Capítulo 7. 🖤
Alease
Sus manos recorrían mi cuerpo con delicadeza, estaban tibias y se detenían solo para enterrar sus dedos en mi piel. Mi sexo estaba húmedo, tanto que lo sentía palpitar por el deseo que me estaba consumiendo.
—Hazlo —le pedí y se asomó entre mis piernas. Su lengua húmeda y tibia paseaba por mi clítoris, sus dedos se hundían en mis muslos y mis manos tiraban de las hebras negras de su cabello —. Así, así.
Eché la cabeza hacia atrás cuando enterró dos de sus dedos en mi sexo.
—Dios, así —gemí.
—Te dije que ibas a pedir y suplicar, lyubov.
Sí, sí, no podía negarme a este placer.
Y caí como una tonta desesperada por un hombre, uno al que necesitaba tener de nuevo entre mis piernas.
—Alease —escuchaba mi nombre a lo lejos, pero yo estaba concentrada en los movimientos de su lengua en mi sexo —. Querida, ¿estás bien?
—¿Quién? —pregunté. Abrí los ojos de golpe y me encontré con la dolorosa realidad. Estaba en mi cama, en mi habitación, sola.
—Soy Archie —dijo del otro lado de la puerta.
—Adelante —dejé caer la cabeza en la almohada y llevé una mano a la frente. Solté un suspiro y miré a Archie que dejó la puerta abierta y se sentó a mi lado.
—¿Estás bien? —negué con la cabeza y me incorporé para sentarme en la cama y apoyar la espalda en el respaldo —. ¿Te sientes mal?
—No —empecé a jugar con mis dedos, nerviosa, no sabía cómo decirle estas cosas a Archie, era mi mejor amigo, pero nunca tuvimos una conversación así y me daba pena.
—Lo que sea que te pase me puedes decir y si puedo hacer algo por ti lo haré —le dio un apretón a mi pierna.
—¿Sabes que te quiero mucho?
—Obvio que sí, soy un amor, pero no es de eso de lo que quieres hablar —afirmé con la cabeza.
—Tuve un sueño —me mordí el interior de la mejilla y no me atrevía a mirarlo a los ojos —. Fue un sueño...Soñé con Devan y ya sabes —enarcó una ceja.
—No sé, querida no soy bruja —me miraba esperando que de una vez por todas abriera la boca y hablara.
—Teníamos sexo y me quedé con las ganas —apreté los labios. El rostro de Archie era sereno, no había diversión o sorpresa en este.
—¡Ah! Es eso, yo pensé que era algo malo. Eso solo quiere decir que tienes ganas de estar con él.
—De nuevo —ahora sí me miró con los ojos abiertos.
—¿De nuevo?
—¿Recuerdas esa noche en la fiesta cuando fui al baño sola y no me encontrabas?
—Pensé que te habías ido sin mí.
—Por casualidad entré en la habitación de Devan y ya sabes, una cosa llevó a la otra...
—No —me interrumpió.
—Sí.
—¡No puede ser! Pero que escondido te lo tenías, eh —me dio un manotazo en la pierna —. ¿Y qué tal? —enarcó una ceja.
—Dios —solté un jadeo —. Ese sí es un hombre. No solo sabe moverse, besa bien y te toma de una manera que...—solo pensar en cómo me tomó esa noche sentía mis mejillas calientes.
—Alease, quien te viera. Por eso dicen que las calladitas son las peores —me estiré y le di un manotazo.
—Archie.
—¿Qué? No tiene nada de malo que disfrutes del sexo y más si es con un semental como ese ruso —se mordió el labio —. Y para lo otro te sugiero que te compres un consolador —mis ojos se abrieron grandes, con sorpresa.
—¿Qué? —pasé saliva.
—Por favor, no te hagas la mojigata, tampoco tiene nada de malo que te des placer, es normal y todo el mundo lo hace.
—¿Tú eres todo el mundo? —asintió sin más. Sin pena ni pudor.
—Claro que lo hago y más cuando me siento estresado —suspiró.
