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ㅤㅤ๑ treinta y uno 𓂃


ଓ ଘ ଙ

𝗜'𝗺 𝗯𝗮𝗰𝗸!!

Era uno de los días más esperados en el reino de Busan; el cumpleaños del heredero.
Namjoon ni siquiera quería recordar que cada vez era más mayor, además las fiestas en palacio conllevaba mucho trabajo y preparación, pero aquella vez estaba más alegre en esa fecha sólo por poder recibir a Jimin de vuelta.

El omega viajaba en el mismo trnasporte que Yoongi, y ambos habían dejado atrás la frontera hacía bastante, por lo que sus piernas se movían nerviosas.

—¿Queda mucho?—. Preguntó por enésima vez, recibiendo una mirada cansada de su esposo.

—Si te duermes el tiempo pasará más rápido—. Respondió entre dientes.

Jimin se llevó una mano al pecho, fingiendo ofensa.

—¿Soy yo o siempre que estás en mi reino te vuelves gruñón?—. Comentó, malhumorado por su actitud.

El alfa se quejó por lo bajo, mirando hacia el exterior con cansancio. Jimin no le había dejado dormir casi con la emoción del viaje.

—Hace más calor aquí, odio esta temperatura—. Refunfuñó—. Además tu reino es Daegu, omega—. Le recordó con un gruñido final.

Jimin rodó los ojos, pensando que debía haber algo más que el tiempo para ponerle de ese humor, pero ese gesto le mareó un poco.

—Como sea, a la vuelta iremos en transportes distintos—. Murmuró, cruzándose de brazos.

Yoongi le miró de reojo, observando su puchero enfurruñado con una sonrisa contenida.

Unos minutos después, tras un poco de silencio al fin, el carro fue realentizando y serpenteando por un camino de piedra que Jimin conocía a la perfección. Cuando se detuvo por completo, no esperó a que abriesen la puerta por él como dictaba el protocolo, solamente salió de allí y corrió a los primeros brazos que vio, que lo alzaron con fuerza.

—¡Tete!—. Chilló con emoción, ignorando las fotografías que podrían sacar. Estaba contento de ver a su familia, no le importaba el reglamento ni su mareo.

—¡Por fin estás aquí!—. Celebró el beta, apretándolo tan fuerte que Jimin pensó que lo ahogaría—. Uh, hasta yo noté el olor—. Se quejó en un susurro, tras acercarse a su cuello.

El omega se aguantó una carcajada. Yoongi lo había prácticamente bañado en su aroma antes de salir de Daegu, a parte de asegurarse que la marca estuviese intacta, aunque Jimin disimuladamente la había cubierto un poco con el cuello de su atuendo.

—Eh, déjame un poco de Mimi a mí—. Se quejó Jin, a su lado.

Jimin dejó un besito en la mejilla de su hermano y en seguida se dirigió al otro omega, reteniendo un grito al ver la gran curva de su barriga, nada disimulada en el traje.

—Madre Luna, voy a llorar—. Susurró sin poder contenerse.

Tras ellos se escuchaban los pasos de Yoongi y los sirvientes que ayudaban al traslado, que aunque fuese unos pocos días era igual de importante.

—No llores Mimi—. Rió Jin—. Dame un abrazo, que no soy de cristal.

Ambos se unieron, aunque con cuidado, entre los brazos del otro. Jimin notó el aroma dulzón en él gracias a la cachorrita que llevaba, era realmente adorable. Además, Jin tenía un brillo peculiar en su rostro, estaba aún más guapo de lo habitual.

—Te he extrañado—. Susurró Jimin.

—Nosotros también—. Respondió él, acariciando su barriga en cuanto se separaron.

—¿Sientes patadas?—. Preguntó con curiosidad, dudando en si podía tocarle o no.

—Sí, en cuanto entremos te muestro—. Le sonrió Jin, recordándole de pronto todas las cámaras que presenciaban la vuelta del tercero de los Park.

Jimin asintió y con la misma ilusión se acercó a Namjoon, que ya estaba preparado para un abrazo fuerte. Aunque, esa vez, Yoongi no le quitó la mirada de encima.

—Feliz cumpleaños~

—No me lo recuerdes—. El mayor rodó los ojos, aunque en sus labios había una sonrisa—. Me alegra tenerte de vuelta—. Aseguró, revolviendo su cabello con la mano.

Jimin se apartó para peinarse al instante, sonrojado.

—¡Ya no soy un cachorro!—. Se quejó en un murmullo, evitando mirar a las cámaras o a Yoongi.

Este último admiraba la escena a una distancia prudencial, tras haber saludado a todos con inclinaciones educadas, conteniendo una sonrisa por la actitud alegre del omega. Le gustaba verlo así.

—Pero sigues siendo enano—. Le retó Namjoon, que no sabía otro modo de expresar su cariño.

—Un enano que se hizo rey antes que tú—. Murmuró por lo bajo Jimin, arrugando la nariz de forma juguetona.

Namjoon alzó el índice en su dirección, dispuesto a replicar, pero el rey Park se interpuso entre ambos para recibir a Jimin, terminando con el comportamiento infantil de los hermanos.

—Debes estar agotado—. Susurró su padre, dándole unas palmadas en la espalda—. Vayamos dentro.

Acto seguido los guardias abrieron los portones del palacio, dejando que el personal llevase con rapidez el equipaje, antes que los invitados llegasen a las habitaciones. Le hubiese gustado hablar con más calma, pero entendía los motivos.

Ellos entraron sin prisa, encabezados por un alegre Taehyung, dándoles tiempo para dejarlo todo listo. En el recibidor Jimin saludó a Hyunjin, aunque no sabía por qué seguía allí, y a su noona, que no tardó en encerrarlo con sus fuertes brazos.

—¡Mi pequeño cachorro ya está en casa!—. Se alegró ella, aunque al olisquear su cabello esbozó una mueca—. Quizá ya no tan pequeño.

El omega rió contra su mejilla antes de dejarle allí un beso. La había extrañado, era como su segunda madre, aunque con la edad que tenía podría ser su abuela.

—No lo soy, noona—. Murmuró con dulzura—. Pero siempre seré tu cachorrito.

La kappa asintió satisfecha, acariciando su cabello aunque para ello tuviese que estirar su mano de más. Jimin era algo más alto.

—Te tengo preparado un plato especial hoy—. Confesó, guiñándole un ojo.

—¡Qué ganas tengo de volver a comer aquí!—. Exclamó Jimin, quizá algo más dramático de lo habitual, dejando parte de su peso en los brazos ajenos.

Sus hermanos rodaron los ojos al unísono, como si estuviesen conectados, pero los demás parecían encantados con la escena. Incluso Yoongi, que lo había seguido de cerca, parecía haber olvidado su mal humor.

—Bueno, ponte bien, que el rey Min pensará que tienes cinco años—. Se quejó la cocinera, aunque le soltó a regañadientes.

Jimin entonces se enderezó y se cercó un poco más a Yoongi, que en seguida rodeó su cintura con el brazo para pegarlo a él. Aquello hizo que Namjoon, Jin y Taehyung se quedasen boquiabiertos, pero se sorprendieron más por el hecho de que Jimin no se quejase o intentase huir de él.

—No lo descarto—. Comentó Yoongi, que aunque no terminaba de sonreír se le veía animado.

El omega soltó una risita baja a su lado, acercándose a rozar su nariz con su mejilla. Aquello hizo sonreír al rey Park, por fin parecía haber calma entre ambos. Sin embargo, el resto de la familia se veía perpleja ante la escena.

Yoongi besó finalmente la frente de su omega, antes de abandonar su lado por primera vez desde que llegaron para dirigirse al mayor de los hermanos.

—Si no les importa, he de tratar algunos asuntos con su alteza—. Murmuró en la más formal de sus voces, haciendo un recorrido con la mirada.

Jimin no necesitó más para comenzar a retirarse, ya estaba acostumbrado a las horas de trabajo y los asuntos confidenciales de su marido. Su padre les dio el visto bueno y se disculpó, desapareciendo unos segundos más tarde.
Después Namjoon guió a Yoongi en la dirección opuesta donde, según recordaba Jimin, estaba su despacho.

Entonces el personal se fue dispersando, algunos preparando la estancia de los monarcas, otros volviendo a sus quehaceres cotidianos y la mayoría yendo a preparar lo necesario para la comida.

Noona se despidió de Jimin con un apretón en su mejilla derecha y tras ella se fue Hyunjin. Cuando pensó que se había quedado a solas con su hermano y su cuñado, una beta apareció de la nada.

—Majestad—. Interrumpió con cuidado, inclinándose, pese a que Jimin la conocía de años de servidumbre—. ¿Deberíamos alistar ya las habitaciones de los consejeros del rey Min?

Hoseok y Jungkook aún no habían llegado. Había habido un problema con su transporte, aunque por supuesto debían llegar en algún momento, así que asintió. Él no tenía consejeros, mano derecha o algo por el estilo. Simplemente no lo veía necesario, cuando necesitaba algo ahí estaba Hoseok, por lo general.

—Está bien, seguro llegarán igual de cansados que nosotros—. Aseguró.

Tras aquello la sirvienta se volvió a inclinar según el protocolo y a pasitos cortitos pero rápidos se alejó por dónde había llegado.

—Vaya, eso de majestad suena demasiado fuerte para ti—. Murmuró Taehyung a sus espaldas.

Jimin se giró con los brazos en jarra, fingiendo enojo.

—¿Disculpa? Arrodíllate ahora mismo—. Bromeó.

