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43_Fenix y Dragón (+18)

Capítulo 43

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~

La vida de Sophie se había convertido en un drama denso y difícil de digerir, uno que pedía ser aclarado punto por punto. No obstante, una noche en la que el alcohol le había llevado a vomitar en el baño después de la conversación en la entrada, no lucía como la ideal para desentrañar sus verdaderos sentimientos.

Cuando estuvo bien, logramos despedirnos de los chicos y subirnos a mi auto con Nika al volante. Aksel y Sophie iban silenciosos cada uno en un extremo del asiento trasero con la vista en la carretera.

No tenía idea de que hablaran los Bakker cuando les dejé solos, pero no parecían muy contentos y el viaje fue más silencioso que un funeral. No podía ni poner música porque sabía lo que a Nika le desagradaría y ya eso era lo que faltaba: que se pusiera en modo cerrado y pensativo como los dos fiambres que cargábamos atrás.

Aksel se quedó en la mansión y seguimos nuestro camino hasta casa de Sophie. Nika podría regresar con mi auto.

Zafé el cinturón en cuanto aparcamos frente a la casa y fui a bajarme. Sophie lo impidió con un mano sobre mi hombro.

—Quiero quedarme sola.

—No voy a dejarte.

—No te estoy pidiendo que me acompañes —dijo terca saliendo y dando un portazo—. Estoy pidiéndote que me dejes sola.

Me quedé congelada cuando dio la espalda y se alejó apresurada. Al reaccionar para seguirle, Nika me lo impidió.

—Pero...

—Es lo que ella quiere —puntualizó y vi que en ese instante mi amiga se perdía dentro de su casa—. No significa que no te necesite, significa que ahora se necesita más a ella misma.

Quise entenderlo y aceptarlo, aunque fuera difícil.

Con lo que venía sucediendo, no quería dejarla. Julien había estado llamándole y ella ignorándolo. Intentaba mostrarse fuerte, era obvio que la situación le superaba.

Besar a Aksel y estar en esa extraña actitud con Dax. Todo era parte de su manera de reaccionar a la situación. Sophie no tenía clara su mente, era normal que ahora nada estuviera en su lugar, solo que yo no podía obligarla a aceptar mi presencia. Podía darle la noche de hoy, mañana vendría a hacerle compañía.

Acepté y Nika dio una vuelta en U para regresar a casa.

—No quiero que piense que es una mala persona —tuve que decir en voz alta incapaz de quedarme maquinándolo—. Sé que es lo que está pensando ahora mismo.

—Todos creemos que hemos actuado mal en algún momento y terminamos estando equivocados.

—Se siente culpable por lo de Dax, estoy segura de que cree ser la peor persona del mundo por lastimarle. —No mencioné que ella en su momento había tenido sentimientos por él y que eso era un agravante—. Ella no es mala, solo está perdida.

—Todos somos malos en algún momento —dijo Nika con serenidad—. Siempre seremos el villano en la historia de alguien y a Sophie le tocará serlo, aunque no quiera; ya sea en la de Dax, la de Aksel o la de ambos.

Eso sonó duro, pero no podía quitarle razón.

»En mi mente —continuó mirando a la carretera—, todos tenemos dos partes: una mala y otra que lucha por no dejar a esa dominar.

—¿No una buena y una mala?

—Nadie es malo o bueno al completo —dijo viéndome de reojo—. Eso solo sucede en las caricaturas y en las malas historias. Claro que la parte que lucha contra la mala es buena, pero jamás será totalmente buena.

—¿Qué tiene eso que ver?

—Sophie es la persona más dulce que he conocido en mi vida —dio frunciendo el ceño—. Su bondad no es común, pero ella tampoco es inmune.

—¿A qué?

—A sus demonios —dijo sin más—. Todos los tenemos, basados en nuestros miedos, alimentados de las experiencias más crudas. Ella está lidiando con los suyos y está perdida.

—¿Quieres decir que ella actuó mal por lo que sucedió hoy?

Él sabía, su manera de hablar me lo confirmaba. Aksel debía haberle contado.

—Creo que la lucha que ella tiene en este momento le puede llevar a tomar malas decisiones si no se dejar sanar primero. Los errores que cometa serán nuevas marcas a su alma, nuevas cargas.

—Es mejor que ella sobrepasase lo que le sucede con Julien.

