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𝗕𝗿𝗲𝗮𝗸𝗳𝗮𝘀𝘁!!
A la mañana siguiente, Jimin despertó con lágrimas secas en sus mejillas y ojos, además de un terrible dolor de cabeza. Ni siquiera sabía en qué momento de la noche había llorando, pero se sentía menos angustiado que por la noche.
—Alteza, debemos prepararle para el desayuno según las instrucciones del rey Min—. Anunció una de sus doncellas, seguida por los demás.
¿En qué momento ese bastardo...?
Eso solo le dio más dolor de cabeza.
—Está bien, hacedlo rápido por favor, tengo que atender al rey Min.
Y con atender, por supuesto, se refería a pedirle explicaciones.
De nuevo se hallaba vestido de los mismos colores blancos y negros, con algunas joyas de más. Sin embargo, antes de que incluso los sirvientes saliesen de allí, alguien tocó la puerta con firmeza. Jimin deseó que no fuese ninguno de los reyes que habían en palacio.
Asintió a la doncella portavoz, quién se apresuró a abrir la puerta. Al ver a Namjoon allí, Jimin suspiró de alivio.
—Necesito un momento a solas con mi hermano—. Dijo el alfa.
Automáticamente todas las personas desaparecieron de la habitación, pero Jimin no se tensó como la noche anterior. Sabía que su visita quizá no sería amistosa, pero su hermano le generaba confianza.
—Buenos días hyung~
—Ah, no intentes darme pena Park Jimin—. Alzó una ceja, adentrándose en la estancia y cerrando la puerta tras él—. Tenemos que hablar.
Jimin se empequeñeció en su atuendo, sentándose en el borde de la cama. Desde allí parecía incluso más adorable que de costumbre.
—Sé que ayer huiste del rey Min y le dejaste solo en el salón principal—. Sus brazos se cruzaron tan firmes como su voz.
Jimin tragó saliva y desvió la mirada. No se avergonzaba, pero una reprimenda de Namjoon le dolía más que de su propio padre simplemente porque en sus ojos veía decepción y no enojo. Su aroma se apagó, ya no llevaba los supresores, y el alfa pudo notarlo.
—¿Papá lo sabe...?
Namjoon negó.
—Ya puedes darme las gracias, habría sido peor. Y reza a la Luna porque el rey Min no se lo cuente—. Suspiró.
Jimin tuvo ganas de gruñir, algo que nunca había hecho. Esa persona le estaba dando más problemas en unas horas de los que había tenido nunca.
Namjoon chasqueó la lengua al ver la molestia de su hermanito. Ambos eran muy distintos en varios aspectos, pero podía comprenderlo. Por ello se acercó hasta tomar asiento a su lado y rodear sus hombros con el brazo, como cuando eran más pequeños y parecían tener todo el tiempo y las energías del mundo.
Ellos solían soñar con muchas cosas, en parte, sobre el reino. Namjoon había conseguido algunas, pero Jimin no pudo evitar pensar que él solamente podía casarse con un rey estúpido para ayudar a su reino. En parte le gustaba poder aportar algo, pero no sabía si eso le compensaba suficiente.
—Jimin—. Le llamó su hermano y él le miró—. Sé que no te agrada el rey Min, o la idea de casarte con él, lo que sea, pero va más allá del amor. Eres un príncipe, un omega, este es tu destino.
El pequeño bufó porque sabía que tenía razón y eso no le gustaba. Se negaba a pasar el resto de su vida junto a Min, de sólo pensarlo le daban náuseas.
—Lo sé, pero no puedo fingir algo que no siento, no me agrada y no lo amaré—. Explicó, mirándole con sus bonitos ojos marrones brillantes.
Namjoon hizo una mueca que acentuó sus hoyuelos. Siempre había sido apuesto, de hecho todos los Park lo eran.
—Sólo lo tendrías que hacer delante del pueblo, dentro de estas paredes o de las de su Palacio... No tenéis que fingir estar enamorados—. Se encogió de hombros.
