(104)
SIMÓN.
Cuando cayeron por aquel pasadizo los tres fueron a caer a una habitación para caer de espalda en un golpe seco, los quejidos de los tres hizo entender que había dolido y que tardaría desaparecer el dolor, Simón se sentó mientras miraba el techo, Raphael no había caído pero solo se pudo ver un techo con moho, bajó la mirada a las paredes donde habían enredaderas con rosas negras y azules oscuras, pero no había ninguna señal de alguna puerta, bajo la mirada al piso viendo como los cerámicos estaban trisados dejando ver yuyos secos salir de sus contornos el lugar parecía extraño para ser una habitación, miró a sus amigos que estaban haciendo el mismo proceso que él.
— ¿Dónde estamos?— Preguntó Fran.
—Parece ser territorio de Seelie— contesto Ragnor.
Simón se paró sintiendo como su espalda crujía al movimiento para estirarse y caminar hasta las rosas, en el mundo mundano no era muy común verlas más que fueran artificiales, pero estas parecían muy reales.
—No pienses tocar esas flores Simón— dijo Ragnor.
El vampiro menor se dio vuelta para mirarlo con una ceja arqueada, solo iba a mirarlas.
— ¿Por qué?
—Es una trampa, dicen que esas flores contiene algo malo que si lo toca una persona que no sean las Seelie pueden tener muchas complicaciones hasta puede llevarte a la muerte u otras cosas— respondió Fran.
Que se llevó la mirada de los dos presentes, el rizado alzó los hombros mientras bajaba la mirada.
—Me gusta informarme sobre la vida de las Seelie, es muy interesante—añadió.
Después de un momento la pareja se paró del piso para comenzar una búsqueda de puerta pero cada vez que trataban de acercarse a las enredaderas las rosas parecían moverse para tocar sus manos haciendo que se le hiciera difícil.
—Ragnor puedes hacer un portal, salgamos de aquí y vamos por Raphael, esto me da mala espina— dijo Simón.
Vio al brujo asentir mientras movió su mano para hacer el portal pero a través de sus dedos solo salieron chispas verdes que desaparecieron con rapidez, Simón miró su reacción parecía preocupado y Fran estaba por arrancar algunos rizos de su cabellera, él vampiro menor remojo sus labios para tragar con dificultad.
— ¿Qué sucede Ragnor?
El menor sabía que algo mal iba desde el comienzo, antes de entrar en aquella habitación por donde habían caído y sus instintos no habían fallado, ahora estaban peor de lo que podía imaginar.
—No lo sé— respondió Ragnor preocupado— y esto me preocupa.
Fran comenzó a caminar por la habitación dando círculos mientras movía sus manos preocupado.
—Esto está mal, mal, mal, mal. — Susurró el rizado— he visto las bastantes películas con Ragnor como para saber que de acá salimos muertos y soy muy lindo para morir.
Simón mientras tanto se acercó al brujo y tomó su mano mirando sus dedos, no entendía de las manos pero los nervios dentro de él decía que tenía que hacer esto o comenzaría a actuar como el vampiro rizado.
— ¿Cuáles son tus teorías Ragnor?
El brujo lo miró mostrando la preocupación en sus ojos, raras vez Ragnor mostraba aquel sentimiento y ahora el momento no indicado aparecía haciendo que los nervios del menor aumentaran.
—Es como si mi magia fuera disminuyendo— dijo Ragnor— me siento un poco pesado y creo que será peor en algunas horas.
Todo podía ir peor cuando quería.
— ¿Crees que se deba a las flores aquí?
—Lo dudo, creo que está habitación ya estaba preparada para esto— dijo Ragnor.
Mientras miraba a Fran que seguía susurrando palabras sin sentido Simón se abrazó a si mismo mientras la mirada volvía arriba esperando que Raphael estuviera bien, otra vez le había fallado y lo había dejado solo arreglando los problemas, se sentía molesto por eso, cuando miró con más atención el moho parecía moverse como si estuviesen en alguna laguna y algo abajo se moviera, tragó con dificultad y bajó la mirada otra vez.
— Necesitamos hacer algo.
Comenzó a caminar hacia las flores para parar y mirarlo a unos centímetros viendo cómo se estiraban para poder acercarse hasta donde estaba él, era algo tan fascinante de ver pero a la vez terrorífico.
