I
Palacio de Topkapi (1), Imperio Otomano. 24 de enero de 1658
Mi amada Emine:
Hoy no me has visitado. ¿Ha sido por la última vez que discutimos? Dime que no ha sido por eso, querida mía. Hoy por la mañana he sufrido como un loco tratando de adivinar por qué no has querido verme. ¿Acaso hoy ha habido un banquete? Mi padre me ha comunicado hace unos días que pronto celebraríamos el recupero de las islas Egeas, junto a Köprülü(2). Supongo que al final ha sido hoy. Por supuesto, no estuve invitado, pero... ¿qué más da? Pasaré el resto de mi vida encerrado en esta jaula, maltrecho y solo.
Tú me quieres, ¿verdad? ¿O ya no?
Espero que mi padre nunca te reclame. ¿Sabes lo difícil que ha sido encontrar a una mujer tan bella como tú y que me ame? No te lo puedes imaginar, Emine.
Tu valor y tu fuerza han calado mi corazón sin permiso.
Te extraño y no sabes cuánto. Por favor, venme a visitar.
Aydın
Palacio de Topkapi, Imperio Otomano. 25 de enero de 1658
Mi amado Aydın:
¿Qué te ha obligado a pensar que ya no te quiero? Ayer tuve un día fastidioso. Tu abuela me ha salido al encuentro por la mañana, reclamándome no estar atenta a las necesidades de tu padre. Dice que ya no estoy lo suficientemente capacitada para satisfacerlo. Sin embargo, todas las noches me exige que le haga una visita.
Además, (¡¿puedes creerlo?!) me obligó a que me perfeccione en la poesía. Me recordó que sigo incapacitada para recitarle siquiera un mísero verso al Sultán. A veces que incluso me dice: «¡Niña estúpida! Deberías desaparecer. No puedo asimilar que mi hijo te acepte, si no eres más que un saco viejo e inútil». Creo que no le agrado demasiado. Estoy segura de que a Aysel no la ha reprendido como a mí. A ella le acaricia el cabello, ordena que preparen su camastro y le regala prendas de seda que nunca podré gozar en mi vida. Supongo que se debe a que es más bella e inteligente que yo. En algunas ocasiones, Aysel me mira con despecho, ríe por lo bajo con sus amigas, se da la vuelta y se aleja sin darme explicación. ¿Adivinas por qué?
Hay momentos en que pienso que no debería estar aquí. Yo soy como un sapo de otro pozo, uno que no es parte de este palacio. No me malinterpretes; a ti te amo más que a nadie en el mundo, pero... ¿Sabes? Ansío la libertad. Y sé que tú me entiendes más que cualquier otra persona podría hacerlo. Aquí cuento con celebraciones, manjares, paseos y otros placeres. Ellos son tan sosos que apenas me llenan. Supongo que estoy un poco loca. Quiero decir, ¿qué mujer de mi edad rechazaría semejantes propuestas diciendo que no es feliz con todas esas cosas? Únicamente yo. Ya me ves.
Cada día sueño con romper los barrotes de tu jaula, liberar tus cadenas, tomarte de la mano y escaparnos juntos a un lugar donde nadie pueda encontrarnos. Fácil es soñar, ¿no?
Tu abuela me llama. Suena enojada. ¡Olvidé limpiar la Sala de las Perlas (3)! Soy una cabeza dura.
Te visito luego. Espero que recibas esta carta antes. La enviaré junto con Munsif en su momento de descanso.
Con todo mi amor,
Emine
Palacio de Topkapi, Imperio Otomano. 15 de mayo de 1658
Emine:
Me siento abatido y vencido. No puedo creer que mi padre te haya elegido como su concubina hace diez días. ¡Y pensar una y otra vez que tuve que enterarme gracias a Munsif! Al principio no le creí, por supuesto. Acabé pateándole la cara y gritándole que no era verdad, que él era un vil desgraciado sin sentimientos. Luego me calmé y le pedí que me revelara de una vez por todas la realidad. ¿Acaso pensabas decírmelo?
Es increíble. Cada día veo más lejos la idea de un mundo feliz junto a ti.
Aydın
Mi Aydın:
No es mi culpa. ¿Te pusiste a pensar cómo la estoy pasando yo? Si tu padre continúa con su «ligera» obsesión hacia mí, esto puede empeorar y arruinar para siempre nuestros planes. No quiero ser su esposa. ¡Dime que todo esto es una pesadilla! Mejor, ¡despiértame!
Pasar de ser una pobre odalisca a la concubina del sultán Ekrem me ha complicado la vida. Aún albergo la mínima esperanza de que todo esto quede únicamente en el concubinato, aunque preferiría mil veces volver a ser la miserable odalisca. Al menos así podía verte más seguido.
Ahora debo permanecer en el harén la mayor parte del día; solo se me permite salir durante el almuerzo y la cena.
No me odies, por favor. No lo hice a propósito. No quiero que la pases peor en ese calabozo. Tu padre es muy cruel, aunque lo entiendo en cierta forma. Él no quiere sentirse amenazado de ninguna manera; sabe que tú eres más fuerte que él y que en cualquier momento podrías derribarlo con tan solo tocarlo. Él es demasiado viejo y está muy cansado. Yo creo que los años le pesan más que sus prendas.
Debo irme. Espero no ser requerida esta noche. Voy a escaparme de mi habitación para verte.
Voy a entregarle esta carta a Munsif con sumo cuidado. ¡Pobre! Deberíamos recompensarlo con algo; está arriesgando demasiado su pellejo por nosotros.
¡Deséame suerte para el camino!
Emine
Palacio de Topkapi, Imperio Otomano. 6 de junio de 1658
Adorado Aydın:
Hoy estoy un poco nostálgica. Derramé lágrimas por doquier (y algo de secreciones nasales también). Me siento medio tonta, pero a la vez estoy segura de que necesitaba descargarme.
Una lágrima fue por mi madre perdida, otra por mi padre extraviado y algunas por mis queridos hermanitos. ¿Sabías que Sevda batió el récord de elaboración de panes? ¿Y que el más pequeño de todos, Zeheb, me enseñó a luchar? ¡Con solo 6 años!
Con el mayor, Ismet, compartimos muy poco. Conservo recuerdos de ambos: divertirnos en el campo y preparar pescado con arroz.
Hay veces en que mi mente me juega una mala pasada: recuerdo estar con mi familia rezando nuestra oración para agradecer el almuerzo al Señor, cuando unos soldados entran y se llevan a Ismet por la fuerza. Esos hombres no tenían cara de amigos, Aydın, pero afortunadamente no nos hicieron daño. Nos dijeron que debían llevarse a mi hermano por órdenes superiores, que él y otros niños más eran reclutados para ser parte de una nueva religión, el Islam. La práctica, ya sabrás cuál es: devşirme(4).
No voy a olvidar jamás la cara de espanto de mi madre, quien estaba muda y no se negó. ¿Qué más podía hacer? Y mi padre, ¡ay, Aydın!, él sí que se enfadó. Trató de arrojarle la mesa a los intrusos, pero de nada sirvió, pues pronto los hombretones lo sujetaron sin demasiado esfuerzo y lo amarraron a una silla. Mi Ismet se fue resignado y con la cara más triste del mundo, una que nunca podré reproducir.
Pero eso no es lo peor. ¡Yo no moví un pelo por mi hermano! Sé ahora que todo intento hubiera sido fallido, pero al menos hoy en día me sentiría mejor de al menos haberlo probado.
Me siento la hermana más perversa del universo, amado.
¿Quién secará mis lágrimas? ¿Quién buscará a mis hermanitos? ¿Quién me los devolverá?
Estoy destrozada, Aydın, y nadie parece notarlo.
Emine
Palacio de Topkapi, Imperio Otomano. 18 de junio de 1658
Querida Emine:
¿Por qué tu carta me ha llegado tan tarde? Sé que hay veces en que Munsif la tiene difícil con esto de actuar como mediador, pero podrías habérmelo dicho en las dos últimas visitas que tuvimos, Emine. ¿Tan difícil es decírmelo cara a cara?
Realmente no la paso bien cuando tú estás mal. Quiero poder secar tus lágrimas pero mis manos están callosas y sucias. Quisiera poder acabar con esa aflicción que te oprime y te destroza día a día.
Soy pésimo.
Olvídalo.