—Julien y todo lo demás es secundario —aclaró—. Me refiero a ella, a la batalla interna que está lidiando, la de sus dos partes, porque todos tenemos dos. Estoy convencido de que la bondad en Sophie siempre ganará. No todos tienen esa suerte.

Me quedé pensativa viendo su perfil en lo que manejaba. No tenía claro si era una metáfora o hasta que punto aquellas palabras se relacionaban con su personalidad.

Recordé la conversación con su madre.

El Nika que tomó el exterior para hacerle frente a la vida y el que vive detrás de ese; el que, en teoría, era el real. Quizás el consideraba su parte buena luchando para no dejar a la mala vencer. Fuegos distintos enzarzados en una pelea constante, un cambio de ánimo, un enfrentamiento...

—Eso es lo que significa tu tatuaje.

No fue una pregunta, lo sabía. Me miró de reojo antes de que aparcáramos a un costado de mi casa.

Fénix y dragón, distintos tipos de fuego, a veces hasta compartiendo un mismo cuerpo, pero en una batalla.

—Sí —dijo simplemente cuando aparcó frente a mi casa.

Me quedé observándole e intentando entender un poco más.

»¿Te sientes bien? —preguntó alargando la mano a mi rostro e interrumpiendo mis pensamientos.

Disfruté de su tacto cálido con los ojos cerrados.

—Estoy cansada, pero el mareo pasó con todo esto—hablé con el peso de la fiesta encima. La leve borrachera había desaparecido—. Siento la cabeza como si la estuvieran presionando.

—Necesitas hidratarte. —Sus palabras me hicieron notar la resequedad en mi boca—. Quédate conmigo.

Abrí los ojos de golpe y agradecí la oscuridad del auto.

—En tu casa...

—Aksel ya sabe —dijo con un gesto de incomodidad—. Creo que no vale ocultarlo con él. Mi madre también, es trabajo de madre saber.

—Entiendo el superpoder —me burlé.

—Tus padres igual, así que no es que tengamos que ocultarnos demasiado.

Mi corazón revoloteó dejando una extraña sensación en mi pecho. Quise preguntarle qué era lo que ocultábamos. Jamás habíamos tenido una conversación que aclarara lo que hacíamos.

Con cada día que pasaba estábamos más cerca y no hubo una vez en que saliera el tema de forma natural. No es que deseara que me pidiera ser su novia...

«Si lo deseas —apuntó mi voz interior y no sirvió de nada negarlo».

—Prometo hacer desayuno —dijo sonriendo—, solo que no aseguro que sea bueno.

—Con eso no me convences —dije intentando no pensar en tonterías que arruinaran mi estado de ánimo.

—Y si digo que te subiré el desayuno de mi madre a la cama.

Con eso pude fingir que me convencía y salimos del auto.

La noche estaba fría, pero la primavera se acercaba y el clima en Soleil iba volviéndose más agradable. Nika pasó un brazo sobre mis hombros ofreciéndome el calor de su gruesa sudadera hasta llegar a la mansión.

Bebí más agua de la que podía bajo su mirada y tuve que darle la razón. Ayudó con la pesadez en la cabeza. Me obligó a tomar un baño y la ducha tibia fue un alivio. Cuando me sequé el cabello y terminé con su ropa interior y una gigantesca sudadera a modo de pijama, me sentía como nueva.

No era tarde, apenas la una de la madrugada.

Regresé a su habitación y terminé atragantándome con el bostezo al encontrarle acostado boca abajo con los codos apoyados en la almohada y un libro en las manos. Leía bajo la luz de la pequeña lámpara que tenía en el piso junto al colchón. Se había duchado y tenía el cabello mojado.

Me perdí en el juego de sombras que marcaban su bien definida espalda, la tensión de sus brazos al sostener su cuerpo y el perfil relajado con la vista clavada en las páginas. Me resultó gracioso verle mover los labios sin emitir sonido.

Nika era tan agradable de ver como las ilustraciones de mis libros de arte donde intentaban definir la belleza perfecta y las dimensiones ideales.

Se percató de mi presencia y cerró el libro de golpe.

—¿No marcas la página? —quise saber sentándome muy cerca y escondiendo las piernas dentro de la sudadera.

—Si estás prestando atención, no necesitas hacerlo —respondió antes de apagar la luz y hacerme espacio.

