Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6. 🖤

Alease

—¿Entonces? —Devan pasaba su dedo por el grueso tirante de mi vestido mientras yo bebía de la copa que el bartender dejó frente a mí. Estábamos en la barra ahora, a la vez que la "fiesta" se desarrollaba en la otra sala de este inmenso lugar.

Todo aquí gritaba lujo y dinero. No sabía exactamente a qué estaba dedicado este evento, pero creo que tampoco me importaba mucho si alguien cómo Devan estaba aquí, no es que lo juzgara, pero sí él estaba aquí podría haber más personas cómo él.

—No me voy a acostar contigo, Devan —mascullé dejando la copa sobre la barra. Le eché una mirada aniquiladora.

—¿Por qué? —frunció el ceño, se veía decepcionado.

Tus dotes seductores no funcionan conmigo, tonto.

—Porque no quiero repetir, contigo —aclaré —. Solo por eso. Además, no me puedes obligar a estar contigo todo el tiempo, esta noche sí porque pagaste por eso, pero los demás días soy libre de ti y tu presencia.

Menos mal.

No sé qué será de mí si te tengo así de cerca todos los días.

De nuevo acunó mi barbilla entre su mano, obligándome a mirarlo, enterrando sus dedos en mis mejillas. Estaba empezando a pensar que le gustaba dominar, era posesivo.

—¿Quieres apostar? —iba a decir algo, pero no me dejó hablar —. ¿Quieres ver cómo puedo evitar que estés con otros hombres y cada una de tus noches las pases conmigo?

—No puedes hacer eso, no eres tan...No puedes, es imposible —dije segura pero la mirada que me echó derrumbó esa confianza a la que me aferraba cómo un ancla.

Tu mirada me destruye, ruso.

—Claro que puedo hacerlo, Alease, así que tú decides, lo haces por las buenas o lo haces por las malas.

—¿Y qué si no lo hago por las buenas? —su mano seguía en su lugar, no pensaba moverla de ahí.

—No te va a gustar que lo haga por las malas, lyubov, así que lo mejor que puedes hacer es pensar las cosas y decidir hacerlo por las buenas. No me hagas enojar.

—Idiota —lo aparté con furia —. No me puedes obligar a estar a tu lado, no eres nadie, no eres nada —me llevé la copa a los labios y me bebí lo último que quedaba dentro de golpe.

Me estaba haciendo enojar y por su bien lo mejor que podía hacer era parar con esto.

—¿Esto es algún tipo de obsesión o algo así? Porque si es eso me vas a obligar a ir con la policía y ponerte una orden de restricción —se carcajeó a mi lado, con toda la sorna del mundo.

Que ganas de golpearte, imbécil.

—¿Crees que la policía te hará caso? ¿Sabes para quien trabajan? —se recargó de la barra subiendo los codos a esta.

—¿Para ti? —ahora yo me reía de él —. Por favor, ¿piensas que te voy a creer? —su rostro se enserió de inmediato y ahí me di cuenta que no estaba bromeando.

—Pues créelo porque lo digo en serio. Te voy a dar unos minutos para que lo pienses —se acomodó la solapa del saco y se apartó. Cuando pasó detrás de mí sus dedos rozaron la piel desnuda de mi espalda y sentí un rico escalofrío recorrerme la columna.

Le pedí una copa al sujeto detrás de la barra y este se llevó la que ya había usado.

—¿Alease? —escuché una voz dulce a mi lado, al voltear Novalee estaba justo a mi lado derecho.

—¿Novalee? —parpadeé.

—¿Qué haces aquí? Perdón, no pensé que empezaras a trabajar tan rápido, pero me alegra que estés aquí.

Ya no estoy tan segura de estar aquí.

—Necesito el dinero así que aquí estoy —encogí un hombro —. Es un gusto verte aquí, te ves hermosa —lo decía en serio, su cabello con las puntas rosas hacía juego con el hermoso vestido del mismo color que llevaba puesto esa noche.

