ㅤㅤ๑ veinticinco 𓂃
ଓ ଘ ଙ
𝗠𝗲𝗺𝗼𝗿𝗶𝗲𝘀 𝗽. 𝟮!!
Habían pasado cinco días y cada vez se acostumbraban más a no necesitar otras personas a su alrededor. Podían comer a solas, conversar en voz alta, besarse sin reparos, reír sin miedo y sobretodo: ser ellos mismos.
Pero solamente les quedaban dos días de paz, y lo sabían.
En aquel tiempo no solo habían tenido ocasión de tener sexo, también habían aprovechado para tener su cita.
No necesitaban mucho, Yoongi encontró un par de velas en un cajón y el servicio les entregó la cena especial que había pedido para esa ocasión.
Jimin limpió con una toalla húmeda las sillas y la mesa del pequeño balcón que había en la habitación y después encendió las velas allí.
—Te prometo que no es pescado—. Anunció Yoongi, que llegaba con la bandeja de comida.
Las bandejas eran entregadas a través de la caja de la puerta, un sistema que implantó el antiguo rey para cuando necesitaba encerrarse allí.
La caja se abría por fuera y colocaban allí un objeto. Entonces el rey podía abrir la caja desde el interior cuando quisiera y recoger el pedido.
Jimin dio gracias al abuelo de Yoongi cuando vio aquello.
El alfa dejó las bandejas en la mesita y después levantó las cubiertas de los platos.
Al ver la cena Jimin ahogó un grito.
—¡Es comida de acampada!—. Chilló.
Yoongi colocó un dedo en sus labios, sabiendo que cualquiera podría mirar hacia el balcón desde el jardín.
—No puedo llevarte al bosque, pero es un avance—. Murmuró, tomando su mano por debajo de la mesa al estar a su lado.
—Es la mejor cena del mundo—. Afirmó el omega, casi llorando de la emoción.
Comida enlatada, nubes tostadas y barritas de cereales. Era todo lo que necesitaba para ser feliz habiéndose criado con grandes chefs en su cocina.
—Gracias, gracias—. Susurró, abrazándolo del cuello tan fuerte como pudo.
Dejó muchos besos seguidos en su mejilla, tantos que Yoongi tuvo que arrugar la nariz. Estaba impregnado de aroma a omega.
—Si actúas así por comida no me imagino cuando abras tu regalo—. Murmuró el alfa, casual.
Jimin saltó de la silla.
—¡¿Qué?!
—Bajo tu almohada—. Murmuró él, sonriente.
Jimin prácticamente corrió hacia la cama, levantado la sábana y los cojines hasta dar con un pequeño cuaderno hecho con materiales naturales. Incluso olía a pino.
El chillido hizo reír a Yoongi, que lo miraba desde el balcón bajo la luz de la Luna y las velas.
—¡Eres el mejor alfa del mundo!—. Gritó, sin importarle quién podría escuchar, corriendo a sus brazos de nuevo.
Yoongi lo rodeó fuerte y besó su cabeza con cariño.
—Hace mucho que no escribes y me gustaría leer más historias tuyas—. Explicó, calmado.
En cambio, Jimin no podía dejar de reír, allí sobre su regazo.
Esos días parecía que la Luna y las estrellas recompensaban algo bueno que hizo en su vida pasada, era realmente feliz.
—Gracias Yoongi—. Susurró cerca de su rostro—. Por todo, no sólo por la cita, por cada día que pasa... Me haces feliz—. Confesó, tímido.
El alfa sonrió e hinchó su pecho con orgullo, acariciando su espalda.
—Me gusta hacerte feliz, ya lo sabes.
Jimin asintió, rozando a propósito sus narices.
—Gracias, gracias, te quiero, eres el mejor alfa del mundo—. Besó su mejilla con ímpetu, observando el universo de sus ojos.
Yoongi se quedó en silencio, pero en ningún momento borró su sonrisa.
El omega no entendió por qué no decía nada, pero no le dió más vueltas. Hasta que recordó sus propias palabras.
—Oh, por la Luna, lo siento—. Sacudió la cabeza, totalmente avergonzado—. En realidad no me arrepiento, es sólo que... Bueno, no tienes que responder, perdón lo estoy empeorando—. Rió nervioso, alejándose.
Yoongi lo apretó contra sí para impedir que marchase y besó sus labios una vez más, firme, suave, con todo el significado del mundo.
