ㅤㅤ๑ diecinueve 𓂃
ଓ ଘ ଙ
𝗧𝗵𝗲 𝗳𝗲𝗮𝗿!!
(Maratón 1/3, ¡felices fiestas!🎄)
Cuando Jimin abrió sus ojos, Yoongi no estaba en la cama, pero su aroma era notable. Palpó el lado izquierdo del colchón y no encontró calor, así que pensó que debía haberse marchado hacía rato.
Con una sonrisa adormilada abrió los ojos al fin y alzó su mano para admirar el anillo, pero no lo llevaba puesto, así que estiró la mano esa vez hacia la mesilla de noche, palpando para dar con la alianza, pero no la encontraba.
Parpadeó para acostumbrarse a la luz que entraba por las ventanas, y entonces se dio cuenta de que aquella no era la habitación de Yoongi, ni sus sábanas, ni su almohada.
Seguía en Busan.
Alertado por el descubrimiento, se incorporó un poco y miró a su alrededor.
—¿Tete?—. Preguntó, escuchando ruido al otro lado de la puerta.
Cuando su hermano abrió, le sonrió.
—Buenos días~
Jimin apartó las sábanas y se acercó a él rápidamente, ignorando el frío que le abofeteó.
—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está mi anillo? ¿Y Yoongi?
El beta frunció el ceño extrañado.
—¿Yoongi? ¿El anillo? Pero si tú lo rechazaste—. Rió suavemente, dándole un toque en el brazo.
—¿Qué? ¿Cuándo?—. Preguntó Jimin, alarmado. Su lobo se erizó.
—En el altar, saliste corriendo... ¿Oye te diste un golpe en la cabeza o algo así?
Jimin negó varias veces, incapaz de creerse aquello. Él estaba casado con Yoongi, lo había aceptado, no se suponía que debía haber ocurrido así.
—¿Jimin?—. Insistió el beta al ver que el rostro de su hermano se volvía pálido.
—Yo...
La habitación le daba vueltas y apenas respiraba. Quería llorar, era estúpido. Se suponía que debía estar contento, había conseguido deshacerse del problema, pero quería volver con Yoongi.
—¿Jimin?—. El beta agitó sus hombros—. ¿Estás bien?
—S-sí...
El omega sentía que en cualquier momento podría desmayarse, incluso la voz de Taehyung era difusa.
—¿Jimin?
—¡Jimin!
Este despertó súbitamente, con el corazón en la cabeza.
—Jimin—. Insistió Yoongi, moviendo sus hombros con levedad—. Despierta.
Parpadeó varias veces y se enfocó en el rostro del alfa, siendo la causa de su alivio. Aún no entraba la luz solar por la ventana, pero pudo ver sus facciones con claridad, a su lado, en la cama, en Daegu.
—Yoongi...—. Suspiró.
—Estoy aquí, tranquilo—. Con la nariz el alfa recorrió sus mejillas, acariciándolas—. No llores, anda. Ya pasó.
Jimin entonces se percató de la humedad de su rostro.
—¿Dormiste mal? ¿Quieres volver a tu otra habitación?—. Preguntó, arropándolo con las sábanas lo máximo posible.
Jimin negó mientras se secaba las lágrimas con sus manos, escondiéndose en los brazos ajenos que lo esperaban con ansias. El aroma a menta y lluvia lo envolvó al instante.
—No, no ha sido eso...
Yoongi suspiró y se acercó a su mandíbula, pidiendo permiso con un gruñido antes de deslizarse hasta el nacimiento de su olor. Allí olisqueó y frotó su nariz.
—¿Ha sido por... Lo que dijiste ayer?—. Susurró, dudando.
Jimin lo sopesó, era una posibilidad. El asunto de la marca y la luna de miel en general le daba escalofríos.
Pero sabía que la causa real era su reciente descubrimiento; las sensaciones causadas por el alfa habían sido tan intensas y repentinas que perderlo en aquel sueño lo había convertido en una pesadilla.
—No, son cosas mías, no te preocupes—. Ronroneó, frotando su mejilla con la de él.
