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RAPHAEL

Ya faltaba menos de dos horas y Raphael estaba por perder la paciencia, no solo el si no también el Nephilim de ojos azules, el rubio había salido a buscar sangre con la pelirroja y su tardanza estaban causando molestias, la Nephilim que quedaba había salido a buscar una pala para enterrar, Raphael caminaba y de a rato veía como Magnus aparecía un poco más cerca del chico de ojos azules donde trataba de mantener una conversación sin éxito alguno.

— ¿Por lo menos me dirás cómo te llamas?—preguntó Magnus.

Raphael alzó la mirada y vio como Magnus lo intentaba por milésima vez, por milésima vez el chico lo miraba sin ningún tipo de emoción, a Raphael le molestaba que el brujo rogara por una respuesta, como si fuese un Dios a quien debía alabar.

— Alexander Lightwood ¿Listo?

— Un Lightwood—dijo un poco asqueado Magnus— Lastima.

Raphael sonrió.

— ¿Tienes algún problema con mi apellido?

— Tú descendencia no han sido el gran ejemplo de los Nephilim.

El silencio volvió a reinar en el lugar y Magnus se colocó a lado de Raphael, este lo miró con una sonrisa de lado, le gustaba los momentos cuando hablaba así, ya estaba dando por perdido que Magnus pudiera perder la dignidad en ese momento.

— Dejaste callado al chico.

— Los comportamientos arrogantes de los Lightwood no son de mi agrado.

Raphael levantó una de las comisura de sus labios y sintió lastima por Magnus, comprendía un poco de la inmortalidad y de los sucesos que vivía con ellos, por eso cuando decía que alguien o un apellido no le agradaba, era porque había sucedido algo. Miró al mundano y después al reloj que tenía en su muñeca izquierda, estaba tardando mucho, cuando llevó su mirada a otro lado vio como el Nephilim miraba al brujo con reproche y curiosidad, después sacaba su celular y marcaba algún número para hablar con alguien.

— ¿Qué harás cuando el mundano sea vampiro?— preguntó Magnus con curiosidad.

Raphael miró al mundano con duda ¿Qué iba a hacer con el mundano? ¿Todavía tenía las ganas para adiestrar a uno? Era mucho trabajo, tenía que pasar la mayor parte del tiempo con el novato, días, noches, hasta meses para adiestrarlo correctamente, al principio cualquier novato se negaría a ser un "monstruo" y era difícil sacarlo de la situación por su comportamiento y su terquedad.

— Intentaré adiestrarlo, le di mi palabra a la Nephilim.

— Será un buen vampiro, Raphael.

— Me lo dices como si fuese a ser mi pareja— dijo Raphael.

Magnus solo sonrió y caminó hacia otro lado, como si supiera ya sucesos que aún no existían, aunque su amigo brujo siempre era así; la puerta se abrió mostrando a la muchacha de pelo negro entrar escuchando sus zapatos golpear con el suelo y mostrando la seguridad que emana de ella, Isabelle era muy conocida por ser una luz entre el montón.

— Esta chica me gusta, sabe de estilo.

— Vamos a un funeral no a una discoteca— dijo Raphael molesto.

— A todo lado hay que ir bien arreglada— respondió mirando a Magnus con una gran sonrisa— ¿O no brujo?

— Magnus Bane para ti—dijo Magnus con una sonrisa cómplice.

— Isabelle Lightwood—dijo de la misma manera.

¿Otro Lightwood más? Raphael vio como el brujo formaba un gesto sorpresa aunque era fingido porque ellos dos ya se conocían, era raro que se llevarán bien y chequeaba su lengua como si esto se había ido de un tema bueno a malo, sentía curiosidad de saber la gran historia de Magnus con los Lightwood, volvió a mirar el reloj y se quejó por la tardanza.

— Sabes que si sigues así envejecerás— bromeó Isabelle— Yo puedo ser tu anti-estrés.

Raphael dejó escapar una risa por lo bajo, odiaba que una mujer hablara tan así ¿Ya las mujeres no se respetaban un poco? ¿No esperaban que un hombre cortejarla? miró a la chica cual tenía una sonrisa coqueta y decidió decir su mentira más usada para evitar alguna cosa con ella, aunque podría acostarse con la Nephilim para sacar sus necesidades, podría pero no, no estaba para soportar a su hermano o al rubio después cazándolo por acostarse con la chica.

— Soy homosexual cariño—dijo Raphael.

— Que mal uso de tu hombría— dijo la chica frunciendo los labios.

