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ㅤㅤ๑ ESPECIAL NAVIDAD 𓂃


ଓ ଘ ଙ

𝗪𝗵𝗮𝘁 𝗶𝗳...!!

Cuando Taehyung terminó de explicarlo, Jimin dejó el papel de regalo a un lado y le miró. Estaban envolviendo los presentes de Navidad para Namjoon, podrían haberlo dejado en manos del servicio, pero les gustaba hacerlo ellos mismos.

La caja estaba a medio terminar, pero al rubio poco le importó.

—¡¿Qué?!—. Chilló.

Tae cubrió su boca rápidamente, instándole a que callase por si alguien les escuchaba fuera de su habitación.

—¡No es para tanto! Namjoon ya se casó y el siguiente soy yo, sabíamos que tarde o temprano papá me comprometería—. Suspiró el mayor de los omegas.

Jimin apartó su mano de un manotazo para hablar de nuevo. En momentos como aquel lo sentía menor, y su ceño no podía evitar fruncirse. ¡Su hermanito comprometido! Y no con cualquiera...

—¡Pero...!—. Taehyung le lanzó una mirada, entonces bajó su tono—. Pero el rey Min es... Es... No puedes casarte con él, ¿Sabes lo que se dice por ahí?—. Sus ojos se abrieron de recordar todas aquellas historias, en especial sobre la cicatriz de su ojo.

Jimin nunca había visto al rey Min Yoongi en persona, ni sabía apenas cómo era, pero confiaba en sus instintos y algo le decía que no podía dejar que su hermano se casase con él.

—No importa Mimi, no tengo opción—. Bufó Tae.

El rubio calló entonces, porque sabía que tenía razón.

Entonces ambos siguieron envolviendo sus regalos en completo silencio, solamente escuchando la lluvia en el exterior.

Cuando el rey Min llegó al palacio, le regaló a Taehyung en forma de cortejo oficial, frente a todos, una isla. Una. Isla.
Jimin quiso echarlo a patadas, pero solamente esperó a que todo terminase para marchar a los jardines y despejarse.

Al fin y al cabo, no era su prometido, no tenía por qué ver esa cara amargada suya. ¿Por qué parecía molesto todo el tiempo, con ese ceño fruncido? Eso sólo avivaba su desconfianza en él.

Afuera el sol brillaba bastante, a pesar del frío. El jardín estaba decorado con lucecitas de distintos colores y algún que otro adorno más en los árboles. Eso le daba calidez a Jimin, quien amaba la Navidad.

Se sentó en un banco de piedra, cerca de donde los pajaritos descansaban para beber agua de la pequeña fuente, y cerró sus ojos, calentándose con el Sol de invierno.

Se escuchaba el canto de las aves, el agua correr, el viento moviendo las hojas de los árboles... Podía oler el agua, el césped recién cortado, las flores, la menta... ¿La menta?

Abrió los ojos en busca de esa planta, sin recordar haberla visto antes. Sin embargo, lo que encontró fue al monarca recién llegado caminar hacia él. Apartó su mirada.

—Alteza.

—Majestad.

Ambos compartieron miradas por primera vez desde que Min llegó. Sus ojos eran felinos, intimidantes, pero a Jimin no le afectaron en lo más mínimo.

—¿Sabe dónde está su hermano?—. Preguntó él.

—¿Cuál de ellos?—. Preguntó Jimin, con sorna.

—Mi prometido—. Replicó Min, borrándole la expresión.

—En sus aposentos, lo siento, seguramente esté quemando su regalo—. Explicó Jimin con lengua afilada, sonriendo con falsedad.

Aquella isla... ¿No podría haberle dado un colgante? ¿Un anillo? ¡¿Una joya?!
Que rey más prepotente.

Min alzó una ceja, con sus manos tras la espalda. Jimin se levantó del banco en defensa, cuando lo vio acercarse; no se quedaría rezagado.

—¿Disculpa?

—Que estará en sus aposentos, majestad.

El rey gruñó un poco, lo cual intimidó al lobo de Jimin, pero él se negó a ser su reflejo. Más bien alzó el mentón y se dispuso a marchar, ignorando que el aroma a menta y lluvia luchaban por aplacarlo.

El hombro del monarca chocó con el suyo, entonces ambos se giraron para compartir una última mirada.

Min gruñó.

Jimin sonrió.

El baile había comenzado una hora atrás y Taehyung ya había bailado con su prometido. El omega amaba bailar, pero Min parecía querer arrancarse los pies para no tener que volver a hacerlo.

Jimin disfrutó muchísimo cuando sus miradas se cruzaron en la pista de baile y el monarca arrugó la nariz ante su diversión.

