
54_¿Egoísta o sincera?
Capítulo 54
~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~
"¿Llegaron bien?".
"No eres el único que
sabe conducir. Dax nos trajo
a salvo hasta La Laguna".
"No me gusta que tengas
otro chofer, quiero ser
el único ;)".
"Podías haber sido nuestro
chofer, pero tenías
responsabilidades".
"Mañana en la tarde
estamos allá".
Mordí mi labio. Me parecía una eternidad esperar veinticuatro horas más para verle.
"Podrías llegar antes".
"No termino el turno de
trabajo hasta medio día".
"Lo sé".
"Créeme, preferiría mil veces
estar ahí. Muero por verte en
traje de baño".
"¿Eso es todo lo que
te interesa?".
"No, pero mentiría si te digo
que no me interesa verte
en traje de baño".
"Y sin él ;)".
Un cosquilleo recorrió mi pecho y bajó por mi abdomen. Fue placentero y sorpresivo que mis instintos reaccionaran de aquella manera por un simple mensaje, uno tan corto.
Apenas habían pasado cinco días desde nuestra reconciliación y hablar era lo que habíamos hecho a todas horas. Por mensajes y llamadas, con poco tiempo para vernos entre los exámenes finales, su trabajo y mis estudios para los exámenes.
Aquel sería el primer momento libre que tendríamos juntos y unos de los pocos hasta después de los exámenes de ingreso a la universidad. La última fiesta durante el fin de semana antes del encierro total.
La imagen de Nika sin ropa besándome era algo que me venía atormentando los últimos días. Mi cerebro ya había saltado lo del traje de baño o la ropa interior hace mucho.
Al parecer, las hormonas adolescentes estaban tomando posesión de mis pensamientos. Se sintió así cuando mis dedos se movieron sobre la pantalla para responder.
"No sé qué querrás
hacer sin ropa. No quiero
que me denuncien por
exhibicionismo".
"Tranquila, pienso quitártela
donde no nos vean".
"Aunque con las ganas que
te tengo, dudo que alcance
a quitártela toda".
Otro cosquilleo.
"Me gusta como suena,
aunque no tengo idea de en
qué habitación podremos
hacer todo eso".
"¿Quién dijo que tenía
que ser en una habitación?
Hay lugares mucho más
divertidos".
Más imágenes de aquella primera noche pasaron por mi mente y otro montón que me había permitido imaginar. Eso hizo un calor agradable subir y tuve que removerme en la silla de madera donde estaba sentada.
"¿Te quedaste muda? Que
impropio de ti, pulgarcita ;)".
"O es que te estás imaginando
lo que podríamos estar
haciendo".
Tuve que presionar mis labios para no emitir sonido alguno. Casi podía sentir las mismas sensaciones de aquella noche cuando acariciaba mi cuerpo.
Otro mensaje entró:
"Puedo describírtelo si
quieres. Ser explícito con las
descripciones es mi pasión ;)".
Esta vez casi se me escapa un jadeo cuando el cosquilleo bajó por mi vientre.
"Estaba hablando con
las chicas, creído. No estaba imaginándome nada".
"Sí, claro :)".
"Te falta modestia
y te sobra tiempo".
"Para imaginar lo que
haríamos desnudos,
siempre tengo tiempo".
No sabía cómo, pero siempre lograba sacarme los colores. Sentía mis mejillas calientes y tuve miedo, había personas a mi alrededor. Sophie, Rosie y Victoria estaban sentada conmigo en el porche de la cabaña y no quería que notaran mis reacciones.
"Pues espero que eso
no incluya que nos vean".
"No me va el exhibicionismo,
tranquila".
"Igual tengo ganas de besarte,
eso si lo puedo hacer cuando
te vea".
"Claro que no. ¿Estás
loco? Nos verían".
"¿Y? ¿Quiere seguir
escondiéndote?"
Me quedé incapaz de ordenarle a mis dedos que escribieran una respuesta, no la tenía. Nadie sabía que teníamos algo, fuera lo que fuera. Solo Sophie estaba enterada de la reconciliación.
"No nos estamos
escondiendo".
"Si seguimos besándonos sin
que nadie sepa que estamos
juntos, nos estamos escondiendo.
Matemáticas básicas, pequeña
Amaia XDDDD".
"No es por escondernos,
es que sería extraño".
