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Capítulo 19. 🖤

Alease

Antes de ir a mi departamento pasamos a desayunar. Moría de hambre y prefería desayunar a solas con mi chico malo que compartir la mesa con alguien más. Me llevó a un pequeño restaurante en el centro de la ciudad. Era un lugar pequeño pero acogedor, servían unos ricos huevos con pancakes y café. Hacía tanto frío aquella mañana que sentía mis piernas heladas, cómo si me fuera a dar hipotermia, Devan me tuvo que comprar ropa para que no muriera de frío, se portó tan bien conmigo. No sentía pena al mirarlo a los ojos, o cuando me preguntaba cómo lo pasé la noche anterior, ya no quería meter mi cabeza en la tierra o que esta me tragara y me escupiera en China.

Debo aceptar que su confesión me tomó desprevenida, pero me gustó saber que no era la única que estaba empezando a desarrollar sentimientos por el otro. Que si algo salía mal no sería yo la que iba a terminar con el corazón roto, porque eso podía pasar. Devan no era bueno, todo su mundo era como él y yo era tan inocente en algunos aspectos que las cosas podrían terminar mal. Estaba consciente de eso también.

Estacionó su lujoso maserati frente al lote de departamentos, apagó el motor, se quitó el cinturón y se giró hacia mí.

—Lo que dije anoche...—se aclaró la garganta —. Fui sincero —me quité el cinturón y asentí —. No mentí.

—Tú nunca podrías mentir —me dio la razón con un asentimiento de cabeza.

—A ti nunca —sonreí. Subió la mano a la altura de mi mejilla dejando una suave caricia con sus nudillos —. Sabes que soy peligroso, ¿no?

—Sí —me mordí el interior de la mejilla.

—¿Y por qué no te alejas?

—Porque no quiero, no puedo —se acercó un poquito más —. Me gustas demasiado, Devan —puso una mano en mi nuca, ejerciendo presión, demostrando el poder que tenía sobre mí.

—Y tú me gustas a mí, lyubov —nuestros labios estaban a un centímetro de besarse —. Te juro que, si me dejas entrar en tu vida haré que cada segundo valga la pena, no te voy a romper el corazón, voy a cuidar de ti. Lo juro.

—No tienes que jurarlo, creo ciegamente en ti, zver' —un tipo de ronroneo abandonó su boca y sus labios se estamparon sobre los míos con ímpetu —. Solo demuéstralo —asintió de nuevo.

—Lo haré porque me importas demasiado y ya no te quiero lejos de mí —subí mis manos a su cuello, deslizando mis dedos suavemente por su piel, lo que provocó un jadeo bajito de su parte.

—Ya no quiero estar lejos de ti —dejó un golpecito en la punta de mi nariz.

—Ni yo de ti —nos dimos un beso corto.

—Sabes que tenemos que hablar con Declan, ¿verdad? —su rostro pasó de la felicidad a la preocupación en un segundo.

—Lo sé y temo que no se lo tome a bien, tú le gustas.

—Pero tú me gustas a mí y eso es lo que importa —suspiró cansado.

—Es que nunca lo había visto así de ilusionado con nadie, y tú...—puse un dedo sobre sus labios.

—Devan, me gustas solo tú.

—Lo sé, lyubov, lo sé —apoyó la frente contra la mía. Nos sumimos en un silencio que anhelábamos los dos, solo nuestras respiraciones y el leve soplo del viento golpeando al techo del auto, no había más ruido. No necesitábamos más. No quería más.

En ese momento, en el que parecía que nada malo podía pasar ya que todo se sentía tan perfecto, escuchamos dos golpecitos en la ventanilla. Nos separamos rápidamente cayendo en la cruel realidad. Devan me soltó y bajó del auto tan rápido como pudo hacerlo, salí detrás de él para enfrentarnos de una vez a Declan que nos miraba como si estuviéramos haciendo lo peor del mundo. Como si mereciéramos ir a la horca por traidores.

—Lo pude esperar de todos, menos de ti —lo señaló roto, con lágrimas en los ojos. Aferré el abrigo a mi cuerpo mientras Declan me echaba una mirada de reojo cargada de rabia y dolor —. Eres mi hermano —dio un paso atrás cuando Devan se acercó a él —. Dios.

Se miraba frustrado y roto. Se llevó las manos a la cabeza. Me sentía igual que él, pero no sé si mis sentimientos se podían comparar con los de él en este momento. No había punto de comparación entre la culpa y sentirse traicionado por tu hermano, tu sangre.

—Te puedo explicar —Devan levantó una mano, intentando calmar las cosas. Archie salió del edificio acomodándose el suéter sobre los hombros y corrió directamente hacia mí.

