✨Editado✨

Capítulo 22

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~

Había perdido la cuenta de las veces en que leí el inicio de capítulo en una novela donde la protagonista comenzaba narrando en lo que miraba el techo de su habitación. Era un clásico y, sin embargo, tan real.

Me negaba a aceptar mis dramas y la mejor manera de ordenarlos era viéndolos pasar delante de mis ojos mientras miraba el impoluto techo de mi habitación.

Nos vimos varias veces desde el pasado lunes, jamás a solas o como estuvimos en el laboratorio. Nika no me había mandado ni un mensaje, aunque siempre que nos cruzábamos se las arreglaba para ponerme de los nervios con una mirada o un guiño casual.

Solo de pensarlo sentía el maldito cosquilleo en el estómago.

No era el tipo de chico que me hubiese gustado. Sí, era guapo y cuando quería podía ser muy atractivo en otros sentidos, pero no encajaba con mi personalidad.

Era liberal, arriesgado y andaba en una motocicleta siendo el centro de atención de medio pueblo. Yo hacía hasta lo imposible por ser invisible y prefería quedarme leyendo a salir de fiesta.

Parecía imposible que me atrajera y no podía seguir negándomelo. Dudaba podérselo negar a él si preguntaba y ese era el problema.

Nika parecía interesado en mí y estaba claro el porqué. Los chicos como él buscaban una sola cosa de las chicas: sexo y diversión. Yo no podía darle ninguna de las dos.

Perder mi virginidad no era una opción, mucho menos de la manera en que podíamos haberlo hecho. No podía, aunque mi cuerpo gritara lo contrario, el miedo me consumía y en algún momento lo iba a notar.

Debía decirle que era virgen. Así entendería que, si lo que buscaba era sexo, no lo iba a tener.

Quedaría como una estúpida niña pequeña y lo peor, tenía otro miedo. Si Nika estaba interesado en mí solo por eso y le decía que no iba a pasar, se alejaría. No quería que se alejara.

Giré enterrando la cara contra la almohada.

Maldita adolescencia.

Era más fácil cuando no me gustaba o no vivía en Soleil.

El sonido del auto de mi madre aparcando llamó mi atención. Llegaba de su media jornada de trabajo en el consultorio como cada sábado.

Salí de mi habitación intentando dejar atrás los pensamientos que me atormentaban. Ya bastante tenía con la fiesta en casa de Adrien como para estar torturándome desde tan temprano.

Emma colgaba del cuello de mamá cuando llegué a la sala de estar.

—Muero de hambre —dijo lanzándome un beso.

—Papá preparó Ratatouille. Te esperábamos para comer.

—Genial.

Sonrió agotada y alzando a Emma como podía. Me hice cargo de su cartera y el montón de carpetas que cargaba para guardarlas en su estudio al final del pasillo en lo que mi hermana acaparaba su atención mostrándole sus dibujos de la mañana.

Emma era bastante infantil para tener casi doce años, me alegraba que fuera así. La prefería concentrada en sus dibujos y necesitando la atención de mis padres, que creyéndose adulta como muchas de mi año cuando tenían su edad.

Abrí la puerta del despacho al final del pasillo y coloqué la cartera en una silla. Avancé hasta el escritorio para dejar lo que sabía era las fichas de pacientes. Me di la vuelta pensando en la deliciosa comida cuando caí en la cuenta de lo que acababa de tener en mis manos.

Los Bakker.

Entre esas carpetas debía estar las de ellos o la de quien estuvieran atendiendo en terapia.

Amagué a mirar. No podía revisar los papeles de mi madre, estaba mal. Me mordí el labio y mi lado curioso ganó.

Rebusqué entre las fichas intentando encontrar su nombre y terminé con la sorpresa de uno conocido, pero no el de Nika sino el de su madre.

Eran fichas básicas sin muchos detalles y solo tenía sus datos personales y la indicación de una consulta de dos horas cada viernes con el apoyo de los hijos.

Creí que era Nika el que necesitaba tratamiento y resultó ser su madre. La conversación que escuché aquella mañana cobró algo de sentido. Él le reclamó porque todo seguía igual sin importar que se hubiesen mudado.

¿Qué le pasaba a la señora Bakker?

—Mia.

Casi dejo caer los papeles del susto que me provocó la voz de papá llamando desde la cocina. Ordené a toda velocidad y lo dejé en su lugar intentando detectar si se notaba que había hurgado.