Su respuesta no llegó y tuve miedo. Quizás le molestaba que no quisiera hacer público el intercambio de fluidos que manteníamos, no se me ocurría mejor idea para describir lo que teníamos.
El problema es que solo había tenido una relación pública y no había terminado muy bonito con todos los chismes que rodaron de Charles enrollándose con Victoria a mis espaldas. Mucho menos era algo agradable recordar que, aunque eso no sucedió, tras nuestra separación, Charles estuvo saliendo con Victoria.
La experiencia con llevar mi vida a la luz pública era un fracaso y no había notado el miedo que le tenía hasta ese momento.
Me puso nerviosa no ver su respuesta y escribí otro mensaje:
"En Soleil la gente es
muy chismosa. Conoces
mi experiencia".
Claro que le había contado. Él me conocía. Su mensaje de vuelta me puso nerviosa antes de abrirlo.
"Como más cómoda te sientas,
pulgarcita. Por ti ando a escondidas
hasta que me muera".
Tuve que sonreír. Por mucho que me quejara, sin importar lo que sucediera; con Nika me sentía cómoda. Siempre podía ser yo a su lado y él me entendía.
Otro mensaje suyo entró y me borró la sonrisa de idiota.
"Igual tenemos que hablar,
aunque sea en secreto".
"¿De?"
"Tú... Yo... Y lo que sea que
estemos haciendo a
escondidas".
El corazón se me aceleró y el teléfono comenzó a resbalarse debido al sudor de mis manos.
"¿A qué te refieres?"
"A algo que hablaremos en
persona, no por mensajes".
Mierda.
Por mucho tiempo había querido que aclaráramos lo que hacíamos, que le pusiéramos un nombre. Ahora que sabía que el momento se acercaba, me ponía de los nervios y era una tontería. No pude responder, las manos no reaccionaban o se conectaban con mi cerebro.
Entró otro mensaje suyo:
"Empieza mi turno, tengo
que irme. Diviértete".
No respondí, solo me quedé viendo nuestra conversación con la palabra «novios» dándome vueltas.
No solo formalizar nuestra relación o ponernos un título se sentía extraño. ¿Qué se suponía que cambiaba eso? ¿Algo sería distinto? ¿Nos trataríamos diferente?
Mi mente voló montando miles de escenarios y terminó en la universidad. Con suerte, me iría a estudiar a Prakt en un par de meses y eso significaba una cosa: distancia.
Nika se quedaba con su madre en Soleil. Ya estaba haciendo el entrenamiento para trabajar con el padre de Sophie en la carpintería de manera permanente. Se encargaría de administrar el lugar una vez terminara el instituto y así ganaría mejor en un empleo más sencillo que el actual donde cargaba mercancía.
Íbamos a quedar a kilómetros de distancia con la oportunidad de vernos algún que otro fin de semana y en las festividades. ¿De qué servía hacernos novios para terminar así?
La experiencia de Sophie con Julien no es que me invitara a mantener una relación a distancia. Tenía miedo, miedo a todo, una vez más.
—¿Se murió alguien? —preguntó Rosie sacándome de la miseria.
Intenté componerme.
Me veía sosteniendo sus lentes en la punta de la nariz con el cabello color chocolate intenso cayendo en suaves ondas sobre sus hombros.
—No, ¿por qué?
—Primero parecía a punto de masturbarte con el teléfono y después pusiste cara de «me cortaron el orgasmo».
Tuve que aguantar la risa para que Sophie que estaba a mi izquierda no me escuchara.
—No sé de qué hablas.
Me vio escéptica de arriba a abajo en mi asiento.
—Pues yo me imagino con quien hablas.
Rodé los ojos y guardé mi teléfono.
—Amas montarte películas.
Rosie a cada rato soltaba una indirecta sobre el tema. Nika y ella eran buenos amigos. Nunca supe cuando sucedió, pero lo eran.
Bufó con incomodidad y cuando le miré supe que no era por mí.
—Pues montaría unas cuantas si el príncipe valiente no estuviera acercándose —dijo poniéndose de pie. Miró a Sophie que no despegó los ojos de su teléfono—. Jamás perdonaré que le dejarás quedarse con nosotros.
Me sacó la lengua en gesto amistoso antes de desaparecer. Rosie se iba cuando Charles llegaba, era ley de vida. Incluso Victoria le ignoraba y seguía en su mundo en el cuarto asiento de madera del porche de la cabaña.
