ㅤㅤ๑ veintisiete 𓂃
ଓ ଘ ଙ
𝗧𝗵𝗲 𝗼𝗺𝗲𝗴𝗮 𝗸𝗶𝗻𝗴!!
Jimin decidió saltarse todos los protocolos y sentarse al lado de Yoongi en el banquete. Su fiesta de cumpleaños sería al día siguiente, pero no parecía especialmente emocionado por ello.
Esos días apenas habían tenido tiempo a solas, solamente en la noche y de lo cansados que estaban apenas podían hablar hasta quedarse dormidos.
Por eso, aunque el segundo rey debía sentarse al otro extremo de la gran mesa, lo sentía demasiado distante para eso.
Allí estaban Hoseok, Jungkook y otras personas importantes para la corte real, pero Jimin no conocía a la mitad. Del que mas se fiaba era del primero, por eso fue a quien se acercó en primer lugar, agachándose a su lado.
—¿Podrías...? ¿Cambiarme el lugar?
Sin embargo, antes de que el alfa pudiese siguiera abrir la boca, otro de ellos se alzó de su silla, mirando al rey Jimin.
—Majestad, sé que es de otro reino, pero debe seguir el protocolo del nuestro—. Dijo, señalando el asiento en la cabeza de la mesa.
Jimin se enderezó y ajustó su traje. Lejos de buscar siquiera el apoyo de Yoongi como primer rey, se acercó a aquel alfa de nombre desconocido. Ni siquiera le interesaba saber quién era, pero sí quería enseñarle una lección.
En silencio y con pasos tranquilos se dirigió de nuevo a su asiento, pero se quedó tras la silla de pie, alzando una ceja en dirección al rebelde.
Si había sido capaz de discutir y gritarle a dos reyes, uno de ellos su padre, sería capaz de callar a ese alfa.
—¿Quién eres tú?—. Preguntó con su dulce voz, sabiendo que un omega con aquella mirada y actitud no era común de ver.
El otro tragó saliva y miró a Yoongi, pero él ocultó la sonrisa al beber de su copa de vino y dejó que Jimin hiciera lo suyo.
El alfa, al no saber qué más hacer, volvió a dirigirse a Jimin.
—Soy el tercer consejero, me llamo...
—No—. Le cortó el omega, de forma seca—. Que quién eres tú para decirme a mí lo que tengo que hacer.
Todas las miradas se posaron en el alfa, unas acusadoras, otras divertidas. Hoseok miró a Yoongi y ambos ocultaron sus risas con una tos disimulada. Jungkook se quedó boquiabierto mirando a Jimin.
—Pero majestad...
—Majestad nada—. Le detuvo el omega por segunda vez—. ¿A caso a él le habrías objetado algo?—. Preguntó, señalando con la cabeza a su marido.
Yoongi alzó las cejas, mirando la escena.
El consejero dudó, pero terminó negando.
—Entonces, ¿Por qué yo tengo que aguantar tus comentarios?—. Cuestionó, entrecerrando los ojos. No había nada más molesto para Jimin que la discriminación y la injusticia—. ¿Porque soy del reino de Busan? ¿Porque soy omega?
El consejero agachó la mirada, sabiendo que había dado en el clavo. Sus labios se fruncieron en una mueca impotente y de su garganta amenazó un gruñido, pero Yoongi fue más rápido y el suyo quedó muy por encima, tanto que hizo eco y las copas temblaron.
Jimin sonrió, se sintió cálido al saber que lo apoyaba, pero su lobo no pudo evitar agachar la cabeza. Él estaba más acostumbrado, y sabía que era para el consejero, sino se habría asustado.
—Si no te gusta que esté en el trono te sugiero que vayas haciendo las maletas—. Concluyó el omega, con la voz tranquila como siempre—. Porque nada me hará renunciar, soy tan rey como mi esposo y puedo decir y hacer lo que quiera—. Bufó.
Yoongi le dirigió una mirada y la reconoció como orgullo, siempre se la regalaba cuando le mostraba algo que había hecho o cuando decía algo con lo que estaba de acuerdo.
El consejero no dijo nada más, pero Jungkook subió sus manos para aplaudir, aunque Hoseok se lo impidió disimuladamente.
—Que aproveche el resto de banquete, no quiero comer con personas de esos ideales—. Murmuró Jimin, mirando al resto de alfas.
¿Es que no podía haber un sólo omega en la corte del rey? ¿Un beta? ¿Kappa?
Colocó bien su silla y dio media vuelta para marchar a su habitación o cualquier otro lugar que no fuese el salón. Ni siquiera tenía apetito. Mañana podría felicitarlo por su cumpleaños y asistir a la celebración, pero por aquella noche era suficiente.
Sabía que Yoongi no lo seguiría, ese banquete era en su honor y no había faltado ningún año, al igual que para su fiesta, por mucho que lo aborreciese.
Sin embargo, cuando escuchó pasos acercarse tras él, se ilusionó un poco.
Antes de girarse, observó dónde había ido inconscientemente; las cocinas.
Con el rostro iluminado se giró, pero había confundido las pisadas de alfa.
—Oh, ¿Qué hacéis aquí?—. Preguntó, lejos de parecer decepcionado, curioso.
—Su majestad estaba preocupado así que nos envió para comprobar que estuviese bien—. Murmuró Hoseok, jadeando al lado de Jungkook como si hubiesen corrido hasta allí.
Jimin sonrió ante la idea de Yoongi preocupado y envinado a sus confidentes en rescate. Sabía que eran los únicos de esa mesa que podrían transmitirle confianza al omega.
—Estoy bien, sólo fue una estupidez de un alfa cerca de su celo probablemente—. Rodó los ojos más informal, relajado al estar lejos de todas esas miradas.
Jungkook sonrió divertido, pero como de costumbre dejó que fuese el mayor quién hablase. Aunque Hoseok parecía igual de acuerdo que él.
—Me alegra oírlo, majestad—. Asintió.
Jimin sonrió a ambos alfas y realizó una leve inclinación de cabeza antes de girarse. Esos dos eran uno de los pocos que merecían su respeto dentro del castillo.
Pero cuando escuchó que lo seguían en dirección a la cocina, volvió a mirarlos con el ceño fruncido.
—¿Me estáis siguiendo?—. Preguntó con una pequeña risa incrédula.
Jungkook casi pareció encogerse en su uniforme.
—Seguimos órdenes...—. Murmuró.
Esa fue una de las escasas veces que Jimin escuchó su voz y hasta el otro alfa se sorprendió de oírle hablar.
—Se preocupa demasiado—. Susurró el omega para sí mismo, suspirando—. Pues si Yoongi quiere que me acoséis toda la noche, haréis brownies conmigo—. Sentenció decidido, dirigiéndose de nuevo hacia las cocinas.
Ellos compartieron una mirada extrañada, pero lo siguieron, aunque Hoseok emitió una pequeña risa.
—¿Qué es tan gracioso?—. Preguntó Jimin, riendo por su actitud.
Hoseok negó sacudiendo la cabeza, pero Jungkook que parecía más confiado en su presencia se aclaró la garganta.
—Es que nunca escuchamos a nadie llamar al rey por su nombre—. Explicó—. Nadie que no seamos nosotros, claro.
El omega abrió las puertas de la cocina con una sonrisa alegre, recibiendo las miradas de todo el personal.
—Disculpen, necesitaremos la cocina en cuanto terminen su servicio—. Comunicó, como si lo hiciese todos los días.
Hoseok se cubrió la boca con una mano para no soltar una carcajada. Definitivamente habían tomado más de una copa en la cena.
—Majestad, es un honor tenerlo aquí abajo—. Dijo un beta, acercándose con una reverencia. Parecía ser el encargado de las cocinas, además de realmente joven—. Terminaremos de servir el postre en el banquete y estaremos a su disposición.
—No es necesario, sólo necesito la cocina—. Dijo, yendo a una pequeña mesa a sentarse, esperando que los alfas le siguieran.
—Por supuesto—. Accedió el beta, volviendo a hacer una reverencia.
Jimin indicó a Hoseok y Jungkook que se sentasen con él en la mesa, cosa que hicieron sin rechistar pero totalmente confusos.
—¿No tiene sueño?—. Preguntó el mayor de ambos.
El omega, lejos de estar molesto, negó.
—Aunque no lo parezca tengo sentimientos—. Suspiró, recordando la mirada del tercer consejero—. Quiero hacer los brownies que mi noona me preparaba en Busan, es relajante, si queréis ayudarme...
Hoseok parecía sopesarlo, pero el menor ya se recogía las mangas del traje.
—¿Qué? Sabes que me gusta cocinar—. Susurró a su compañero después de recibir una mirada.
El mayor terminó cediendo con un suspiro.
Mientras, Jimin observó cómo preparaban los pedazos de tarta. El de Yoongi tenía más naranja que el resto y el suyo tenía más chocolate. El resto parecían trozos normales, pero al omega se le ocurrió algo, así que rápidamente se acercó al beta que dirigía.
—Disculpa, eh...
—Yeonjun, me llamo Choi Yeonjun, majestad—. Le sonrió.
—¿Podrías hacerme un favor?—. Preguntó Jimin.
Como el beta asintió, con el resto del personal atendiendo a sus palabras, el omega se giró hacia los consejeros.