Tenía un hermoso cuerpo, cintura pequeña, caderas anchas, senos de buen tamaño.

Va a pensar que soy una degenerada por estar mirándola tanto.

—Gracias, Alease, tú también te ves hermosa —un hombre llegó a su lado —. Me tengo que ir pero te veo en la universidad —puso una mano encima de la mía

—Nos vemos.

Le dije adiós con la mano y se alejó con el hombre con el que iba. Segundos después el sujeto detrás de la barra dejó una copa con más alcohol frente a mí, le agradecí y se fue a atender a los demás invitados. Mi móvil empezó a sonar y lo saqué.

Archie.

No dudé en responder. Ni siquiera lo pensé.

¿Cómo te va? —preguntó.

—Bien, las cosas podrían ir mal, pero van bien —musité.

No te escucho tan convencida —murmuró.

—No tienes idea de quién es el hombre al que tengo que acompañar —suspiré.

No sé, pero si me estás diciendo esto es porque lo conozco o al menos he escuchado hablar de él.

—Pues las dos cosas.

No tengo ni idea, amiga.

—Devan Hawke —no dijo nada por algunos segundos, pensé que le había pasado algo —. ¿Archie estás ahí?

Sí, sí. No lo puedo creer, Al. Devan Hawke, es cómo.... ¡Wow! ¿En serio? —miré a mi alrededor esperando que no se apareciera mientras hablaba de él.

—Y eso no es lo peor.

Ah, ¿no? —inquirió —. Me tienes que platicar todo cuando llegues.

—Lo haré. Es mucho que procesar. Tengo que colgar, pero no tardo en llegar.

Está bien cari, aquí te espero.

Colgué y guardé el móvil en mi bolso. Devan apareció a mi lado minutos después. No iba a mentir, el hombre se veía terriblemente guapo con traje, este le quedaba cómo un guante, sus luceros lucían perfectos, todo él se veía tan bien así.

—¿Ya lo pensaste?

—No soy una prostituta, Devan, y no tengo nada en contra de quien vende su cuerpo, pero...—de nuevo se apoyó de la barra y se me quedó mirando con demasiada atención.

—Yo no estoy diciendo que lo seas, pero si estás en este negocio es por algo, lo que yo te propongo es casi lo mismo.

—Casi —añadí.

—Casi porque no lo es, será mucho mejor.

—¿Crees que será mejor estar todo el día a tu lado? Eso es una pena, un sufrimiento para mí —no quería verlo a los ojos.

—Eso dices ahora, pero estoy seguro que cuando veas la cantidad de billetes vas a cambiar de opinión —una siniestra sonrisa se dibujó en sus labios.

Que hombre.

De nuevo me bebí lo que tenía en la copa, pero antes de pedir otra Devan me tomó de la mano y me arrastró con él hacia la pista de baile donde había algunas parejas, pocas para la cantidad de personas que había en el lugar, quizá no les gustaba bailar. Quizá a los ricos solo les gustaba beber en sus largas copas y mirar como bailaban los demás.

—¿Qué haces? —deslizó una mano por mi cintura y puso las mías en su cuello.

—Bailar —no me quitaba los ojos de encima.

Piensa en el dinero al final de la noche, piensa en el dinero.

Quería golpearlo.

Y besarlo, pero más que nada quería golpearlo.

—Te ofrezco vernos un par de días a la semana, podrás estudiar a gusto, o lo que hagas después de la universidad, no habrá sexo a menos que tú lo quieras —me reí —. Eso evitará que andes en lugares como estos, con personas cómo estas —miró a nuestro alrededor —. Eso sí, nada de salir con otros hombres o mujeres.

—¿Mujeres? —fruncí el ceño.

—Querida, eres tan inocente —subió su mano y apartó un mechón de mi cabello.

—Lo que me ofreces es muy bueno para ser cierto, ¿qué hay detrás de esto? No creo que sea nada bueno.