—No te voy a poder mirar de la misma manera —se echó a reír a carcajadas.
—Alease, no soy un santo, tengo una mente muy perversa y sucia, no me espanta que hayas tenido sueños húmedos con Devan, mucho menos que compres algún juguetito para darte placer, al contrario.
—No sé, no estoy segura —me rasqué la mejilla, nerviosa —. Nunca lo he hecho.
—Para todo hay una primera vez y te aseguro que lo vas a disfrutar. Solo tú sabes cómo te gusta, donde, a que ritmo.
—Ya no hay que hablar de eso —le pedí —. Mejor me voy a dar un baño.
—Sí, debes estar caliente —se burló y me puse de pie para arrojarle una almohada en la cara que sí le dio por completo.
—Tonto —cogí mi toalla y busqué ropa interior.
—Es broma —dejó la almohada en su lugar y fui al baño para de una vez por todas relajarme y sacar de mi cabeza aquellas imágenes.
Temía que esas no se fueran, sino que pasara todo lo contrario, que Devan Hawke se metiera mucho más en mi sistema, en mis pensamientos y mi piel. Joder. Ya lo estaba haciendo y me molestaba que al final de todo él tuviera razón y yo cayera como lo hacen las abejas con la miel. Pero era imposible no caer ante tanta masculinidad, su posesividad, era un poco tóxico también, pero me gustaba tanto. Quería estar de nuevo entre sus brazos, quería que me besara y lamiera mi piel. Solo lo quería a él entre mis piernas.
Devan
Alice me miraba del otro lado de la sala, me escaneaba y observaba detalladamente. Era la única mujer que me conocía a la perfección porque era su trabajo hacerlo, además de que se le daba bien leer a las personas y yo era como su proyecto personal.
—¿Pasó algo en la cena que deba saber? —despegué la mirada de la pantalla del portátil y la miré.
—No que yo sepa —dije serio, sin ganas de entablar una conversación ahora mismo.
Lo único en lo que podía pensar era en el color pálido de sus nalgas, estas siendo azotadas por mi mano una y otra y otra vez hasta que se pusieran roja. Pensaba en su boca chupando y lamiendo mi pene, en su mano tomando este para presionar, subir y bajar.
—¿Y con la chica Black?
—¿Qué pasa con ella?
—¿Qué vas a hacer? —preguntó curiosa.
—Sabes que nada bueno —admití.
—Y eso es lo que me preocupa, que seas duro con ella —pasó saliva —. Que le hagas daño.
—El único daño que le haré es cuando la amarre a mi cama —negó con la cabeza y sonrió. Cerré el portátil y solté un suspiro —. Te voy a ser sincero, Alice, ella me gusta y me gusta mucho, la quiero solo para mí. No quiero que otro imbécil ponga sus sucias manos en su cuerpo, no quiero que ningún mafioso esté cerca de ella, no quiero que salga con nadie más que no sea yo, ¿entiendes?
—¿Esto es malo? —se veía preocupada —. Dime que no.
—No, no lo es, al contrario. Me gusta de verdad, para tener algo serio.
—¿Algo serio como qué? —ahora se veía curiosa.
—No sé —me encogí de hombros —. Lo que sea que ella quiera.
—¿Y si ella no quiere? —me eché a reír porque eso sí me dio risa.
—Como si eso pudiera pasar, lyubov está loca por tenerme de nuevo entre sus piernas, quiere que le folle tan duro que le duela y eso haré. Pero primero la haré sufrir y suplicar.
—Eres todo un caso —soltó un suspiro.
—Sabes que sí —le hice un guiño y seguí con lo mío —. Quiero que te encargues de eso, cada que esté disponible para una cita pagas para que solo esté conmigo —asintió —. No se te puede ir una, Alice —la señalé con un dedo —. Solo debe salir conmigo.
—Está bien, Devan, haré lo que me pides —sonreí.
