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__ Kim Tae Hyung __
El sonido de las ambulancias junto a varias patrullas nos hacen alzar la vista de nuestra cena, dejando atrás nuestras risas al pasar un momento en familia y acariciar con lentitud el cabello de mi hermano menor que miraba preocupado en dirección a la puerta de entrada, siendo a los pocos segundos tocada.
— Iré yo mamá — murmuro dejando un beso en ambas cabezas y tomar rumbo hacia el llamado de una mujer.
Mis ojos se atraviesan con el delgado y bajo cuerpo de una chica vestida de policía y a su lado, un hombre que parecía mayor que ella.
— Buenas noches — habló el oficial haciendo sus característicos saludos — Hemos venido a hacerles unas preguntas referentes a sus vecinos.
Y ante aquellas palabras la confusión se mostró en mí, observando el suspiro en la mujer y señalar la casa a mi lado.
¿Qué tenía que ver la familia Sung con todo esto?
Y una alarma se prendió en mi cabeza al divisar la ambulancia frente a su casa, siendo aquella cabellera larga sostenida por varios policías mientras intentaba acercarse al que suponía el cuerpo de su tía, la cual se encontraba siendo llevada en una camilla directo a aquella ambulancia que las esperaba frente a su casa.
Mi cuerpo actuó por si solo, empujando a ambos policías y correr hacia ella, separándola de aquellos hombres bajo un traje azul y retenerla entre mis brazos, sintiendo el temblor de su anatomía y los sollozos bajos que emitían de sus pequeños y hermosos labios que ahora eran dañados por el rojo de la sangre.
Sus puños agarraron con fuerza mi camiseta blanca, dejando caer su rostro sobre mi pecho y dejar fluir aquellas lágrimas mojando así mi camisa con estas y un elemento sorpresa del que no había caído en cuenta, sangre.
Rojo era lo que predominaba de su abdomen, y ante el temor de verla herida delante de mí, mis manos acatarían la acción de separarla y revisarla de arriba a abajo, todo si no fuese por el cuerpo de Eun que negaba a metros de mí, señalando el lamentable estado de aquella mujer y un recuerdo azotó como un rayo en mí.
— En ella abundan más lágrimas que sonrisas — su cabeza bajó ante mis palabras para escuchar sus sollozos.
— Lo sé, no estoy cumpliendo con mi promesa y por eso estoy pagando las consecuencias.
— Hemos llegado — murmuro al detenerme frente a mi casa — Sólo piense bien, sé que en el fondo desea acabar con el monstruo que la espera detrás de esa puerta. Piense en su sobrina y en usted, si ustedes no acaban primero con él, él las matará.
Y al parecer, había ocurrido más rápido de lo que esperaba.
La impotencia corría dentro de mí, buscando con mis ojos el cuerpo de aquel vejestorio que se hacía llamar hombre. Pero lo único que mis orbes podían observar, era la oscuridad de la calle siendo alumbrada por las luces rojas y azules de aquellos carros, siendo la Luna una vez más testigo de nuestras acciones.
Mamá junto a mi hermano nos observaban asustados desde casa, abrazando contra sí misma el cuerpo de aquel niño que observaba por primera vez un accidente y negarle ante su acción de acercarse a nosotros.
— ¿Es usted cercano a la joven? — asiento ante la repentina pregunta del oficial, evitando mostrar el rostro de la joven que aún no se movía de su lugar — No hemos podido sacarle alguna palabra, por más que nuestras traductoras se lo pidan, y es entendible.
— Su tía — interrumpo sus palabras detallando el suspiro en el hombre que dejaba mostrar el cansancio en su rostro — ¿Cómo se encuentra ella?
— Los doctores están haciendo todo lo posible por salvarla, recibió varios golpes en su cuerpo y asumimos que en un intento por protegerla, recibió la apuñalada en su estómago — narró haciendo que por instinto apretara más contra mí a aquella indefensa chica, que en estos momentos agradecía que no pudiese escuchar tales palabras — La pérdida de sangre es bastante y la herida es profunda, no tenemos un chequeo en concreto, pero puede que le haya tocado algún órgano en el acto.
