Capítulo 9. 🖤
Devan
—Se lo dije, le dije que esto podía pasar, pero no me creyó —murmuraba mientras caminábamos por el pasillo para ir a la área donde estaba hospitalizada Bea.
—No podías hacer nada —dijo Alice. Venía detrás de mí.
—Sí pude hacer algo, importarme un carajo lo que Declan quería e internar a la alcohólica de su madre en una clínica —apreté los puños con coraje.
—Pero Dec...—no la dejé terminar.
—Declan no sabe lo que hace. Es un egoísta que solo piensa en él, pudo evitar esto.
Dimos la vuelta en el pasillo para llegar al área de urgencias. Por lo poco que le dijeron a Alice fue Bea la causante del accidente además de que iba ebria, como siempre. Sino era una cosa era otra, pero esa mujer siempre se metía en problemas y la verdad yo ya estaba harto de esta situación.
Le llamé a Declan para que viniera de inmediato para ver a su madre, no quería hacerme cargo de ella, la odiaba tanto que solo verla me provocaba querer golpearla, era un hijo de puta, pero nunca le pondría un dedo encima.
Estaba aquí solo por mi hermano porque de no ser por él no hubiera puesto un pie dentro de este lugar.
Llegamos a la sala de urgencias, pero nadie nos dijo nada de Bea, lo único que pudimos hacer fue sentarnos y esperar, no nos quedaba de otra más que esperar y ya.
Minutos después llegó Declan, menos mal que fue así, no quería tener que ser yo el que diera los datos de su madre, apenas sabía su nombre y para mi desgracia llevábamos el mismo apellido. No sabía su edad, mucho menos el día que nació o el año, la única persona que sabía todo esto era Declan, su hijo.
—Me lo dijiste —habló Declan.
—¿Qué te dije? —estaba sentado a mi lado y Alice frente a nosotros.
—Que esto podía pasar, que mi madre tenía un problema con el alcohol y yo no te hice caso, fui tan egoísta por querer tener a mi madre conmigo que no me importó lo que ella estaba sintiendo —sostenía su cabeza entre sus manos. Soltó un suspiro largo y sonoro.
Palmeé su espalda porque ya se sentía mal por lo que estaba pasando con su madre como para que yo le dijera que tuve razón todo este tiempo. La tuve, pero no era el momento de recordárselo.
—Eso no importa, lo que ahora tienes que hacer es tomar una decisión. Bea tiene una enfermedad, Declan, tiene que atenderse, tiene que ir a una clínica y curarse —me miró y asintió.
—Me va a odiar —musitó —. Me va a odiar cuando sepa que fui yo quien la metió en ese lugar.
—No lo hará —le sonreí —. No te va a odiar.
Dejó caer la cabeza en el respaldo de la silla y suspiró.
No me gustaba ver a mi hermano así, pero esta fue la única solución para que tomara una decisión con respecto a su madre y por fin decidirse a hacer algo con su alcoholismo.
—Declan Hawke —un hombre con bata blanca se hizo presente en la sala de espera y miró su entorno.
—Soy yo —mi hermano se puso de pie rápidamente al escuchar su nombre. Me puse detrás de él y quedé a su lado.
—Su madre se encuentra bien, tuvo algunos rasguños y golpes. Menos mal que la persona del otro auto no tuvo heridas graves —dijo el hombre —. Pero tiene que rendir cuentas con la policía —Declan asintió con la cabeza. Menos mal que lo entendía.
—¿Puedo pasar a verla?
—Vamos —me miró y palmeé su hombro.
—Ve, aquí te espero —me sonrió antes de alejarse con el doctor.
Regresé a mi lugar y dejé caer la cabeza en el respaldo de la silla. Al abrir los ojos divisé la pequeña y delgada figura de Alease Black, venía junto a un chico más alto que ella, delgado de cabello castaño. Ese tenía que ser Archie.
Alease
Busqué a Declan después de salir de la universidad, pero él no estaba, tenía que devolverle los libros que me prestó. Le llamé y me dijo que salió antes porque su madre tuvo un accidente.
—No sé si sea buena idea que estemos aquí —murmuró Archie. Ambos buscábamos la sala de urgencias donde Declan me dijo que iba a estar.
—Es nuestro amigo —le dije.
—¿Nuestro? —lo miré mal —. Sí, es nuestro amigo, Al —puso una mano en mi brazo —. ¿Te das cuenta que aquí puede estar el papucho de Devan?
