.

— ¿Tengo que reemplazar la deliciosa comida por sangre?— chilló Simón.

Raphael volvió a asentir.

— ¡Oh, hombre!

El menor volvió a largar groserías y a caminar por la sala mientras que Raphael lo miro con un poco de cansancio, a veces el polluelo se volvía demasiado infantil.

— ¿Sabes qué? Vamos a ir a buscar un poco de información—dijo Raphael saliendo de la sala— así te informas del tema y no te comporta así.

Y se asombro a ver que el polluelo caminaba detrás en silencio, creía que iba a estar así todo lo que restaba del día, pero se había calmado con solo decir aquel comentario. Seguramente el polluelo también quería informarse de que era ahora, de que era ser un vampiro.

—Es de día ¿Los vampiros no tendrían que estar metidos en un ataúd que los proteja del sol?

Raphael lo miró, arqueó su cejas y volvió la mirada hacia adelante, quería volver a reír por la falta de información del novato a pesar de que habían millones de juegos que hablaban de la especie, se sintió un poco extraño al ver que se estaba divirtiendo con los comentarios del menor, y eso era realmente extraño porque nunca lo hacía.

—Bueno creo que no lo hacen, pero ¿Le tienen asco a los ajos?

Caminó hacia su habitación y abrió la puerta esperando que Simón entrara detrás de él.

—Oh no—dijo Simón en la puerta— claro que no entraré, me quieres matar y después dejarme al sol para que me vuelva ceniza.

—Sabes que estás diciendo estupideces ¿No?—respondió Raphael buscando en su armario.

—Solo tengo que tener prevenciones—dijo Simón.

Raphael siguió buscando hasta que lo encontró, en el fondo del mueble había una caja negra y diminuta que podía caber en su mano, la sacó con cuidado y se volteó hacia Simón que estaba en la puerta, temiendo en entrar.

—Ven, no te voy a morder.

Y parece que eso lo tranquilizó, ya que entró sentándose ambos en la cama para ver lo que Raphael tenía en su mano.

— ¿Qué hay en esa caja?

Abrió la caja con cuidado y mostró un collar idéntico al que tenía en su pecho, pero en color plateado, miró a Simón y este miraba el collar con asombro y curiosidad.

—Esto está bendecido...

Lo sacó después de unos segundos viendo como se estaban quemando las yemas de sus dedos, pero se dedico a resistir el dolor porque quería dejarlo frente a la vista del menor, mientras tanto Simón miraba la mano del mayor con preocupación.

—Te estás quemando Raphael.

—No lo siento, esto es algo que te enseñaré más adelante, tener tu auto-control con materiales que pueden hacernos daño.

Y dejó el collar en su lugar, tapando la caja y dejándolo en su regazo mientras volvía la mirada al menor.

— ¿Por qué me muestra esto?— preguntó Simón.

—Porque es algo que tienes que saber, si comenzamos con ejercicios básicos después vamos a poder pasar a esto y a adiestrarte para que puedas comer, pero debemos ser rápido y aprender rápido, para que lleguemos a lo otro sin esperar tanto.

Vio como el menor asentía al comentario y parecía estar pensando en qué decir.

— ¿Por qué los vampiros no pueden decir Yah...?

Y se ahogó, Raphael lo miró como se agarraba el cuello y tosía con desesperación, había pasado por aquello, que verlo le hacía recordar a esos días duros en el que se tuvo que auto-enseñar solo de su nueva vida.

— ¿Yahvé?—preguntó Raphael— ¿Dios?

Simón asintió tratando de recuperarse de aquel dolor de garganta que había vuelto a aparecer.

— Si puedes, solo tienes que adiestrarte.

—Creí que ser vampiro era más fácil.

Raphael sonrió por el comentario, lo había escuchado tantas veces de todos los vampiros que se cruzaba, también había creído lo mismo en su comienzo, pero realmente no era así, ser un vampiro era todo un proceso complicado.

—Bienvenido a la real vida de los vampiros— dijo parándose

Simón también se paró y se dirigió hacia la puerta con él y así dirigirse a su habitación, no quería quedarse en la habitación del vampiro mayor por mucho tiempo.

— ¡¿Quién sacó el diario de Will?!

Vio como el menor se volvía y lo miraba asustado.

— ¿Estaba prohibido leer el diario ese?

—Más o menos.

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