ㅤㅤ๑ siete 𓂃
ଓ ଘ ଙ
𝗣𝗶𝗮𝗻𝗼 𝗳𝗼𝗿 𝘁𝘄𝗼!!
Tras el pacto de paz de los prometidos, el ambiente en el Palacio se relajó, aunque seguían teniendo sus dudas sobre la pareja.
Jimin lucía sin problema aquel anillo, pero al pasar todo el mundo se giraba con extrañeza en sus miradas. Desde que todo aquello comenzó, no habían visto al omega tan tranquilo.
El rey Min se dejaba ver más por los pasillos, incluso asistía a todas las reuniones para tramitar la boda. Sus consejeros le preguntaban a menudo si tenía fiebre o se sentía mal, pues de vez en cuando se disculpaba para poder verse con Jimin a solas.
El rey Park comenzó a pensar que por fin se habían aceptado y que, solo quizá, se agradaban aunque fuese un poco. Namjoon y Seokjin decidieron mantenerse al margen, suficiente habían tenido con las charlas con Jimin para hacerle entrar en razón. Al parecer Taehyung era el único que seguía sin encontrarle una respuesta lógica a la aparente tranquilidad de ambos.
La realidad, desafortunadamente, no se debía a su aceptación del compromiso. La realidad era más bien que, cuando ambos se juntaban en la sala que les pertenecía y cerraban sus puertas, cada uno se dedicaba a hacer en silencio aquello para lo que no encontraban tiempo en otras ocasiones.
La idea surgió tras un banquete, en la cual el rey Park les invitó a pasar más tiempo a solas, y Min recordó su pasión por el piano. El omega no se negó a dejarle intimidad con el instrumento si él podía hacer sus cosas en paz.
Aquella tarde, Jimin tomó su habitual asiento en el bordillo interior de la ventana cerrada con su cuaderno y bolígrafo. Había comenzado a llover tras unas horas de cielo gris, lo que ayudaba a florecer su inspiración. Fuera de aquellos ratos no tenía tiempo para dedicarse a lo que mejor se le daba; escribir historias. Habría preferido un millón de veces antes ser escritor que un príncipe prometido, irónicamente, pero al menos el rey le guardaba el secreto.
Por su parte, Yoongi cerró la puerta y se dirigió a la otra punta de la habitación, donde había un gran piano de madera tosca. Sacó del interior de su atuendo las partituras que llevaba días componiendo, y volvió a practicar por enésima vez aquella pieza. Sus obligaciones como monarca no le dejaban practicar aquel instrumento, y componer música era lo que más le apasionaba en el mundo. Jimin también guardaría ese secreto.
De esa forma, cualquiera que pasase cerca de allí solamente escucharía el piano. Muchos sirvientes daban por hecho que el omega lo tocaba para él, pues era conocido allí que un príncipe debía tener más de un don o habilidad. Por supuesto Min lo ignoraba.
—Estaría mejor si no tocases tan rápido los acordes, no tengas prisa—. Comentó el omega, aún escribiendo algo en su cuaderno, al escuchar en lo que Min trabajaba.
El alfa gruñó desde su posición, frustrado consigo mismo. Aquella parte de la melodía no terminaba de encajarle, y que Jimin tuviese razón sólo le ofuscaba más.
—No necesito tu ayuda—. Comentó.
Aún así, hizo caso del consejo y modificó unos pequeños detalles. Jimin calló, pero cuando escuchó la mejora gracias a él no pudo evitar reír.
—De nada—. Musitó con sorna, sin molestarse en mirarlo.
Yoongi presionó con más fuerza las teclas del piano mientras tocaba, de sólo imaginar la sonrisa del omega se molestaba. Si algo odiaba era que se riesen de él.
—¿Y desde cuándo sabes de música?—. Preguntó el alfa con molestia, dejando de tocar para seguir anotando cosas en la partitura.
Jimin al fin alzó la vista de su libreta, mirando la espalda del rey con cierta altivez.
—Podría preguntarte lo mismo—. Contraatacó el omega, mordiéndose la lengua para no soltar algún comentario peor.
El rey se giró en el banquillo, enfrentándolo con una expresión neutral, pero Jimin adivinó la molestia en sus ojos. Siempre que algo le irritaba sus párpados se entrecerraban un poco al mirarle, era la expresión que más usaba con él así que no le sorprendía.
—Aprendí de pequeño, siempre que podía me escapaba a la sala de música... Aunque por supuesto a mi padre no le gustaba que aprendiese piano por mi cuenta y me salía caro—. Explicó con una mueca, dejando que él pudiese averiguar con aquello los castigos que podría recibir—. Pensaba que eso era cosa de débiles, un alfa heredero al trono no podía perder el tiempo en eso—. Recordó las palabras de su padre, casi gruñendo. Después sacudió la cabeza, como si se le hubiese escapado un secreto.
—Vaya, ¿Aprendiste solo?—. Preguntó entonces Jimin, realmente sorprendido, y también queriendo centrarse en lo bueno del recuerdo. No debió ser un padre cariñoso, y realmente no sabía por qué el alfa de pronto se abría con él al contarle eso, pero no lo dejaría pasar.
Yoongi, que no se acostumbraba a tener una conversación normal con él, alzó una ceja en su dirección, desconfiado.
—¿Es sarcasmo o...?