No había reparado en eso y me cayó como un balde de agua fría en el cuerpo.
—No creo que él esté aquí.
Es demasiado egoísta.
Al llegar a la sala de urgencias me detuve unos segundos cuando, para mi desgracia, vi a Devan sentado en una de las sillas. Tenía la cabeza apoyada en el respaldo de esta, con los ojos cerrados, pero al abrirlos nuestras miradas se encontraron.
Tu mirada siempre me derrite, ogro.
En ese momento se puso de pie y quedamos cara a cara. Me sostuve de Archie porque sentía que me iba a caer de rodillas contra el suelo.
—Declan nos dijo lo que pasó con su madre, ¿cómo está él? —pregunté —. ¿Su madre cómo está?
—Él está bien, ahora mismo está con ella —asentí.
—Hay que sentarnos, en lo que esperamos —sugirió Archie.
Para mi mala suerte se sentó a mi lado y Archie en la otra hilera de sillas al lado de una mujer. Parece que conocía a los hermanos Hawke porque compartía miradas con Devan.
—¿Qué haces aquí? —su pregunta fue un murmuro que solo yo pude escuchar.
—Declan es mi amigo —lo miré de reojo y tenía una ceja alzada.
—¿Tu amigo nada más? —aquella pregunta venía acompañada de algo más pero no lograba descifrar que era.
—Sí, solo somos amigos —miré al frente. Tenía la mochila sobre las piernas.
—¿Estás segura?
—¿A qué vienen estas preguntas? —mascullé —. A ti no tengo porque darte explicaciones de lo que hago —estaba indignada con su maldita actitud —. Tú y yo no somos nada —le aclaré.
—Sabes que eso es mentira, lyubov —se giró por completo a mí. Miré de reojo a Archie y este estaba embobado con su móvil.
¿Lyubov?
—Sabes que somos algo, lo sabes perfectamente —subió su mano a la altura de mi mejilla y apartó un mechón rebelde, dejándolo detrás de mi oreja.
—No, tú y yo no somos nada —zanjé.
Ahora tengo que creerme mis mentiras.
—Yo pago tus servicios y tú...
—No soy una prostituta y aunque lo fuera, solo una vez pagaste por tenerme a tu lado —escupí —. Me he librado de ti para siempre, Devan Hawke —no dijo nada y se me hizo raro que no abriera la boca porque siempre tenía algo que decir. Devan no era la clase de hombre al que dejas callado, no, siempre tenía que ser él el que dijera la última palabra.
Al ver que no dijo nada giré la cabeza para verlo.
—¿Sabías que mi nombre se escucha tan bien en tu boquita? —dijo con un tono de voz sensual que me caló los huesos —. Dilo de nuevo —lo tenía tan cerca que el aroma de su perfume me picaba la nariz. Su aroma corporal era una mezcla de cigarrillos, perfume y el cuero de su chaqueta.
—N-no diré nada que tú me pidas —me estaba embriagando tenerlo tan cerca. Era jodidamente atractivo y seductor. No importaba que fuera un imbécil, cruel y despiadado, me gustaba y mucho.
Me puse de pie rápidamente.
—Archie —levantó la cabeza hacia mí —. Voy por algo de tomar, ¿quieres algo?
—Una botella de agua, cari —me sonrió y caminé hacia la cafetería que no quedaba lejos. La vimos cuando entramos al hospital.
Menos mal que salí de ahí sino no sé qué sería de mí por tenerlo tan cerca, era una maldita tentación que me ponía mal, no pensaba correctamente y no era yo. Cuando estaba tan cerca solo quería repetir lo que pasó aquella noche, que me follara duro y sin piedad. Mi sexo se humedecía con tan solo pensar lo que pasó aquella vez y quería repetir tantas veces como fuera posible.
Compré dos botellas de agua y regresé por el mismo pasillo, pero antes de llegar sentí un tirón hacia un pasillo desierto y seguido de eso un empujón. Acaricié la espalda contra la pared y al levantar los ojos me encontré con el ogro de hielo.
—Así que no harás nada que yo te pida, ¿eh? —una de sus manos se asió a mi cintura, esta la abarcó por completo. La otra mano la apoyó en la pared a la altura de mi rostro.
—Ya lo dije —me aclaré la garganta.
Me pones muy mal, Devan Hawke.
—Sí, ya sé que no eres una prostituta, pero sabes que puedo pagar cada vez que tu foto aparezca en esa pantalla —me miraba intensamente. Sentía que me estaba devorando solo con la mirada.