La castaña jamás le perdonaría la traición a su amiga.
Charles se acercaba sonriente con su media melena que jamás había vuelto a cortar desde nuestra ruptura. Había abandonado el pequeño juego de fútbol que tenían los chicos para acercarse.
La Laguna era el centro turístico de Soleil, lo único medianamente interesante de por allí.
La atracción principal, una descomunal laguna rodeada de pequeñas cabañas con un montón de actividades aburridas para turistas. En el pueblo estábamos cansados de aquel lugar donde hasta los trabajadores del complejo nos conocían.
La única razón por la que estábamos allí era por la legendaria fiesta que se hacía anualmente en la pequeña fortaleza destruida a orillas del rio y no muy lejos de La Laguna.
Por suerte, el padre de Sophie tenía una bonita cabaña un kilómetro al sur donde podíamos quedarnos y tener nuestra propia fiesta en paz.
El lugar era espacioso, con seis habitaciones esparcidas en dos pisos y áreas comunes para que convivieran más personas de las que habría deseado. Sin contar los amplios terrenos y el río perfecto para nadar a solo doscientos metros.
La mitad del equipo de fútbol estaba allí, siete chicos, incluyendo a Charles y Dax. Dos chicas que conocía de poco y salían con otros del equipo con los que no hablaba, más Sophie, Victoria, Rosie y yo.
Nika y Aksel llegarían al día siguiente por lo que completaríamos quince personas.
Éramos demasiados, pero un par dormiría en sacos de dormir en la sala y eran solo tres días. La gran fiesta sería mañana en la noche. El domingo estarían todos con resaca y deseando volver a casa.
—Soph, ¿puedo pedirte un favor? —dijo Charles al entrar al porche y sentarse en la baranda de madera frente a nosotras.
—Vienes a pedirlo, no preguntes —dijo mi amiga sin quitar la vista de su teléfono y masticando una papa en cámara lenta.
De seguro le llegaba digerida al estómago.
—Ya te estás quedando en su casa —me burlé—. ¿Vas a pedir más favores?
Charles me hizo una cara graciosos y estrujó la nariz para hacerme callar. Tuve que reír. Me alegraba haber recuperado el trato con él, ya no era incómodo tenerle cerca.
—Habla —insistió Sophie sin parar de comer a la misma velocidad.
—¿Crees que pueda quedarse una chica más con nosotros?
Me asombró escucharle. Desde principios de curso y su noviazgo con Victoria, Charles estaba solo. Chequeé la reacción de la rubia un asiento más allá que seguía concentrada en lo suyo. Nos ignoraba olímpicamente o de verdad no estaba interesada.
—Si es tu novia, se puede quedar contigo —aseguró Sophie—, no tenemos más espacio.
—Es mi prima, puede dormir conmigo —dijo haciendo un gesto de asco.
—¿Cuál prima? ¿Natalie? —quise saber.
Charles tenía muchas primas, eran una familia gigante. Esa era la que mejor me caía.
El gesto de disculpa de Charles lo dijo todo antes de soltar el nombre.
—Es Pauline.
Las papas de Sophie terminaron en el suelo de madera y fue la primera vez que
prestó atención.
—Cla-Claro que puede quedarse —dijo recogiendo torpemente—. ¿Cuándo llega? ¿Ma-Mañana?
—Para la fiesta junto a la fogata de hoy en la noche.
—No hay problema —aceptó mi amiga con la sonrisa más falsa que le había visto en años.
—Gracias, Soph. Yo limpio eso —agregó él señalando al desastre—. Te debo un paquete de papas.
Sonrió como niño pequeño antes de entrar a la casa para buscar algo con lo que limpiar.
—¿Esa es...
Asentí ante la pregunta temerosa de Sophie.
Pauline era un año menor que nosotros y la prima de Charles que llevaba enamorada de Dax desde que le conociera a los diez años.
En cada oportunidad que su familia venía a Soleil, Pauline había estado rondando en el Instituto, las actividades que hacíamos y, una vez más adolescentes, en las fiestas.
Nunca perdió una oportunidad de estar cerca de Dax. El año pasado, en este mismo evento, terminaron la noche juntos.
Todos nos habíamos enterado. No era un secreto para nosotras que, la primera vez de Dax, fue con Pauline.