Nos balanceamos de un lado al otro al ritmo de la lenta canción que se escuchaba a lo lejos.

—No hay nada malo, te lo juro —le creía —. Necesito de tu compañía, nada más.

—¿Y por qué yo? Por lo que sé hay muchas chicas, mucho más hermosas que podrían estar contigo.

—Pero yo te quiero a ti, Alease —en un movimiento me agachó lo suficiente y él conmigo, puso su mano en mi cintura y me cogió fuerte para que no me cayera. Sus labios estaban peligrosamente cerca de mi cuello y aquello me hacía apretar las piernas. Esa zona era una de las más sensibles en mi cuerpo.

Me regresó a mi lugar y seguimos bailando.

—¿No te das cuenta de cómo te miran? —con disimulo miré a las personas a nuestro alrededor y algunas tenías sus ojos puestos en nosotros —. Eres hermosa —me dio la vuelta. Mi espalda chocó contra su duro pecho —. Inteligente, fascinante, y no me gusta compartir.

—¿Qué? —me giró de nuevo para quedar cara a cara.

—Te quiero para mí, Alease Black —murmuró sobre mis labios.

Bésame, Devan, hazlo, por favor.

—Te estás convirtiendo en una maldita obsesión, me dueles, me quemas por dentro, te quiero de nuevo solo para mí. Te necesito a mi lado, Lyubov.

Pasé saliva con dificultad. Sus palabras eran más profundas una que la otra. No sabía que decir, o que hacer. Solo movía los pies en sincronización con los movimientos de su cuerpo.

—Suena tentador.

Y lo era. Podía decirle que sí y dejar de preocuparme por si alguna vez me tenía que topar con un idiota que me pudiera hacer algo. Trabajar en esto no me excluía de que nada malo me pasara.

—Piénsalo, tienes tiempo para pensar y después me dices que decidiste —asentí.

Seguimos bailando y no me quitaba los ojos de encima, era cómo un depredador que no iba a dejar ir a su presa, yo era la presa.

La noche transcurrió sin problema alguno, pero cuando dieron las doce de la noche los ojos se me cerraban, los pies me dolían y necesitaba estar en mi cama ya. Que poco aguantaba sin alcohol en mi sistema, pero no me quería embriagar y hacer el ridículo aquí, así que bebí poco y conviví con las personas con las que se relacionaba Devan, algunas eran agradables, pero había otras que nada más al verlas sabías la clase de persona que era. En este mundo sino eres de la misma clase social te excluyen sin pensarlo.

Creo que Devan notó mi inconformidad porque se despidió y ambos salimos de esa casa. Al dar un paso fuera el frío me caló la piel, pero el saco de Devan en mis hombros aminoró la sensación en mí.

—Gracias —me sonrió.

Una persona trajo su auto hasta donde estábamos y me abrió la puerta.

—Te voy a llevar —sentenció. Por la manera en la que dijo esto supe que no tenía elección.

—Está bien —acepté y subí al auto, me puse el cinturón y Devan entró del otro lado. Encendió la calefacción.

—Quiero que pienses las cosas —arrancó para salir de este lugar —. Creo que es lo mejor para ti.

—¿Lo mejor para mí es estar todo el tiempo a tu lado? —giré la cabeza para verlo. Asintió. Sus manos en el volante lo hicieron girar para entrar en la avenida y las venas en estas se marcaron mucho más.

Que manos.

—Sí, si el problema es el dinero yo te voy a dar mucho más.

Cómo si fuera obra del destino mi móvil empezó a vibrar, al sacarlo me fijé que en mi cuenta se había hecho un depósito con una gran suma de dinero, nunca había visto tantos ceros después del punto.

—Madre mía —mis manos empezaron a temblar.

—¿Qué?

—Esto —giró la cabeza y puse la pantalla del móvil frente a él —. Esto me pagaron por ir contigo a esa cena —estaba feliz, quería saltar, gritar, no lo podía creer —. ¿Tú podrás darme esto cada que nos veamos?