Yoongi gruñó de nuevo y esperó a que terminase para acariciar su nariz con la de él, arrullándolo con su aroma.
—¿Mejor?—. Susurró, frunciendo el ceño.
Jimin asintió con un bostezo ahogado.
—Mmm... ¿Qué hora es?—. Balbuceó contra la piel del alfa.
Yoongi giró apenas el mentón para fijarse en el reloj de su mesilla de noche, enfocando la vista unos segundos de más por la escasa luz.
—Casi las cinco—. Suspiró, volviendo a apoyar su barbilla en la frente del omega—. Vuelve a dormir.
Jimin se hundió un poco más en su cuello, aferrándose inconscientemente a la tela de su pijama mientras cerraba los ojos.
—Siento haberte despertado—. Murmuró.
El monarca negó y dejó un corto beso en su frente, encargándose de que el omega estuviese cubierto tanto por las sábanas como por sus brazos.
—No importa, ahora duerme, ¿mh?
Jimin, a pesar de estar agotado, refunfuñó.
—No puedo...
Yoongi ya había cerrado sus ojos, adormilado con el omega en sus brazos, así que gruñó un poco cuando él se negó a descansar.
—¿Por qué no? Debes estar agotado.
Él frotó su rostro contra el cuello del alfa. No quería admitir que le gustaba, pero la calidez de su cuerpo, el sonido de sus gruñidos reclamándolo y la aparente preocupación... Le gustaba recibir su atención, eso sí. Y la idea de perderlo como en aquel sueño... La detestaba, definitivamente.
—No quiero volver a soñar eso—. Confesó en un susurro débil, sintiéndose pequeño de pronto.
Yoongi suspiró y lo estrechó un poquito más contra sí.
—No lo harás—. Afirmó, hinchando su pecho—. Y, aunque vuelvan las pesadillas, estaré aquí para ahuyentarlas, confía en mí.
Jimin quiso creerle. No le gustaba la idea de volver a despertar en una habitación sin él, aunque no fuese real. "Estaré aquí", eso sonaba bien, le daba una calidez que ni las sábanas podían; un calor interior que hacía crecer esa llama dentro de él.
—Confío en tí—. Confirmó tras unos segundos, aliviando al alfa.
—Bien, ahora descansa.
Jimin asintió, más calmado, y dejó que sólo se escuchase el ruido de un grillo por algunos instantes.
—¿Yoongi?
—¿Mhm?
—... ¿Estarás aquí cuando despierte?
—Claro.
Jimin no tardó en dormirse tras el segundo beso en su frente, confiando en que, al amanecer, Yoongi seguiría arropándolo con sus cálidos brazos.
Tal y como prometió, cuando Jimin abrió sus ojos en su primera mañana casado con Yoongi, él seguía envolviéndolo con sus brazos, aunque en algún punto de la noche se habían movido y había terminado casi encima de él; su cabeza estaba sobre su pecho, justo en el punto indicado para escuchar su corazón latir, y la pierna subida sobre las de él.
El alfa aún no se había despertado, así que Jimin tuvo cuidado de no moverse demasiado, solamente alzó el mentón para observarlo, confirmando que aún debía estar en su quinto sueño como mínimo. Observó sus ojos cerrados y sus labios levemente abiertos para respirar, haciendo que su aliento chocase contra su piel, y la forma en que parecía no haber roto un plato en su vida.
Pudiendo detallar su rostro sin prisa o miedo a ser cazado, el omega descubrió que sus pestañas eran más bien oscuras, así como sus cejas, para lo rubio que era. Incluso avistó alguna que otra peca en su nariz. Pronto su mirada se desvió hacia sus labios y se preguntó si tendrían el mismo sabor a vino que la noche anterior o ahora sólo sabrían a menta.
Sacudió la cabeza y, sonrojado por su propia culpa, decidió centrarse en otra cosa. Con un súbito calor, intentó alejarse del cuerpo de Yoongi, pero al mínimo movimiento este gruñó y lo apretó contra sí. Jimin contuvo un quejido, pero fue inútil porque observó cómo el monarca parpadeaba para volver a cerrar sus ojos con pereza.
—Mmm... ¿A dónde vas?—. Balbuceó.
Jimin se contuvo una risa, su voz estaba ronca por el sueño y apenas le entendía.
—Tengo calor...
Yoongi volvió a gruñir.
—Pero aún no...—. Su voz se apagó, así que el omega pensó que volvía a dormirse, pero abrió los ojos lentamente—. Aún no me has dado un beso de buenos días—. Bostezó.
Jimin sintió el corazón subírsele a la cabeza y la garganta secarse.
—¿Qué?—. Rió, nervioso—. Estás soñando despierto—. Farfulló, excusándolo vagamente.
Yoongi pareció esbozar una sonrisa, pero se quedó a medio camino y volvió a cerrar los ojos. Jimin se volvió a confiar y decidió actuar rápido, pero sólo consiguió apartar la pierna cuando el alfa sujetó su cintura contra el colchón para cambiar de posición y tenerlo bajo él.
—¡Yoongi!—. Se quejó el omega, riéndose, nervioso hasta el punto de que sus manos temblaban; no sabía cuán atrevido podía ser Yoongi adormilado.
—No me gusta que me desobedezcas—. Gruñó, pareciendo totalmente despierto esa vez.
—¡Pero tengo calor! ¡Quita!
Jimin alzó las manos al pecho contrario, pero el alfa apenas tardó en sujetarlas con su diestra y dejarlo inmóvil.
—¡Yoongi!
El apelado rió, totalmente divertido al ver el sonrojo del omega y cómo este evitaba su mirada.
—Oblígame—. Le retó, sabiendo que por orden natural estaba en clara desventaja.
Jimin no replicó nada, sabía que contra más se quejase más se divertiría el alfa, así que decidió no devolverle la mirada y esperar a que se cansase de su fingida sumisión; sólo quería esconderse de aquella mirada que descolocaba sus pensamientos y contentaba a su lobo.
Sin embargo, su plan falló. Yoongi alzó una ceja ante el cambio de actitud y, totalmente divertido e intrigado, se inclinó hasta dejar una pequeña mordida en el trozo de cuello que Jimin había dejado a la vista. Aquello pilló completamente por sorpresa al omega, que, sin poder evitarlo, su garganta reaccionó antes que él y dejó ir un suave y ansioso jadeo.
Yoongi paró unos segundos en su cuello, aspirando su aroma ahora que se había endulzado más que nunca. Después se separó apenas, lo justo para ver todo su encendido rostro.
—Vaya, eso es nuevo—. Murmuró, sonriendo.
Jimin sentía que el corazón se saldría de su pecho en cualquier momento, estaba totalmente avergonzado y sabía que nada de lo que dijese o hiciese podría salvarlo o excusarlo. Había quedado en total evidencia ante él.
En ese momento supo que su deseo por Yoongi era inconsciente e incontrolable, y lo odió. Sobretodo porque, en ese instante, percibió que esos sentimientos se habían cultivado desde hacía bastante tiempo. Lo detestaba. Detestaba saber que por mucho que lo negase no quería alejarse de él.
—No me divierto, Yoongi. Déjame salir, por favor—. Susurró serio esa vez, y aún con la mirada en las cortinas.
El alfa volvió su sonrisa una línea mientras dejaba libres sus manos.
—¿Jimin?
El omega hizo caso omiso de su llamado y se escabulló de allí por un espacio libre entre su cuerpo y la cama, sintiendo que por fin volvía a respirar.
Yoongi se levantó también y fue tras él con una expresión confusa.
—Jimin.
Él no respondió, sólo apretó el paso y se metió en la puerta que daba al baño privado, dentro de la habitación, cerrando la puerta en las narices del alfa. No le importó. Ni tampoco el gruñido, o que siguiera llamándolo. O que su lobo quisiera ir con él. Sólo necesitaba aclarar su mente y deshacer el nudo en su estómago.
Allí, en la soledad de ese baño, deslizó su espalda en la puerta hasta quedar sentado contra esta, abrazando sus piernas contra su pecho. Sólo entonces dejó que las lágrimas cayeran silenciosas por su rostro.
𓍢𓎗 continuará ...
💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮
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