Quizá me estaba obsesionando con un imposible, pero estaba más que seguro que Alease sentía lo mismo que yo, le gustaba, también se moría de deseo, pero era una orgullosa que no iba a dar su brazo a torcer. No me iba a dar por vencido y la haría mía con su consentimiento, estaría entre mis brazos de nuevo, la haría gemir mi nombre y suplicar por más.
Alease
Las clases se pasaron mucho más rápido que días atrás. Quizá era el hecho de que ya no tenía el peso de pagar tantas deudas, comprar libros y comida. Ahora sí podría pagar por una cámara nueva, podría comprar despensa para el departamento e iba a llenar ese refrigerador que siempre estaba vacío. Le compraría algo a Archie porque siempre se portó tan lindo conmigo, era tierno y me daba los mejores consejos, era el mejor amigo que la vida me pudo dar.
—Alease —antes de salir del aula el profesor Hoffman me detuvo —. Necesito hablar contigo.
Me acerqué a su escritorio, preocupada. Quizá me iba a decir algo malo, últimamente las cosas no iban bien conmigo, pero de ahora en adelante haría lo que fuera para que todo regresara a la normalidad.
—¿Pasa algo malo, profesor? —me acomodé la mochila a los hombros.
—No sé qué esté pasando contigo, pero últimamente tus trabajos tienen muy poca calidad, no tienen ese toque tuyo.
¿Yo tengo un toque?
—Aunque no lo creas conozco a mis alumnos y la manera en la que cada uno trabaja y tus fotografías son las mejores que he visto en muchos años, o eso fue al principio —la sonrisa de victoria que tenía en los labios desapareció con sus últimas palabras —. No estás dando tu cien por ciento, Alease. ¿Pasa algo malo?
—Tenía problemas, pero todo se ha resuelto, le prometo que haré las cosas bien de ahora en adelante.
—No me prometas nada, hazlo, confío en ti y sé que, si sigues así te vas a graduar con honores, pero tienes que trabajar duro para lograr que tus fotografías estén en una galería importante.
Eso es lo que más quiero y anhelo.
—¿No es eso lo que quieres? —asentí.
—Es lo que más anhelo.
—Tus fotografías de cuando llegaste eran muy buenas —se dejó caer en el respaldo de la silla —. Puedes intentar probar con otro estilo, con uno con el que te sientas cómoda.
—Lo haré y gracias por su consejo.
—Bien, Alease, eso es todo. No quiero que desperdicies tu talento, es todo. Espero no molestarte —sonreí y negué con la cabeza.
—Nada de eso, profesor, al contrario.
—Nos vemos —me dijo adiós con la mano.
—Hasta luego —salí del aula y fui hacia el patio trasero para buscar a Archie en el lugar de siempre pero no estaba, así que saqué el móvil para mandarle un mensaje, pero al desbloquear la pantalla vi que tenía un mensaje de mi amigo.
"Salí temprano y fui a caminar. Nos vemos en el departamento"
Tuve que andar por ahí sola hasta que dio la hora de regresar a clases. Al terminar salí de la universidad y fui al centro de la ciudad para comprar todo lo que tenía pensado, hasta hice una lista para que nada se me olvidara y llenar los gabinetes de la cocina.
Al llegar al departamento me di cuenta que Archie ya estaba ahí y lo supe por la música a todo volumen, dejé las bolsas con las cosas que compré a un lado de la puerta y empujé esta para entrar.
—¿Alease? —preguntó a lo lejos y lo vi salir del pasillo. Me alcanzó y me ayudó con las bolsas —. ¿Qué tanto compraste mujer? —empezó a revisar las bolsas —. Ulala, vino, fresas, ¿champagne? —sacó la botella, subía y bajaba las cejas.
—¿Por qué no? —dejó la botella a un lado.
—Te amo —me lanzó un beso al aire y me hizo un guiño.
—De ahora en adelante nada de quedarnos con las ganas de nada, vamos a comer todo lo que queramos y lo que nos guste —le ayudé a sacar todo lo de las bolsas y lo dejamos encima de la mesa.
