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𝗦𝗼 𝗳𝗮𝗿 𝗮𝘄𝗮𝘆!!
En cuanto el alfa cerró la puerta de la habitación, Jimin comenzó a desvestirse como si le fuese la vida en ello. Aquel hanbok le picaba y solamente quería colocarse el batín que usaba en la intimidad. Quizá se debía al estrés, o a la responsabilidad añadida que ahora llevaba; en la reunión habían acordado que se encargaría de supervisar la restauración de la fachada y las murallas del castillo. Como fuese, se apresuró a desnudarse aún si era bajo la mirada del otro rey.
Este se acercó, admirando la hermosura del cuerpo de su esposo mientras se quitaba la ropa, sobretodo en su vientre, que aunque no mostraba demasiados signos de embarazo todavía, para él era una zona sagrada. Jimin era sagrado, así como su cachorro. Ellos eran los únicos por los que pelearía con su mejor amigo, aquel que consideraba su hermano.
El omega dejó que el atuendo se deslizase de su piel hasta el suelo, sintiendo el frescor del ambiente y la liberación de su piel. Entonces Yoongi alcanzó sus hombros desnudos para acariciarlos con suavidad y sus labios tentaron la marca de su cuello.
Pero lejos de ronronear, como habría hecho en otra ocasión, el omega se apartó sutilmente y terminó por colocar y cerrar su batín de seda.
El alfa carraspeó, tratando de no sonar tan ofendido como estaba interiormente por esa acción.
—¿De qué querías hablar antes de la reunión? —preguntó, rodeando la cama para desvestirse en aquel lado que le pertenecía; el izquierdo.
Jimin notó el calor acudir a sus mejillas, pero no de vergüenza, sino de la molestia al recordar su escena con los consejeros. Y aunque quería pedirle explicaciones o gritarle, prefirió no decir nada por esa misma razón: no quería decir algo de lo que después se arrepintiese.
—Mejor lo hablamos mañana, no creo que sea un buen momento —Suspiró.
Yoongi terminó de quitar su ropa y, haciéndole caso, guardó silencio mientras se metía en la cama. Sabía que si Jimin quería hablar algo lo haría cuando él decidiese hacerlo, cuando estuviese listo.
El omega dejó solamente la luz de una vela encendida y después de arropó en el lado derecho del colchón, de espaldas a su marido. Yoongi, disconforme, se acercó hasta pasar su brazo por encima de él con intención de arrullarlo.
Pero de nuevo Jimin se apartó apenas, soltando un sonido suave de réplica.
—¿Omega? —preguntó, comenzando a preocuparse.
Pero él no respondió, solamente se encogió, con su lobo negándose a ceder por primera vez en muchísimo tiempo.
—Cariño —murmuró, lo que logró captar la atención Jimin porque nunca le había llamado de esa forma—. Al menos déjame arrullar a nuestro cachorro, no lo alejes de mí.
Algo en su voz debilitó tanto a su lobo como a él. Yoongi parecía vulnerable.
—No te pido que dejes de estar molesto, sólo quiero que dejes al bebé fuera de esto.
A Jimin le pareció justo. Al fin y al cabo, seguía amándolo con locura, y su lobo seguía sintiéndose su omega, sólo estaban resentidos.
Con cuidado tomó la mano del alfa y la colocó en el espacio libre del batín, justo encima de su vientre bajo, lo que le causó un escalofrío en todo su sistema.
Amaba esos momentos de calma, donde se sentían una familia. Habría sido mejor si Yoongi no estuviese a punto de rozar una línea peligrosa entre el amor y la posesión.
El aroma a menta y lluvia comenzó a extenderse poco a poco, conforme el pulgar acariciaba su piel con suavidad. Una lágrima descendió la mejilla de Jimin ante los cuidados de su alfa. Sabía que todo lo hacía con las mejores intenciones, pero no era suficiente.
Poco a poco sintió sus párpados pesar, el aroma de Yoongi era su calmante favorito.
—No puedo creer que apartases a Hoseok de mi lado —susurró adormilado—. Y que le quitases su posición por una semana, siendo inocente...