La habitación de Nika nunca quedaba en total oscuridad. Era imposible con el techo tan alto y las pequeñas ventanas de la torre por donde se colaba la luz azulada de la noche. Estábamos en penumbra. Le veía perfectamente cuando recosté la cabeza a la almohada y quedamos uno frente al otro a dos palmos de distancia.

—Es la primera vez que vamos a dormir juntos.

—Técnicamente, no —rectificó—. Ya dormimos aquí una vez.

—Yo no dormí ese día —dije recordando con amargura aquella noche.

—Hoy dormirás.

Nika acarició mi mejilla y acomodó mi cabello con ternura. Nos mantuvimos un rato en silencio mientras me perdía en la conversación de hace un momento.

—Cuando dijiste que Sophie debía lidiar con lo que le sucedía, con su parte mala —hablé llamando su atención—. ¿A qué te referías?

—No te entiendo.

—Ella no es la culpable. No engañó a Julien, ni tiró por la ventana una relación de más de un año, tampoco hizo nada para provocar que él lo hiciera. ¿Por qué tendría ella que sentirse mal?

—Porque, aunque no sea su responsabilidad o ella esté segura de que no lo es, en el fondo, todos nos culpamos por lo que sucede a nuestro alrededor.

Fruncí el ceño sin entender y Nika pasó el dedo por mi frente haciendo que me relajara.

»Sophie pasará por varias etapas —continuó—, tras una ruptura funciona así. La más difícil, es en la que tienes que perdonarte, es más fácil perdonar al otro que a nosotros mismos.

—¿Qué tendría ella que perdonarse?

—El haber confiado. Creer en Julien y lo que ellos tenían es algo que le costará perdonarse —explicó calmado—. Así como todas las culpas que la propia situación le estará haciendo creer que tiene.

»Superarlo, es lo más complicado.

—Tienes mucha experiencia en rupturas —me burlé.

—Leo mucho —aclaró— y no tiene que ser la experiencia en rupturas de ese tipo la que me haga entenderlo. El proceso de aceptar las peores situaciones que hemos vivido es complejo, tanto así, que ni teniendo las herramientas para luchar contra ellas, es fácil hacerlo.

Supe de lo que hablaba. Es más fácil decirlo que hacerlo. Era obvio que conociendo cómo lidiar con sus traumas, Nika no los dejaba atrás. Su mirada perdida y horas de silencio, junto a sus cambios de humor eran la muestra de esa batalla.

—Puedo hacerte una pregunta. —Asintió con una sonrisa—. ¿Con cuántas personas has estado?

—¿Estar? Te refieres sexualmente.

Asentí algo apenada y bajé la vista a su pecho.

—No tienes que responder si no quiere —aclaré sin volver a mirarle.

—No podría responder ni aunque quisiera —dijo en voz baja y no se sintió bien escucharlo—. La verdad es que no las he contado.

—¿Tantas son?

—Es solo algo que no cuentas —aclaró—, no podría decirte un número porque no ha sido tan relevante como para contarlo.

—¿Relevante? ¿Quieres decir que no recuerdas a las chicas que te has tirado?

Nika rodó los ojos divertido.

—Mi pequeña princesa feminista —habló divertido—. Recuerdo a todas las chicas con las que he tenido algo, incluso un beso, pero jamás las he contado. No te tomes a mal todo lo que digo. —Se acercó hasta quedar a escasos centímetros de distancia—. Si quieres, puedo contarlas para ti, pero no le veo sentido.

Lo último que quería era a Nika acordándose de todas las chicas con que había tenido roce en su vida. Por la experiencia que tenía, podía hacerme la idea de que pocas, no eran.

—Pero si puedes decirme con cuantas ha sido algo serio —dije incapaz de contener mi curiosidad.

Analizó mi rostro a detalle y supuse que estaba contando.

—Ninguna —dijo sorprendiéndome—. Con ninguna ha sido algo serio.

—¿Nunca has tenido una relación?

Negó antes de acunar mi rostro con su cálida mano.

—Nunca había mirado de esa forma —habló observando mi cabello—. Nunca pasé tanto tiempo con alguien, ni le hablé de mí, tampoco me detuve a conocerles. No quiero culpar a las personas de poco interesantes —detalló mis labios con su dedo pulgar y terminó fijándose en mis ojos—. Creo que jamás me permití cometer el error de dejarme observar con esos ojos.