La puerta se abrió mostrando dos embarrados y agitados Nephilim, el muchacho rubio tenía una cara de molestia mientras que la pelirroja traía un bolsón en sus manos, haciendo fuerza para respirar por la agitación, habían tenido problemas en el camino.

— Dijiste que eran de confiar, que no habían pelea— dijo el Nephilim enojado.

— Oye, te dije que ellos tendrían sangre— dijo Magnus— capaz he omitido que no le caen mucho los Nephilim.

— Maldito subterráneo— dijo Jace por pegarle a Magnus.

— ¡Oye!—se interpuso el vampiro— estamos muy atrasados, después hace peleas y berrinches.

El Nephilim bufó y caminó hacia el Nephilim ojiazul, Alec, así abrevió Raphael su nombre que lo limpiaba con un pañuelo blanco, mientras que Magnus solo suspiró y miró hacia otro lado molesto por no poder poner en su lugar a ese mimado Nephilim. Somos subterráneos, muchos más grandes que cada uno de los presentes, por lo menos deberíamos enseñarle a respetar.

— ¿Qué religión es tú mundano?— preguntó Raphael a la pelirroja.

— No es su mundano...—interrumpió el rubio.

— Es judío— dijo la pelirroja.

Raphael asintió y pensó en algún cementerio de judíos cerca del lugar.

— Magnus has un portal al cementerio Greenwood—pidió Raphael.

— Es el cementerio donde está el padre de Simón— dijo la pelirroja con un tinte de tristeza.

Raphael sintió lastima por lo que estaba sucediendo, aunque en si no era su culpa.

— Vamos— ordenó.

Todos empezaron a cruzar por el portal, el vampiro fue para alzar al mundano con cuidado y empezó a caminar hacia el portal, en uno de esos sintió como una parte dentro de él vibraba con rapidez, se asustó y casi tira al mundano, pero duró solo un segundo, agarró con más fuerza el cuerpo, no quería armar una escena en ese momento.

— Vamos Raphael no tengo toda la noche— apuró Magnus.

Cual debía ser el último en pasar.

— Claro, claro.

Al llegar al otro lado del portal se encontró con el cementerio más hermoso que allá visto, no conocía los cementerios judíos, sólo conocía lo de su religión, este cementerio era único y estaba encantado con el paisaje, no sabía que los judíos tuvieran tal lugar.

— ¿Qué tenemos que hacer ahora?— preguntó el Nephilim rubio.

— Buscar un lugar para enterrarlo— dijo Raphael— donde la luna le dé con exactitud.

— Vampiros y sus complicados entierros para su transformación—dijo Alec— Jace, ayúdame a buscar.

A los minutos los dos Nephilim encontraron el lugar indicado, el vampiro le pidió que hicieran un hoyo para meter al mundano allí, Isabelle se cruzó de brazo y se negó a ensuciar su vestimenta, la pelirroja no podía ya que estaba llorando como una mundana y Magnus, bueno estaba en lo mismo que la primera Nephilim, así que el trabajo tuvieron que hacerlo Alec y el rubio, cuales se quejaban mientras trabajaban. Después de que terminarán, Raphael colocó al mundano dentro del hoyo y ordenó que lo enterraran para que se pudiera comenzar con el último paso de la noche.

— ¡No!— chilló la pelirroja.

Raphael la detuvo mirando con molestia su falta de conocimientos hacia los rituales de los vampiros.

— Cálmate Nephilim, este es su último paso.

— Pero...

— El tiene que salir por su cuenta, si el sale de ese hoyo su transformación estará finalizada.

— ¿Y si no sale?

— Morirá— respondió Magnus que estaba a poca distancia.

Raphael lo miró mientras arqueaba una ceja y después trató de calmar a la Nephilim que había vuelto a llorar con mucho sentimiento.

— Si él tarda en salir, yo lo ayudaré— prometió Raphael.

— Listo— escuchó la voz de Jace.

Todos rodearon el lugar y miraron con atención el hoyo, Raphael tenía en su manos la bolsa de sangre esperando la llegada del novato y miraba con atención la tierra levantada esperando ver algo que indicara que esto iba a funcionar, muy pocas veces los mundanos en una transformación fallaban y moría en el intento de salir, pero era muy poco el porcentaje ¿Y si Simón era uno de ellos? ¿Y si moría en el intento? Pero el suelo empezó a temblar, no debía pensar más nada, era trabajo de ese mundano usar su sentido de supervivencia.

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