Sin embargo, su hermano se acercó directo a estrechar sus mejillas como noona solía hacerlo.

—Pero si eres un omega chiquitito—. Rió, sabiendo que eso le molestaba.

—¡Suéltame, Tete!

Jin rodó sus ojos y se acercó a ambos, acariciándose por inercia el vientre. Por un momento todo se sentía correcto, como si el tiempo no hubiese pasado entre ellos. Los más jóvenes teniendo peleas estúpidas y él vigilando como el adulto que era.

—En realidad... Majestad te sienta bien, Mimi—. Afirmó en un murmullo, ocasionando que dejasen de forcejear con sus manos para mirarlo—. Has madurado en estos meses.

El apelado notó cómo el calor ascendía a sus mejillas de forma repentina. Vergüenza no sentía con ninguno de aquel par, pero al pensar en los posibles motivos de su crecimiento quiso esconderse.

—Sólo... He aprendido a vivir como un omega casado, supongo—. Susurró, alzando un poco su mano para observar la alianza en su anular—. Ves las cosas de distinta forma con un alfa a tu lado.

Jin asintió, totalmente de acuerdo con ello, pero Tae hizo una mueca molesta.

—¿Ya admitirás que sí te gusta Min Yoongi?—. Murmuró con la boca pequeña.

Aquello hizo reír a Jimin con una pequeña carcajada.

—¡Ya te dije que sí en la carta! ¿Qué más quieres?—. Se quejó con un puchero.

—¡Oh!—. El beta abrió sus ojos y formó una O con los labios, igual que Jin a su lado—. ¿Es de verdad? ¿No es...? ¿Lo dices en serio?

Fue el turno de Jimin para rodar sus ojos, pero debido a la timidez de una confesión así, se dio media vuelta en dirección a los aposentos reales, suponiendo que allí estaría la suya, como siempre había sido.

—¡Mimi!

Ambos lo siguieron con pasos rápidos, sin importarles la rojez de su rostro como signo evidente de una respuesta afirmativa.

—¿De verdad te gusta él?—. Preguntó Jin.

A Jimin le hubiese gustado decir que no. No le gustaba. Realmente estaba enamorado de él. ¿Qué sería de su vida sin Yoongi? Sólo de pensarlo le entraban náuseas y escalofríos por todo el cuerpo, además de que su lobo era insufrible cuando pasaban más de media hora separados.
Sí, amaba a Yoongi, a su alfa.

—Uh, qué más os da—. Replicó malhumorado, subiendo a pisotones las escaleras.

Justo en aquel instante dos pares de zapatos se cruzaron en su visión y antes de poder distinguir los que eran más tradicionales, el aroma a menta inundó sus fosas nasales.

Cuando alzó el mentón y miró en la dirección de aquellos ojos felinos que pertenecían a Yoongi, Jin y Taehyung supieron la respuesta a sus preguntas. Ese brillo no podía significar otra cosa que un enorme y llamativo sí.

—Oh—. Murmuró el rey—. Estaba por buscarte.

Al oír aquello Jimin sonrió, olvidando por completo dónde estaban.

—Estoy cansado, iba a nuestra habitación—. Explicó, subiendo los escalones que los separaban.

En cuanto pudo tenerlo prácticamente a su altura, suspiró. ¿Cuándo había retenido el aire?

—Descansemos entonces—. Asintió Yoongi, teniéndole su mano.

No dudó ni un segundo en tomarla, enlazando sus dedos con todo el cariño del mundo, sintiendo la calidez peculiar de su alfa envolverlo.

—Si nos disculpan—. Dijo Yoongi, girándose hacia el resto para inclinarse apenas.

Jimin lo siguió, no sin sacarle la lengua en una mueca a Taehuyng, quien se la devolvió con diversión. Después miró a Namjoon, que se había quedado pensativo, con sus ojos en el enlace de sus manos mientras tomaba a Jin de la cintura.

—¿Qué habitación nos asignaron?—. Preguntó, fingiendo no haber visto su sorpresa.

Realmente no entendía por qué era tan descabellado desarrollar sentimientos por alguien con quien pasabas prácticamente todo el día y la noche.

Entonces recordó sus días de amargura antes de la boda, como al principio había rechazado tanto la idea que había dejado de comer, y lo comprendió.

—Tu antigua habitación—. Respondió el mayor de los hermanos—. Está tal y como la dejaste, al fin y al cabo esta siempre será tu casa.

Ambos sonrieron, pero Jimin sintió una punzada extraña en su corazón. No podía asociarla a nada, así que dejó pasarlo, no tenía motivos para que eso le entristeciera.

—Mi segunda casa, en realidad—. Replicó por incercia, en un susurro.

Después se giró hacia Yoongi para seguir subiendo las escaleras, recibiendo de su parte una sonrisa cálida.

Entonces el dolor en su pecho desapareció.

𓍢𓎗 continuará ...

💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮

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