Me siento inútil. Es horrible. ¿Hay algo que se pueda hacer por mí? No lo creo. Desde el seno de mi madre hasta la jaula en la que permanezco mi destino estaba sellado, claramente. No nací para ser un gran sultán o un poderoso rey. O lo que sea.
Nací para fracasar.
Vuélvelo a olvidar. No quiero preocuparte. Ahora lo que realmente importa eres tú y nada más. Estoy divagando como un loco (o delirando) solo porque a veces la desesperación y la resignación me toman desprevenido y aprovechan para atormentarme. Parece que la rutina es el peor veneno en estos tiempos.
¿Sabes?... Puedo ofrecerte un reconfortante abrazo cuando nos veamos. Y cuando logremos salir de esta, podremos visitar diferentes pueblos e intentar encontrar a tu familia. Habrán besos, más abrazos y, si quieres, niños. ¿Qué opinas? Incluso podríamos obtener una casita en el campo. Tengo muy pocos conocimientos de agricultura, pero con el tiempo podríamos lograr adaptarnos a ese estilo de vida. Nuestros vecinos nos enseñarán, y yo podría participar yendo al mercado y comercializando nuestras frutas. Tú, mientras tanto, podrías trabajar en la granja cuidando a nuestros niños y preparando la cena. Además, tu familia podría convivir con nosotros haciendo distintas labores. ¿Por qué propongo esto? Emine, no quiero el trono de mi padre. No, no y no. No deseo ser un tirano que es reconocido únicamente por su deseo inquebrantable de poder y expansión territorial. Eso... Simplemente no va conmigo. Y, sin duda, no me considero una persona apta para administrar con madurez y excelencia un palacio tan grande como este. Si apenas he visto cómo es el mundo exterior (yo creo que lo conozco más gracias a los libros), imagíname intentando organizar un banquete o planeando un ataque. Probablemente, terminaría agotado al primer minuto o perdido sin saber qué hacer.
Cambiando radicalmente de tema... Ayer hice un nuevo amigo. Él se llama Mamere, y viene desde Sennar(5). Es bastante agradable, a decir verdad. Pero desde que llegó, ha estado repitiendo continuamente que no puede establecer relaciones de amistad conmigo o cualquiera de origen otomano. Mi padre, al parecer, le ha encargado la custodia del harén durante la mañana y la custodia de mi jaula durante la noche. Supongo que ya lo has cruzado.
Si observas bien su cara, pensarías que es una momia más. Está serio la mayor parte del tiempo, pero hay veces que no puedo evitar tomar mi pluma y pasársela por la oreja o sus manos cuando está sosteniendo su sable en posición de defensa. ¡No quiere saber nada conmigo cuando lo fastidio! Sin embargo, hay ocasiones en las que un asomo de sonrisa bordea sus labios. Pero rápidamente se va, ¿sabes?
Yo lo considero mi amigo. Sé que no es como los demás traídos de África. Presiento que él podría llegar a querer ser mi amigo también solo si comenzara a aceptarme. En fin, solo espero que podamos llegar a congeniar.
Aquí es completamente aburrido TODO el tiempo y no hay nada nunca para hacer. Mi padre me envía siempre sus retratos que le hacen chicas como tú y pequeñas epístolas que concluyen con un «Espero que la estés pasando bien, hijo».
Sí, exacto. Sé lo que estás pensando en este momento y concuerdo contigo. Intento restarle importancia, de todas maneras.
Es tarde, supongo que iré a dormir.
Tuyo siempre,
Aydın
Palacio de Topkapi, Imperio Otomano. 20 de junio de 1658
Ekrem:
He visto a tu haseki(6) con las manos en asuntos sospechosos. Pensaba desde un principio guardarme la cuestión en mis manos, pero quiero que estés presente para intimidarla y sonsacarle información.
Te escribo esta carta porque sé que tu tiempo es muy acotado y apenas dispones de él para usarlo un poco conmigo. Además, sé que en el palacio hay oídos y bocas muy afiladas que podrían propagar nuestras conversaciones.
Te espero esta tarde.
No faltes porque me enojaré mucho, y sabes que no quieres verme así.
P.D.: No es necesario que adivines quién soy. Ya lo sabes.