—¿Todo bien? —quise saber viendo a mi amiga que seguía con la vista perdida.
—Claro.
Una vil mentira. Nada estaba bien.
~❁ ✦ ❁~
A unos trescientos metros del complejo turístico, estaba el área donde permitían hacer fogatas. Allí fuimos a colisionar con el resto del Instituto que había montado la fiesta que precedía al gran evento del día siguiente.
La tradición era patrocinada por el Instituto para los estudiantes de último año, pero era la oportunidad perfecta de relajar para todos los que tenían permiso de sus padres.
Nosotros llevábamos viniendo tres años seguidos. Le restaba emoción a esta experiencia que era la verdaderamente dedicada a ser nuestra última escapada antes del encierro para estudiar.
La fogata era enorme y el centro de atención, así como la única fuente de luz en la oscura noche.
Los pequeños grupos se reunían sin darse mucha distancia. Unos bailaban, otros conversaban y una minoría aprovechaba las mesas donde estaban las bebidas no alcohólicas para tener juegos que incluían el alcohol de contrabando.
La música me hizo mover en lo que conversaba con las chicas sin importar al lugar que fuera. Me encantaba estar al aire libre. El sonido no era molesto, sino que se escurría por mi cuerpo haciéndome disfrutarlo en lo que reía con los chistes tontos de Rosie que no había parado de ser la estrella de la noche.
Era divertido.
Incluso cuando los chicos hicieron batalla de chupitos fue entretenido burlarse de Charles cuando casi le sale tequila por la nariz de tanto apresurarse para ganar. Rosie terminó retorciéndose en el pasto hasta que Victoria le trajo agua y le ayudó a ponerse de pie.
La única apagada y que casi no hablaba, era Sophie.
Cuando nos quedamos solas, seguí su vista sin necesidad, sabía lo que miraba, lo mismo que llevaba viendo toda la fiesta cuando creía que nadie la observaba.
A unos diez metros estaban Dax y Pauline, la prima de Charles. Conversaban animados mientras bebían y reían ocasionalmente.
La chica le llegaba a Dax por el hombro y lucía el cabello casi gris aquel año. Solía llevarlo de colores distintos cada vez que le había visto. Era alocada y con gustos algo extravagantes a la hora de vestir. Se parecía a Charles en lo atractiva, una versión aniñada y femenina de mi ex.
La recordaba chillona y molesta cuando tenía trece años, y perseguía a Dax. Ahora no se veía así, al menos no de lejos.
La joven, que en ese momento se apoyó en el hombro de mi amigo para susurrarle algo oído y hacerle reír a carcajadas, era una chica normal. Una que seguía interesada en el chico que tenía en frente.
Mi mejor amiga desvió la vista y se concentró en el inexistente líquido de su vaso que llevaba horas vacío.
—¿Por qué no le dices?
—¿Qué? —habló sorprendida.
No había notado que le miraba.
—A Dax —dije acercándome para que nadie fuera a escucharnos—. ¿Por qué no le dices que antes te gustaba? ¿Por qué no le dices que todavía te gusta?
La boca de Sophie se abrió lentamente hasta formar una «O». Su labio tembló ante la incapacidad de hablar.
—Yo-yo...
—Sophie, no necesito que lo digas —le ayudé—. Es obvio y no veo por qué no le dices de una vez.
Frunció el ceño obstinada.
»No es tan difícil y te sentirás mejor.
Alzó la vista con aquel gesto serio e impropio de ella.
—No puedo ser tan egoísta. Cuando él decide seguir con su vida yo no puedo llegar a ponerlo todo de cabeza.
—No vas a decirle que te estás muriendo, Soph, vas a ser honesta al contar lo que sientes.
—Él está bien, lo está haciendo bien —se lamentó—. No es justo que le de un dolor de cabeza cuando yo no estoy lista para meterme a una relación.
»No quiero estar tomando esto como una salida. Todavía no he dejado atrás lo de Julien y ya estoy diciendo que siento cosas por Dax.
»No puedo confesarle lo que siento para solo sentirme bien conmigo misma. No puedo pensar solo en mí cuando él se pasa la vida pensando en mí.
—Muy bonito el discurso —dije convencida de sus buenas intenciones—.Pero si no te sinceras y organizas tus sentimientos, terminarás perdiéndole.