Su mirada quemaba. Mi corazón había ido subiendo su ritmo hasta llegar a sentirse constante en mis oídos. Mi piel hervía, porque, aunque no me estuviera diciendo abiertamente que a mí me miraba de esa forma, sus ojos lo hacían.

Se acercó a mis labios como si fuera a besarme y se detuvo a escasos centímetros.

—Jamás había mirado a nadie como te miro a ti, pulgarcita.

Mi cuerpo podía haberse fundido con el colchón, se sintió así.

Me adelanté hasta alcanzar sus labios y con facilidad abrazó mi delgado cuerpo presionándolo contra él para unirnos en un dulce y suave beso que me dejó sin aliento. Conocíamos la boca del otro a la perfección y ese beso fue distinto.

Sus manos no viajaron por mi cuerpo como solían hacerlo. No fue sexual y su profundidad me dejó flotando. Sus dedos se enredaron en mi cabello en lo que cada centímetro de nuestros cuerpos se acoplaba a la perfección con nuestras piernas entrelazadas y nada más que la ropa impidiendo tocarnos.

Rozó tiernamente su nariz con la mía.

Me parecía irónico que el idiota de Nika Bakker fuera el responsable de que mi pecho estuviera a punto de explotar. No entendía que me pasaba con él, aquella sensación se movía entre lo aterrador e hilarante.

—En casa de Paul —dije sobre sus labios—. ¿Por qué no quisiste hacerlo?

—Porque estabas borracha —respondió con una sonrisa torcida—. Te prometí que podíamos divertirnos sin llegar ahí.

—A mí no me prometiste eso.

—Entonces me lo prometí a mí —explicó—. No quiero que hagas algo de lo que termines arrepintiéndote, menos algo como eso.

Me quedé en silencio por un rato intentando controlar las ganas de besarle.

—Y si sé que no me voy a arrepentir —dije totalmente segura—. Y si te digo que no fue el alcohol, que hace semanas estoy segura de que quiero que mi primera vez sea contigo.

Fue su turno de intentar controlar su respiración. Me resultó gracioso ver su reacción nerviosa. Ahora entendía porqué le gustaba verme cundir en nervios cuando me hablaba directamente. Me gustó, así que me dejé continuar.

Me acerqué a su oído encargándome de rozar mis labios por su piel de forma imperceptible.

—Y si te digo que quiero que me folles aquí y ahora.

Le escuché tragar sin necesidad.

—Sé lo que estás haciendo —dijo con voz baja y ronca manteniéndose inmóvil.

—Al final, no vas a resultar tan idiota —dije mordiendo su oreja suavemente.

Bajé dejando suaves besos en su cuello, mordiendo y chupando lentamente hasta comenzar a notar su erección contra mi muslo. Me moví haciendo que se notara más y más.

—No juegues conmigo, Amaia.

—Pensé que te gustaba divertirte —dije disfrutando de estar en control y como se tensaba mientras mi mano bajaba hasta sus pantalones.

—Parece que la más divertida, eres tú —dijo antes de gemir grave contra mi frente cuando tuve su polla en mi mano.

—Porque tú, no estás disfrutando —ironicé viéndole a los ojos en lo que respiraba agitado—. ¿Tengo que suplicarte para que lo hagas? o tengo que follarte.

Mordió mi labio y quedó inmóvil en lo que no dejaba de masturbarle. Subí el ritmo para que reaccionara y el sonido desde su garganta me hizo juntar las piernas y notar lo mojada que estaba.

—Ya sé —intenté concentrarme. Excitarme de más no serviría si quería jugar con él—. Es mi ropa. —Nika no parecía estar escuchando. Besaba mi cuello y se aferraba a mi cintura en lo que mi mano no paraba de moverse—. Quizás no te pone tanto que lleve tu sudadera.

Ahogué un chillido cuando con facilidad agarró mis muñecas presionándolas a los lados de mi cara y giró para quedar sobre mí. Atacó mis labios con fuerza y le respondí con las mismas ganas.

—Me gustas con mi sudadera, sin ella, en vestido, con camiseta empapada y llena de barro —dijo viéndome a los ojos—. Necesito que jamás se te olvide eso.

La calidez de sus palabras me hizo sonreír.

