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ㅤㅤ๑ veinte 𓂃


ଓ ଘ ଙ

𝗔 𝗴𝗼𝗼𝗱 𝗮𝗹𝗽𝗵𝗮!!

(Maratón 2/3, ¡felices fiestas!🎄)

(Este capítulo seguirá narrado en tercera persona, pero desde otro punto de vista, espero que lo disfrutéis ♡)

Yoongi se sorprendió cuando el omega le cerró en sus narices, nunca antes había sido tratado de aquella forma. En realidad, nunca había tratado con alguien como él. Pero no le disgustaba necesariamente.

Parpadeó varias veces y, cuando escuchó más silencio, gruñó. ¿Es que no iba a dar la cara? El Jimin que conocía no huía de él ni se rendía fácilmente, ¿Por qué no le gritaba o soltaba alguno de sus comentarios rebeldes? Desde luego aquella reacción habría sido mejor.
La forma en que sus ojos se veían asustados... Yoongi no quiso volver a ver ese brillo apagado en él.

—Jimin abre la puerta—. Pidió, acercándose a la misma.

Más silencio.

—Jimin.

Con su palma abierta picó allí, obteniendo nada más que el ruido de una tela deslizándose.

El silencio por parte del omega le molestaba, pero su lobo erizado lo hacía aún más. Odiaba cuando este se enojaba con él por diversas causas, la mayoría después de alguna discusión con Jimin.

—Por la Luna, háblame—. Ordenó, sintiendo su paciencia al límite.

Dentro del baño se escuchó algo, su afinado oído logró distinguirlo como un leve sollozo. ¿Estaba... llorando?
Su rostro palideció.

No entendía qué había hecho mal, por qué el omega había reaccionado de esa forma a un juego estúpido, uno de tantos que tenían. Realmente llegó a pensar que su relación había mejorado considerablemente, pero comenzaba a dudarlo.

Quizá había cruzado una línea delicada.

—Jimin, dime qué he hecho—. Gruñó, sintiendo a su lobo desesperado por arrullar al omega.

Amaba rodearlo y envolverlo con sus brazos, empaparlo de su aroma, sentir que sólo le pertenecía a él y que ningún otro alfa se le podría acercar. Por eso la idea de no poder consolarlo le quemaba por dentro.

Con el ceño fruncido miró su alianza. Se suponía que debía cuidarlo. Le prometió a su padre que lo haría feliz, y realmente pensaba que lo estaba consiguiendo; poco a poco el omega se había abierto con él, incluso sonreía más a menudo. Incluso... Incluso llegó a pensar que podía sentir algo por él.

 Si Jimin hablase con él, quizá no tendría que darle tantas vueltas al tema.

—Yoongi.

El llamado alertó a su lobo, que alzó las orejas atento. Él se acercó hasta dejar la frente sobre la puerta, desesperado. La voz del omega se escuchaba rota.

—Estoy aquí—. Murmuró.

Recibió más silencio.

Se sentía totalmente impotente e inútil. Aquella mañana se había sentido orgulloso de haberlo podido consolar, era lo que se suponía que debía hacer como alfa. Su alfa.

En el interior se escuchó un sonido, después Yoongi tuvo que apartarse de la puerta cuando notó que esta se abría lentamente. La imagen de Jimin con su rostro enrojecido y húmedo le abofeteó y encogió su corazón. Era tan pequeño, tan bonito...

Yoongi sintió el impulso de acercarse y secar todas sus lágrimas, pero algo en el aroma de Jimin se lo impidió, así que solamente esperó a que el omega hablase.

—¿Qué quieres que te diga?—. Preguntó, con la voz quebrada.

El alfa frunció el ceño y dio un paso en su dirección. Al ver que él no se alejaba, se acercó un poco más.

—¿Qué te ocurre?—. Respondió.

Jimin evadió su mirada de nuevo, pareciendo resolver un puzzle mental. Yoongi gruñó, no le gustaba que lo evitase.

—No importa, sólo... Sólo hagamos como si nada hubiese pasado—. Suspiró.

Jimin volvió a escaparse, esa vez por el hueco entre su hombro y el marco de la puerta, golpeando sin querer el primero. Yoongi reaccionó en seguida, todas sus alertas se dispararon al pensar que el omega podría cambiar su actitud con él de ese momento en adelante. Quería seguir haciéndole reír y arrullándole, ver ese brillo alegre en sus ojos.

Por eso se giró rápidamente y alcanzó su brazo, impidiendo que se fuese.

—No Jimin, habla conmigo—. Pidió.

A ese punto el lobo de Yoongi estaba tan desesperado que había agachado sus orejas.

—No tengo nada que decir...—. Replicó el omega, limpiándose las mejillas con su mano libre.

A Yoongi no le sirvió aquella respuesta, así que, sin soltarlo, se acercó hasta poder acunar su rostro con ambas manos, de una forma tan delicada que hasta él mismo se sorprendió; nunca se había comportado así con nadie. El omega parecía frágil a pesar de ser fuerte, temía romperlo con cualquier movimiento.