—No eres capaz de hacerlo —acercó su boca a la mía.
—¿Me está retando? —enarcó una ceja. Era un idiota arrogante, pero joder, era tan guapo y sexy.
—N-no —tartamudeé.
—Pues no lo hagas, porque puedes perder —se mojó los labios con la lengua en un lento y sensual movimiento que me hizo estremecer de los pies a la cabeza —. Más te vale ser una niña buena y portarte bien, lyubov.
—¿Sino qué? —su pecho se pegaba al mío. Mi corazón latía tan fuerte que creo que Devan lo podía escuchar también.
—Te puede ir muy mal.
En ese momento recordé las palabras de Aiden. Tenía que ser más aventada, menos miedosa, más sensual, pero solo con él. Porque él era el que me volvía loca, tanto que necesitaba que me besara de una vez por todas.
—¿Ah sí? —enarqué una ceja —. Pues no te tengo miedo —levanté la barbilla. Quería ser ruda con él, pero no era más que una cobarde, esa era la verdad.
Una de sus comisuras se elevó con satisfacción y se acercó un poquito más, hasta que sus labios rozaban con los míos.
—¿Me vas a besar? —no dejábamos de mirarnos, era una pelea de miradas que solo uno iba a ganar.
—¿Quieres que te bese, lyubov? —asentí en un lento movimiento y su sonrisa se ensanchó mucho más. La mano que tenía al lado de mi cabeza la deslizó por mi mejilla, la puso bajo mi oreja y mi nuca.
Sus labios eran suaves y delgados, la barba que apenas se alcanzaba a distinguir me picaba las mejillas. Su lengua salió filosa mojando mis labios, adentrándose en mi boca que se abría poco a poco para él. Su mano seguía en mi cintura y sus dedos se enterraban en la tela de la blusa que cubría mi cuerpo. Mis manos seguían a cada lado de mi cuerpo, no me quería mover solo necesitaba que me besara de aquella manera tan salvaje que solo él podía hacerlo y volverme loca en el proceso.
—Dilo —se separó unos milímetros —. Te exijo que lo digas.
—Devan Hawke —sonrió satisfecho y de nuevo tomó posesión de mis labios como si estos le pertenecieran, como si fueran suyos nada más.
—Necesito tenerte en mi cama de nuevo —apoyó su frente contra la mía —. Necesito estar dentro de ti una vez más y sentir la calidez de tu vagina —se mojó los labios. Su mirada intensa —. Quiero probar tus tetas, correrme dentro de ti o fuera, como sea, pero necesito hacerlo.
—Devan —subí mis manos y las apoyé en su pecho. Su corazón latía tan rápido como el mío.
—Lyubov, me encantas. Dime que me hiciste para que esté así de desesperado por ti —soltó un suspiro, parecía que le estaba quemando la garganta.
—No hice nada, Devan.
—Y ese es el maldito problema, solo tienes que ser tú para desarmarme, para tenerme a tus pies. Solo tienes que sonreír para que yo haga todo lo que pidas. Pídeme lo que quieras y lo haré —una sonrisa maliciosa se dibujó en mis labios.
Nadie, nunca en toda mi vida mi había dicho algo así y él lo estaba haciendo ahora mismo, solo provocando que me gustara un poco más de lo que ya de por sí me gustaba.
—Quiero que me hagas tuya —musité sobre sus labios —. Quiero que no tengas piedad de mí.
—Azotaré tu culo hasta que tu pálida piel quede marcada por mi mano, lyubov, ¿estás de acuerdo con eso?
—Demonios, sí —gemí excitada —. Hazlo —sonrió negando con la cabeza.
Ahora fui yo la que apreté mis labios a los suyos, mordí sus labios, chupé el inferior y tiré de este para lamerlo.
—Tengo que regresar con Declan —asentí con la cabeza. Antes de alejarse dejó un casto beso sobre mis labios y esta vez salió por el pasillo. Llegué con ellos minutos más tarde y me senté al lado de Archie, Devan estaba platicando con la chica castaña.
—¿Qué pasó allá? Devan se fue segundos después de que lo hicieras tú —le entregué la botella de agua.
—No pasó nada —mis mejillas teñidas de rojo me delataban. Era una mala mentirosa.
—Te va a crecer la nariz por ser tan mentirosa —pellizcó mi nariz con dos dedos y chillé.