—Sí —no dudó en responder —. Eso y más si aceptas.

—Estás bromeando, ¿no? —no había ni un ápice de diversión en su rostro, así que no estaba bromeando.

—Yo no bromeó, lyubov, hablo enserio.

—Dios mío.

No dijimos nada más, después de eso no quise hablar o moverme mucho porque sentía que cada movimiento que hacía eran seguidos por sus ojos. Solo quería hacerme chiquita en mi lugar y desaparecer.

Trágame tierra y escúpeme en Alemania.

Le indiqué a Devan por donde ir para llegar al edificio. Casi al llegar bajó la velocidad y cuando se estacionó me tomó de la mano para que no saliera huyendo de su auto, creo que adivinó mis intenciones.

—Piensa las cosas, pero piensa bien. No me voy a dar por vencido contigo tan fácilmente. Habrá mucho dinero de por medio, Alease —tuve que morderme el labio.

—Está bien —me quité el saco y se lo entregué.

Abrí la puerta y salí, cuando cerré la puerta Devan estaba frente a mí, entregándome su mano, que tampoco dudé en agarrar.

—Esta noche fue más amena porque estabas a mi lado —levantó mi mano a la altura de sus labios y dejó un beso en mi dorso.

—No lo pasé tan mal —negó con la cabeza y soltó mi mano.

—Orgullosa cómo siempre —me giré sobre mis talones y caminé segura hacia la puerta del edificio, al cruzar la puerta casi corro para subir las escaleras y contarle a Archie lo que había pasado.

Estaba segura de que me estaba esperando para contarle el chisme.

Solo pude escuchar el suave ronroneo de su auto alejándose.

Al subir y entrar al pequeño departamento cerré la puerta y apoyé la espalda para soltar un suspiro. Archie no tardó en aparecer en el pasillo.

—¿Qué pasó? ¿Qué pasó? —se quitó las gafas que usaba solo cuando leía o hacía trabajos porque según él lo hacían ver mal. Para mí se veía más guapo.

—No me vas a creer —me separé de la puerta —. Pero antes necesito quitarme estos tacones —ambos fuimos a mi habitación.

—Dios, Al, me tienes en ascuas —entramos y arrojé el bolso en la cama. Me senté en los pies de esta y me empecé a quitar los tacones.

—Pues fue Devan quien pagó para que le hiciera compañía esta noche y fue como, ¡Wow! ¿Tú? ¿En serio, tú? No lo podía creer, Archie, Devan Hawke.

—Ya lo creo, fue una gran sorpresa —asentí porque esa fue mi reacción.

—No sé si quería correr o gritar, no sé —solté un suspiro —. No estuvo tan mal, pero...

—¿Pero? Dime que te hizo ese patán.

—Ay Archie —mi pecho se contrajo —. Devan me propuso algo y no sé qué hacer.

—¿Qué te propuso ese tipo? —frunció un poco el ceño —. ¿Algo malo, indecente?

—Nada de eso, solo me dijo que puede pagar más para que le haga compañía, nada de sexo, solo...

—¿Compañía? —él tampoco lo podía creer y yo menos.

—Sí.

—¿Sin sexo?

—Ajá.

—O eso es lo que dice ahora.

Ay Archie, si tú supieras.

—No sé, Al, suena tentador.

Saqué el móvil de mi bolso y busqué el correo donde me había llegado el depósito.

—Mira —abrió los ojos de par en par —. Esto es lo que me pagaron hoy por pasar tiempo a su lado, ¿ves eso? —asintió.

—Casi se me cae la baba, Al, eso es mucho dinero. Con eso le vas a pagar a Novalee.

—Y Devan dijo que me puede pagar mucho más si acepto su propuesta —Archie se rascó la ceja.

—¿Qué? —parpadeó —. No me jodas.

—Como lo oyes. No sé qué hacer, es tentador, pero no sé —me encogí de hombros.