Había chocolate caro, chantilly, pasta para lasaña, salsa de tomate, galletas y todo tipo de chuches.
Por una vez me podía dar el lujo de comprar sin tener que preocuparme si me quedaba sin dinero.
—He pagado dos meses adelantados de la renta —Archie negó con la cabeza.
—No tenías que hacerlo —murmuró.
—Tú me has ayudado en estos meses, es lo menos que puedo hacer —su barbilla empezó a temblar y me abrazó sin pedir permiso, y tampoco es que lo necesitara.
—Eres mi mejor amiga, Al.
—Y tú el mío, Archie —nos separamos y se limpió debajo de los ojos.
—Y como soy tu mejor amigo te he comprado algo, espérame aquí, no te muevas.
—Okey —me quedé en mi lugar y esperé que fuera a su habitación. No tardó mucho y cuando regresó traía en las manos una cajita con un moño rosa arriba —. ¿Qué es eso?
—Un regalo —dijo obvio —. Para ti, algo que necesitas con urgencia.
—¿Qué hiciste, Archibald Wrigth? —empecé a quitarle el moño a la cajita.
—No preguntes solo mira —llevó sus manos detrás de su espalda y sonrió como niño chiquito.
Dejé el moño encima de la mesa y abrí la cajita, al ver lo que había dentro abrí los ojos de par en par.
—Archie —lo miré y su sonrisa se ensanchó mucho más —. No tengo palabras.
—Lo sé, es bonito —enarqué una ceja —. Sé que le darás un buen uso —de nuevo me hizo un guiño.
—Un consolador —lo tomé con la mano y lo miré detalladamente por todos lados.
Era de color morado y tenía la forma de un pene de verdad. No me sorprendió tanto que me hiciera este regalo, ya se estaba tardando.
—No sé si te quepa —pensó —. ¿De qué tamaño es el de Devan?
—¡No te voy a decir eso! —chillé y se echó a reír —. Chismoso.
—Solo es curiosidad —guardé el consolador en la cajita.
—Pues no seas curioso.
—¿Sabes cómo usarlo? Hay vídeos donde las chicas...
—No soy tonta, Archie, y no voy a mirar esos vídeos —entorné los ojos.
—Puedes aprender muchas cosas —se miró las uñas —. Digo —encogió un hombro.
—Mejor ayúdame con esto.
—¡Sí! —aplaudió feliz y me ayudó con la despensa —. ¿Podemos abrir la champagne? —sus cejas se hundieron e hizo un puchero.
—Claro —saqué dos copas mientras Archie abría la botella. Sirvió el espumante líquido en las copas.
—Salud por ti, Al. Por ser la mejor amiga que un chico bisexual puede tener.
—Gracias a ti por ser el mejor amigo que una chica hetero puede tener —sonrió y chocamos las copas.
—Hablando de eso —apretó los labios en una línea fina —. Hoy va a venir alguien —esquivó mi mirada,
—¿Quién es ese "alguien"? —me llevé la copa a los labios y le di un sorbo. La champagne burbujeaba en mi lengua.
—Un amigo —me miró con algo de pena.
—¿Un amigo? o ¿Un amigo? —mi tono se escuchó más travieso con estas últimas palabras.
—Un amigo —su tono también fue travieso.
—¡Oh!
—Sí —señaló y se llevó la copa a los labios —. ¿Te molesta? —negué.
—Nada de eso, tú tienes una vida sexual y la debo respetar —sonrió.
—Cuando traigas a Devan te juro que no diré nada —sonrió mucho más.
—No pienso traer a Devan aquí, en primer lugar, porque no somos nada y en segundo lugar porque no creo que quiera venir a un lugar así cuando tiene un palacio como casa.
—Tienes razón, pero si tú le gustas tendrá que aceptarlo —de nuevo bebió de la copa y esta vez se terminó lo que todavía tenía dentro.
—Como sea, espero disfrutes esta noche —se sirvió más champagne.