Yoongi se pegó a su espalda y besó repetidas veces su cabeza con todo el cariño del mundo.
—No es del todo inocente —susurró de vuelta—. No cuando intenta quitarme a la persona más importante de mi vida.
Para cuando terminó de hablar, Jimin ya se había dormido, pensando en qué pensaría Yoongi que eran las intenciones del consejero con él.
Y lo último que cruzó su mente era lo egoístas que eran esos dos alfas. Yoongi por alejar cualquier amenaza de su lado, y Hoseok por no contarle la verdad.
Al final del día, Jimin era la única víctima, y estaba agotado de serlo. Tenía derecho a enojarse con su alfa, y con Hoseok. Con ambos. Y por supuesto que lo estaría hasta que arreglasen la situación como dos adultos.
El castillo parecía vacío de algún modo, para Jimin era absurdo no tener a Hoseok rondando por allí. Ese lugar necesitaba sus sonrisas relucientes y sus comentarios optimistas, sobretodo cuando uno de los consejeros era Haesoo. ¿Por qué Yoongi no había suspendido a este en vez de a su mejor amigo?
Esa pregunta seguía rondando la mente de Jimin aún cuando habían pasado tres días desde la baja del consejero. Tres días en los que había tratado de evitar a Yoongi en público, porque se rehusaba a que nadie viese la mueca en sus labios al verlo.
De noche, dormía de espaldas a él, dejando que el alfa al menos tocase su vientre. Por lo demás, parecía que había caído un telón de acero entre ambos.
Yoongi había notado la distancia de su omega, por supuesto, y quizá por esa misma razón es que aquella tarde no pudo contenerlo más y fue en busca de Jimin.
Este se encontraba en la entrada del castillo, rodeado de unos cuantos sirvientes y un arquitecto.
En cuanto Jimin le vio llegar, su pulso se aceleró, pero no sólo porque seguía terriblemente enamorado de él, sino por la expresión de molestia en el rostro del alfa.
—Dejadnos a solas —ordenó Yoongi con un gruñido salido de su pecho.
El aroma alrededor se tornó amargo, cargado de una tensión no escrita entre ambos.
Jimin no pudo apartar la mirada de sus felinos ojos mientras los presentes se retiraban. Había visto aquella expresión en él pocas veces, y no le gustó recordarlas.
—Alfa. —Le saludó, siendo demasiado débil a su aroma como para permanecer impasible—. ¿Qué ocurre?
El apelado se acercó hasta quedar a centímetros de distancia, con sus manos formadas puños a los costados de su cuerpo. Jimin temió, pero sabía que no le haría nada, él ya no era así; temió por lo que podría estar pasándole por la cabeza en ese instante.
—Voy a hablar y quiero que me dejes terminar hasta el final. No estás obligado a responderme una vez termine, sólo quiero soltarlo o explotaré —explicó.
Ante el asentimiento silencioso del omega, siguió.
—La noche de mi cumpleaños volviste a la habitación extraño, jurando que nada había pasado. Te creí. Los días siguientes el lazo parecía tensarse, pero al desaparecer las revueltas por el tratado de paz pensé que habría sido ese el motivo —suspiró—. Parecías incómodo en las reuniones desde entonces, incluso te ausentabas por horas sin avisarme y tratabas asuntos privados con mis consejeros.
Tomó aire y apartó la mirada, haciendo sentir pequeño a Jimin, que comprendía el rumbo que tomaba. Lágrimas acudieron a sus ojos.
—Inlcuso reconoces el aroma de Hoseok por un maldito papel y ahora pasas días evitándome por haberlo alejado de tí. —Bufó con ironía, tensando sus músculos—. Aquella vez en el palacio de Busán me rogaste que te creyera, y lo hice, te creí, y nada más me gustaría en el mundo que creerte ahora Jimin, porque te amo. Pero ahora mismo se me hace difícil hacerlo.
El omega agachó la mirada a sus dedos, que nerviosos buscaban algo con lo que calmarse. El nudo de su garganta creció hasta hacerse doloroso y su vista quedó prácticamente anulada de las lágrimas, hasta que un par cayeron a sus mejillas.
Entonces alzó la mirada y se acercó lentamente a su alfa, llevando sus manos a su rostro. Como este no se apartó, se mantuvo allí.
—Eres el amor de mi vida —susurró—. Y sé que te costará creerlo, pero eres el único alfa que he tenido y tendré siempre —prometió, luchando por mantener una voz estable.
—Eso ya me lo has dicho antes —murmuró el monarca, tomando sus manos con suavidad para apartarlas de sus mejillas y sostenerlas entre las suyas—. Respóndeme algo, sé sincero. —Sus ojos vagaron en los de Jimin, vidriosos—. ¿Cuántas veces te has visto a solas con Hoseok?
Ante la pregunta, el omega sollozó. Lo único que pudo hacer fue cerrar sus ojos y juntar su frente con la de Yoongi, sin poder responder. Porque odiaba mentirle, se negaba a hacerlo, y la verdad daba a entender algo totalmente fuera de lugar.
Hoseok había sido su confidente. Los dos, Jungkook también se había ganado su confianza. Por supuesto que se habían visto a solas, para hablar sobre su relación, sobre el propio Yoongi y las cartas que llegaban de su familia.
—No es lo que parece —farfulló—. Te juro que jamás pensé en él o en ningún otro alfa como pienso en ti. —Le prometió—. Y él no me quiere, no me tocó nunca, te respeta por encima de eso...
Yoongi estrechó sus manos y, dejando una solitaria y silenciosa lágrima caer al suelo, poco a poco separó sus frentes para mirarlo. Por la forma en que lo hizo, Jimin se estremeció, pues en sus ojos pudo leerlo.
No le creía.
El alfa, cansado, suspiró y dejó ir sus manos, pero sólo para tomar espacio y doblarse en sus rodillas frente a Jimin, apoyando su frente en el vientre. Él contuvo el aliento.
—Prometí hacerte feliz, omega —comenzó Yoongi. Jimin advirtió el dolor en su voz—. Si lo eres con otro alfa, que así sea. Pero déjame al menos ser un padre, no tienes por qué amarme como yo te amo a ti, solamente cría a nuestro cachorro junto a mí.
Esas palabras le dolieron. Le dolieron más que cien cuchillos clavados en el corazón, o más que una vida de menosprecio y burlas. El alfa se burlaba de él, le llamaba mentiroso a la cara.
Se sentía destrozado y humillado. Pero sobretodo se sentía indefenso, como si Yoongi lo hubiese rechazado, y su lobo lloriqueó en su busca. Pero en el lazo no había nada más que tensión.
—¿Cómo te atreves? —balbuceó, temblando del llanto que había cesado poco a poco, dejando paso al enojo.
Esa vez era Yoongi quien se hallaba consternado, con miles de lágrimas que caían sin ruido alguno. Desde ahí abajo, el alfa parecía perdido y abandonado.
—¿Cómo te atreves a insinuar algo así de mí? —repitió Jimin, dejando el lloriqueo para otra ocasión. Porque no toleraría aquel comportamiento de su marido—. Te lo he dado todo Yoongi. Te di una segunda oportunidad al principio, te di mi corazón más tarde, te di mi cuerpo, mi vida, mi reino, mi vientre. ¿Y así me lo pagas? —Sonrió sin ganas—. No sólo tomas decisiones por mí, me alejas de mis amigos y familia o hablas sin tomarme en cuenta, sino que ni siquiera me crees cuando te digo la verdad.
Con un ademán brusco se soltó de él para limpiar su rostro, apartándose un poco del alfa. Este le miró con un ceño fruncido y su labio inferior titubeando.
—Rompí mi promesa de no amarte nunca, Yoongi. —Le recordó—. No hagas que me arrepienta.
Sin embargo, le tomó con suavidad de los hombros para indicarle que se alzase. Por muy ofendido que estuviese, él tampoco le dejaría inclinarse ante nadie.
—Jimin —susurró Yoongi, atónito—. Sabes que todo lo que hago es pensando en tí.
Él negó, luchando por no volver a llorar.
—Pues deja de hacerlo, y mejor piensa en nosotros.
Tras decir aquello, se acercó hasta su mejilla, dejando un pequeño beso allí. Era débil, Yoongi le hacía débil.
—Restituiré a Hoseok —anunció, sin titubeos, tragando el nudo de su garganta y ganándose una mirada sorprendida—. El castillo necesita un lado optimista y positivo, es tu mejor consejero por eso mismo. Y yo le necesito para ayudar a Taehyung, estoy harto de esperar a que tus feromonas de alfa decidan soltarme.
Yoongi mordió su lengua unos instantes, pero no pudo callarse.
—¿Por qué me haces esto? ¿Por qué...?
—Basta —bufó Jimin, manteniendo la compostura en la medida de lo posible, cuando su corazón se encogía cada vez que lo miraba—. Te estás comportando como un crío. No puedes tener todo lo que quieres sólo porque seas el rey, un buen líder tiene que aprender a lidiar con los obstáculos. Y realmente no tienes ninguno más que tu imaginación.
Rodó los ojos, cansado de la actitud de su marido. Si no podía hacer que le creyese por las buenas, sería por las malas.
—No podrás evitar a Hoseok toda la vida, asúmelo —siguió, enojándose más conforme hablaba—. Y no me impedirás hablar con él, soy libre de hacer lo que quiera. Créeme o no cuando te diga que sólo te amo a ti, pero no voy a condicionar mi vida por tus imaginaciones a base de celos.
El lobo de Jimin se molestó con él por retroceder, por alejarse de Yoongi no sólo en sentido físico; por dejar que el lazo se tensase como nunca antes.
Podría decirle la verdad, que Hoseok sólo tenía ojos para Jungkook, que si habían forjado una amistad era por ese secreto de vida o muerte, que en realidad sólo intentaba ayudar a los tres al mantenerlo oculto. Pero por eso mismo no lo dijo.
Si Yoongi lo sabía, tendría que castigarlos. Y por muy enojado o celoso que estuviese de Hoseok, seguía queriéndolo como a un hermano, Jimin lo sabía.
Y tampoco era asunto suyo. Los alfas debían contarlo a quien ellos quisieran, cuando ellos quisieran, por muy egoísta que fuese de su parte dejar que su matrimonio se tensase por ello. Pero no era un asunto fácil, y lo entendía.
Yoongi tampoco dijo nada más, porque sabía que si añadía algo, tendría que ser una disculpa, y aún era demasiado temprano para eso. Su lobo también se resintió con él.
En aquel sentido ambos eran iguales; tercos y orgullosos. Quizá por eso en un principio habían chocado tanto y después habían aprendido a amarase, con paciencia.
Yoongi recordó el primer día que vio a Jimin, quien se alejaba en dirección al jardín. Le había parecido el omega más hermoso del mundo y aún lo era, siempre lo sería. Pero también se le había presentado como el más rebelde y fuerte de todos. Era justo lo que necesitaba; alguien que no tuviese miedo de regañarlo de vez en cuando.
Jimin, a su vez, pensó en el día de su boda. En lo ciertas que le habían parecido las promesas del alfa y lo honesto que había sido al pronunciar las suyas. ¿A dónde habían llegado ahora? Ni siquiera podía reconocerse.
Había visto que Yoongi no era el alfa cruel y malvado que todos decían, en realidad era detallista, observador, considerado, incluso divertido y, sobretodo, pensaba bien las cosas antes de hacerlas, a diferencia de él.
El lazo se sentía extraño. No estaba roto, había amor, se sentía igual de cálido que el día de su creación. Pero ambos sintieron la tensión, la angustia de no saber cómo salir de esa situación que se había creado meses atrás.
Allí, en el mismo castillo, a unas habitaciones de distancia, ambos se sintieron más lejos que nunca.
𓍢𓎗 continuará ...
💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮
Me siento una terrible persona porque sólo queda el epílogo y todo va de mal en peor 😂
No diré nada, en la próxima actualización sabréis lo que tenéis que saber, amén 💜
Quiero teorías, ¿qué creéis que pasará en el epílogo? Os leo 👁️→
Ahora sí, el anuncio definitivo será en la próxima actualización, que es más tarde para daros las gracias por 500 seguidores (🥰) hasta entonces ~♡
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