—Es muy tentador, Al, yo que te puedo decir, es tu decisión.

—No quiero tomar una decisión equivocada, Archie, solo eso.

No sabía que hacer, menos si se trataba de Devan Hawke.

Cuando se trata de Devan yo soy una hoja en blanco.

—Piensa bien las cosas, no tomes una decisión apresurada o te puedes arrepentir —puso una mano encima de la mía.

Podría liberarme de salir con otros hombres a los que no conocía, estar con la duda de qué podría pasar si me citaba con otros hombres o tenía la opción de salir con Devan a quien ya conocía un poco, al menos, pero aun así estaba dudosa, no sabía qué hacer. Mi cabeza era un lío.

—Ya sé, solo quiero pagar mis deudas y poder comprar mis libros sin tener que pedir prestado o quedarme sin dinero al final del mes —palmeó mi mano y me sonrió.

Devan

Alease Black me tenía cautivado, idiotizado, me encontraba embrujado por ella y ni siquiera la conocía bien. Apenas sabía su nombre, en donde estudiaba y dónde vivía, pero eso no me impedía pensar en ella cada día y cada noche.

Alease era una mujer hermosa, cautivadora y talentosa. No solo me gustaba su cuerpo o su hermoso rostro, sus luceros de ese color añil que al verlos me recordaban al cielo, su cabello largo y castaño, el olor de su piel, el tono pálido de esta. Su pequeña cintura, largas piernas.

Era tan estrecha, su humedad, la suavidad de su cuerpo, era cómo la seda.

No pienses en eso. No pienses en eso.

No podía evitarlo, pensar en ella era ahora mi droga favorita. La necesitaba de nuevo en mi cama, debajo de mí o encima, cómo fuera, pero tenía que estar dentro de ella, en todas las posiciones que conocía.

Me pasé una mano por el cabello y detuve el auto al lado de una de las camionetas, solté un suspiro y me acomodé el pantalón ya que sentía que mi erección iba a explotar dentro de estos. Solo pensar en ella me excitaba a niveles descomunales y sentía que iba a enloquecer. Esta noche a su lado había sido una tortura, quería tocarla, pasar mis dedos por toda su piel, pero me conformé con tocar sus manos y sus brazos, pero quería pasar mis manos por sus piernas, su culo, sus senos, lamerlos, besarlos. Quería rodear su delgado cuello con mis dedos, bajar por sus hombros y deslizar mis yemas por su clavícula, bajar un poco más y sentir la suavidad de sus senos.

—Deja de ser tan ridículo, Devan —dejé caer la cabeza en el volante y ahogué un grito que quería salir para calmar este sufrimiento que me estaba matando por dentro.

Cogí mi móvil y me quité el cinturón para proceder a salir del auto, azoté la puerta y caminé hacia la casa con zancadas largas y pisadas fuertes, subí los escalones y empujé la puerta, cerré de nuevo sin hacer ruido y subí las escaleras, las tenues luces del pasillo iluminaban la casa así que pude recorrer este sin tropezarme y pude llegar a mi habitación. Cuando abrí la puerta, Aslan, Draco y Davos dormían en los pies de la cama, al cerrar la puerta solo levantaron sus orejas y miraron en mi dirección, para después dejar caer la cabeza en el colchón y seguir durmiendo.

Fui hacia el mueble al lado de la puerta del baño y cogí la cajetilla de cigarros para sacar uno y encenderlo, lo llevé a mis labios y le di una gran calada que me hizo suspirar de satisfacción. No lo había hecho en días y sentía cómo si algo me faltara.

Me pasé el pulgar por los labios y miré hacia la cama, al hacerlo ahí estaba ella, mi lyubov, sentada en la orilla de la cama, labios rojos, su cabello cayendo en sus hombros, desnuda ante mí. Cruzó sus piernas y sonrió ante mi mirada estupefacta. Sabía que era solo una ilusión que mi sucia mente estaba creando, pero no dejaba de ser real para mí, tan real que si me acercaba un poco podía sentir el aroma de su cuerpo acariciar mi piel.