—Sé que me escuchan, necesito que me muestren la puerta— hablo Simón.
Escuchó unas carcajadas detrás de él haciendo que mirara de reojo a la pareja que parecía tentada.
— ¿No te das cuentas que estás hablando con una flor?— preguntó entre risas Fran.
Simón lo sabía, pero no había otra opciones tenía que sacarlos de acá.
—Ya lo sé— musitó Simón.
Las rosas no dejaban de moverse como si se desesperan por tocarlo y algo dentro de Simón sintió que debía acercar su mano.
—Ni pienses hacer lo que estás pensando— dijo Ragnor.
Las carcajadas dejaron de escucharse y el menor no los miró remojo sus labios.
— No estoy pensando nada— dijo Simón— solo quiero encontrar una puerta para salir de acá.
Sintió una mano en su hombro apretándolo con un poco de fuerza el menor volteó un poco su cabeza para sonreír con amargura.
—Se que quieres encontrar a Raphael, pero confía cuando te digo que tocar esas flores nos llevará a la muerte.
El vampiro asintió a las palabras del brujo mientras miraba hacia el piso frustrado, esto parecía como un juego y no podía concentrarse.
— ¿Entonces qué vamos a hacer Ragnor? No podemos quedarnos sentados sabiendo que estamos metidos en algo no muy bueno— dijo Simón.
El brujo no contesto, el menor alzó la mirada y se separó de su agarre mientras se daba vuelta para caminar hasta donde estaba Fran sentado para hacer lo mismo y cruzarse de brazos mientras dejaba que sus labios dejaban mostrar un puchero.
—Sabes tengo miedo— susurró Fran— Ragnor no puede usar su magia y no hay puertas, presiento que en cualquier momento las Seelie bajarán y nos matarán.
Simón chequeó la lengua y miró hacia otro lado.
—Estaremos bien Fran— dijo Simón— esto es solo una habitación, capaz Camille solo quería a Raphael y a nosotros nos mandó aquí para no interrumpir.
Aunque el también tenía sus dudas de todo esto, Camille no los dejaría vivo después de todo, el chico rizado había fallado a las palabras de la mujer, él había sido torturado por ella y creo que lo odiaba mientras que Ragnor, bueno Ragnor no sabía porque estaba con ellos.
—Sí y yo soy millonario— dijo Fran molesto— no soy estúpido Simón, este es nuestro fin.
Simón elevo la comisura de sus labios.
—Entonces no tendré que decirte que saldremos de aquí con facilidad— respondió Simón— tienes razón estamos fritos querido amigo.
Sintieron como Ragnor se sentaba a su lado mientras recostaba su cabeza en el hombro del chico rizado mientras que lo miraba.
—No sean negativos niños— dijo Ragnor— vamos a salir de aquí, nos llevaremos a los vampiros y a Raphael y ninguno va a morir.
—Ya estamos muertos— dijo Fran.
—No de esa manera pequeño— respondió Ragnor.
Que levantó su cabeza para darle un pequeño beso en la mejilla y recostarse de nuevo, Simón miró otra vez el techo viendo cómo el moho no había dejado de moverse, ya estaba perdiendo la paciencia a preguntarse cuando aquello se rompería y saldría de ahí lo que estuviera.
— ¿Te acuerdas lo que dije?— preguntó Ragnor.
Simón no bajo la mirada escuchó la charla de la pareja.
— Si, irnos a vivir lejos de esta ciudad— contestó Fran— a un lugar fuera de esto, donde la paz reina y no hay problemas, quiero estar ya ahí.
El menor no pudo evitar sonreír, el también quería irse con Raphael lejos y poder estar uno a otro sin presenciar más problemas, casarse y no preocuparse más por nada.
—Cuando salgamos de aquí nos mudamos la misma mañana.
Escuchó la risa del menor.
—No hables antes de tiempo pastelito verde— dijo Fran— aún nos queda tiempo por delante.
Simón concordó con él a veces era de mala suerte decir algo cuando podía suceder algo distinto, aún mirando el techo el menor pudo ver cómo el moho parecía querer abrirse a escuchar la positividad del brujo.
—Estoy tratando de subir tus ánimos pequeño y solo terminas bajando los míos.
El vampiro menor los miró tenía un poco razón, Ragnor era de ser positivo y poder tranquilizar a todos en un momento así, pero Fran era más pesimista, como que el peligro siempre estaba cerca y terminaría por atraparlos, Simón pensó como era el ¿Era pesimista o no? Se dejó definir como la mitad de ambos, estaba seguro que saldrían pero no sabía si lo harían bien.
—Lo siento— dijo Fran.
Que le había dado un casto beso, Simón sintió envidia que en estos momentos, capaz los últimos que ellos estuvieran juntos y el con Raphael no, bajo la mirada mientras chequeaba la lengua ¿Por qué las Seelie no aparecían? ¿Qué estaban esperando?
—Bueno es hora de salir de acá, ustedes están juntos pero mi pareja no, así que a ponernos en marcha y encontrar una salida.
Las cuatros paredes lo estaban ahogando y algo dentro de él decía que algo iba a ir mal ¿Pero qué?
—Sabemos que con las enredaderas no es una buena elección, pero no hay otra salida— dijo Fran.
—Ni lo piensen— hablo Ragnor.
Haciendo que los dos vampiros se quejarán, al parecer el muchacho y él tenían la misma curiosidad.
— ¿Y si es todo un juego?— preguntó Simón— nos invocan miedo con las rosas, pero solo hay tocarlas y saber que estábamos equivocado.
Escuchó como Ragnor suspiraba y hacia una seña con sus manos.
—Hagan lo que quieran, estoy lo bastante cansado como para parar sus travesuras.
Los dos vampiros lo miraron preocupados mientras que Simón se levantaba.
—Lo intentaré yo, Fran reanima a tu novio.
Vio cómo Fran acunaba al brujo mientras que él se daba media vuelta y caminaba hasta la enredadera y miraba las rosas con una sonrisa nerviosa.
—No quiero hacer esto, pero si ustedes me matan yo los mato a ustedes ¿Entendido?
Apretó sus labios mientras acercó sus manos con un pequeño temblor a una rosa azul para después tocar sus pétalos y acercarse hasta el tallo, aún no sucedía nada, agarró con sus dedos y lo tiró despacio para que el sonido del tallo quebrándose entrará por sus oídos, todas las demás rosas se quedaron inmóvil haciendo que Simón tragara con fuerza.
— Santos cielos, no sucedió nada— dijo Simón.
Mientras volteaba y mostraba aquella rosa a la pareja mientras sonreía nervioso, vio cómo Ragnor subía un pulgar con dificultad mientras sonreía y Fran lo miraba con una ceja arqueada.
— ¿Y por qué aún no sucede nada?
Entonces el moho comenzó a caer arriba de ellos para caer personas casi al desnudos, tapados de pieles y coronas de flores, sus pelos estaban largos, algunos tenían trenzas, llevaban pequeñas lanzas y armas en sus manos mirándolos con seriedad.
—Tenías que hablar Francisco— musitó Simón molesto.
—Me llamó Fran no Francisco— respondió Fran.
Que se había abrazado más al brujo viendo como las Seelie los rodeaban.
—Si lo siento no debí cortar la flor— susurró Simón— pero ya que estamos acá ¿Pueden mostrarnos la salida?
Pero las Seelie se quedaron ahí inmóviles mirándolos sin algún tipo de emoción, todos estaban formando una pared que los dividían de llegar a las enredaderas.
—Mi novio está allá arriba— suplicó Simón— necesito salir de aquí.
Pero no recibió respuesta, a cambio se llevó una mirada de una muchacha con ceja arqueadas.
—Simón cállate— susurró Ragnor.
El vampiro menor hizo un poco de berrinches mientras miraba a la muchacha, porque ella tenía esa mirada divertida que sus amigos no tenían, se sentó a lado de sus amigos mientras dejaba la rosa en sus piernas, Ragnor se veía fatal y Fran miraba con fascinación las Seelie mientras le dejaba pequeña caricias a su novio.
— ¿Por qué Ragnor no puede hacer magia?— preguntó Simón.
Intentando que le contestaran, fracasando por tercera vez, pero una de los Seelie lo sorprendió.
—Son órdenes.
Simón frunció la nariz mientras bufaba por lo bajo.
—Vampiro ¿Por qué no hueles la rosa?— preguntó la muchacha.