Asiento prestando atención a cada palabra, dejando mostrar el carnet que siempre llevaba conmigo y dejar ver la expresión en su rostro.
— ¿Es usted doctor? — asiento dejando atrás aquella pregunta y señalar la casa que ahora era invadida por miles de personas.
— El sujeto — menciono dejando salir un tono más grave — ¿Escapó?
Y asintió, dejando salir una exclamación para nada agradable de mis labios.
¿Por qué la gente inocente sufría?
Y las palabras de aquella niña sólo me dejaron una respuesta.
Porque vivíamos en un mundo de mierda, donde los malos eran felices y los buenos condenados a sufrir.
— Más tarde necesitaremos a la joven, nos debe de dar su testimonio. Es la única testigo, ya que la otra víctima se encuentra en estos momentos inconsciente. Con su permiso — y ante aquellas palabras y su saludo, nos dejó para ir directo a su carro de patrullaje.
— ¿Mi Soo? — mi cuerpo se inclina al separarla de mí, dejando caer mis manos en sus lastimados pómulos y posar mi vista en su labio inferior, dejando trazar una línea imaginaria sobre estos con mis dedos — ¡Hijo de puta!
Si no lo mataban antes, yo mismo me encargaría de tal acción.
— Tu tía se encuentra bien — murmuro con lentitud, negándose a mirarme a cada intento fallido que yo hacía.
El cuerpo de Eun se monta junto a la víctima en la ambulancia, dedicándome una delicada sonrisa y desaparecer del lugar, dejando atrás a todos aquellos oficiales que se dedicaban a registrar el terreno en busca de pistas.
— Te llevaré a casa para revisarte, y luego de ver a tu tía, iremos a la comisaría — sabía que no me escuchaba, pero al menos había logrado llamar su atención al ver que nos dirigiamos hacia mi casa — Eres la única testigo de todo esto, además de una víctima.
Mi madre nos esperaba con sus brazos abiertos, analizando como el pequeño cuerpo de la pelinegra se lanzaba a sus brazos y se adentraban a casa, deteniendo con mis brazos al oficial que nos perseguía.
— Tenemos que llevarla con nostoros, su testimonio es importante para el avance del caso — explicó haciéndome cerrar los ojos y asentir.
— Soy doctor, revisaré primero su estado y luego será llevada a dar su relato sobre los hechos. No veo la necesidad de arrastrar a una joven a estas horas a un intenso interrogatorio cuando su cuerpo y mente se deben de encontrar fatigados y en un shock post—traumático a causa de lo ocurrido.
Sus labios no pronunciaron más nada, dejando sus ojos puestos en mí por varios segundos hasta asentir.
— Mañana deberá estar a primera hora en la estación, es importante para nostoros sus palabras. Atraparemos a ese hombre y le haremos pagar todas sus acciones, pero no lograremos nada sin ella. Buenas noches.
Y adentrándome a mi propia casa, me preguntaba en que situación me había metido.
☾☾☾
— ¿Qué piensas hacer? — suspiro dejando caer mi cabeza entre mis manos.
— No sé mamá, la señora Min se encuentra grave y Mi Soo no ha querido decir nada — murmuro posando mi vista en sus ojos — Por suerte sólo ha recibido leves heridas, la mayor parte fue hacia su tía. Si tan sólo no hubiese respetado sus palabras, nada de esto hubiese ocurrido.
— No tienes la culpa mi niño — sus brazos me rodearon, dejando apoyar mi cabeza en su estómago — Ellas no deseaban delatarlo, y tú no debías de inmiscuirte en eso y sé que como doctor te es imposible no querer ayudar a los demás, pero eso ya no contaba de tus manos.
Asiento al separarme de ella y levantarme del sofá al ver el ahora limpio cuerpo de Mi Soo observándonos desde las escaleras.