De nuevo, tenía razón, pero esa vez Jimin no se mostró tan reacio. En realidad tenía razón. Podría casarse con él, solo era un estúpido papel con una firma y un anillo, no tenía por qué actuar. Al menos no delante de sus súbditos, pero eso siempre lo había hecho: desde apariciones incómodas hasta discursos vergonzosos que le tensaban sonrisas. Era experto en ello.
Jimin asintió y marcó un puchero en sus labios rosados, mirando al suelo.
—Si me caso con él apenas os veré...
La posibilidad de quedarse en su reino eran nulas después del casamiento. Debía vivir donde su esposo reinaba, como era lógico. Seokjin también había abandonado su hogar, aunque no tan lejano.
—Lo sé—. Asintió Namjoon, tomando aire hasta hinchar su pecho para resistir la tentación de esconder a su hermanito de las garras del rey—. Pero vendrás a visitarnos, o iremos nosotros. Jamás perderemos el contacto, ¿Vale?
Jimin asintió sin quitarse esa expresión infantil de la cara, abrazándole por la cintura y apoyando la cabeza en su pecho. Olía levemente a su omega, eso le hizo sonreír.
—Me hubiese gustado tener una relación como la tuya con Jin—. Murmuró mientras era abrazado también.
Namjoon rió apenas siendo un silbido.
—Nuestro matrimonio no es perfecto, Jiminie...
—Pero os amáis—. Le cortó, con una sonrisa triste—. Y eso es más de lo que aspiro con el rey Min—. Su voz se fue apagando gradualmente debido al nudo en su garganta, sin embargo se obligó a no llorar. No derramaria una sola gota por Min.
Namjoon también expresó tristeza en su mirada, sabía que tenía razón esa vez y no podía rebatirle aquello. Quizá jamás se amarían. Deseó poder darle eso a su hermanito; una vida junto a alguien que amase, pero no podía. Lo único que podía hacer era abrazarlo, y así lo hizo hasta que las tripas de ambos sonaron de hambre.
—A desayunar—. Comunicó Jimin, un poco más calmado.
—Sí, esto... Se supone que debes acompañar al rey Min al salón principal—. Dijo el mayor, con expresión de disculpa, mientras se levantaban de allí.
Jimin bufó y recordó de pronto su dolor de cabeza.
—Es como un grano en el culo—. Murmuró para sí.
—¡Jimin!
—¡Perdón!—. Rió suavemente sin poder evitarlo—. Está bien, adelántate, iré a por el rey—. Accedió con cansancio.
—Está bien, os esperaremos abajo—. Asintió Namjoon, besando su frente en despedida.
En cuanto el alfa abandonó la habitación, Jimin tuvo que inhalar y exhalar aire una y otra vez para no perder la poca paciencia que le quedaba. Tras eso, también salió de allí. Le habían indicado cuál era su habitación, aunque no lo recordaba, pero no lo necesitó ya que Yoongi apareció tras la esquina unos segundos después, acompañado por aquel tal Hoseok y otro alfa que parecía ser importante.
El rey emitió un sonoro gruñido al ver a Jimin, quién no se contuvo en mostrar su desagrado con un ceño fruncido. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Yoongi despachó a los dos alfas que lo acompañaban con apenas un movimiento de cabeza.
En tanto desaparecían entre murmullos, Yoongi y Jimin se mantuvieron la mirada de forma molesta. Este último fue quien habló cuando los alfas estuvieron lejos.
—¿Encontró su habitación?—. Preguntó con el tono de voz más dulce que supo poner, aunque su intención no era agradable.
Min emitió una sonrisa sarcástica, mirándole con unos ojos acusadores.
—Tienes suerte de que no estemos en mi reino o ya habrías recibido un castigo por tu osadía, alteza—. Masculló.
Jimin rodó los ojos y se cruzó de brazos, no dispuesto a dejarse intimidar por mucho que el rey fuese un alfa realmente temible.
—¿Se supone que debo darte las gracias?—. Alzó una ceja, atreviéndose a tutearlo.
—Se supone que debes ser un buen omega y agachar la cabeza en silencio—. Replicó.
En realidad el lobo de Jimin se encontraba en una situación parecida, pero no dejaría que ese bicho se saliese con la suya.
—Te daré una pista: no soy como el resto de omegas—. Bufó.
—Oh, eso ya puedo verlo, descuida—. Gruñó Yoongi, acercándose un paso más—. Pero no me importa, si no lo eres por las buenas serás por las malas.
Jimin abrió la boca para responderle del mismo modo, pero una sirvienta los interrumpió.
Miraron a la beta inclinarse antes de hablar, paralizados como si los hubiesen pillado con una bomba en sus manos.
—Perdón por la intrusión, les esperan en el salón para el desayuno...
Ambos se miraron mutuamente y, de haber sido telepatía, sonrieron como si nada hubiese pasado.
—Claro, en seguida bajamos—. Asintió Jimin con toda la calma que pudo.
La beta desapareció rápidamente tras una segunda inclinación y de nuevo sonó un gruñido de Yoongi. Esa vez era al unísono de tenderle su brazo al omega.
—Le sigo teniendo respeto a tu padre, finge que eres feliz por un segundo—. Gruñó.
Jimin enlazó su brazo de mala gana, malhumorado por el dolor de cabeza y el alfa.
—Si no fuese por ti no tendría que fingir, piénsalo—. Se quejó.
Yoongi fingió una risa a su comentario y después tiró de su brazo para caminar.
El resto de los minutos fueron silenciosos, solamente miraban al frente con caras serias, no tenían nada más que decirse.
Al llegar al salón, la mesa estaba completa salvo por ellos dos. En la cabeza estaba el rey Park, y en la otra punta había una silla para Min. A su lado, por supuesto, esperaba la de Jimin.
Quizá fue por molestarlo aún más, como una especie de juego, cuando Yoongi lo acompañó y hasta retiró su silla para acomodarlo caballerosamente. Jimin le agradeció con una sonrisa falsa. Seokjin captó eso, pero no obtuvo nada cuando miro al otro omega en busca de respuestas.
—Bien, desayunemos—. Indicó el rey Park cuando Min se hubo sentado al fin.
Todo el mundo se propuso comer con normalidad, pero la familia Park se sorprendió cuando Jimin prácticamente devoró lo que había en su plato.
—Tengo hambre—. Se excusó al alfa mayor, evitando la mirada de su prometido.
—Me alegro, come—. Asintió él, perplejo.
Todos menos Yoongi, Hoseok y el otro alfa estaban perplejos. Mientras, Jimin miraba concentrado su plato, comiendo con la rabia de saber que tendría que pasar los próximos días junto a Min. Este último solamente comía sin ninguna expresión aparente en su rostro.
Namjoon y Seokjin intercalaron una mirada cómplice. Hoseok comía tranquilo, Taehyung miraba a este como si buscase algo, mientras que el alfa restante miraba al beta.
Entre alguna conversación casual, sobretodo entre ambos reyes, el desayuno llegó a su fin y eso significaba que Jimin y Yoongi debían pasar tiempo juntos, para eso había viajado el rey.
Sin esperar demasiado, el alfa indicó con un gesto que lo siguiera, aunque no conocía el Palacio. Abandonaron el lugar con rapidez, por fin pudiendo dejarse de cortesías innecesarias.
—¿A dónde vamos?—. Preguntó Jimin, sabiendo que el contrario no se conocía el lugar.
—Han dispuesto una sala privada para ambos durante estos días, pasaremos la mayor parte del tiempo allí, según entendí—. Explicó el alfa con pereza, tendiéndole su brazo de nuevo.
Jimin le miró con hastío y juntó sus manos en la espalda para andar, rehusando su tacto.
—Bien, contra antes empecemos, antes acabaremos—. Bufó.
El alfa gruñó, aunque estaba de acuerdo.
Y pese a que esos días podrían ser relativamente cortos, ambos pensaron después en que su matrimonio sería hasta la muerte.
Ambos suspiraron.
𓍢𓎗 continuará ...
💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮
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