Volví al comedor deseando poner mis manos sobre esos archiveros donde mamá tenía los detalles de sus pacientes. Ya era una cuestión de sacar la espina. Quizás no era Nika el necesitado de terapia, pero quería saber qué le pasaba a los Bakker.

~❁ ✦ ❁~

Pasé la tarde estudiando encerrada en mi habitación y cerca de las cinco el sonido de un auto llamó mi atención. Se escuchaba más fuerte y hubiese jurado era el de Dax, lo cual era imposible porque no vendría a buscarme hasta las once de la noche para ir a la fiesta.

Al bajar, encontré a Sophie en mi salón siendo felicitada por mis padres. Le abracé confundida e intenté hacer lo mismo. No entendía qué hacía allí cuando debía estar con Julien. Fue mamá quien le preguntó cómo había llegado.

—Dax me trajo —explicó sonando natural, aunque algo en su voz no me agradó—. Tiene que llevar un encargo a casa de sus tíos al norte y no podía llevarnos a la fiesta. Le pedí que me trajera antes.

—No hay problema —habló mamá entendiendo que algo sucedía—. Yo les llevo en la noche.

—Sería genial porque Dax llegará tarde, él nos puede traer de regreso —agradeció Sophie en lo que le arrastraba por las escaleras.

Le obligué a tomar asiento en el sofá del salón del segundo piso.

—¿Qué pasó?

—Nada.

—¿Nada? Se supone que no fui a levantarte porque Julien iba a estar aquí desde el amanecer.

Me observo con gesto neutral. No llevaba gota del sutil maquillaje color rosa que solía usar los sábados y su cabello no estaba tan bien peinado como de costumbre.

—Julien no vino —dijo bajando la mirada.

—¿Por qué?

—No pudo alcanzar transporte para hoy en la madrugada y no había nada hasta mañana.

—Pensé que tenía reservado el pasaje en autobús.

—Yo también —murmuró amargamente cruzándose de brazos.

—¿No puede ir a buscarlo su padre o el tuyo?

—No —zanjó sorprendiéndome.

—No, ¿qué?

—No quiero que le tengan que ir a buscar para que esté en mi cumpleaños.

—Sophie, no lo veas así.

—¿Y cómo lo veo? —preguntó, dolida.

No tuve palabras para hacerle sentir mejor. Le entendía.

—¿Hablaron?

—En la mañana y no quiero hablar de eso.

—Puede ayudarte, Soph —insistí tomando sus manos entre las mías y acercándome—. Cuéntame.

—Pasé la mañana hablando con Dax.

—¿En su casa?

—Julien me avisó a las seis que no iba a llegar y no quise despertarte tan temprano —explicó concentrándose en nuestras manos—. Necesitaba salir de casa y llamé a Dax. —Sonaba agotada—. No quiero seguir hablando de lo mismo, lloré suficiente como para volver a hacerlo. No voy a solucionarlo llorando.

Sophie estaba destruida y no pude evitar pensar en Dax que, enamorado de mi amiga, fue su consuelo.

—Podemos no hacer nada. Quedémonos aquí —dije pensando en una noche de chicas—. Podemos decirle a Dax y hacemos pijamada como hace años.

—No —dijo sonando más segura que nunca—. Me niego a que esto arruine mi cumpleaños.

—No tienes que forzarte a salir si no estás de ánimo.

—Le prometí a Dax que tendríamos fiesta y eso tendremos —insistió—. Me da igual si Julien viene o no, eso no puede cambiar nuestros planes.

Su actitud era buena, pero también la negación a aceptar lo mal que se sentía. Intentaba tapar el sol con un dedo.

—No quieres que...

—Quiero fingir que estoy bien —aceptó con voz cortada—, que me des mi regalo y no hablemos de nada. Esta noche quiero ir a esa fiesta y disfrutar. Mañana veré qué sucede, hoy necesito que sea mi cumpleaños.

Eso podía hacerlo, quizás no era la mejor opción, pero era su deseo.

—Entonces, ¿quieres tu regalo?

Sorbió por la nariz y forzó una sonrisa antes de abrazarme con fuerza. Le devolví el gesto intentando juntar sus pedazos y hacerle la misma Sophie de siempre.

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~
Les pareció muy corto???
Eso es porque hay doble actualización...

No olviden votar antes de seguir 😘