— ¿Sucede algo cariño? — la voz de mi madre es dirigida hacia ella, yendo a su lado y ayudarla a sentarse en la mesa del comedor — ¿Tienes hambre?
Ella asintió y una tonta sonrisa se dibujó en mis labios al verla actuar como una indefensa niña, aunque sinceramente no creo que actuara, porque lo era.
— Ve a buscar a tu hermano, comeremos todos en familia y con una nueva integrante — afirmó mamá dejando un beso en la mejilla de la joven y correr a la cocina.
A veces odiaba que mamá fuese tan cariñosa con desconocidos, pero en estos momentos le agradecía su forma de ser.
— Iré arriba — murmuró, dejando una caricia en su cabello y subir a la segunda planta, consciente de que no me había escuchado y eso comenzaba a molestarme.
¿Por qué todo debía de ser tan difícil entre los dos?
A la hora de comunicarnos, de expresarnos, de incluso tratar de romper nuestras barreras y dar un paso al frente. Pero siempre ocurría algo que nos hacía retroceder en todas nuestras acciones.
Y esta vez, le echaba la culpa a su pasado, el principal culpable de todo.
— ¿Dae? — su cuerpo se encuentra jugando en el suelo, y por un segundo recuerdo a la pequeña Haneul sonriendo — Mamá nos mandó a cenar, así que...andando.
Sus inocentes ojos me analizaban desde su posición.
— La chica de abajo, ¿es tu novia? — y no, lamentablemente no lo era.
— Eres curioso, pero no lo es. Es nuestra vecina y mi paciente, así que tratala bien — murmuro al posarme a su lado y ver lo que hacía.
— Noona es bonita — y sus mejillas se sonrojaron, ¡alto ahí pequeño!
— Lo es — afirmo agarrando su mano y tomar camino a donde mamá nos esperaba con una tímida pelinegra — Pero no es tuya renacuajo.
Y dejándolo atrás, me apresuro a tomar asiento junto a ambas.
— ¿Comenzaron sin nosotros? — pregunto al ver sus platos vacíos y a un niño con su mirada puesta en mí — Y tú no me mires así, soy mayor que tú.
— Noona — su pequeño dedito pinchó el brazo de la joven, quien con una leve sonrisa se volteó a verle — Eres muy bonita noona.
Y ambos se sonrojaron mientras mamá reía al verlos.
¿Tenía de contrincante a mi propio hermano de tan solo ocho años?
Debía de ser una jodida broma.
— Mi Soo no puede hablar ni escucharte— mencionó mamá con un tono de voz suave y mi hermano la analizó incrédulo.
— Pero...ella me entendió — murmuró ahora volteando hacia a mí y asentí.
— Mi Soo puede leer tus labios, así que siempre trata de estar frente a ella y evita hablar rápido, tienes esa mala costumbre renacuajo — suelto dejando atrás las miradas de los tres y concentrarme en mi comida.
— A veces eres demasiado pesado con tu hermano Kim TaeHyung — y como siempre, salía mamá en defensa del enano — Te salvas que tienes 24 años en las costillas, porque planeaba darte unos buenas nalgadas.
Y bueno, en realidad mamá era muy cariñosa con los desconocidos y no conmigo.
Un quejido que sonó como risa nos hace voltear hacia la pelinegra que nos observaba conteniendo sus risas detrás de su mano, haciendo reír a mamá y sentir tranquilidad al verla olvidar por un rato lo ocurrido horas atrás.
— ¡Noona! ¡Yo también la puedo hacer reír! — exclamó saltando en su silla como un mono y comenzar a hacer aquellas muecas que en realidad traumaban, pero no a ella, quien dejó salir pequeñas sonrisas y acariciar las mejillas del menor — Noona tiene una sonrisa bonita, me gustas más así noona. Nunca las borres.
Y eso...eso también lo deseaba yo.
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Aquí otro capítulo más a la lista :)
Ando escribiendo a full, xq comienzo la escuela en una semana!
En fin, besos y ya llegamos a las 500 vistas!
💜🐛
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