Necesito tocarte, lyubov.

Necesito estar entre tus bonitas y largas piernas.

Aquella imagen se desvaneció para mí, pero mi erección seguía ahí, presente, para recordarme que ella era real y no solo una imagen que yo había creado para intentar aliviar las penas en mi alma y las culpas que llevaba conmigo día a día. Alease Black había llegado en el momento perfecto a mi vida, que no era perfecta en ese momento, pero sin duda alguna no la iba a dejar ir. Sabía que ella era la correcta y haría lo que fuera para tenerla a mi lado, pero no la iba a obligar a nada, ella solita iba a venir a mí.

Me quité el saco. Sostenía el cigarrillo entre mis labios. Dejé a un lado el saco, me empecé a quitar uno a uno los botones de la camisa y a aflojar el cinturón, quité el botón y los zapatos. Me deshice del pantalón y cuando terminé el cigarrillo boté la colilla al cesto de la basura. Caminé hacia el baño y fui hacia la ducha, jalé la puerta y abrí la llave de la regadera.

Su piel era suave cómo sus labios, el sabor de su boca tenía el peculiar tono del alcohol y la menta. Sus senos eran del tamaño perfecto y cabían en mi boca, tomé su cintura entre mis manos y me hundí en ella, era estrecha, estaba húmeda para mí. Mis embestidas eran certeras y salvajes. Bajé mi mano a mi entrepierna y cogí mi miembro con una mano mientras que la otra la apoyaba en las frías losetas del baño. Mis dedos se asieron a mi pene que estaba duro por ella, puse mi pulgar en mi glande y lo moví en pequeños círculos alrededor. Abrí la boca buscando una bocanada de aire mientras pensaba en aquella noche cuando se entregó a mí, cuando la puse en cuatro y pude apreciar su coño, su lindo y bonito coño.

—Demonios —jadeé.

Los movimientos de mi mano se aceleraron, aumentando el ritmo, gemía, abrí la boca.

Cuando entré en ella fue cómo si las malditas puertas del paraíso se abrieron para mí, me sentía en paz, pleno, lleno desde los pies a la cabeza. Besarla fue cómo probar una fruta deliciosa, dulce y suave, su piel era seda en mis manos. Su voz. Joder. Su voz era la de un ángel, ella era uno y yo solo pensaba en corromperla de una vez por todas. Quería sacar a flote sus dotes de mujer, quería que supiera lo que era un hombre de verdad, le quería dar placer, amor, lo que sea que ella me pidiera.

Estaba llegando a un límite en mi vida que pensaba cruzar sí o sí. Con ella no me importaba si salía perdiendo, si me rompía el corazón, si me dejaba hecho añicos, con ella lo daría todo sin importar las consecuencias.

—Mierda, mierda —gemí y los movimientos de mi mano disminuyeron cuando el orgasmo llegó a mi cuerpo y caló cada uno de mis huesos, fue hermoso, pero no se comparaba en nada a estar dentro de ella y correrme en su cuerpo. Al abrir los ojos mi semen salía disparado y solté un suspiro de satisfacción.

Metí la cabeza en el chorro de agua y cada rastro de lo que pasó se fue con el agua. Pude bañarme en paz sin esta sensación de que algo me faltaba, pero aun así había un hueco en mi pecho. Me estaba ilusionando con ella, me estaba encantando y sabía que esto iba a significar un gran problema para mí.


🌺🌺🌺🌺

¿Qué tal el capítulo?

Debo confesar que es la primera vez que escribo algo así (o eso creo) pero me gustó, así que veremos más escenas así por aquí, unas más subiditas de tono que otras. Quiero que esta historia sea mucho más erótica que su primera versión.

Twitter:

elena_santos92

Instagram:

elena_santos.92

librosdeelena

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro