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SIMÓN.

El grito lo aturdió dándose vuelta alarmado para ver dónde estaba el causante del grito pero vio como uno de los vampiros venía a atacarlo con una lanza de las que estaban colgados en las paredes como una antigüedad, Simón uso la madera para evitar que llegara a él y le hiciera daño, había visto suficiente la serie de Star Wars como para saber controlar una tabla simulando ser un sable de luz, agarró un lado de la madera con las dos manos y comenzó a manejarlo como su defensa y así la ayuda pudiera llegar a él sin salir herido antes. Debía tener la mente vacía ya había bajado la guardia por el vampiro del suelo y ahora estaba en un apretó, debía concentrarse en esto o arruinaría esta misión y Camille escaparía una vez más, la lanza pegó con fuerza en la tabla casi haciéndolo caer.

— Tus jueguitos de Star Wars no te servirán para defenderte —gruño el muchacho.

Simón volvió a pegar una vez más con fuerza adelantando un paso y después otro, Star Wars si servía, era enseñanza, era vida, aunque lo había sorprendido que el muchacho supiera de eso.

— ¿Jueguito? — Pregunto ofendido Simón— Star Wars es vida.

Simón volvió a golpear con la tabla ¿Dónde estaba la ayuda? ¿Dónde está Raphael?, el chico hizo más fuerza haciendo que Simón doblara las piernas, esto sucedía al no adiestrarse como se debía, el chico sonreía con triunfo desde arriba mientras que el menor dejaba escapar un gemido de dolor mientras sacaba sus colmillos, no entendía que sucedía el no sentía ningún tipo de dolor pero al parecer su garganta quería dejar escapar gemidos extraños. El peso y el chico con sonrisa macabra desaparecieron y se sintió caer al piso cerca de donde estaba el otro vampiro inconsciente, vio como Raphael tenía de los brazos al muchacho mientras sus labios estaban fruncidos dejando ver partes de los colmillos, estaba hablando en el oído del otro con total molestia, pero el chico no le hacía caso si no lo estaba mirando a él.

—El poder de un Jedi fluye de la fuerza—dijo el muchacho.

Para después ver cómo Fran le clavaba una daga, la daga que él había clavado en el primer vampiro, para desaparecer en cenizas.

<<Que la fuerza te acompañe. >>

Una mano en su cuello lo sorprendieron haciendo que gritaba asustado, trato de escapar pero algo estaba sosteniéndolo con fuerza, hizo un poco de fuerza y se tiró hacia atrás pudiendo huir de aquello, unos brazos lo alzaron y Simón sobresaltado trato de huir.

—Simón, amor calma soy yo, recibí tu llamado.

El menor se dio vuelta para abrazar a Raphael con fuerza mientras cerraba los ojos y trataba de no llorar, solo había sido un mal momento, todo estaba bien.

—Ya está muerto, solo fue su última reacción— dijo Fran detrás de ellos.

Simón se dio vuelta para ver cómo Ragnor atracaba la madera a la puerta y ponía un poco de su magia en ella, mientras que Fran miraba a los tres cuerpos con molestia.

—Debemos seguir, Camille no ha salido de aquí y tenemos que tener cuidado —dijo Raphael.

Para comenzar a caminar hacia unos pasillos, Ragnor comenzó a caminar a su lado mientras que Fran y Simón caminaban detrás pero bien cerca, los polluelos y amigos de Raphael estaban a salvó ahora.

— ¿Cómo está tu sobrina? —preguntó Simón.

Viendo como Fran a través de sus rizos que rebotaban en su cara lo miraban con una sonrisa un poco amarga.

—Ella está bien, la dejamos en el hospital y borramos su memoria de estos sucesos—contestó Fran —ella ya está a salvó.

El menor se alegró un poco por aquello, era bueno saber que no tenía ningún tipo de daño o que la hubiesen mordido, quería decirle a Fran que eso era grandioso, que después de esto podría hacer todo mejor y conocerla como se debía, pero algo entro por sus fosas nasales, un aroma repugnante, muy dulzón con mezcla de flores, asqueroso.

—Seelie— susurró Raphael.

Todos se detuvieron, Simón sabía casi nada de ellos, solo que eran hadas ¿Pero qué tipo de hadas? Miro buscando explicación en sus compañeros, tenían que saber que él no sabía nada, la mayor parte del tiempo había estado preocupado por Raphael o tratando de escapar de peligros, no se había informado de esas criaturas, de ninguna en general.

—No entiendo porqué hay Seelie en este lugar— susurró confundido Ragnor— la reina Seelie y Camille no tienen una muy buena amistad después de lo sucedido con el Rey no Seelie.

¿Debía preocuparse por esto?

—Estoy igual que tu pastelito, pero por alguna razón están acá, debemos preocuparnos y estar atentos, nunca hay buenos momentos cuando se presentan estos tipos de sorpresas— le contestó Fran.

No entendía que clases de criaturas eran estás ¿Eran tan peligrosas como los relatos de Joselyn? ¿Podían ser criaturas capaces de matar a personas? Había tantas diferencias al cual el mundo mundano daba a conocer.

—Debemos buscar armas, por lo menos nosotros ya que Ragnor tiene una buena ventaja— añadió Raphael.

Para darse vuelta y dirigirse hacia la sala otra vez, todo lo siguieron en silencio si debían armarse el único que sabía de esto era Raphael por sus escondites, Simón se puso a lado de este.

—Raphi ¿En que nos estamos metiendo?

Sintió como su pareja pasaba una mano por su pelo para comenzarlo a desparramar un poco más de lo que estaba, en una forma cariñosa.

—No algo bueno bebé, las Seelie son peligrosas, astutas y rápidas, cuando están cercas no hay nada bueno, solo catástrofes, son otra clase de subterráneos, la del lado malo. La reina Seelie juega con demonios.

Simón mordió su labio inferior con impaciencia, Raphael hacia verlos temibles una clases de hadas asesinas con colmillos puntiagudos en su boca, no como la chica del restaurante, ojos rojos y piel grisáceas con cicatrices violetas por su cuerpo.

— ¿Y son pequeñas como las hadas de Tinkerbell?

Miró a todos verlo con una ceja arqueada haciendo que Simón bajara la mirada avergonzado, él ya había visto a una casi hada siendo la mesera de un restaurante y parecía una persona normal, pero no podía controlar sus nervios y eso hacía que su boca dejara escapar cualquier tontera, escuchó como Raphael dejaba escapar una carcajada para dejarle un beso en su frente.

—No bebé no son como esos programas mundanos, iré a buscar las dagas, debemos tenerlos lo más oculto posible.

El menor asintió para quedarse a lado de la otra pareja mientras veía a Raphael acercarse a una pared y golpear con sus nudillos.

—Ragnor tú tienes que llevar una daga—chilló Fran.

Llamando la atención de Simón, el chico de rizos estaba estirando la daga a Ragnor mientras que este negaba.

—No Necesito de armas pequeño, puedo defenderme— contestó Ragnor.

Pero al parecer Fran no se convenció con ello y siguió insistiendo.

—Tú vas a llevar esto contigo.

—He dicho que no lo necesito pequeño.

Simón no pudo evitar reír a aquella escena y a la siguientes, donde Ragnor había terminado por recibir aquella arma y guardarla dentro de la cinturilla de su pantalón, nadie podía resistir a Fran y sus pedidos, lo hacía acordar tan a él.

—Acá están, no podemos llamar tanto la atención, hablaremos con ellos y si toda la circunstancia se da mal atacaremos.

Simón volvió su vista a Raphael que parecía tan relajado y no parecía notar que cada plan que tenía hacían que el menor se sintiera nervioso, cuando miro sus manos vio que traía tres dagas, no tan grandes si no el tamaño de la daga que tenía Ragnor guardado, lo repartió a cada uno, el menor agarro la daga casi temblando, tenía miedo.

—Fran y Simón ustedes permanecerán callados allá adentro ¿Entendido?

El menor lo miro confundido mientras acomodaba la daga dentro de su pantalón de una forma de no lastimarse.

—Eso no es justo, Ragnor dile a Raphael que no me quedaré callado allá adentro— dijo molesto Fran.

Que se había cruzado de brazos mientras hacía puchero a su chico, pero Ragnor no dijo nada solo dirigió su mirada al vampiro mayor, Simón solo se quedó callado no estaba para contradecir en un momento así, además sabía que de igual manera no podría dejar escapar alguna palabra cuando vería a aquellas personas.

—Fran tú tienes que permanecer callado —dijo Raphael —te lo estoy ordenando.

El chico se cruzó de brazos y asintió mirando hacia otro lado, todos comenzaron a caminar de nuevo hacia el pasillo, esta vez en silencio, ya tensos pensando en lo posibilidad de tener que enfrentarse a Seelie allá adentro. El menor en aquellos momentos pensó en Magnus y Alec ¿Clarissa también estaba en Idris?, Sacudió un poco su cabeza ¿Magnus ya había podido llegar a Alec? Acerco su mano al collar que le habían regalado cuando...

No lo tenía.

Bajo su mirada y alejó un poco su remera de su pecho, el collar de la estrella de David no estaba en él, miro a los demás con rapidez, debería decirle que había perdido aquel regalo pero se arrepintió, dejo la remera y remojo sus labios, cuando saliera de esto iría a comprar otro igual o buscarlo, no podía interrumpir esto por un simple accesorio.

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