—¿Cómo se llama el consejero... El alfa en celo ese?—. Susurró a Hoseok.
Jungkook se escondió tras él para que no viesen su risa, por eso el apelado tardó en responder formalmente.
—Se llama Park Haesoo, majestad—. Respondió de igual modo, aguantando sus ganas de reír.
Jimin, satisfecho, se giró de nuevo hacia el beta.
—Bien, quiero que el pedazo de tarta de Park Haesoo me lo des a mí y le digas que "el omega de Busan se comió su trozo", ¿Sí?—. Murmuró.
Yeonjun se sonrojó un poco y quiso replicar, pero no se atrevió. Solamente tomó los trozos de los alfas y los de Jimin y los colocó sobre la mesa.
—Espero que les guste—. Susurró con una reverencia, antes de volver a dirigir a los sirvientes de la cocina.
Jimin se sentó donde estaban sus dos pedazos de postre.
—Que dulce es la venganza—. Murmuró para sí, probando primero la porción del consejero—. Encima compartimos apellido, increíble.
Los alfas, con la boca llena, lo miraron alerta. Ya no sabían qué esperar de él, quizá incluso preparaba un plan contra el consejero.
—¿Cuánto lleva en su posición, Haesoo?—. Cuestionó al aire, sin mirarlos.
—Antes que el rey ascendiera al trono, Park Haesoo ya era consejero de su padre, majestad—. Explicó Hoseok, que conocía bien la historia.
Jungkook sólo les miraba sin dejar de comer un segundo.
Jimin, pensativo, asintió.
—No hace falta que termines cada frase con un "majestad", aquí sólo soy Jimin—. Murmuró con una sonrisa—. Y... ¿Yoongi conservó a toda la corte que su padre tenía?
Jungkook negó, pero sólo Hoseok le respondía.
—Prácticamente, pero nosotros ascendimos gracias a Yoo- al rey.
—Puedes llamarlo por su nombre—. Rió Jimin—. ¿Tenéis sangre noble? Sólo por curiosidad, apenas sé nada de vosotros—. Susurró, sabiendo que era un tema delicado.
Ambos miraron al personal, que ya habían terminado de servir y procedían a recoger todo para dejarle el espacio libre al rey. Pero Jimin quería privacidad.
—Disculpen, ¿Pueden dejarnos a solas? Prometo recoger todo al acabar—. Anunció.
Nadie objetó nada, solamente hicieron reverencias antes de abandonar el lugar ordenada y silenciosamente.
—Prometo no decir nada—. Susurró Jimin, de vuelta centrándose en los alfas.
Ambos compartieron una mirada cómplice y Hoseok suspiró.
—Nacimos en el castillo, mis padres trabajaban en la limpieza y los de Jungkook eran sastres—. El menor asintió—. Pero de pequeños salíamos a jugar al jardín y Yoongi se acercó a nosotros a escondidas de sus padres. Hay un lugar donde prácticamente nadie te puede ver, pero es difícil entrar y salir sin perderte.
Jimin, terminando la porción, le tendió la que le correspondía en realidad a Jungkook, notando su hambre. Él la aceptó sin pensarlo.
—Con los años nos hicimos muy buenos amigos—. Continuó Hoseok—. Y entonces los reyes, es decir los padres de Yoongi fallecieron. Cuando él ascendió a rey... Seguíamos viéndonos en el jardín, pero no era lo mismo, él cada vez tenía menos tiempo para nosotros...
Jimin asintió. Comprendía esa situación por experiencia propia, y se sentía amargo.
» —Así que él nos ascendió. Dos de los conserejos eran muy mayores, así que les dio otro lugar en el castillo. Y nadie nos prestaba atención en el servicio, éramos dos hijos en las sombras, así que no hubo problema en fingir que veníamos de un reino vecino como nuevos consejeros del rey.
—Eso es genial... Yoongi tiene un corazón de oro—. Murmuró el omega, esperando a que terminase de hablar.
—Más de lo que crees—. Murmuró Hoseok, jugando con sus manos bajo la mesa.
—Supongo, pero no comprendo por qué todos le temen y hay rumores tan horribles sobre él—. Suspiró, frustrado.
Jungkook sonrió tras acabar su último pedazo de tarta.
—Porque él quiere—. Murmuró, limpiándose la boca del chocolate.
Hoseok emitió una pequeña risa.
—Inicia los rumores para que nadie pueda alzarse contra él, es un cabezota—. Negó con diversión.
—Lo es—. Afirmó Jimin—. ¿Y la cicatriz? Quería preguntarle a él pero no me aguanto la curiosidad.
Esa pregunta sacó una carcajada de Jungkook, pero Hoseok pareció... Sonrojarse.
—Fue un error, se la hice yo—. Admitió el mayor—. Pero quizá es algo que debe contarle el propio Yoongi.
Jimin inspiró. Quizá era demasiado cotilla, pero quería saber aquello. Si él no se lo decía, le preguntaría a su alfa.
—Bien, ¿Quién quiere hacer brownies?—. Dijo para animar los humos, levantándose de allí.
Jungkook le siguió enseguida, pero Hoseok tardó unos segundos.
Mientras preparaban la masa con lo que encontraban, al parecer productos de calidad, los alfas le contaban hazañas de cuando eran pequeños, en su mayoría travesuras. Incluso algunas de ellas incluían a Yoongi, que aunque fuese el más mayor, de cachorro no parecía darle importancia a su estatus.
Finalmente sacaron los brownies del horno y los dejaron enfriar. Jimin, sentado en la encimera, se limpió las manos de chocolate y harina, aunque debía darse una ducha después de que a Jungkook se le cayera un gran saco de harina, el cual esparció una nube de la misma por toda la cocina. Los tres parecían muñecos de nieve.
Hoseok terminó de explicar una discusión graciosa que tuvo con Jungkook por culpa de un caramelo y, entre risas, Jimin bostezó.
—Ya es tarde, no os quiero entretener más—. Murmuró agotado.
—Ha sido divertido—. Sonrió Jungkook.
—Sí, otro día os explicaré las hazañas de los Park—. Prometió Jimin.
—Eso estaría bien—. Asintió Hoseok.
El menor de los alfas bostezó y el otro, divertido, le dio una palmada en la espalda.
—Vamos a recoger y luego a dormir—. Susurró Jimin, bajándose de la encima en dirección a los cubiertos sucios.
—No, Jimin, vaya a descansar, terminaremos nosotros—. Lo siguió Hoseok, que ya no temía llamarlo por su nombre en privado.
—Pero tenéis sueño, así acabaremos antes—. Murmuró dudoso.
—No pasa nada, mañana estará más ocupado que nosotros—. Dijo Jungkook—. Y Yoongi querrá que vaya a la habitación cuanto antes.
Jimin lo sopesó, pero sabía que tenían razón.
—Está bien... En cuanto acabéis ir a dormir, ¿Sí?—. Dijo, como si fuesen críos—. Buenas noches~
Con un último bostezo miró el reloj de pared y escuchó sus despedidas. Después salió de allí.
Era de madrugada y al día siguiente tendría el cumpleaños de Yoongi, un día largo. Aunque considerando la hora que era, sería aquel mismo día, técnicamente ya era su cumpleaños.
Pensado en ello, retrocedió sobre sus pasos y volvió a la cocina. Si Yoongi estaba despierto podría darle un brownie, o quizá al despertar.
—¡Olvidé llevarle uno a...!
Jimin se detuvo repentinamente en la puerta, sin cruzarla, pues la escena le dejó de piedra.
Jungkook sobre la encimera rodeaba con las piernas a Hoseok, mientras que este lo tomaba de la cintura. Estaban tan cerca que podían besarse, de hecho sus labios estaban enrojecidos como si lo hubiesen hecho.
Ambos se giraron hacia él y se separaron rápidamente, sabiendo las reglas.
—Perdón...—. Susurró Jimin, paralizado.
Los alfas tenían química y su relación era muy estrecha, le había quedado claro, pero no sabía cuán cercanos eran.
—Jimin—. Murmuró el mayor.
Jungkook bajó de allí y prácticamente se escondió tras Hoseok, que jugaba nerviosamente con sus manos.
—Sólo volvía a por uno para Yoongi—. Susurró Jimin, acercándose a los brownies.
Nunca antes había sido tan rápido en hacer algo, apenas fue un pestañeo cuando envolvió el dulce y se alejó de ellos.
Los alfas miraron cad uno de sus movimientos en silencio, sin saber qué hacer, pero Hoseok sabía que no podían correr riesgos.
—Espere—. Rogó.
Jimin se detuvo con un pie fuera de la cocina.
—Por favor, no se lo diga a nadie, ni siquiera Yoongi lo sabe—. Susurró con la voz quebrada, dejando atrás a Jungkook para acercarse al omega.
Este, sin girarse asintió. Podía entender sus motivos, sabía la realidad de ese reino y sus leyes.
—Si olvida lo que ha visto estaremos en deuda con usted, por favor—. Pidió.
Jimin suspiró y tragó saliva. Aunque no se lo hubiese pedido no habría sido tan cruel como para contárselo a nadie.
—¿Ver el qué? Cuando volví a por el brownie ya no había nadie—. Susurró.
Y, temblando, se alejó de allí, dejando atrás a los alfas, sabiendo el enorme peso que ahora llevaba en sus hombros.
𓍢𓎗 continuará ...
💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮
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