Todos la miraron a ella para después mirarlo a él esperando su reacción.
—P-Pero ya está muerta— tartamudeo Simón.
Pero el Seelie que hablo primero comenzó a negar mientras dejaba escapar una risita.
—Las rosas tardan en morir— dijo el chico— ¿No era eso lo que querías, sacar tu curiosidad? Bueno ahora podrás averiguar que produce la flor que estás matando.
El menor remojó sus labios mientras miraba a las personas de su lado que los miraban con los ojos sorprendidos y negaban con lentitud.
—No lo hagas— susurró Fran.
Pero la punta de una de las hachas tocó su pierna llamando su atención.
—Huele esa rosa ahora mismo vampiro.
Simón asintió reiteradas veces y tomo la rosa para llevarla hasta su nariz mientras sus labios temblaban ¿Qué tan malo podía ser? Dejó que por sus fosas nasales entrará un poco de aquel aroma dulzón mientras las Seelie comenzaban a reír y de un momento a otro no se pudo mover más cayendo de espalda al suelo, escuchó como Ragnor lo llamaba pero las sombras de una de las personas, la muchacha, apareció en su vista agachándose a su lado.
—Siento por esto niño vampiro— susurró la chica.
Y pudo sentir el ardor cuando la daga de la muchacha lo hería en la cara y parte del cuello.
—En unos segundos las flores van a dejar escapar sus contenidos y ustedes van a huir, uno de mis amigos ya le dijo al brujo que hiciera el portal nosotros los cubriremos.
Más heridas se sentían y los susurros de la chica era casi inaudible.
— ¿Por qué haces esto?
La chica lo miró por un segundo para sonreír.
—La reina Seelie está muerta y ya no hay sentido de seguir órdenes, no quiero ver heridos culpa mía, soy una Seelie, no mentimos, y digo la verdad cuando digo que no quiero matar a nadie.
Y un humo violeta comenzó a aparecer en la habitación, Simón fue alzado por la muchacha y la sintió correr, el cómo pudo miró buscando a sus amigos haciéndole dificultoso, pero podía ver a Ragnor siendo sostenido por Fran, cuando una Seelie que venía detrás del menor lo impacto con una lanza haciendo que cayeran.
— ¡Fran! ¡Ragnor!
Vio al brujo dejar salir luces de sus dedos llamas y dejaba de mirarlo para ayudar a su novio siendo rodeado por Seelie y otras siguiéndolas a ellos, sintió a la muchacha detenerse y sostenerlo mientras lo miraba.
—Dile a Magnus Bane que lamentamos esto.
Y sintió ser tirado hacia atrás mientras gritaba sintiendo las lágrimas correr por sus mejillas, cuando sintió el impacto y se quejó abrió los ojos para ver que estaba en una habitación, el portal verde se estaba cerrando, trató de levantarse y no pudo.
— ¡Ragnor! ¡Fran!
Y una explosión fuera del hotel entró a sus oídos, no había sido tan fuerte pero había llegado a él, no pudo evitar pensar que había sido el hotel, todos estaban allá dentro, Raphael estaba ahí dentro. Trató de moverse fallando, aún el cuerpo no respondía y lo único que podía escuchar eran sus sollozos y sentir sus lágrimas bajar por su mejilla.
—Esto no es cierto— comenzó a reír— El hotel no explotó, Raphael está bien, Ragnor y Fran están bien.
Trataba de ser positivo, trataba de que los pensamientos malos no llegarán a él, sus amigos y pareja estaban bien, los vampiros que estaban encerrado en la sala estaban bien, las Seelie a pesar de... Simón dejó escapar otro sollozo, había visto a Fran ser atravesado por un hacha y las Seelie rodear a ambos, nada estaba bien, no había podido ayudarlos.
— ¡Esto es mi culpa!
Vio el sol entrar por alguna ventana haciendo que el lugar comenzará a alumbrarse pidiendo ver a presidente miau mirarlo desde arriba mientras maullaba.
—Presidente miau— susurró Simón.
Estaba en casa de Magnus en alguna parte del Loft, pero el brujo debía seguir en Idris, trató de tranquilizarse y pensar que Raphael se había escondido en algún lugar y su amiga pareja habían podido salir e ir a parar a otro lugar, pero algo dentro de él decía que ninguno regresaría.
—Raphael— sollozo Simón— Lo lamento tanto.
No podía creer que esto acabará así, no podía ser cierto, era una pesadilla, esperaba que todo fuera algo que la rosa había provocado pero cuando sintió a presidente miau lamer su frente supo que estaba sucediendo todo esto, dejó que la lágrimas salieran y mientras veía la habitación aclararse hasta poder ver el techo de un blanco amarillento, cuando el gato salió corriendo y algo rompiéndose del otro lado del Loft se escucho. Simón podía sentir como los pasos resonaban por el lugar ¿Y si eran las Seelie que venían a buscarlo? Se quedó callado mientras apretaba sus labios.
—No puedo dejarte en aquel lugar, ya perdí a tres personas, no quiero perderte a ti.
La voz de Magnus entró por sus oídos y Simón sintió la adrenalina subir por su cuerpo, ese cosquilleo que no paraba.
— ¡Magnus!
Gritó con todas sus fuerzas haciendo que su garganta se sintiera desgarrarse esperando que el brujo lo escuchara.
— ¡Simón!
El grito de Raphael respondió a su llamado y en unos segundos lo pudo ver frente a él arrodillado.
—Creí... Creí que habías ¿Donde está Ragnor y Fran?
El vampiro mayor parecía haber llorado y las palabras se le mezclaban cuando quería hablar, cuando Simón escuchó aquella pregunta no pudo evitar sollozar.
—No lo sé.
Las manos de Raphael se acercaron a él para tocarlo pero temblaban.
— ¿Qué sucede contigo? ¿Por qué no te mueves?
Vio cómo Magnus se colocaba al otro lado de él, sus ojos estaban brillosos y parecía también haber llorado.
— ¿Dónde está Ragnor?
El menor no contesto solo dejo que las lágrimas salieran de sus ojos mientras dejaba salir su dolor, había comprobado que su pareja estaba bien pero le dolía pensar que la pareja amiga habían sido asesinados, sintió como Raphael lo tomaba del brazo pero Simón no podía sentirlo.
— ¿Qué te hicieron? ¿Qué sucede con tu cuerpo?— preguntó Raphael.
Vio cómo Magnus se sentaba a su lado y tapaba su cara para dejar escapar unos pequeños sollozos, nunca lo había visto así, tan dolido y no ocultándose para que no lo vieran, Simón volvió su vista a su pareja mientras trataba de calmar sus labios temblorosos.
— Me hicieron oler de una rosa y quedé inmóvil— respondió con dificultad— No, no pude h-hacer nada.
— ¿Qué sucedió allá adentro?— preguntó Magnus.
Todos parecían haber tranquilizador un poco y el vampiro menor contó todo lo que había sucedido en aquel lugar hasta llegar a la parte de que había sido tirado al portal.
— Santo cielos— dijo Magnus— esto es, no puedo soportarlo, había niños allí dentro, había Seelie, había vidas de inocentes.
Después de un rato cuando Magnus había podido sentirse un poco mejor Raphael pidió para ayudar al menor que aún no podía moverse, Simón pudo sentir como unas luces azules rodeaban su cuerpo y comenzaba a hacer su trabajo, pero cuando Magnus término el vampiro Simón podía sentir una parte de su cuerpo y la otra no, podía sentir la mano de su pareja en su brazo pero no podía sentir como los piecitos de Presidente Miau caminaban por sus piernas.
—Magnus. —dijo Raphael
—No sé qué sucede— dijo Magnus.
Simón se sentó con ayuda de su pareja y pudo mover la parte de arriba de su cuerpo con un poco de dificultad.
— No importa Magnus— ánimo Simón— debe ser la rosa que me ha dado esto.
El llamado de Lilit a Raphael al otro lado de la sala haciendo que el menor y Magnus se quedará solo.
—He perdido a todos, a Alexander y a mi amigo— dijo Magnus con amargura— esto es mucho para mí.
El menor lo miró con amargura mientras bajaba la mirada.
—Lo siento mucho Magnus.
—No es tu culpa Simón, ya no importa.
Simón chequeó la lengua.
—No digas eso, vamos a recuperar a Alexander yo lo haré.
El brujo lo miró con una sonrisa amargada.
—Gracias.
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