—¡Oye! —Devan y la castaña nos miraron, raro.
—¿Qué? —le di un manotazo y se apartó —. Auch.
—A ver si lo piensas antes de hacer lo mismo de nuevo —abrió la botella y se la llevó a los labios.
—Llorona —bebió de su botella y ya no dije nada.
A los pocos minutos Declan apareció en la sala, al vernos solo hizo un movimiento con la cabeza y sonrió apenas, era una sonrisa triste. Fue con Devan y la chica castaña.
—Se ve muy mal —murmuró Archie a mi lado —. Pobrecito.
Le di la razón porque era cierto, Declan no se veía nada bien. Estaba sufriendo por su madre.
—Hola —dijo triste. Nos saludamos con un beso en la mejilla.
—Hola —respondimos Archie y yo al mismo tiempo.
—¿Cómo está tu mamá? —puse mi mano encima de la suya.
—Está bien, no sufrió heridas graves, pero está en problemas —pasó saliva.
—¿Problemas? —preguntó Archie. Casi le meto un pellizco por ser tan chismoso.
—Chocó contra otro auto y el conductor salió herido —las manos de Declan hicieron presión con las mías —. Sé que tiene un problema y que se debe atender, pero me es tan difícil tomar una decisión cuando se trata de ella —sus palabras eran tristes. Declan estaba entre la espada y la pared por su madre.
Era entendible, era su madre, la mujer que lo vio crecer, bien o mal era la única persona que lo quería más que a nada en este mundo y tomar una decisión así podía romper a cualquiera.
—Nosotros estamos aquí, Declan, para lo que sea que necesites —Archie puso su mano encima de la suya y le sonrió.
—Gracias por venir, por estar aquí —nos sonrió de manera amable.
En ese momento una chica rubia apareció en la sala y se dirigió a Devan, este la miró raro como si no se esperara que ella estuviera aquí.
—¿Quién es ella? —preguntó Archie.
—Blair, la ex prometida de Devan. No sé qué hace aquí —dijo un poco molesto.
Soltó nuestras manos y caminó hacia ellos.
—Lo siento tanto, Declan, estaba ahí cuando Alice le dijo a tu hermano lo que pasó con tu madre.
¿Eh?
Fue todo lo que logré escuchar porque Archie habló a mi lado.
—¿Dijo que es su ex? —asentí.
La tal Blair era una mujer hermosa, parece que alguien la sacó de una revista de modelos, con su cabello rubio y lacio, su piel de porcelana, labios llenos y de color rosa, esa piel de porcelana que parecía tan delicada como el pétalo de una rosa. ¿Y yo?
¿Qué tengo de especial?
Aquella pregunta me dejó pensando en muchas cosas, me vino un bajón que me provocó estar callada todo el tiempo. ¿Por qué él se iba a fijar en alguien cómo yo? Así de simple y básica, una chica a la que le gusta la lluvia porque le recuerda ese tipo de escenas en las películas donde los protagonistas se declaran su amor y se besan bajo la lluvia. Quería algo así. Era una chica que amaba el arte, tomaba fotografías, adoraba el café y le gustaban los atardeceres. ¿Qué tenía de especial? Nada.
Que mal me sentía por sentirme tan poca cosa, pero no podía negar que Blair era hermosa y yo me sentía nada al lado de ella.
—Oye —me habló Archie —. Yo creo que nos vamos —me mostró la hora en su móvil, ya casi eran las ocho de la noche.
—Salgamos de aquí —nos pusimos de pie. Declan se acercó.
—¿Ya se van?
—Ya es tarde —dije —. Nos gustaría hacer mucho más por ti —puse mi mano en su brazo y la cogió con ternura.
—Con estar aquí han hecho mucho —deslizó su mano por mi brazo y nuestros dedos se rozaron —. Son los mejores amigos.
A Archie se le llenaron los ojos de lágrimas y abrazó a Declan.
—Lo que necesites nos llamas —Declan asintió.
—Cuida a tu mamá —le dije.
—Gracias, Al —le sonreí y nos separamos.
—Yo los puedo llevar —habló Devan, negué de inmediato.
—No gracias —me acomodé la mochila sobre los hombros —. Nos podemos ir solos.
—Es peligroso que anden en la calle a estas horas.
¿Ahora te preocupas por nosotros?
Enarqué una ceja.
—Alease, deja que Devan los lleve. Me voy a sentir más tranquilo si se van con él.