Palacio de Topkapi, Imperio Otomano. 24 de junio de 1658
Aydın:
He estado en serios aprietos. De verdad. La valide sultan(7) me ha denunciado o algo así frente a tu padre. Ambos me han citado hace cuatro días en el Salón Imperial por la tarde. Ekrem comenzó a hacerme un interrogatorio que al principio no sabía adónde se dirigía, pero luego con la intervención de su madre y las severas expresiones de su rostro, ya sabía de qué se trataba todo. Al parecer, tu abuela Sila me descubrió escribiendo cartas pero no me dijo nada, sino que fue tan sigilosa de comunicárselo a Ekrem para intimidarme después.
De todos modos, creo que pude salir airosa de la situación. Me preguntaron qué me tenía entre manos, y yo, tratando de irradiar seguridad hasta por mis poros, les respondí que estaba practicando por mi cuenta escritura epistolar para poder (en un futuro, si es que llegara a ser la esposa de Ekrem) enviarlas a los monarcas de los imperios vecinos que estuvieran en paz con nosotros en caso de celebrar banquetes. Sila frunció el entrecejo, reacia a creérsela de buenas a primeras, pero tu padre solo se enfadó un poco y me dijo que no me adelantara, que había muchas muchachas hermosas y aptas para contraer matrimonio. Yo, a modo de respuesta, encogí mis hombros con el mayor respeto que pude y me retiré a pedido de la señora.
No me quedé a espiar tras las puertas, podría haber sido cogida por sorpresa, pero ya imaginaba de qué iba a tratar ese diálogo entre madre e hijo.
Ahora estoy en el baño, agazapada en un rincón intentado escribir con el mayor sigilo posible. Le dije al sultán que iba a elegir mi atuendo para esta noche y que no saldría sino hasta la hora de la cena.
A partir de hoy, más que nunca, debemos ser lo más cuidadosos posibles. Si Sila ya ha comenzado a conjeturar sobre mí, no pasará mucho tiempo hasta que comience a entrometerse y descubrir nuestra relación o nuestros planes.
Y también he estado pensando que no debemos utilizar más a Munsif. Hay varias razones por las que no deberíamos hacerlo. Por una parte, me he enterado de que él será trasladado a custodiar los jardines del palacio y el cargo de custodio del Salón Imperial estará en manos de otro, un eunuco. Y por otro lado, él ya está demasiado comprometido con nosotros, a tal punto que si nosotros somos pillados, él caerá también. Y no lo soportaría. Por todo ello, he resuelto que a partir de ahora nos enviaremos una carta por mes, la cual te haré llegar yo misma durante la madrugada, y tú harás lo mismo esa misma noche. Serán los terceros días de cada mes, por lo que debes tenerla lista para ese entonces con todas las novedades que tengas en tu poder. Y, lo más difícil que he pensado (pero necesario), es que también reduzcamos las visitas nocturnas a ese día.
Todo es demasiado arriesgado, demasiado para perder si sucede lo peor. Tenme comprensión.
Te adora,
Tu Emine.
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N/A: Hago referencia a algunos personajes y lugares históricos que formaron parte de las memorias turcas. Toda la obra está basada en el siglo XVII.
En multimedia incluyo una foto de la fachada del palacio.
(1) Palacio de Topkapi: situado en la actual Estambul, fue el centro administrativo del Imperio Otomano desde 1465 hasta 1853. La construcción del palacio fue ordenada por el sultán Mehmed II en 1459, y fue completada en 1465.
(2) Mehmed Köprülü: conocido como "el Cruel". Fue un militar otomano que desde 1656 ocupó el cargo de Gran Visir. Él fue quien se encargó de recuperar las islas Egeas en nombre del Imperio Otomano.
(3) La Sala de las Perlas: sala muy famosa del palacio, en donde se encuentra la figura del esclavo negro y la del jeque (o sultán) sentado en su trono.
(4) Devşirme: en este sistema antiguo, niños no musulmanes de las poblaciones cristianas rurales eran reclutados para ser criados como musulmanes. Al alcanzar la adolescencia, eran enrolados en una de las cuatro instituciones reales: el Palacio, los Escribas, los Religiosos y los Militares.
(5) Sennar: fue un reino norteafricano musulmán ubicado al norte del actual territorio de Sudán entre los años 1504 y 1821.
(6) Haseki: en idioma turco, concubina favorita.
(7) Valide sultan: la reina madre del sultán, en turco.
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