—¡No señales! —chilló por lo bajo agarrando mi mano que apuntaba a Dax y Pauline.
—Tengo razón y lo sabes.
—¿Qué se supone que haga? —cuestionó escéptica.
»Le digo: "Oye Dax, pues mira. En lo que tú estabas enamorado de mí, yo también lo estaba de ti. Siempre pensé que me veías como tu hermanita, así que intenté olvidarlo. Me encontré con un chico y me enamoré de él, uno que terminó siendo peor que una papa rancia, así que fui a pedirte que tuvieras sexo conmigo porque desde antes estaba sintiendo cosas por ti. Sé que suena mal, pero ahora mismo creo que sigo estando enamorada de ti"
Rodó los ojos dramatizando tras su interpretación chillona de sí misma.
»Además de eso le digo: "El problema es que nada está en su lugar para mí, sin embargo, tengo que confesarte lo que siento. Solo para que lo sepas. No puedo decirte que estemos juntos porque sería un error de momento, pero igual te suelto el discurso egoísta porque lo que no quiero es que te olvides de mí y me esperes hasta que todo esté bien conmigo". —Tomó aire con fuerza tras el pequeño y veloz discurso—. ¿Eso dices que le diga? —preguntó sarcástica.
—Justo eso.
Sus ojos se abrieron demasiado.
—¿Me estás vacilando?
Negué divertida.
—La parte egoísta del final, no. Lo de contar la verdad, sí.
—¡Estás loca!
—No lo estoy —dije sonriendo—. ¿Crees que es mejor no decirle? ¿Prefieres que una vez más pierdan la oportunidad por no hablar claro?
—Pero no es justo —se quejó—. Le estaría pidiendo que me espere o que intentemos algo sin tener la seguridad de que va a salir bien.
—No sabes si Dax te va a esperar o si quiere tener algo contigo —aclaré.
Sophie entendió que había dejado olvidado un punto muy importante.
—Claro, quizás él ya no se siente igual.
—No me refería a eso.
Alzó la vista y volvió a dirigir la vista a nuestro objetivo. La fiesta seguía como si nada.
—Él se ve feliz —murmuró—. No tiene sentido que le arruine lo que logró al olvidarse de mí.
—Dax no se ha olvidado de ti —aseguré. Me miró con ojos esperanzados—. No sé nada si eso es lo que te preguntas y tampoco lo diría de saberlo.
»Lo que si sé, es lo tanto que suspiró por ti todos estos años y la manera en la que se sentía. Nadie olvida eso en un mes.
—¿Crees que él todavía...
—No sé lo que siente Dax y ese es el punto —le tranquilicé—. Solo él puede decir como se siente. Si tú no eres sincera y le preguntas que piensa después de tener todas sus opciones a la mano, entonces seguirán eternamente en el bote de los amigos enamorados y voy a ser sincera —añadí tomando fuerzas—, ya me tienen harta.
Sophie cerró los ojos y rio por lo bajo.
Le abracé por la cintura y me devolvió el gesto pasando los brazos sobre mis hombros.
Nos quedamos como idiotas allí paradas, con la música sonando y los chillidos fiesteros a nuestro alrededor.
—No puedo —dijo finalmente—. Sé que tienes razón, pero creo que terminaría haciéndole daño y no voy a permitirme eso.
Me separé de ella para verle a los ojos.
—Puedes no hacerle daño y contarle.
—Prefiero no arriesgarme.
Le entendí. Al final, era su decisión y nadie podía forzarle.
Me dedicó una sonrisa amarga a la que correspondí con un beso en su nariz.
—¿Quieres que nos vayamos?
Negó.
—Quiero irme sola.
—No seas tonta.
—Me hará bien. El camino es corto y la noche ayuda a pensar —dijo respirando con fuerza y haciendo como que nada pasaba—. Me hace falta pensar.
—Puedo hacer el camino en silencio.
—Relájate, Mia. No voy a morir, es solo una fase —mintió para las dos—. Mañana será otro día, levantaré fresca y descansada. Lo veré todo desde un mejor ángulo.
—¿Segura?
Asintió y sonrió como mejor pudo.
Entendí que, por mucho que quisiera, no podía resolver todos los problemas que me rodeaban.