Archie se mantenía serio, sabía que si le daba la razón al idiota ese tatuado me iba a enojar con él, así como lo estaba con Devan.
—¿Sí? —miré a Declan.
—Está bien —me di paso en medio de los dos —. Nos vemos luego, Declan.
Salimos del hospital y subimos al auto de Devan, un lujoso Audi negro, los asientos olían a limpio, todo aquí era lujoso, hasta los espejos se veían caros. Obvio, tenía tanto dinero para comprar tres más como este.
Todo el camino de ida hacia nuestro departamento nadie dijo nada. No tenía nada que decir cuando todo estaba claro para mí, Devan seguía viéndose con su ex prometida y ella estaba encantada de tenerlo entre sus piernas, así como lo estuve yo en su momento.
Que idiota soy.
No podía ser más tonta y llegar a pensar que algo se podía dar entre Devan y yo.
Los cuentos de hadas no existen, Alease.
Tenía que aterrizar de una vez por todas y darme cuenta que esto no era un maldito cuento y que Devan no era el príncipe, no, él era el malo de la historia y eso nunca iba a cambiar.
—Listo, hemos llegado —Archie abrió primero la puerta del auto.
—Gracias, Devan —Devan le sonrió y mi amigo salió.
—De nada —respondió.
—Gracias —cogí mi mochila y abrí la puerta para salir de una maldita vez de aquí. Sentía que me estaba asfixiando.
—Lyubov, espera —se acercó y cerró la puerta antes de que empujara para salir.
—Tengo que irme, Archie me espera —no quitaba la mano de la manija de la puerta.
Bajó el vidrio de la ventanilla y le gritó a Archie.
—Tu amiga y yo tenemos que platicar. Yo la acompaño a su departamento.
Con la mirada le decía a Archie que no me dejara con él, pero mi amigo estaba tan ciego que no me hizo caso.
—¡Okey! —fue todo lo que dijo, se dio la vuelta y entró al edificio.
—¿Qué pasa contigo? —preguntó, molesto.
—¿Qué pasa conmigo? ¿Qué pasa contigo? —ataqué —. ¿Crees que no me doy cuenta de las cosas, Devan?
Mantenía la espalda apoyada en el asiento.
—No sé de qué hablas —apreté las manos en puños y chillé de coraje.
—¡No soy imbécil! Me di cuenta de cómo te miraba tu ex porque así te miro yo. La follaste, estabas con ella cuando pasó lo del accidente de la madre de Declan —no dijo nada, tampoco esperaba que lo hiciera —. Ella te mira cómo si fueras su todo, te mira con amor, se aferra a ti porque le das lo que quiere, lo que necesita y está encantada —suspiré.
Mis últimas palabras se escucharon tan bajas, como un suspiro.
—No te voy a mentir —habló a mi lado.
—Qué bueno que no lo haces —mis dedos repiqueteaban en la mochila.
—Sí estuve con Blair y sí tengo comunicación con ella, pero no significa nada.
—¿No significa nada para ti o para ella? —ni siquiera lo dejé terminar —. No me importa tampoco así que no tienes que responder. Pero una cosa si te digo —me giré por completo a él —. Has con tu vida lo que quieras y folla con tu ex las veces que quieras, yo haré lo mismo —su mirada se endureció.
En ese momento me arrepentí de soltar aquellas palabras, pero estaba tan molesta con él que quería sintiera lo mismo que estaba sintiendo yo.
—No digas eso.
—Lo digo porque puedo hacerlo, soy libre de estar con quien yo quiera —levanté un dedo, pero cogió mi muñeca abarcando esta por completo —. Estoy soltera y no le debo explicaciones a nadie.
—No sigas —espetó con la mandíbula apretada.
—Puedo follarme a quien sea, Devan Hawke —acerqué mi rostro al suyo y no bajé la mirada. Ya no lo haría porque no le tenía miedo.
—Tú no harás eso —sus dedos se enroscaron en mi muñeca. Subió una mano a mi nuca y me atrajo a él —. Tú eres mía, me perteneces.
—Te equivocas —me solté de su agarre —. No soy tuya, me pertenezco nada más a mí.
Sin esperar a que dijera algo salí y cerré la puerta sin el más mínimo respeto por su auto.
Devan se podía ir al demonio con todas y cada una de sus amenazas.
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¡Hola! ¿Qué tal el capítulo? A mí gusta como está quedando esta versión, espero que a ustedes también. Muchas gracias por leer de nuevo, las amo.
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