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16_Los bandos

Editado✨

Capítulo 16

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~

—Contabilidad y Finanzas —repitió Sophie por décima vez mirando a la nada.

Seguí el consejo de Aksel. Era hora de contar la verdad antes de que lo descubrieran.

—Llevamos una hora aquí —me quejé.

Asistimos al entrenamiento a pedido de Dax y estábamos en las gradas prestando poca atención. Mi amiga no podía creer mi cambio de planes universitarios.

—Bueno —dijo finalmente—, al menos Dax estará contento. Se podrán ver seguido con sus universidades están cerca.

La amargura en su voz me derrumbó.

—Nos veremos los tres —le consolé pasando un brazo sobre sus hombros—. Además, todavía no he decidido nada, primero tengo que aprobar ambos exámenes.

Recostó la cabeza sobre la mía.

—No nos veremos —se lamentó—. Mira a Julien. Apenas empieza el semestre y no tiene tiempo de nada.

Era cierto. Ellos arreglaron sus diferencias el fin de semana pasado y tuvieron unos días juntos, pero Sophie iba entendiendo que la vida universitaria era muy distinta.

—No le cuentes a Dax —supliqué.

—¿Por qué?

—Quiero decirle antes a mis padres. No está bien que medio Soleil sepa lo que voy a hacer con mi vida y ellos no.

—Lo sabe Aksel y posiblemente Nika.

Hice un gesto de asco al escuchar su nombre.

—Nadie dirá nada o eso espero —dije intentando no pensar en lo que sabía el idiota—. A Dax le explicaré después. Mis padres son el jefe de nivel y quiero encontrar la mejor manera de contarles.

—¿Qué dirás cuando estés cada viernes en La Mansión Bakker? ¿Inventarás que Aksel es tu novio?

Rodé los ojos.

—Le diré que estamos estudiando.

—¿Estamos?

—Sí, te incluyo.

—¿Para estudiar cálculo? ¡¿Estás loca?! —protestó—. Voy a estudiar arte porque no quiero volver a ver un número en mi vida y ¿quieres que estudie cálculo?

—Tonta. —Golpeé su frente y protestó—. Es solo para que mamá no haga preguntas. Puedes hacer lo que quieras en ese tiempo.

En ese momento localicé a Victoria y Rosie por el borde del campo. Les llamé agitando una mano sobre mi cabeza y no demoraron en alcanzarnos.

—Digan que van a la fiesta de Paul el sábado —pidió Victoria sentándose entre mis piernas un escalón más abajo.

—¿Quién es Paul?

—Estaba en la fiesta de cumpleaños de Aksel —explicó Rosie como si fuera obvio—. Alto, guapo, de nuestro año y miembro del equipo de fútbol. ¿En qué mundo andas, Mia?

Para vivir en una ciudad pequeña con un instituto de matrícula que no sobrepasaba los mil estudiantes siempre estaba perdida.

—Hará una fiesta en la casa de veraneo que tienen sus padres diez kilómetros al norte —explicó Victoria—. Solo para gente cercana.

—Saldremos el sábado en la mañana y regresamos el domingo —añadió Rosie—. ¡Será genial!

Sophie y yo nos miramos.

—Charles, no va —aclaró la rubia.

—Ni él, ni sus amiguitos. —Rosie guiñó un ojo como si fuera todo lo preocupante en el mundo.

—¿No se supone que es para los amigos de Paul? —dudé—. Todos en el equipo irán, ¿o no?

La castaña negó.

—El equipo está fraccionado. Ahora hay un grupo cool y otro de imbéciles —dijo alzando las cejas—. Aclarar que el de Charles, es el de los imbéciles.

Increíble como entre las tres, era ella quien más odiaba a Charles. Ni Victoria, que había sido la principal afectada, le guardaba tanto rencor.

—¿Qué pasa con el equipo? —preguntó Sophie por mí.

—Después de la pelea de Nika y Adrien los chicos escogieron bandos.

—Pensé que arreglaron el asunto —dije viendo a Rosie.

—Es una pantalla —aclaró la otra—. Se llevan bien, pero hay resentimiento.

—Eso da igual —desestimó Rosie—. El punto es que hay fiesta salvaje donde Charles no irá y que el grupo de Nika es el más cool.

No me llamaba la atención pasar un fin de semana casi sin dormir en un lugar alejado, mucho menos con Nika y sus amiguitos.