Esa vez estaba sentado, solitario pues Seokjin lo había abandonado para ir a jugar con unos cachorritos. Los niños eran su debilidad. Así que Jimin tomó su champagne en silencio, cansado de haber bailado con tantos alfas que apenas los podía contar. Odiaba recibir pretendientes, sabiendo que terminaría comprometido por obligación.

Un duque vecino se acercó en ese momento. Su potente aroma a alfa puro alertó a Jimin en cuanto lo notó, sacándolo de sus pensamientos.

—Alteza, disculpe si interrumpo su descanso...

Jimin no pudo seguir escuchando, su mente viajó tres galaxias más allá. No quería rechazarlo, porque él no era así, pero tampoco quería seguir percibiendo ese aroma tan... Rancio.

Por suerte un ángel de la guardia entró en su campo de visión. Mejor dicho un demonio, pero tenía alas para salvarle.

—¡Oh! Me encantaría, pero le prometí el siguiente baile al rey Min—. Se disculpó, levantándose hacia el apelado.

Él escuchó aquello, alzando una ceja y mirando cómo el omega enlazaba sus brazos, como si se conociesen desde hacía años. Miró al alfa, miró a Jimin. Suspiró. Esos hermanos acabarían con él.

—Es cierto, si nos disculpa—. Murmuró, usando su voz grave para alejar a aquel alfa de inmediato.

No podía evitar sentirse atacado, Jimin seguía siendo un omega bonito por más que lo detestase.

—Me debes una—. Susurró en su oído.

Jimin le miró con el corazón en la cabeza, se había librado por los pelos. Realmente no esperaba hacerlo, así que la sorpresa que le dio el monarca fue enorme. Le miró con una ceja elevada, copiando su casual gesto.

—Con un gracias es suficiente—. Replicó, sin poder evitar curvar sus labios en una sonrisa divertida—. Gracias.

Esa fue la primera vez que vio al rey Min sonreír.

El rey Min partiría esa noche, por lo que no pasaría las Navidades con ellos. Jimin pensó si es que en Daegu no lo celebraban, eso explicaría muchas cosas.

Taehyung parecía normal, incluso más feliz por la noticia. Cuando no estaba cerca de Min canturreaba y se pasaba horas desaparecido en su propio mundo.

A Jimin le habría gustado saber por qué su hermano amaba torturarlo. Cuando el monarca no estaba con Tae, le tocaba aguantarlo a él.

Aquella mañana Jimin estaba feliz a pesar de todo, porque habían habladurías sobre sus regalos. Seokjin no podía aguantar un secreto, pero eso le beneficiaba a él.

Por eso entró tarareando a aquella sala donde había un piano. Hacía meses, incluso quizá años que no lo tocaba, esa sala estaba prácticamente abandonada, pero por alguna razón su lobo le empujó a ir.

Sin embargo, se detuvo súbitamente en la puerta. La melodía traspasaba la pared y podía escuchar a alguien tocar su piano. Pero por algún motivo no le molestó, ¿Cómo lo haría si esas manos parecían caídas del cielo?

Ansioso por saber quién tocaba como los ángeles, abrió la puerta. El aroma a menta y lluvia abofeteó su cara.

—¿Qué haces aquí?—. Preguntó directamente hacia el rey, sin importarle el protocolo.

Min dejó el piano para concentrarse en el omega, sobresaltado. Nadie sabía de su pasión por el instrumento, y tenía que enterarse quién más le odiaba en ese palacio.

—Jimin—. Murmuró, aún sentado en la banqueta, viéndole acercarse—. Si dices una palabra de esto...

—Oh, ahora nos amenazamos—. Bromeó.

El omega no era estúpido. Sabía que sería problemático difundir la idea de que el rey sanguinario de Daegu tocase el piano.

Jimin podía ser cruel si lo eran con él, pero le debía una al alfa.

—No diré nada, sólo porque me salvaste en el baile—. Bufó.

Min tardó en darse cuenta, pero acabó suspirando.

—Bien.

—Bien.

Jimin dudó ante el silencio, porque Min volvió a encerrarse en su mundo. Miró a la puerta, estaba cerrada. Si alguien entraba... Podría decir que él estaba tocando. Todos sabían que amaba el piano.

Se sentó en la banqueta, a su lado.

—Y... ¿Qué estabas tocando?—. Murmuró.

El monarca le miró y ocultó una sonrisa.

—Sígueme—. Susurró.

Jimin lo hizo porque era fácil, sabían compensarse bien, se notaba la destreza del alfa aún cuando seguía siendo un poco brusco con las teclas.

Tocaron hasta la hora de comer y a ninguno le importó que sus manos rozasen en más de una ocasión.

El día de Navidad Jimin observó cómo todos eran felices abriendo regalos. Namjoon y Seokjin andaban igual de dulces que siempre, no se cansaban de ser así ni en público. Taehyung hablaba alegremente con un beta, el que se suponía que organizaría su boda. Y su padre estaba charlando con sus primos lejanos, que habían ido a passar las fiestas con ellos. Parecía que el único que notaba la ausencia de Min era él.

Después de abrir los regalos se sintió vacío, como si todos pudiesen sonreír menos él.

Namjoon y Seokjin le habían regalado una colección de láminas de su artista favorito, que apenas había sacado esos cuadros. Ese regalo lo emocionó bastante. Su padre le había reformado el viejo invernadero sólo para él, algo que también le robó el aliento. Y Taehyung le había confeccionado un traje a medida con la ayuda del beta, con quien parecía tener bastante amistad.

Aún así, sentía que le faltaba algo.

Se retiró a su habitación hasta la cena, saltándose la comida por falta de apetito. Allí sacó un viejo caballete que apenas usaba ya y un lienzo en blanco. Para cuando se dio cuenta, el pincel había trazado apenas unas líneas, pero juntas se parecían bastante al rey Min. Justo cuando quiso cubrir aquello con más pintura y hacer otra cosa, unos golpes débiles en la puerta lo interrumpieron. Para su sorpresa, sólo era una doncella de palacio, una omega muy joven que se inclinó al verle.

—Alteza, siento mucho interrumpir así, pero llegó un paquete para usted...

Jimin elevó una ceja, extrañado y sorprendido a la vez.

—¿Por qué no me lo entregó el mayordomo asignado?—. Cuestionó.

La seguridad lo era todo, por eso no podía fiarse de paquetes o mensajes clandestinos sin pruebas que confirmasen su origen.

—Señor, es algo confidencial, el rey Min pidió específicamente que se le entregase de esta forma, aquí tiene su carta.

Jimin tomó el pequeño pergamino con su diestra, sintiendo el corazón en la cabeza, y lo leyó por encima, lo que realmente le importaba estaba al final: el sello del anillo del rey. Eso era imposible de falsificar. ¿Por qué le enviaría algo el monarca?

—Bien, te creo—. Asintió.

La omega sonrió con alivio y dejó en sus manos un sobre grande. Después desapareció casi a la carrera.

Jimin cerró la puerta y se sentó al borde de su cama para leer aquello, pues sólo eran dos papeles. El primero era una carta, con su sello y una caligrafía impecablemente hermosa.

A Jimin:

Sé que pensarás que estoy lo suficientemente aburrido como para hacer esto, pero no es el motivo principal. Aquí no celebramos la Navidad, pero me dijiste que tú la amabas. Y no, que no la celebre no explica muchas cosas.

Dejo en este sobre la prueba del regalo, ya que no puedo dártelo físicamente. Espero que te guste, sino, te lo hice llegar a tu habitación para que lo pudieses quemar.

Sé que echarás en falta a tu hermano tras la boda, así que pensé que sería útil.

Por favor, sé discreto, no quisiera malentendidos con tu familia.

Feliz Navidad.

Jimin dejó a un lado la carta, sonriendo. Ese alfa era extraño. Lo siguiente que leyó era una especie de contrato, un documento de... Propiedad.

Certificado de propiedad en el centro de Daegu, territorio noble en Jung-gu. Se le hace la entrega a su alteza Park Jimin de la mansión Num-gu como propietario indefinido de la misma.

Una. Mansión.

¿No se cansaba de regalar cosas tan... Prepotentes?

Con un suspiro dejó sobre el escritorio su regalo y volvió al lienzo, pero decidió no borrarlo.

Quizá si le daba algo a cambio al alfa no se sentiría tan mal.

Taehyung llevaba unos días en Daegu, preparándose para la boda, pero el resto se habían quedado en Busan hasta la ceremonia. Como era el gran día, Jimin, Namjoon y Seokjin y el rey Park habían viajado hasta Daegu.

Llegaron por la mañana, incluso antes que el sol se pusiera, y Jimin seguía igual de enfermo que días atrás. Ningún médico había dado con la causa, pues no estaba embarazado, no tenía pareja, y tampoco padecía una enfermedad. Él sólo podía descansar todo lo posible, así que nada más llegar al castillo, lo llevaron a sus aposentos.

Seokjin se quedó con él a pesar de saber que debía descansar también, por el bien de su cachorrito.

—¿Sigues con náuseas?—. Preguntó, sentado a los pies de la cama, acariciándose la barriga.

Jimin asintió con cansancio. Apenas había dormido y se veía pálido, ojeroso y delgado.

Jin abrió la boca para añadir algo más, pero la volvió a cerrar cuando se escucharon golpes en la puerta. Jimin se encogió de hombros, pensando que sería Tae de nuevo, así que el omega mayor fue a abrir.

El rey Min le miró desde el umbral, con expresión seria y las manos a la espalda. Sin embargo, cuando reparó en Jimin, pareció palidecer.

Seokjin no dijo nada, sólo miró al rey y después a su cuñado, y fingió acordarse de algo.

—¡Majestad!—. Asintió en falta de reverencias por su estado, cosa que el alfa comprendió—. Siento mucho tener que irme, he de hacer... cosas de embarazados, ¿Puede vigilar a Jimin unos minutos?, ¡gracias!

El omega, sin dejarle decir nada, salió rápido de allí, casi empujando al monarca hacia la habitación y cerrando tras él.

Jimin pensó en cómo vengarse en cuanto recuperase fuerzas.

Totalmente avergonzado, se sentó en la cama, haciendo ver que no le ocurría nada. Pero el rey se acercó de todos modos, sentándose a sus pies y examinando su rostro.

—Escuché que estás enfermo, ¿Cómo te encuentras?—. Preguntó él.

Jimin notó la menta colarse por sus fosas nasales, siendo como un jarabe que le despertó al instante. Habían pasado semanas desde que aspiraba ese aroma y... Lo agradeció.

—Estoy mejor, estoy casi curado—. Mintió.

Min rodó los ojos.

—No me mientas, sé cuándo lo haces—. Gruñó—. Mueves mucho tus manos.

Jimin, ofendido, giró la cabeza en dirección opuesta.

—Bien, detective, si has terminado puedes irte—. Bufó.

El monarca negó con un suspiro.

—Esperaré a que Kim vuelva—. Concluyó.

—Bien.

—Bien.

Ante el silencio, Jimin volvió a mirarlo.

—¿Recibiste mi regalo?—. Preguntó el alfa.

—Ajá, lo quemé—. Bromeó él.

Min entonces sonrió.

—Sí estás mejor.

Fue cuando Jimin notó el color de sus mejillas, algo que había perdido días atrás. Avergonzado de pronto, apartó las sábanas y se levantó, o hizo la mención, pero estaba muy mareado.

—Eh, ¿A dónde vas?—. Preguntó el alfa, levantándose rápidamente para ponerse frente a él y negarle el paso.

—¡Al baño! Por la Luna, no puedo ni respirar—. Se quejó él.

—Bien, te ayudo.

Jimin bufó, negando y haciendo un ademán para alejarlo.

—¡Estoy bien!—. Repitió.

—¡No lo estás! Apenas puedes levantarte—. Replicó Min.

Jimin, enojado, se levantó de golpe, al instante sintiendo la habitación moverse y haciéndole caer. Por suerte, el alfa lo frenó a tiempo, evitando la caída.

Sin decir palabra, alzó al omega en sus brazos, como si fuese una pluma. Sus rostros quedaron cerca y Jimin sintió tanto el aliento mentolado del alfa en sus labios, como las terribles ganas de llorar. Porque en el fondo sabía la causa de su malestar, y le estaba sosteniendo en brazos.

—Yoongi...—. Susurró.

Él gruñó y volvió a dejarlo sobre la cama, con cuidado, pero no se separó sino que se quedó inclinado sobre él.

—Jimin—. Susurró.

Y el monarca, como si le hubiese leído la mente, se acercó y no se detuvo hasta que sus labios se juntaron en un suave y prohibido beso. Jimin disfrutó de su sabor a menta, la cual le recorrió las venas, así que se apartó.

Nervioso, dejó las lágrimas salir mientras él se las limpiaba.

—Yoongi, no puedo, t-te vas a casar... Con mi hermano y...

—No.

—... ¡La boda es hoy! Yo no podría... Espera, ¿Qué?

El alfa sonrió, dejándole un corto beso en sus labios.

—Acabo de hablar con tu hermano y tu padre, no nos casaremos—. Explicó.

Jimin se quedó en blanco unos instantes, parpadeando para verlo con claridad.

—P-pero... ¿Y el tratado de paz...?

—Oh. Sí, lo haremos—. Yoongi se arrodilló en el suelo, frente a la cama y Jimin notó su fiebre desaparecer—. Pero sólo si te casas conmigo—. Susurró.

Jimin rió de puros nervios, sin creer aquello. El alfa sacó de un bolsillo un anillo pequeño, plateado y con un diamante azul.

—Sí—. Respondió—. Me casaré contigo, Yoongi.

💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮

FELIZ NAVIDAD 🎄

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