—Te quiero, Jimin—. Susurró sobre sus carmines.
El omega curvó una sonrisa y suspiró de alivio, sin recapacitar en que había retenido el aliento hasta ese instante.
—Te quiero, Yoongi—. Afirmó por segunda vez, completamente consciente.
Lo quería, era su familia, su manada, su alfa, su esposo. Ya no podía imaginar una vida que no fuese a su lado, llena de sonrisas, peleas estúpidas que terminan en besos, e incontables horas de sentirse cálido en sus brazos.
—Te quiero—. Repitió Yoongi de nuevo, atenuando su sonrisa.
—Te quiero—. Replicó él, casi en forma de pregunta.
—Ajá, te quiero—. Rió brevemente.
—Genial, porque yo a ti también.
Volvieron a unir sus labios, pero al poco sus estómagos comenzaron a rugir de hambre, lo que les obligó a dejar el romanticismo para otro momento.
Sin embargo, Jimin no consintió en bajar de su regazo, así que Yoongi tuvo que comer con él encima. Aunque no dijo nada al respecto.
—¡Mi nariz!—. Se quejó Jimin, llevándose las manos empapadas de agua y jabón a la cara.
Yoongi, sentado tras él, rió con suavidad y le mordisqueó una de sus regordetas mejillas.
—Tu nariz ahora es mía—. Bromeó, enseñándole el puño que, en realidad, no contenía nada.
Jimin sabía que era un juego estúpido para cachorros, pero por alguna razón le divertía que su alfa lo hiciese.
Con un suspiro se tumbó sobre el pecho desnudo del alfa, formando círculos y formas en la superficie del agua enjabonada.
—Ya no podré apreciar tu aroma entonces...—. Murmuró, fingiendo tristeza.
Yoongi besó su sien y tocó su pequeña nariz, como si hubiese aparecido por arte de magia.
—Listo, ya la tienes—. Susurró en su oído, besuqueando su cara.
Jimin cerró el ojo correspondiente por el repentino ataque y dejó ir unas carcajadas, sabiendo que no tenía forma de huir de esa bañera, no si estaba rodeado por aquellos fuertes brazos.
—Apenas recuerdo ya mi aroma, alfa—. Se quejó, olisqueando la menta en el aire.
—No es necesario—. Replicó él, tranquilo y satisfecho con su hazaña.
Jimin emitió un sonido de queja y se dejó acariciar y besar por Yoongi, sabiendo que probablemente sería la última vez que podrían disfrutar de esa paz. Al despertar, volverían a sus quehaceres.
—Señor Min—. Susurró el alfa, mordiendo el lóbulo de su oreja.
El omega sintió un escalofrío recorrer su espalda y extremidades, incluída su entrepierna. No le parecía justo que pudiese causarle ese efecto con sólo agravar su voz.
—Señor Min—. Susurró de vuelta, mordiéndose el labio inferior.
—¿Sabe que es nuestra última noche a solas?—. Preguntó Yoongi.
Jimin cerró los ojos ante las caricias que recibía en su vientre y pecho, añadidos los besos y las lamidas en su cuello, cerca de la marca.
—Ajá...
—Y sabe que no soportaré verlo cerca de ningún alfa que no sea yo—. Murmuró, reteniendo un gruñido instintivo.
Jimin se estremeció.
—Supongo...
—Entonces tendré que empaparlo de mi aroma y... Tendré que reforzar esa marca—. Concluyó, suspirando detrás de su oreja.
El omega, que se sentía débil solamente por su tacto, con aquellas palabras terminó por gemir inconscientemente.
Casi admiraba la facilidad que tenía su alfa por hacer que tanto él como su lobo agachasen la cabeza y sintieran la necesidad de someterse ante él.
—Sí alfa.
Yoongi sonrió contra su piel, satisfecho.
—Sequémonos y vayamos a la cama—. Murmuró, tomando su rostro con una mano para girarlo y plantar un sonoro beso en sus labios.
Jimin sonrió ampliamente con el corazón en la cabeza, pues sabía lo que le esperaba en la habitación.
—Quien llegue último se pone abajo—. Susurró antes de salir corriendo a por una toalla.
Yoongi no tardó en hacer lo mismo, pero tardó en secarse un poco más, a propósito.
Amaba ver a Jimin sobre él, demostrando que no era un omega frágil.
Y, en el fondo, a Jimin le gustaba tener cierto control sobre el alfa.
𓍢𓎗 continuará ...
💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮
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