Allí, tan cerca, no dudó en cubrirlo con la manta de su aroma, arrullándolo con cariño.

—Prometí que te haría feliz—. Le recordó, mirando sus asustados ojos—. Dime por qué lloras.

Jimin no quitó la mirada aquella vez, cosa que Yoongi agradeció, pero igualmente siguió sin decir nada.

Impulsado por la inquietud y preocupación tanto de él como de su lobo, el alfa terminó juntando su frente con la del omega, sintiendo sus pequeñas manos aferrarse a sus hombros.

—Dímelo—. Insistió Yoongi.

Jimin suspiró y cerró los ojos, su aliento impactando contra los labios del alfa, quien percibió las naranjas y la vainilla con un cosquilleo interior.

—Soy estúpido—. Susurró el omega, confundiéndolo—. Es evidente que... Yo...

Su voz se apagó, poniendo aún más nervioso al alfa.

—¿Tú?

—Siento... Algo. Tengo sentimientos hacia tí—. Confesó, su voz siendo débil de nuevo—. Y es una estupidez porque estamos literalmente casados—. Rió, abriendo sus ojos para mirarlo—. P-pero sé que no me correspondes, dudo que puedas hacerlo. Aún así... Me gustas, y es tan evidente aunque quiera negarlo que me enoja, hasta mi hermano se dió cuenta—. Negó, soltando un bufido irónico—. M-mi reacción hace unos minutos es sólo una pequeña parte de la calidez y los nervios que me provocas, por la Luna—. Rodó sus ojos—. Soy patético por llorar por algo así, perdón. Es que... Es que...

Su voz terminó de romperse cuando nuevas lágrimas acudieron a sus ojos, cayendo por sus mejillas sin piedad.

Yoongi, conmovido por sus palabras y la reacción que había tenido, sintió que todo su cuerpo ardía en llamas.

—No eres quién para decir eso—. Murmuró en respuesta. Nunca había sido bueno con las palabras, pero si el omega quería una confirmación de lo que ya creía evidente, la tendría—. No eres quién para decir si te correspondo o no, Jimin. Yo... Pude notarlo, creí posibles tus sentimientos hacia mí, pero nunca los di por sentado. No hagas lo mismo con los míos—. Pidió, sus pulgares limpiando el rostro del omega—. No entendía tu reacción por algo así, pero creo que ahora sí lo hago...—. Susurró—. Jimin, no tengas miedo de aceptar lo que sientes, en realidad me gustas, hace tiempo que lo sé.

El apelado suspiró contra sus labios, su inferior temblaba así como sus manos.

—No eres estúpido, ni patético, ni nada así—. Continuó Yoongi—. Sí eres tozudo, entrometido, y ruidoso, pero eso no—. Aquello hizo reír sin fuerzas a Jimin—. Realmente debes estar ciego para creer que no te correspondía, podría haber detenido la boda en cualquier momento. Tu padre y yo no firmamos el tratado de paz hasta la boda, podría haberlo arruinado todo si no me hubieses agradado.

La confesión alivió al alfa, que sintió como si se hubiese quitado un peso de encima.

Jimin observó su rostro unos segundos, mudo, poniéndolo nervioso hasta el punto de escuchar sus propios latidos.

—¿Sí te... Te gusto?

Yoongi, sin saber qué más hacer para que el omega comprendiese, acercó su rostro con desespero y plasmó sus labios en los suyos con fuerza, automáticamente impregnándose de naranjas que lo marearon un poco.

Jimin tardó en reaccionar, pero cerró sus ojos al igual que él y se aferró aún más si cabía. El alfa, cambió sus mejillas por su cintura para poder pegarlo a su cuerpo, necesitando todo su calor para calmar esa angustia que había sentido segundos atrás.

Por fin su lobo estaba en paz, incluso felicitándolo por haberlo arreglado. Su pecho se hinchó de orgullo, era un buen alfa.

Cuando ambos necesitaron aire, Yoongi practicó su pasatiempo favorito: romper el beso con un pequeño mordisco en su labio inferior. La risita del omega fue música para sus oídos, algo que le llenó el corazón de calidez.

—No creerías en serio que ayer sólo te besaba por venganza—. Murmuró, conteniéndose una risa.

Aún recordaba al omega con aquel hanbok blanco y dorado. Verlo en el altar fue como si un ángel se le hubiese aparecido, tan perfecto y hermoso.

Jimin volvió a reír brevemente, rozando su nariz en la suya.

—Quizá.

—Ah, añadiré un adjetivo a la lista, también eres ingenuo—. Bromeó Yoongi, grabando las delicadas facciones de Jimin en su mente.

Realmente a su lobo le había agradado desde el primer momento en que percibió su aroma, en aquella sala del palacio de Busan. Pero se había negado en rotundo a sus encantos.