Estaba buscando una excusa que no llegaba cuando Dax interrumpió lanzando su mochila contra las gradas y todavía con ropa de entrenamiento. Al Rosie comentarle sobre la fiesta de Paul su respuesta no fue amigable:

—No pienso ir a esa mierda.

—¡Frena el mal humor, vaquero! —recriminó la castaña antes de añadir en tono burlón—: No me digas que te pasaste al equipo de tu amiguito Charles.

—¿Ustedes también están en eso? —recriminó viéndonos a Sophie y a mí.

—¿Alguien puede explicar qué pasa? —intervine antes de que el chico la tomara con nosotras.

—Hormonas —soltó Dax—. No sé qué mierda le pasa a esta gente que ahora tienes que escoger un bando.

—Siempre hay que escoger un bando —puntualizó Rosie—. Esto el instituto de Soleil, en todos los grupos hay bandos.

—¿Qué te ha dado a ti ahora con las líneas de película adolescente? —respondió Dax irritado.

—¡Basta! —regañé llamando la atención de ambos que estaban a punto de discutir—. Aquí no hay bandos, así que calmen los ánimos.

—Éramos un equipo —se lamentó el chico—. Teníamos diferencias, pero seguíamos estando unidos y de un día a otro empieza esta rivalidad.

—Calma, Dax —le tranquilizó Sophie—. ¿Crees que por la pelea?

—No lo sé y no es como si no habláramos. En teoría estamos bien —explicó desesperado—. Ahora Paul va a hacer esa fiesta, pero Charles dijo que no puede ir cuando sé que es mentira y los que están con él tampoco irán.

—¿Por qué te disgusta tanto? —quise saber, aunque la verdadera pregunta que tenía era sobre la pelea de Nika y Adrien.

—No quiero escoger —dijo sin más—. Charles siempre ha sido mi amigo, Adrien también. Nika, Paul y los del otro bando me agradan de la misma forma. Nadie puede obligarme y lo peor es que estamos jugando asquerosamente mal.

>>En marzo viene el equipo de Regen a competir por el puesto para representar al centro del país. Si seguimos así perderemos y adiós a la final en Prakt.

Sabía lo que significaba para él la liga juvenil de fútbol. Era su última oportunidad de ganar.

—Pues mala suerte, bebé. —Rosie hizo un puchero—. Te aconsejo que vayas con nosotros a la fiesta y olvides el campeonato de fútbol.

Dax le miró con mala cara.

—Para ser una chica bonita del montón eres bastante molesta.

—Tú también eres lindo, cariño —respondió guiñándole un ojo y tomándolo a chiste.

Victoria le golpeó el hombro para que no siguiera provocando.

—Dax, tiene solución —le confortó Sophie.

—Pues sí —dijo viéndonos—, pero de momento no la tiene y no pienso ir a ninguna fiesta. Ni a la de Paul, ni a la que seguramente Charles planea organizar.

Recogió sus pertenencias e ignoró las provocaciones de Rosie que reía a carcajadas.

—No importa, iremos solo las chicas —asumió la rubia.

—Si Dax no va, mamá no me dejara ir.

—Y yo pienso ir a Prakt a ver a Julien —dijo Sophie.

Mentimos para no quedar mal y funcionó. Las chicas se quejaron de que no sería tan divertido, pero terminaron por aceptarlo y salimos del instituto a comer en la cafetería que quedaba cruzando el parque.

Algo más estaba pasando con los chicos del equipo. Recordaba las palabras de Charles advirtiéndome que no conocía a Nika. Necesitaba hablar con Dax para sacar información. De momento, me quedaba imaginar posibles conflictos.

El día siguió igual de aburrido que los anteriores y, a la salida, el autobús se retrasó. Sophie me enseñaba fotos que le acababa de mandar Julien cuando Adrien se acercó y nos saludó como si habláramos todos los días.

Seguía teniendo aquella pequeña nariz respingada y cejas pobladas. Unas pecas muy claras manchaban su rostro y llevaba el cabello acomodado. Lo impresionante era su estatura y lo corpulento que se veía frente a una enana y un fleco ambulante como Sophie.

¿Qué abono especial les daban a algunos en casa? ¿Por qué mis padres jamás me alimentaron con él?

Adrien solía ser del tamaño de Charles, ahora le sacaba un buen tramo. Nos miró, animado, y su nariz diminuta se arrugó por una sonrisa.

—No sé si saben, pero voy a hacer una fiesta.

Se dedicó a explicar en lo que me perdía en su rostro.

Encontré cero evidencia de la pelea. No entendía cómo Nika le había golpeado. No necesitaba que se quitara la sudadera para tener claro que, además de más alto que el idiota, también era más musculoso.

—¿Se animan a ir? —terminó como si nada haciéndome entender que había perdido toda información sobre el evento.

—Qué amable, pero no sé si podamos —dijo Sophie mirándome en busca de apoyo.

Mis ojos se fueron al grupo del que viniera Adrien. Charles estaba con tres chicos del equipo. Conversaban entre risas y pasó la vista por nosotras en gesto que debía parecer casual.

—Puedo ir a buscarlas si no tienen con quién ir —ofreció amablemente.

Se suponía que debíamos creer que tal amabilidad era fruto de los deseos de que asistiéramos a la fiesta. Intenté no bufar de incomodidad. Nadie podía ser tan previsible como Charles. Había mandado a Adrien a invitarnos.

Fingí una sonrisa.

—Quizás vayamos —dije sorprendiendo a mi amiga—. Tenemos que pedir permiso antes. Cuando Dax no va, nuestros padres se ponen territoriales.

—Entonces quizás las vea el sábado —dijo Adrien animado y me guiñó un ojo antes de volver con sus amigos.

—No vamos a ir —tranquilicé a Sophie en cuanto quedamos solas—. Era mejor que dar excusas.

Sophie se mostró aliviada al tiempo que Aksel llegaba por su espalda.

—¿Listas para las clases? —preguntó de buen humor.

—¿Vienes con nosotras? —Miré a todos lados en busca de su hermano y la moto en que siempre andaban.

—Nika acaba de irse, tenía un par de asuntos que atender —explicó—. Por cierto, necesito que me ayuden.

En el viaje nos informó que debía organizar la habitación que encontraran sellada al llegar a la mansión. Cuando bajamos del autobús dejamos las mochilas en la entrada y nos pusimos manos a la obra para alistarla antes de estudiar.

El lugar estaba casi vacío a excepción de un polvoriento piano de cola en una esquina y varios objetos regados que Aksel nos puso a guardar en cajas mientras él iba subiéndolas al taller del segundo piso.

Una hora después no pude aguantar la curiosidad y me acerqué al piano. Recordaba los dos años que mamá me tuvo tomando clases. No era buena, pero las canciones infantiles resonaban en mi memoria.

Levanté la tapa para encontrar teclas hundidas y una capa de polvo tan gruesa que asustaba. El tiempo no había sido amable con él a pesar de haber estado encerrado y a salvo de los vándalos.

—Mamá no quiere deshacerse de él —dijo Aksel al atraparme mirando.

—¿Ella toca?

—Tocaba. Supongo que tiene la esperanza de... —Cortó sus palabras antes de alzar la vista y forzar una sonrisa—. Espera que Nika lo repare. Quizás vuelva a tocar.

No me pareció curioso que Nika pudiera darle mantenimiento a un piano, pero sí la duda del menor de los Bakker. Por un momento fugaz destelló en sus ojos lo que un día vi en los de su madre. El extraño dolor, el llamado de ayuda.

—¿Qué harán con estas? —preguntó Sophie interrumpiendo mis pensamientos.

Se refería a una caja que seguía en la mesa junto a la puerta.

—Es un juego de té. —Mis ojos fueron a la bonita taza que mi amiga inspeccionaba—. A mi madre le encanta, pero vamos a venderlo.

—¿Venderlo? —Casi me atraganto al acercarme a curiosear.

—Tuvimos que vender mucho de lo que encontramos —confesó apenado—. La casa es demasiado grande y para arreglarla hace falta dinero.

Intercambié una mirada incómoda con Sophie.

>>Mamá contactó a un par de anticuarios y nos dieron un buen precio por todo —añadió terminando de recoger y cargando la última caja—. Solo queda el juego de té. Traten de no romperlo.

Reímos con su falso regaño al tiempo que desaparecía.

—Qué triste —dijo cuando estuvimos solas.

Me quedé viendo el juego de té. Era dorado por fuera con hermosas flores en rosa, azul y rojo en el interior. Debía tener más de un siglo.

Jamás pensé en algo como la falta de dinero y era por lo fácil que fue mi vida en ese sentido. No tenía lujos, pero mi familia siempre estuvo en una posición privilegiada.

Estaba claro que la vida de los Bakker no había sido sencilla.

—¿Qué habrá pasado con el padre? —pregunté sin poder evitar compartir mi curiosidad.

—Aksel dijo que murió cuando eran pequeños. Después su madre tuvo que ponerse a trabajar.

Entendí el cuidado que tenían entre ellos, lo tanto que se protegían. Eran solo los tres desde hace mucho.

—¿Cuánto crees que cueste arreglar este lugar? —preguntó cuando el silencio se extendió en lo que detallábamos los platos.

—Depende de hasta qué punto quieras arreglar —supuse observando el empapelado de las paredes que había sobrevivido al moho.

—Para arreglarla y que luzca decente.

—Mucho dinero —aseguré.

Solo por la madera para restaurar escaleras y ventanas sería bastante.

—¿Crees que les alcance? Si no tienen donde vivir tendrían que hacerlo aquí de todas formas.

—El juego de té es bueno —dije encogiéndome de hombros—. La vajilla en la que comimos el día de la cena es aún mejor. Pueden haberle dado miles de dólares por esa, estoy segura.

—¿Crees que alcance para arreglar el lugar y vivir? Solo tienen un sueldo de asistente. Si Aksel y Nika son los que reparan y estudian, no tendrán tiempo para un trabajo extra.

No supe cómo contestar.

>>Quizás podemos ayudar en algo.

—No tenemos dinero —dije sonriendo ante su bondad.

—Lo que hicimos hoy cuenta como ayudar —añadió mirando a nuestro alrededor.

Era la persona más dulce de la tierra.

—Podemos decirle a Aksel que cuente con nosotras.

También quería ayudarles, aunque Nika fuera parte del paquete. Sophie sonrió y se puso a examinar una tetera del juego dorado.

—Es hermosa —dijo mirándome—. ¿Viste los detalles a mano?

—Lo sé —concordé observando las pequeñas rosas de los platos—. Mataría por tener algo así.

—Para no usarlo —se burló Sophie.

—Para tenerlo en una vitrina de exposición en mi habitación, así lo miraría antes de dormir y al levantar. —Suspiré recordando mi sueño frustrado de vivir en un museo—. Sería tan hermoso.

—Tienes problemas serios.

Solo paré de reír cuando escuché los pasos de Aksel regresando.

—Genial, llegaste antes —habló desde el pasillo—. Así puedo ponerme a estudiar con las chicas. Te toca limpiar.

Cuando salimos a su encuentro, entendí que Nika estaba con él. Saludó a Sophie y no tardé en pasar por su lado sin decir nada. Me había acostumbrado a ignorarnos.

Estuvimos dos horas con la segunda clase de cálculo. Sophie y Aksel se entretuvieron viendo antiguos cuadernos de dibujo en lo que yo resolvía ejercicios. No fue divertido, pero debía era mejor estudiar acompañada.

Mi amiga se fue a las siete con su padre y no pasó demasiado hasta que me di por vencida. No servía de nada querer estudiar tanto en un mismo día.

Me despedí y bajé a recoger mi mochila. Iba llegando a la salida cuando la inconfundible voz de Nika me llamó.

Valoré hacerme la sorda, pero había dudado así que giré sin soltar la manija de la puerta de la entrada.

—¿Crees que podamos hablar un momento? —preguntó con voz calmada.

Estaba allí, de pie en medio del circular recibidor, con una mirada expectante y gesto relajado. Con una sudadera gigante de color negro y el cabello despeinado.

¿De verdad acababa de decir lo que había escuchado?

Me aclaré la garganta valorando no responder, pero mandarle a la mierda y dejarle con la palabra en la boca sería más placentero que cruzarle la cara de una cachetada.

Abrí la puerta y me giré para verle con una falsa sonrisa que tensó los músculos de mi cara. Le mostré el dedo medio en gesto obsceno y me sentí feliz de poder decirlo con tranquilidad:

—No tengo nada que hablar contigo.




~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~



Esto es lo que me imaginé:

Poz ezo...

¿Y ahora que quiere Nika?

Lo descubrirán en el próximo capítulo...

Estoy editando esto de noche así que errores a mí!!! (Cómo si eso lo justificara se me van errores siempre aunque revise 10k veces)

Que triste 😑

Ahora si nos leemos el próximo domingo...

Gracias por sus votos, sus ánimos y por hacerme reír siempre...

Ya creo que todos sabe pero en Instagram me pueden encontrar como:

kinomera99

Acostumbro a subir cosas de las historias que estoy escribiendo, recomendar lo que leo y compartir pendejadas...

Porque soy bien pendeja 🙂

Ya saben...

Besitos y cuídense mucho...
💋

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