—No se me olvidará.

—Y necesito saber si estás segura, si realmente estás segura.

—Totalmente —respondí volviendo a besarle y abrazando sus caderas con mis piernas para pegarlo a mí.

Por alguna extraña razón Nika se estaba resistiendo, pero eso no duró demasiado. Su mano bajó entre nosotros y llegó hasta mi sexo. Confirmé lo excitada que estaba cuando el alivio recorrió mi cuerpo al sentir sus dedos deslizarse con facilidad.

Gemí intentando no elevar la voz en lo que dos de sus dedos estimulaban mi entrada al ritmo que el pulgar se concentraba en presionar mi centro disparando sensaciones por todo mi ser.

Me ayudó a deshacerme de la sudadera y quedé semidesnuda con él a mi lado. Bajó mordiendo y besando hasta atrapar mi pezón sin dejar de estimularme. Arqueé mi cuerpo entregándome a sus caricias. Fue subiendo poco a poco de la conocida y desarmaste manera en que ponía mi aliento en caos.

Lo único distinto que Nika estaba haciendo esta vez era con sus dedos.

Poco a poco fue masajeando hasta penetrarme con uno. Se sintió mejor de lo que creía, mucho más cuando incorporó un segundo al tiempo que estimulaba mi clítoris. Entraba y salía de mí suavemente, su ritmo subía y bajaba llenándome de sensaciones que ponían mi cuerpo en vilo.

Quería hacer lo mismo con él, quería tocarle, pero no podía. Mi mente no articulaba nada racional, mis manos apenas y pudieron forzarle a que se quitara su ropa interior cuando hizo lo mismo con la mía.

Se colocó encima de mí sin dejar de tocarme y sentí su erección contra mi muslo. Era cálida y perfecta. La deseé en boca, en mi interior, en todo lo lugares posibles y moví mis caderas contra sus dedos que ya me penetraba con tanta facilidad que se sentía poco.

Le aparté para sentirle contra mí y arqueé mis caderas para que su miembro rozara mi sexo al completo. Quemaba y era lo que más deseaba.

—Amaia —gruñó alejándose en contra de su voluntad.

—Basta de juegos —jadeé en sus labios—, me vas a volver loca.

—Creo que será al revés.

Pensé que me besaría, pero se alejo para alcanzar algo a la derecha. Cuando iba a protestar me quedé congelada viéndole abrir un condón. La luz caía sobre su torso bien formado y mis ojos buscaron su tatuaje y luego su polla. Se me hizo la boca agua y un cosquilleo placentero recorrió mi vientre de solo verle.

Sus manos se deslizaron con facilidad colocando el condón.

De todas las cosas que habíamos hecho sin tocarnos, nada se había sentido tan sexy como aquello. Se quedó de rodillas entre mis piernas masturbándose en lo que sus ojos devoraban mi cuerpo y lo míos solo le prestaban atención a su mano.

Volvió a tocarme haciéndome gemir.

Se colocó sobre mí y nuestros pechos rozaran y lentamente movió sus caderas haciendo que cerrara los ojos para deleitarme con el roce de nuestros sexos. No detuvo la tortura, se movía besándome y provocando que el corazón quisiera salirse de mi pecho.

Se colocó en mi entrada y jadeé, me moví contra él deseando sentirle. Estaba tan lista que fue fácil moverse sin profundizar. Me desesperaba que hiciera eso y clavé las uñas en su espalda.

—Te juro que esta vez voy a ser delicado, Amaia —murmuró en mi oreja—. La próxima vas a perder la voz de gemir mi nombre.

Escuchar eso me hizo jadear más alto al tiempo que se movía entrado en mí. Mi cuerpo tembló de placer, era solo un poco y su suave movimiento estaba haciendo estragos.

Nika se ocupó de pellizcar y saborear mis pezones, de morderme y volverme loca mientras se encargaba de torturarme estimulando mi entrada. Necesitaba más que aquel suave vaivén, sentía algo en mi interior que impedía que Nika se adentrara por completo y eso me ponía más ansiosa. Él se veía tranquilo y enfocado en ir subiendo de nivel, en hacerme gemir más seguido.