~❁ ✦ ❁~
Eran cerca de las tres de la madrugada cuando Victoria y Rosie me sacaron de la fiesta. La verdad es que la estaba pasando bien alrededor de un borracho Paul que no paraba de relatar anécdotas vergonzosas.
El camino de regreso fue corto por la carretera principal hasta la cabaña donde nos estábamos quedando. Estaba desolado y sin lugar a dudas, seguro. En una gran ciudad no era aconsejable andar deambulando a esas horas, en cambio, Soleil era todo calma.
Sophie tenía razón con lo de la oportunidad para estar a solas. El camino habría sido perfecto para pensar si Rosie no estuviera graznado, porque a lo que hacía no se le podía llamar cantar. Iba arruinando I don't wanna miss a thing de Aerosmith a todo pulmón.
La rubia le reía la gracia y le hacía los coros por lo bajo. Terminé uniéndome hasta que se acabó la canción. Rosie nos aplaudió y vitoreó emocionada.
Por suerte, a esa altura ya habíamos llegado y la sesión de karaoke pasó al olvido.
La cabaña estaba en silencio. Sophie se había ido antes de la media noche y debía estar durmiendo. Los chicos del equipo dormirían en el campamento con sus ligues. Dax y Pauline había desaparecido de la fiesta, seguramente buscando intimidad, o eso creía.
Fue extraño encontrar a Dax sentando en la escalerilla de la entrada mirando a la nada. Más extraño aún, no llevaba zapatos o camisa.
—¿Qué haces aquí, moreno? —preguntó Rosie provocativa pasándole y perdiéndose al interior de la casa con Victoria detrás.
Dax no se empeñó en contestar, no se movió.
—¿Todo bien? —tuve que preguntar sentándome a su lado—. Si quieres estar solo, puedo desaparecer.
Era obvio que estaba allí buscando tranquilidad. Hundió las cejas con la vista en sus manos.
—¿Tú sabías?
—¿El qué?
—Sobre Sophie.
Me atraganté con mi propia saliva. Un mareo nubló mi vista y no era el alcohol, no había bebido nada.
—¿Tú cómo...
—Sabías —interrumpió inexpresivo mirando al cielo estrellado.
No pude responder al momento. No entendía qué estaba sucediendo y como Dax se había enterado. Dudé en si alguien le había contado lo que Sophie y yo habláramos en la fiesta.
El aire corrió demasiado frío para una noche de verano. Lo ignoré intentando centrarme.
—Yo sabía —acepté—, pero entiende que no podía traicionar su confianza. No lo hice con...
—Tranquila, te entiendo —me interrumpió con voz neutral—. Solo quería tener la seguridad de que sabías.
—No lo supe siempre —agregué—. Digamos que me dejó igual de desconcertada hace dos meses.
Se mantuvo inmóvil y pensativo mirando a la nada. Su piel brillaba homogénea bajo la luz de la luna y los segundos pasaban con el silencio más incómodo que hubiésemos tenido en toda nuestra amistad.
—Sigo sin creerlo —dijo finalmente.
—¿Cómo te enteraste? —me atreví a preguntar.
Tragó con dificultad.
—Regresé con Pauline casi a la una de la madrugada —contó—. Cuando abrimos la puerta estaba Sophie bailando sola en el salón con la música a todo volumen y una botella de vodka por la mitad.
—¡¿QUÉ?!
—Supongo que se tomó la fiesta en grande.
—Me dijo que venía a dormir —dije horrorizada.
Tenía que haberle ignorado. Eso del espacio personal para los amigos estaba sobrevalorado. Maldita Sophie.
—Pues a dormir no vino.
Era obvio.
»Se puso muy nerviosa al vernos y dijo que se iba a su habitación para no molestar. Habría sido normal si no se hubiese enredado con el cable de la lámpara de pie que está junto al sofá para terminar de cara contra el suelo.
Tuve que cubrirme la cara avergonzada por la situación. La imagen de la caída de mi mejor amiga se repetía en mi mente como los videos virales a los que le agregaban música para acompañar y se repetían infinitamente hasta hacerte soltar un pulmón de la risa.
Sophie y el alcohol no eran buenos compañeros.
Menuda vergüenza.
—Pauline se ofreció a ayudar —continuó Dax—, pero le dije que me esperara en la arriba. Llevé a Sophie a la cocina y le puse hielo en el golpe de la frente. Estaba muy borracha.
