(13)
RAPHAEL
Descansaba en la habitación que había elegido para ser suya en casa de Magnus, se sentía relajado, en paz, hace días que no tenía que estar con los demás adolescentes vampiros viendo sus travesuras. La noche se estaba haciendo percibir por la ventana de la habitación y se estaba preparando para salir a pasear por una plaza cercana para despejarse un poco, capaz le pediría a Magnus que lo acompañara y así pasar una buena velada con un amigo a lado, aunque preferiría estar acompañado de su soledad. Salió para ir a donde tanto le gustaba estar, en la pequeña sala, pasó por el pasillo y giró hacia la derecha, después hacia la izquierda para entrar a la sala donde estaba Magnus leyendo un libro con un vaso de vodka en su mano desocupada, sus piernas cruzadas en el sillón, su pelo estaba adornado con un color rojo en sus puntas, era tan joven aunque tuviera ya más de quinientos años.
— Magnus— le llamó.
El brujo dejó el libro para prestar atención.
— Diga.
— Saldré a dar una vuelta.
No quería interrumpir al brujo en lo que estaba haciendo más si se trataba de lectura, se sorprendía verlo leer antes que irse de fiestas, aunque la atención que le daba a aquel libro indicaba que no tenía ganas de ir a Pandemónium por esa noche, pasando la velada ahí, en su casa.
— Claro, vuelve antes del sol Raphael.
Se empezó a dirigir a la puerta con una pequeña sonrisa cuando alguien se adelantó y abrió por él, se hizo hacia atrás, Magnus se colocó a su lado de inmediato, en la puerta estaba Ethan, estaba sin remera mostrando las cicatrices de las quemaduras y a su lado estaba Kendall abrazándolo, los dos mirándole con una sonrisa traviesa en su cara, pero si se los miraba bien podía notarse que no estaban del todo cuerdos.
— Es descortés vampiros aparecer en la casa del gran brujo de Brooklyn— dijo Magnus con voz firme y seca.
Ninguno habló.
— Creí que te había matado Ethan— dijo Raphael.
— Felicita a mi nueva novia, que hizo todo lo posible para que no se pudiera.
— ¿Vienen a vengarse?— preguntó Raphael aburrido.
Ethan se adentro a la casa con la peli azul agarrada a él y se sentaron en unos sillones cercanos con mucha confianza.
— Raphael odio a tus niños vampiros, los haré desaparecer—dijo Magnus enojado.
— Espera un poco Magnus, solo un poco.
— Los quiero fuera de aquí Raphael, solo eso— dijo Magnus.
Se arrimó a donde estaba la pareja y se quedó mirando esperando para ver a que habían venido, si querían venganza ya hubiesen desatado una pelea donde estaban, así que significaba que algo más querían, algo de su parte.
— ¿Te acuerdas del mundano? ¿El del callejón?— Preguntó Ethan.
Raphael solo asintió, la paciencia ya le estaba fallando y estaba cansado de tantos misterios, pero a pesar de eso tenía una mala espina y quería saber de qué se trataba.
— Lo transforme.
La sorpresa llegó a él y a Magnus que estaba un poco más atrás.
— Está en su casa mundana y sabes que antes del último proceso despiertan y si se encuentra algún mundano cerca...— añadió Ethan.
Raphael sabía a qué se refería, el mundano bebería de la sangre del mundano que tuviera cerca a él antes de que cayera en el sueño de transformación, alguien de su familia, haciendo que el polluelo no olvidará esa escena nunca más, produciendo la muerte de su más cercano, algo tan perverso.
— Tienes que avisarle a Camille para que evite esto— murmuro Raphael.
La risa de Ethan fue tan alto que se escucho en toda la sala, una risa no normal, sino cuando ya había perdido los tornillos de su cabeza.
— Camille no le importa, dejará que el mundano haga la suya, lo transformará como ella sabe y lo dejará tirado a los demás vampiros— dijo Ethan.
— ¿Entonces por qué me lo dices a mí?— Preguntó Raphael.
— Lo entenderás más adelante.
Los dos vampiros se pararon y corrieron hacia el ventanal de vidrio cual Magnus tanto amaba, pasando por ella y destruyéndose en su trayecto, Raphael corrió hacia el ventanal destruido viendo como los dos vampiros se perdían en la calle, había sido un poco exagerada su salida pero habían tratado de escapar, y estaba bien, porque si hubiese pasado unos minutos más los hubiera matado con sus propias manos, ahora podría matarlos en otro lugar.
— ¡No!
Raphael volteó y vio como Magnus tapaba su cara con horror, musitaba por lo bajo maldiciones hacia los causantes de aquel desastre.
— Malditos vampiros ¡Mi ventanal!
— Magnus usa tu magia y arreglarlo, no seas tan dramático— dijo Raphael con cansancio.
El ventanal apareció sano al instante, como si nunca se hubiese roto.
— Me las pagaran.
— Te saldrán arrugas Magnus— aconsejo Raphael— pero ahora tenemos que encontrar a un mundano.
— ¿Cómo lo vamos a encontrar?—dijo Magnus.
Tocando con el pulgar de su mano el contorno de su ojo, pensando y asimilando todo lo que acababa de pasar.
— Eres el gran brujo de Brooklyn.
Los dos se colocaron en los sillones, agarrándose la cabeza tratando de ver cómo iban a encontrar al mundano está vez, porque no sabían nada de esa persona, más de lo que Ethan le había informado, su transformación, la cual su reloj de búsqueda se hacía cada vez más corto.
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