—Lo voy a disfrutar cariño, claro que lo haré —bebimos un poco más mientras terminamos de acomodar las cosas en la alacena y el refrigerador. Por primera vez desde que llegué a este lugar esa cosa estaba llena y no solo tenía un pedazo de carne y una zanahoria.
Esa noche el amigo de Archie llegó a eso de las ocho de la noche, fueron a su habitación después de que me lo presentara, se veía amable, pero sabía que no iban a llegar lejos porque Archie no quería nada serio con nadie en este momento de su vida. Quería ser como él y no pensar en tener nada serio con nadie, y no es que lo pensara, pero no podía dejar de imaginarme estar con Devan. Era peligroso y lo tenía más que claro, pero con ese hombre una se podía imaginar la vida perfecta, con hijos, mascotas y estaba bien, lo malo es que no sabía si yo le gustaba de la misma manera como él me gustaba a mí.
Esto se estaba convirtiendo en una obsesión insana, no debía pensar tanto en él, así como lo hacía, lo mejor era seguir con mi vida y olvidar sus amenazas de tenerme a su lado, no debía hacer caso a ellas porque quizá no eran ciertas.
Me di un baño y dejé que mi cabello se secara mientras revisaba las últimas fotografías que tomé, eran un asco a comparación de las que traje de casa y las que saqué cuando llegué. Si quería obtener una buena calificación debía hacer lo mismo que hice antes o mejorar, pero no estancarme o bajar el nivel de lo que venía haciendo.
Solté un suspiro y me froté los hombros con las manos.
Miré la cajita con el regalo que me dio Archie y negué con la cabeza.
—No, Al, no debes caer —me dije y seguí revisando las fotos, pero ninguna me convencía, me sentía más mediocre por esto.
Descarté las que no podía usar y las que sí las guardé en una carpeta con todas las demás. Limpie mi cama y me metí bajo los cobertores.
Deja de ser tan mojigata, Al, sabes que lo quieres.
Estiré la mano hacia la cajita y saqué el consolador, lo metí bajo los cobertores. Empecé con la punta por encima de mi sexo, la tela era delgada y lo podía sentir rozar mi clitoris, subí la mano que tenía libre para tocar mis senos y mis pezones, pellizqué un poco y gemí bajito. No quería que Archie y su "amigo" me escucharan. Pensé en Devan, en las caricias en mi piel aquella noche, cada una de sus embestidas, como lamía mis senos y cada parte que pudo lamer. Me bajé el short de la pijama y encendí el consolador que empezó a vibrar sobre mi piel, lo acerqué a mi sexo y lo metí sin contemplaciones, cerré los ojos y me dejé llevar por este momento. Ahora era cuando quería a Devan entre mis piernas para hacerme gemir y pedir más.
Lo metía y lo sacaba solo para dejar la punta dentro, seguía pellizcando y amasando mis pezones, que ahora estaban duros. El consolador entraba y salía sin problema alguno, estaba tan húmeda que no se me dificulta meterlo, gemía bajito y me mordía el labio. Me gustaba la sensación de placer que recorría mi cuerpo y mi piel, podía darme placer sin tener que esperar o quedarme con las ganas con aquellos sueños húmedos que solo me dejaban vacía por dentro.
De un momento a otro apreté las piernas y el éxtasis explotó dentro de mí, gemí bajo para que nadie me escuchara, cogí las sábanas con mis manos y las apreté entre mis dedos. Abrí la boca con desespero y me deje consumir por el placer que se extendió por mi piel. Abrí los ojos dándome cuenta de que era la primera vez que lo hacía y me había gustado, no sentía pena o culpa por algo que era tan común y normal. Disfrutar de mi sexualidad no tenía que ser un sentimiento de vergüenza o culpabilidad. Siempre pensé que era malo, pero no, no lo era.
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¡Hola!
Regresaron las actualizaciones, este capítulo fue un poco flojo, pero aporta algo bueno a la trama, o eso espero 😅😅
Ojalá que les haya gustado y los disfruten, nos vemos pronto :)
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