—¿Qué te dijo?
Me miró por primera vez con el desconcierto escrito en sus rasgos.
—Fue muy confuso. No paraba de hablar culpándose y pensé que se refería a Julien, pero terminó diciendo algo de unas flores que le regalé la primera semana en el Instituto y como no se dio cuenta de que con el paso de los años empezó a sentirse atraída por mí. De verdad fue muy extraño —dijo viendo sus manos—. No sé si era su borrachera o yo que no escuchaba bien.
»Dijo algo de un discurso egoísta y que ella jamás querría arruinar mi vida. —Dax negó confundido—. Te juró que no entendía nada.
—¡Oh, Jupiter! —me lamenté para mi misma tapándome los ojos. Sophie había soltado lo mismo que me dijo en la fiesta, pero en modo borracha y esa era la peor de las decisiones. El problema es que ya el daño estaba hecho. Miré a Dax que seguía confundido—. Y tú, ¿qué le dijiste?
—Nada, no le pude decir nada —confesó—. Me quedé ahí de pie sin saber como reaccionar por más tiempo del que pude contar.
—¿Y ella?
—Me dejó pasar el trago y terminó preguntándome si estaba bien.
—¿Y?
—Le pregunté si todavía sentía algo por mí y me dijo que sí.
—¿Y?
—Le pregunté qué significaba eso para ella y me dijo que no lo sabía, que dependía de lo que significara para mí.
—¿Y?
—De nuevo no supe qué decir y ella se acercó. —Dax relataba lo sucedido con la vista perdida como si estuviera reviviéndolo—. Se detuvo frente a mí con el cabello revuelto, las mejillas sonrosadas y el maquillaje fuera de lugar. Me miró como siempre deseé que lo hiciera y tampoco supe qué hacer porque ella iba a besarme.
Sostuve el aliento sin poder creerlo. Esto era mejor que una novela.
—¿Y entonces?
Dax parpadeó desorientado.
—Entonces vomitó encima de mí.
Fue automático.
Mi carcajada rompió el silencio sepulcral y la tranquilidad de la noche. No podía creer que aquello hubiese sucedido. No sabía si mi risa era por la situación o una simple reacción a los nervios, solo sabía que no podía parar.
El momento final, la revelación tras años de sentimientos ocultos y terminaba con un vómito, seguramente monumental, por parte de mi mejor amiga.
Era obvio ahora la ausencia de camisa y zapatos de Dax. De seguro los había tirado a la basura.
Reí con ganas sosteniendo mis costillas hasta quedar sin aliento. Lo hice imaginando la escena romántica que terminaba en una cutre y satírica representación de El Exorcista.
—Te vas a ir al infierno —se burló Dax que terminó riendo por lo bajo contagiado con mi risa histérica.
—No creo —dije tomando aire e intentando recomponerme sin éxito—. Solo espero que limpiaras el suelo de la cocina y no me toque hacerlo a mí.
—Ya limpié todo y puse a Sophie a dormir —me tranquilizó con una sonrisa.
Mi risa baja fue desapareciendo y de nuevo nos quedamos en silencio.
Le miré de reojo intentando ponerme seria. La situación no era precisamente para reír.
—¿Y ahora?
—Pues ahora no sé qué hacer porque le dije a Pauline que me esperara y no precisamente para dormir, pero no puedo subir.
—¿Por? ¿No te gusta?
Sabía la razón, pero Dax necesitaba sacarlo en voz alta.
—Claro que me gusta. Es una chica divertida y genial, ese no es el problema.
—¿Cuál es el problema? —dije fingiendo—. Se suponía que ya habías dejado atrás a Sophie, esto no cambia nada, ¿o sí?
—Enana, sabes muy bien que lo cambia todo.
—¿Por?
—Porque, aunque trate de seguir con mi vida y me pueda atraer otra chica, nadie me gusta como Sophie.
~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~
Hola!!!
¿Qué tal el domingo?
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Qué onda con los ridículos de Sophie?
¿Creen que está bien que le dijera a Dax o debía callarse?
No hablemos del vómito...
————
Hasta ahora hay capítulo el próximo domingo... No sé si me alcance el tiempo para actualizar entre semana...
Spoiler:
Los dos próximos capítulos son +18...
————
No olviden votar si les gusto...
Beso inmenso...
Nos leemos...
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