ㅤㅤ๑ treinta y siete 𓂃
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𝗪𝗵𝗶𝘀𝗽𝗲𝗿𝗶𝗻𝗴!!
Jimin y Yoongi habían llegado a un acuerdo, cosa que les sorprendió a ambos porque apenas tardaron en decidirse. No querían eclipsar el nacimiento de la pequeña JungEun, así que preferían anunciar el embarazo más tarde, cuando todo el mundo se hubiese acostumbrado a la recién nacida.
Sin embargo, los síntomas de Jimin se hacían más fuertes conforme pasaban las horas allí y sentía la urgencia de volver a casa, así que prepararon todo para volver al día siguiente.
Por supuesto, aún tenía una conversación pendiente con su hermano, así que tras dejar a su alfa en la sala contigua con una mueca asqueada y un gruñido celoso, Taehyung y él se quedaron a tomar té en la sala para ello. Lo único que le había salvado para quedarse a solas con su hermano era la naturaleza beta del mismo.
—¿Te encuentras bien?—. Preguntó este, sentándose a su lado en el sofá.
Jimin tenía náuseas desde hacía unas horas, pero había logrado contenerlas lo mejor posible.
—Claro, creo que comí demasiado al mediodía—. Se excusó, cosa que era cierta.
Ni Taehuyng ni el rey Park o el propio Yoongi le habían visto engullir con tanta rapidez, pero al último no le extrañó.
—Tendrás que hacer ejercicio para bajarlo—. Murmuró Tae, dándole unos toques suaves en la cabeza.
Jimin le sonrió y juntó su taza con la del contrario para brindar; siempre lo hacían con el té aunque no hubiese razón aparente. Realmente eran pocas las veces que conversaban de forma seria.
—Podríamos ponerle whisky, sabe bien—. Comentó el beta, sorbiendo el humeante té.
—¡No!—. Replicó él al instante. Después carraspeó para disimular y ganar tiempo para una excusa—. Aún es demasiado pronto y estoy lleno, me sentaría mal.
Taehyung alzó una ceja. ¿Desde cuándo su hermanito se quejaba por tomar alcohol?
No le dio más importancia, tenían cosas más importantes de las que hablar.
—Esto... Mimi, en la fiesta quería decirte algo pero no pude—. Le recordó, recibiendo un asentimiento al instante—. Tiene que ver con aquella conversación que tuvimos hace meses, antes de tu boda. Cuando me preguntaba si papá querría casarme con alguien por beneficios... ¿Recuerdas?
Jimin emitió un sonido afirmativo y dejó la taza de té en la mesilla que tenían en frente. Sabía que el rostro de su hermano anunciaba un comunicado importante, de lo contrario habrían bromeado con acento británico al beber.
—Lo recuerdo—. Murmuró, instándole a seguir.
Taehyung vaciló, pero terminó por dejar también la taza en la mesilla y así poder jugar con la tela de su camisa.
—Esto... He conocido a alguien-
—¡Eso es fantástico!—. Saltó Jimin, sin poder evitar agitarse al escucharlo.
El beta le dirigió una mirada que le invitó cordialmente a dejarlo hablar y él frunció los labios.
—Hay un pero. Bueno, varios. Primero de todo... No es de Busan—. Suspiró, apartando la mirada al suelo con melancolía—. Segundo... No es de la misma clase social que nosotros, o al menos que la mía—. Jimin asintió, aún dejándole terminar para sopesar los contras—. Y por último, es un beta al igual que yo.
—Oh, así que es un y no una—. Anotó el omega, con el único propósito de animarle un poco.
No era la primera vez que se encontraba con esa clase de conflicto, antes de encontrarse con su destinado Namjoon estuvo saliendo a escondidas con una omega, se llamaba Jisoo. Se querían, o al menos se tenían cariño, pero como sus lobos no terminaban de aceptarse, Joon no se opuso demasiado a la separación de su padre al enterarse; jamás habría dejado a una plebeya casarse con su heredero.
Jimin y Taehyung se encargaron en secreto de consolar a la omega, incluso se aseguraron de que estuviese bien hasta el día de su boda. Namjoon se alegró por ella y poco después conoció a Jin. El resto es historia.
—No es lo importante—. Replicó Taehuyng, sonrojado—. Papá lo alejará de mí, no dejaría que me casase con alguien que ni siquiera tiene un reino que ofrecerme—. Susurró—. Y menos un beta, sabes que no somos fértiles.
Jimin advirtió el nudo en su garganta por su tono de voz, así que no dudó en estirar sus brazos y arroparlo con ellos. No importaba quién fuese el mayor entre ambos, sentía que debía protegerlo y ello implicaba hacer lo posible porque obtuviese felicidad.
—¿Cuál es su oficio?—. Preguntó, quizá podría ascender de estatus, al menos un poco. Debía considerar cualquier factor.
Taehyung dejó un pequeño silencio mientras apoyaba la frente en el hombro del menor, luchando por contener las lágrimas.
—Está en el sector de arte, pero últimamente... Acepta trabajos de sirviente, no tiene muchas opciones—. Murmuró.
Jimin tragó saliva mientras acariciaba y palmeaba su espalda a modo de consuelo, sabiendo que los contras ganaban por el momento.
Tuvo la intención de acariciarse el vientre pero se retuvo. ¿Y si hubiese sido él? ¿Y si Yoongi hubiese sido un sirviente? Desde luego no se habrían conocido, o al menos no tan íntimamente, pero estaba seguro de que de algún modo u otro se habría enamorado de él.
Taehyung quería estar con alguien de menor clase, alguien que tampoco podía darle linaje, ¿Tan malo era?
Por supuesto que no, no si le hacía feliz.
—Está bien—. Lo calmó, notando gotas caer en la tela de su hombro—. Encontraremos una forma, te lo prometo.
El beta se separó un poco para limpiarse los ojos y mejillas rosadas, sin siquiera poder devolverle la mirada.
—Necesito una salida, de verdad quiero estar con él Mimi, no te imaginas cuánto—. Farfulló contra sus manos, que aprisionaban su rostro—. Yo- yo le amo.—. Susurró finalmente, rompiéndose.
Jimin retuvo el aire unos instantes, porque nunca le había escuchado decir aquellas palabras. Taehyung estaba realmente enamorado de esa persona, y podía ver lo mucho que le dolía pensar en estar lejos de él.
Sabía lo que sentía, también le daba pánico imaginarse sin Yoongi. No podía permitir que alejasen a su hermano de quien quiera que fuese su amado.
Con cuidado llevó sus manos a las contrarias para apartarlas y hacer que le mirase, observando sus ojos rojizos al igual que la nariz y las mejillas húmedas.
Si solamente pudiese entregarle un reino...
Tragó saliva.
—Tete—. Le llamó con suavidad, limpiándole las lágrimas—. ¿De veras quieres estar con él?—. Preguntó.
Debía estar completamente seguro, porque lo que estaba a punto de propornerle podría salirle caro a ambos si no daba resultado.
—Mimi, estoy enamorado de él, le amo, de verdad lo hago, y él me ama, él...—. Hizo una pausa, buscando algo en su bolsillo del pantalón. De ahí sacó una joya, un anillo de compromiso plateado, sin ningún diamante ni piedra preciosa, pero bonito y puro—. Se gastó todo el dinero de su último encargo para comprarlo.
A Jimin se le cayó la mandíbula de verlo, tomando rápidamente el anillo para comprobar si era real o se trataba de un sueño. A pesar de no llevar ningún mineral se podía notar lo costoso que era, al menos para alguien de clase baja o media. Debió de ser un gran encargo, para alguien importante.
—¿Qué...? ¿Estáis casados?—. Farfulló—. ¿Y no me invitaste a la boda, pedazo de-?
—¡No lo estamos!—. Rió el beta en lo que calmaba sus sollozos, recogiendo la alianza para ponerla en su anular—. Sólo me lo pidió, pero acepté sin pensar en nada más y... No creo que sea posible-
—Bobadas—. Replicó Jimin al instante—. Si quieres casarte y vivir con él, lo harás, solamente... Dame tiempo, ¿Podrías?
Taehyung escrutó su rostro con duda, vaciló pero terminó por asentir.
—Verás... Yoongi me regaló algo cuando nos conocimos—. Comenzó Jimin—. Sé que es mi regalo de cortejo, pero te prometo que él lo entenderá, y veo que es la única opción, Tete.
El beta frunció el ceño, pues no recordaba su regalo, solamente la rabia con la que su hermano lo había aceptado sin más remedio. Aún se le hacía extraño verlos tan... Felices, o siguiera escuchar el nombre de pila salir de los labios de Jimin.
—¿Qué te regaló?—. Preguntó, estrechando sus manos con fuerza.
El omega tomó aire.
—Una isla. Soy el único propietario de ella, nadie puede salir ni entrar sin revisión ni mi permiso, estaríais a salvo allí—. Explicó lo mejor que pudo, de forma atropellada.
Taehyung no dijo nada, al menos no de inmediato, sino que se dedicó a procesar la información con una sonrisa incrédula.
—La maldita isla, te regaló una puta isla—. Murmuró, acordándose.
Jimin se avergonzó al instante. Uno de los motivos por los que no le había gustado ese regalo fue por lo pretencioso y narcisista que sonaba.
Sin embargo, ahora que conocía a Yoongi simplemente lo veía con otros ojos, porque sabía que su alfa no era ninguna de esas cosas.
—Solamente tendría que tramitar el visado, pero está en el territorio de Daegu, así que tendrías que esperar un poco—. Murmuró, dudoso.
Taehyung no titubeó esa vez, se echó a sus brazos con ímpetu, atrapándolo en un cariñoso y agradecido abrazo.
Jimin se removió sutilmente para no aplastar su barriga al devolvérselo.
—Gracias, gracias, ¡Gracias!—. Exclamó repetidamente.
El omega sonrió e incluso dejó un sonoro beso en su mejilla.
—Haría lo que fuese por ti, lo sabes.
Taehyung asintió, dejándole libre al fin, sólo para devolverle el afecto en su sien.
—Y yo por ti, hermanito, te prometo que estás invitado a la boda—. Murmuró con una gran sonrisa rectangular.
—Más te vale—. Concluyó Jimin.
Por suerte saldría de Busan al día siguiente, pero le sería difícil hacer el trámite sin hablarle de aquello a Yoongi. Quizá podría contar con Hoseok, a él no le importaría hacer algo y ni siquiera preguntaría, era un buen amigo.
—Iré a decírselo a Hyun- a hyung—. Farfulló el beta, levantándose rápidamente del sofá.
—¡Alto ahí!
Jimin era muchas cosas, entre ellas despistado. Pero no era estúpido.
—¿Está aquí? ¿Cómo se llama?—. Cuestionó rápidamente, levantándose tan repentinamente que la habitación le dio vueltas pero intentó disimular.
El rostro de su hermano enrojeció enseguida, pareciendo un tomate andante. Ni siquiera se giró a mirarlo.
—Él eh- eh-
—Venga, lo sabré tarde o temprano—. Le instó el omega, caminando más despacio.
—Es... Él... Es Hyunjin—. Confesó Taehuyng, suspirando.
—¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía!—. Celebró Jimin, ganándose una mirada sorprendida de su hermano—. Sabía que te traías algo entre manos, pero no sabía si era con él o con Felix.
El beta chasqueó la lengua, pero se podía entrever una sonrisita en sus labios. De haber tenido un mejor estado Jimin habría saltado de la emoción.
—No puedo ni tener secretos ya—. Taehuyng rodó los ojos.
Jimin entonces se adelantó hacia la puerta con cuidado, abriendo esta misma con calma.
—Anda, ve con tu príncipe azul—. Bromeó.
Taehyung rió por lo bajo, tratando de parecer tranquilo a pesar de llevar el rostro completamente encendido.
Ambos salieron a la vez por el amplio espacio y casi al unísono se asustaron por las tres figuras que esperaban a unos metros de allí: Yoongi, Hoseok y Jungkook, el trío de oro para Jimin.
—Nos vemos en la cena—. Murmuró Taehyung, besando su mejilla en despedida, sin apartar la mirada de ellos.
De sólo pensar en la comida le entraron náuseas, así que sintió brevemente sin mediar palabra.
Cuando el beta desapareció, los tres se fijaron en Jimin, pero conforme él se acercaba a Yoongi, más estabilidad perdía. Los consejeros hicieron una reverencia al unísono, pero él ni siquiera pudo devolverla, alzó una mano para que esperasen y prácticamente salió corriendo en dirección contraria.
Se sabía ese palacio como la palma de su mano, así que aún con sus ojos casi cerrados de la angustia y el mareo pudo encontrar el pasillo y el primer baño. Por suerte llegó a echar la comida en el váter y no otro lugar.
Tras él entró Yoongi, con pocos segundos de diferencia, y se dedicó a apartar su lacio cabello para que no le estorbase.
—Tranquilo, estoy aquí—. Murmuró en su oído, besando repetidas veces su sien.
Jimin temblaba de pies a cabeza, y aún cuando hubo terminado de echar todo, su rostro seguía reflejando náuseas. Sus oídos opacaron el sonido con un zumbido constante, pero pudo ver de reojo a los dos consejeros decirle algo a Yoongi desde la puerta. Este no reaccionó muy bien, pudo notar la vibración de un gruñido.
Quería saber qué pasaba, por qué su marido parecía tan enojado mientras le acariciaba con todo el cariño del mundo. O por qué Jungkook prácticamente tiraba de Hoseok en dirección opuesta con la cabeza gacha. O por qué este último apretaba sus puños con rabia.
No supo ninguna respuesta, al menos no en ese instante, pues aunque quisiera hablar terminó cayendo como peso muerto en los brazos de Yoongi, completamente inconsciente.
𓍢𓎗 continuará ...
💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮
No es por alarmar a nadie, pero quedan pocos capítulos para acabar 💜
Por cierto, sobreviví al concierto en el cine y además hice dos amigas armys, ¿Alguien de aquí fue? Os leo 👁️
¡Nos vemos en el próximo capítulo!
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