Jimin tuvo que aguantarse una carcajada. Mientras negaba con la cabeza, se decidió a dejar a un lado su cuaderno y bolígrafo, allí en el bordillo de la ventana. Entonces se levantó para acercarse al monarca. Podría continuar escribiendo otro día, estaba seguro de que no sería tan malo descubrir algo más de la persona que tendría que aguantar el resto de su vida.
—No, no lo es, preguntaba en serio—. Asintió.
El alfa lo vio acercarse sin impedírselo, siendo su turno para sorprenderse por sus palabras. No se esperaba que el omega realmente se interesase por algo personal suyo.
—Sí, aprendí solo, no tenía opción—. Se encogió de hombros, deslizándose a un costado del banquillo para dejarle sitio al omega.
Jimin captó el gesto y acató sin recibir orden, sentándose a su derecha con tranquilidad, de cara al piano. Aquel alfa parecía otra persona distinta a quien le había infundido tanto miedo en aquella misma sala días atrás. Otro Yoongi distinto que honestamente no le desagradó tanto.
El omega sonrió apenas, mirando las teclas del instrumento antes de colocar sus deditos allí, recordando la sensación de tocar.
—Eso es algo digno de admirar—. Reconoció, sin mirarlo.
Yoongi, en cambio, observó su perfil. Sus rasgados ojos, su pequeña y fina nariz, sus abultados y rosados labios. Definitivamente era un omega hermoso.
Jimin no sabía qué pasaba por la mente del alfa, pero cuando se decidió a devolverle la mirada tras unos segundos de silencio casi intimidante, Yoongi se acercó a aspirar un poco de su aroma y entonces gruñó un poco.
—¿Qué...? Pensé que no te gustaba mi olor—. Tuvo que morderse la lengua para no reír, no entendía qué pretendía.
El cambio Yoongi seguía serio, con el ceño fruncido.
—No dije que no me gustase. Dije que era extraño—. Replicó, con calma.
Jimin asintió lentamente, aunque seguía sin entender. Para él era casi lo mismo. Cabía decir que el aroma de Yoongi no le era desagradable ni a él ni a su lobo, solamente lo reconocía. Aunque su omega se mostraba más calmado, se dedicaba a ignorarlo o estarse quieto.
—Bien—. Susurró al final, sin saber qué más decir.
Lo último que quería era otro silencio incómodo, pero la mirada del alfa le ponía de los nervios.
Si tan solo pudiese saber qué se le pasaba por la mente...
Para calmarse, comenzó a mover sus dedos de forma suave sobre las teclas, formando una melodía que tenía en su cabeza. Era algo sencillo, probablemente una canción infantil que había aprendido de niño, pero era lo único que recordaba en ese momento, bajo las observaciones del alfa.
—No me respondiste—. Murmuró el rey, por fin desviando la mirada a las teclas.
De forma casual sus dedos también se movieron por allí, siguiendo con simples acordes a la melodía de Jimin, acompañando los sonidos de forma lenta.
—Yo aprendí a la fuerza, un príncipe noble debe tener varias habilidades aprendidas para atraer pretendientes, o eso es lo que decía mi mamá—. Se encogió de hombros sin darle demasiada importancia al ser algo con lo que había crecido—. Mi institutriz me enseñó piano y pintura por ese motivo—. Explicó sin mirarle, concentrado en el instrumento.
Yoongi tampoco de descentró, pero alzó una ceja.
—¿También sabes de pintura?—. Preguntó.
—Sé muchas cosas, majestad—. Bromeó—. En realidad soy un buen partido, pero no lo sabes ver.
—Podria decirte lo mismo—. Contraatacó el alfa casi de inmediato.
Jimin desvió la mirada apenas unos segundos hacía el alfa, sonriendo de forma ladeada. Le hacía gracia que intentase seguir sus bromas, aunque siempre serio.
—¿Seguro? No lo veo—. Tentó, queriendo picarle.
El rey también le miró unos instantes, por primera vez desde que pisó ese Palacio pareciendo calmado, sin ganas de morderle a nadie.
—Quizá necesitas revisarte la vista, estás ciego—. Bromeó, volviendo al piano.
Jimin dejó una pausa mientras terminaban de tocar aquella canción absurda y, cuando lo hicieron, le sonrió. Por mucho que lo negase, escuchar una broma de los labios del monarca le sorprendió.
—Definitivamente ambos estamos ciegos, majestad—. Rió suave, levantándose del banquillo al dar por terminada la velada. Tenía sueño.
Pero Yoongi sujetó su muñeca antes de dejarle ir, por supuesto sin presionarle demasiado; no quería volver a hacerle daño.
—Me debes un retrato—. Murmuró, serio.
Jimin chasqueó la lengua al instante, mirándole con un poco de diversión y altivez.
—Sí, claro, ¿Cuándo dije que te haría uno?
Yoongi lo sopesó y cuando estuvo a punto de responder soltó su mano para dejarle libertad de movimiento. Incluso él se preparó para marchar, recogiendo su partitura.
—Después de tí, principito—. Finalizó, señalando la salida.
Jimin rodó los ojos con cansancio, no comprendía los cambios de humor de ese alfa, le ponían nervioso. Pero con tal de no discutir, rápidamente fue a por sus cosas y salió antes que él alfa de allí, dedicándole una mirada de reojo.
Yoongi sonrió tras él.
𓍢𓎗 continuará ...
💮 𝗡𝗼 𝗼𝗹𝘃𝗶𝗱𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿 𝘁𝘂 𝘃𝗼𝘁𝗼! 💮
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro