ㅤㅤ๑ veintiocho 𓂃
ଓ ଘ ଙ
𝗦𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝘀!!
Cuando volvió a la habitación, encontró a Yoongi tras su escritorio, concentrado en algunos papeles.
—Estás despierto—. Observó Jimin, cerrando la puerta.
El alfa alzó la vista hacia él y miró lo que llevaba, pero no le dio importancia.
—No podía dormir—. Se encogió de hombros—. Pero adelanté trabajo para mañana hacer prácticamente nada.
Se echó atrás en el asiento y suspiró, masajeando sus sienes.
—Bueno, técnicamente ya es tu cumpleaños—. Jimin rió brevemente—. Felicidades.
Tras ello se subió encima del escritorio y le mostró el brownie envuelto en servilletas.
Yoongi lo miró con interés.
—¿Lo hizo Jungkook?—. Preguntó, sabiendo que estaría con ambos—. Me dijeron que los dos estaban en la cocina contigo.
—Sí, pero lo hicimos entre los tres.
El omega sonrió y partió un trozo con los dedos, llevándolo a la boca de su marido. Él lo atrapó con los dientes y mordió su dedo juguetonamente.
—Auch—. Se quejó, riendo.
—Sabe bien—. Asintió el alfa, masticando—. Oh, ¿En serio te comiste el trozo de tarta de mi consejero Park Haesoo?
Jimin dejó ir una carcajada.
—Fue la mejor tarta de mi vida.
Yoongi, divertido por ello, posó sus manos en los muslos de su omega y estiró el cuello para alcanzar sus labios y dejarle un pequeño beso.
—¿Estás bien?—. Preguntó, acariciando sus piernas.
Jimin asintió mientras le daba otro pedazo de brownie.
—Claro, aunque Hoseok y Jungkook ayudaron, son divertidos—. Arrugó la nariz de forma juguetona, ocultando que el corazón le iba a mil de sólo pensar en su secreto—. Aunque no me dijeron cómo te hiciste la cicatriz y quiero saberlo.
—Oh.
Tomó aire.
—Me la hizo el estúpido de Hoseok—. Rió—. Estaba celoso porque había estado enfermo y no pudo estar con Jungkook y conmigo durante... Unas semanas creo. Entonces nos peleamos, es una tontería, pero digamos que perdió el control y me atacó.
Jimin retuvo el aire.
—¿Te atacó?
—Ajá. Pero no importa, obviamente yo le gané, aunque no perdí el control y él no salió herido—. Suspiró—. Aún así le dejé unos días a solas, ellos siempre fueron los más unidos de los tres.
Jimin asintió lentamente.
Al parecer llevaban años enamorados, no se imaginaba guardar un secreto así por tanto tiempo, ya estaba cerca de explotar.
—Tiene sentido—. Concluyó, bajando del escritorio en dirección al baño, dejándole el dulce allí.
—¿Seguro que está todo bien?—. Preguntó el alfa, yendo tras él.
Jimin asintió con una sonrisa obligada, sin detenerse.
—Me daré un baño antes de dormir, no te preocupes—. Suspiró.
Yoongi dudó, pero terminó asintiendo.
—¿Quieres que te acompañe?—. Murmuró.
—No, quiero un momento a solas—. Susurró, dándose la vuelta. Pudo ver la mueca preocupada de Yoongi y se preguntó cuánto más aguantaría el secreto sabiendo que el lazo afectaría a su alfa también—. Te quiero, ¿Vale?—. Se puso de puntillas para dejarle un beso.
Yoongi le devolvió el gesto y trató de sonreír, pero algo en su pecho le decía que debía estar alerta.
—Yo también te quiero—. Le recordó.
Jimin por fin entró en el baño y suspiró, sintiendo que volvía a respirar.
Después de llenar la bañera, se hundió en el agua por completo, como si esta pudiese cubrir también su culpabilidad.
Nunca había tenido secretos con Yoongi, nunca. Incluso cuando aún se odiaban sabían cosas el uno del otro que jamás habían dicho a nadie más. En ese momento le hubiese gustado estar en aquella sala del palacio de Busan, cerca de la chimenea con su cuaderno en la mano, escuchando a Yoongi tocar el piano.
Cuando le faltó el aire, sacó la cabeza para respirar.
Comparó la sensación de ahogarse a la de pensar que el alfa podría alejarse por su culpa.
La música tradicional, la escasez de alcohol y las conversaciones en voz baja le daban a la fiesta un tono totalmente distinto a las que solían hacer en Busan. Jimin echaba de menos el ambiente de su palacio, pero como era el cumpleaños de Yoongi no se quejó.
De todos modos, a él tampoco se le veía animado y Jimin sabía que en parte podía percibir su preocupación. El alfa no dormía demasiado y se culpaba por ello, pero era por una buena causa.
Si llegaba a desvelar el secreto, podría ser desastroso. Una de las primeras lecciones que aprendió en Busan, cuando le daban lecciones sobre Daegu, era una de las leyes más importantes.
34.0 a) 1 : Ningún alfa se emparejará con otro alfa. El castigo para las parejas de ese tipo es la muerte.
Aquella absurda ley se había impuesto para perseverar, para que el reino de Daegu no se extinguiese por falta de fertilidad como había estado a punto de hacer años atrás. El abuelo de Yoongi fue el autor de esa norma.
Y en parte comprendía por qué le exigían a Jimin al menos un cachorro, pero ese tipo de normas le ponían de los nervios.
Miró a su esposo, en el trono contiguo a él. Realmente no le veía tan cruel como para hacer daño a sus amigos o destronarlo a él por ser infértil. No, el verdadero problema era el pueblo, que tenían esos ideales muy arraigados y no les importaba quién caía para seguir siendo una nación fuerte.
Y por ello guardaba aquel secreto lejos de Yoongi. No quería obligarlo a hacer algo de lo que se arrepintiera, o torturarlo con la idea de pensar qué les harían los demás a sus amigos y confidentes.
No, protegería a los tres todo lo posible, aunque no fuese fácil.
—¿Todo bien?—. Preguntó Yoongi, viendo que no le había quitado la mirada en toda la noche.
Jimin asintió con una sonrisa cálida, porque debía ser fuerte por los cuatro.
—Claro, por cierto, creo que tu regalo ya llegó—. Canturreó en voz baja.
Yoongi esbozó una sonrisa leve, mirando todo su rostro como si no hubiese nadie más allí.
—¿Qué es?
—Ah, no te lo diré, perdería la gracia—. Rodó los ojos.
Yoongi contuvo una risa para no llamar la atención y tomó su mano sobre los dos reposabrazos, dando gracias que los tronos estaban prácticamente unidos.
—¿Y puedo saber dónde está?
Jimin negó.
—¿Puedo saber algo?—. Suspiró.
—Cuando termine la fiesta te lo muestro.
—Bien.
Yoongi se puso en pie y, tras dar unas falsas excusas, anunció su retirada pero les permitió seguir con la celebración sin la presencia de amos. Como era natural, dejó a Hoseok al mando.
—Vamos—. Dijo tras aquello, tomando la mano de Jimin apresuradamente.
Este se cubrió la boca con la libre, sin creer lo que acababa de hacer.
Como dos adolescentes enamorados y cometiendo una travesura, corrieron a través de los pasillos y las escaleras hasta llegar a la última planta del castillo. Allí estaba casi todo vacío, ni siquiera habían guardias o sirvientes que los mirasen extraño por estar corriendo y riendo entre cuchicheos.
—Ven, por aquí—. Rió Jimin, estirando de él hacia una de las salas más recónditas.
—Cualquiera diría que intentas secuestrarme—. Bromeó
—No puedo secuestrarte en tu propio hogar—. Dijo, abriendo la puerta y dejando ver una gran sala.
Parecía ser una especie de almacén de arte. Habían cuadros, esculturas e incluso una fuente que ya no servía, aunque no sabía por qué la conservaban.
Y allí en medio, algo bajo las sábanas.
Jimin se acercó, estirando de la mano de Yoongi y le instó a quitar lo que cubría su regalo.
—No puede ser—. Jadeó Yoongi.
Su padre le había prohibido aquello y solamente Jimin sabía las ganas que tenía de volver a tener uno. Además aquella sala era perfecta, nadie lo escucharía tocar el piano.
—Feliz cumpleaños—. Rió Jimin, viendo su reacción en shock.
Yoongi, admirando el instrumento desde todos los ángulos, abrió la boca un par de veces pero no dijo nada.
Finalmente, se acercó a su omega y lo atrapó con fuerza entre sus brazos para darle un beso impetuoso y sentido.
—No sé cómo lo has hecho, pero gracias—. Susurró en sus labios.
Jimin había usado una carta mágica: Hoseok y Jungkook le debían algo, y ellos mejor que él sabían cómo llevar el piano hasta allí discretamente.
—De nada—. Sonrió el omega—. Haría todo por tí.
𓍢𓎗 continuará ...
💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮
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