Estaba tan centrada en las deliciosas sensaciones que cuando sus caderas se movieron con más fuerzas y estuvo dentro de mí no lo noté. Se quedó inmóvil y quise protestar, pero un extraño y desconocido ardor me hizo morder mi labio. Nika atacó besó intentando distraerme. Ardía, aunque con sus caricias y la falta de movimiento pasó en segundos.

Sus besos me trajeron a lo que había estado sucediendo y fui yo quien alcé ligeramente las caderas para comprobar como se sentía tenerlo dentro de mí. Un escalofrío que mezclaba el ardor con algo mucho mas potente me recorrió. Nika soltó un sonido desconcertante cuando seguí moviéndome torpemente.

Agarró mi cadera y se movió hacia atrás para volver a entrar.

Jadeé convencida de que debía haber hecho esto hace mucho tiempo.

Repitió el movimiento tan lento que quise chillar de desesperación. Abrí los ojos para encontrarme con su expresión oscura y cargada de placer.

Comenzó a moverse sin separar los ojos de los míos. Sus caderas chocaban contra mí con suavidad estableciendo un ritmo delicioso que iba constante a cada oleada eléctrica que se movía por mi cuerpo.

Esto era distinto, deliciosamente distinto a lo que habíamos hecho antes. Un cosquilleo se concentraba en mi sexo y me hacía gemir, necesitar mucho más de él.

Quise que fuera más rápido y entre gemidos compartidos me dio la vuelta hasta que quedé encima sin separarnos. No me moví en lo que se entretenía en besar y chupar mis pechos, tuve miedo de hacerlo mal.

—Yo no... —Estaba tan agitada que hablar era casi imposible.

—Si sabes —dijo sin alzar la vista.

Agarró mis caderas y las movió mostrándome como.

Se sintió más profundo.

Desde esa posición me gustaba más y tuvo razón, si sabía como hacerlo. Me agarré de sus hombros tirando la cabeza hacia atrás y dejándome llevar por lo que sucedía en mi interior. Las ganas de sentirle de todas las maneras posibles guiaron mis movimientos.

Me di cuenta de que estaba en control, que podía llegar tan profundo o rápido como quisiera. Tomé mi oportunidad y me moví como quise, me deleité notando que Nika disfrutaba tanto como yo.

—Despacio —se quejó jadeando e intentando bajar el ritmo de mis movimientos, pero yo sabía lo que buscaba y estaba a punto de obtenerlo.

Tuvo darme la vuelta y quedar sobre mí para detenerme. Me agarró de las caderas y comenzó a embestirme con más fuerza al tiempo que sus dedos estimulaban mi centro.

Me arqueé y aferré las sábanas con fuerza al sentir el cambio. Iba subiendo la velocidad y fuerza, me estaba llevando al borde. Gemí más alto que antes, mordí mi labio con las contracciones conocidas de mi vientre y dos estocadas después mi cuerpo tomó el control.

Me perdí en las agradables contracciones de mis músculos, en la insensibilidad temporal de mis extremidades y en como Nika aceleraba el ritmo dentro mí para terminar unos segundos después que yo.

Recostó su frente en mi hombro. Ambos agitados y con una capa de sudor sobre nuestra piel. Adoré el sonido que salía de su garganta y sentirle palpitar en mi interior.

Me sentí flotar cuando me acunó en sus brazos y me hizo caer sobre su pecho y quedar abrazada a él. Su respiración se perdía, el cosquilleo en mi pecho también y la oscuridad terminó ganándome.

Me quedé dormida, plácidamente dormida en sus brazos.


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Hay capítulos que deseas ver perfectos, lo cual es imposible, y cuesta mucho publicar...

Este es uno...

Cuéntenme cómo va su semana con una palabra, la mía: "Asco" 🤣🤣🤣

Ahora del capítulo...

Les pareció muy largo???

¿Algún día creerán en Nika?

No lo sé...

Wattpad ha dañado corazones hasta lo más profundo y nadie quiere salir lastimado...

Solo sé que dejo este spoiler del borrador del próximo capítulo...

¿Visitas? ¿Qué?

Ya saben que me gusta sacarlo todo de contexto...

El próximo capítulo estará "movidito"...

Nos leemos el domingo...

No olviden buscarme por Instagram y Twitter: kinomera99

En ambos voy dejando pedazos de la historia y lo que voy escribiendo... Escríbanme por allá, comenten lo que deseen si les corta hacerlo por aquí...

Les amoooo...

Cuídense...

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