Sin embargo, no pudo ganarle la batalla a ese omega de ojos atrevidos y labios de algodón. No cuando perdió el control con él y por poco comete una locura. En el momento en que le vio tan asustado supo que dedicaría su vida a protegerlo. A partir de ese día el resto sólo fue avivar algo que había comenzado a crecer.

Pero, cuando se percató y aceptó aquello, fue cuando se vio sólo en su castillo, sin el omega molestándole. Se sintió vacío de algún modo.

De nuevo el silencio reinó en la habitación, pero aquella vez Yoongi lo agradeció. Solamente se escuchaba el canto de los pájaros en el exterior y él tenía frente a sí el mejor paisaje para admirar, las palabras sobraban.

Aquel fuego en sus venas se triplicó cuando vio a Jimin tomar la iniciativa y, de puntillas, posar sus abultados labios sobre los suyos. Ese beso fue tan dulce y tierno que Yoongi creyó que el corazón le explotaría.

Con una pequeña sonrisa en sus labios, el alfa gruñó suave, reclamándole. El omega acató, tan obediente, apartando un poco su mentón. Automáticamente Yoongi supo que sus pupilas se habrían dilatado porque sus encías picaron.

Sin embargo, se limitó a buscar el nacimiento de su peculiar aroma, encontrándolo sin dificultades por el familiar recorrido. Allí dejó unas cuantas caricias con su mejilla, como hacía siempre, sólo que no lo sintió suficiente. No cuando Jimin ronroneaba de aquella dulce forma que lo volvía loco.

Sus manos se deslizaron por encima de la tela hacia la espalda del omega, sujetándolo bien por si perdía fuerzas. Sabía que aquella zona era delicada para los omegas. De esa forma acercó sus labios al lugar, besando con lentitud su piel, disfrutando de la cosquilleante sensación que dejaba en sus carmines. Jimin tenía algo que hipnotizaba su cuerpo, simplemente se sentía en el mismo cielo cuando lo tocaba.

Recordando la reacción que le había puesto los pelos de punta, Yoongi presionó un poco los dientes en su piel, suavizando la acción con una lamida suave. Jimin jadeó.

Yoongi sintió sus encías picar con demasiada urgencia y, antes de perder el control, se separó de su cuello lo justo para devolverle la mirada. Jimin estaba hermosamente sonrojado y sus ojos brillaban dilatados, aquello sólo hizo que su lobo le obligase a gruñir en reclamo.

Fue entonces cuando escuchó el más hermoso sonido, uno nuevo. Jimin emitió un ruidito dulce, también reclamándole a su manera.

Suspiró enternecido, acariciando su nariz con la propia y juntando de nuevo sus frentes.

—Omega.

Sintió a Jimin estremecerse en sus brazos al instante.

Sinceramente, llegados a ese punto a Yoongi le importaba poco si era demasiado pronto para reclamarlo o no. Acababan de confesarse, pero el alfa no había podido contener aquello.

Se suponía que debía marcarlo, pero era una obligación. Reconocerlo como su omega era algo que nacía de un sentimiento profundo, algo que había contenido por algún tiempo.

Aunque, por supuesto, si lo marcaba llegados a ese punto tampoco sería totalmente una obligación. Era plenamente consciente de que su lobo lo aceptaba y él también, era su pareja, su omega.

—Alfa—. Susurró él con voz débil.

Los ojos de Jimin se cristalizaron al responder y Yoongi vio claramente un destello azul surgir allí, sabiendo en el reflejo de los mismos que los suyos tenían un brillo escarlata. Simplemente notó a sus lobos conectar de alguna forma, no importaba si aún no habían creado un lazo.

De nuevo el alfa rozó sus narices, totalmente encandilado con el omega, contento por poder reclamarlo suyo al fin. Su lobo se enorgulleció.

De forma inconsciente ambos se balancearon, sin música, solamente escuchando sus respiraciones y el sonido de la naturaleza tras las ventanas. Se sentía bien ese tipo de paz.

—¿Tienes hambre?—. Preguntó Yoongi, rompiendo parte de la magia, pero estaba algo preocupado por su salud, apenas comía esos días.

Jimin rió levemente, asintiendo.

—Bien, no tenemos por qué salir en una semana más o menos, así que pediré el desayuno—. Susurró.

El omega alzó las cejas y torció el gesto, pareciendo un cachorro confuso.

—¿Una semana? ¿Por qué?

Yoongi contuvo una risa, inclinándose para poder tomarlo en brazos, colgándolo cual koala hasta la cama, dejándolo sentado.

Allí puso una mano a cada lado de su cuerpo, en la cama, y se acercó a su oído.

—Es para asegurar cachorros, en realidad, nadie entra y no saldremos—. Explicó, susurrando.

Yoongi se alejó tras ello, dirigiéndose a la campanita para llamar al servicio e indicar lo que necesitaría para aquel día, dejando atrás a un Jimin tembloroso.

Sonrió. Amaba ponerlo nervioso.

𓍢𓎗 continuará ...

💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮

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