—¿¡Qué me vas a explicar!? —gritó rabioso —. ¿Qué están juntos? ¿Qué mientras yo la conquistaba tú la follabas? —nos miró con rabia en los ojos —. ¿Eso me vas a decir? ¿Qué mientras yo era lindo con ella tú te portabas rudo? —esta vez su mirada se enfocó en mí —. Tal vez debí ser un poco más hijo de puta para que me abrieras las piernas también —escupió.

—Declan...—musité con dolor, llevándome una mano al pecho. Archie se postró a mi lado sorprendido por las palabras de Declan.

—¡Cierra la maldita boca o te la rompo a golpes! —Devan terminó con la distancia que los separaba y en dos grandes zancadas quedó frente a él, cogiéndolo del cuello para sacudir su cuerpo —. En tu puta vida le vuelves a hablar así —la mandíbula de Devan estaba tan tensa que si apretaba un poco más tal vez sus dientes se iban a romper en miles de pedazos.

—Podemos hablar...—me quise explicar, pero me calló de golpe.

—No quiero saber nada de ti —tenía esa mirada fría y sin sentimientos que no había visto jamás en él.

—Discúlpate —le exigió Devan.

—Suéltame —le respondió Declan, lo quiso apartar con un empujón, pero su hermano era mucho más fuerte que él —. ¡Qué me sueltes!

—¡Qué te disculpes! —le gritó rabioso.

—¡Qué me sueltes! —golpeó sus brazos para zafarse del fuerte agarre de su hermano, levantó el brazo para golpearlo, pero Devan fue mucho más rápido y soltó un puñetazo que fue a dar a su mejilla derecha arrojándolo al suelo.

—¡Devan, no! —Archie tenía sus manos sobre mis hombros y me aparté para ir con Declan, me arrodillé frente a él, pero me empujó lo que provocó que también fuera a dar al suelo de culo.

Lyubov —Devan se acercó para ayudarme —. ¿Estás bien? —revisaba que nada me hubiera pasado.

—Estoy bien —me ayudó a ponerme de pie. Solo fue un empujón, pero se sintió como una puñalada en el estómago —. Estoy bien —puso sus frías manos en mis mejillas. Se portó atento y dulce.

—¿Te das cuenta de lo que haces? —miró de manera severa a su hermano que se ponía de pie.

—De lo único que me doy cuenta es que los dos son un par de traidores —intercaló la mirada entre Devan y yo —. Tal para cual —escupió —. Ambos cortados con la misma tijera.

Devan se quiso acercar a su hermano, pero lo detuve.

—Déjalo —le dije y me miró con el ceño fruncido —. Debes entenderlo, por favor —me miraba a los ojos —. ¿Cómo te sentirías tú?

—No le hagas esa clase de preguntas a él —espetó Declan —. Devan no tiene sentimientos, es un asesino, sus manos están manchadas de sangre inocente —se expresaba de su hermano como si lo odiara —. ¿Quieres estar con alguien así? —puse mis manos en los brazos de Devan porque estaba a nada de golpearlo y estaba segura de que si lo dejaba lo podía matar para que se callara.

—Cierra la boca o sino...—no dejó que terminara la frase porque lo calló en seco.

—¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a golpear de nuevo? —escupió saliva con sangre en el suelo —. Te creo capaz de hacerlo.

—Devan, no —lo aparté de Declan que tenía sobre los labios esa sonrisa petulante y altanera, típica de los Hawke.

—Declan, hablemos —le pidió Archie en un tono afable —. Vamos —se abrazó al sentir el frío de la mañana.

—No te metas, Archibald —decir que estaba molesto era poco. Las cosas se habían salido de control y ahora hasta Archie estaba pagando las consecuencias de nuestras decisiones —. Quédate con...esta —se dirigió a mí —, y con el traidor de mi hermano —giró sobre sus talones y nos dio la espalda.

—¡Declan! —le gritó Devan —. ¡Declan! —lo ignoró y subió a su auto sin mirar atrás —. Regresa —le pidió en un susurro que me rompió el alma.

—Vamos —le pedí, acunando sus mejillas entre mis frías manos. Asintió sin decir nada y subimos al departamento, donde Archie se encargó de preparar café para este horrible frío.

—Lamento todo esto —dijo Devan con la voz en un hilo. Ya no estaba molesto, era más un sentimiento de tristeza y vacío.

—Yo lamento que se haya enterado de esta manera —sacudió la cabeza —. No tenía que enterarse de esta manera.

—Pero ya lo sabe —musitó. Archie estaba a nuestro lado sin decir nada —. No debió decir eso, es un...Es un imbécil inmaduro —apretó los puños. Tuve la necesidad de poner mis manos sobre estos porque estaba ejerciendo mucha presión.

—Lo va a entender —habló Archie —. De una u otra manera lo va a entender —ambos le miramos.

—¿Y si no es así? —inquirió Devan —. ¿Si nunca lo entiende? —mi amigo solo encogió un hombro.

—Entonces que se olvide de ustedes. Las cosas no siempre salen como queremos, debemos aprender a perder, levantarnos y seguir adelante —una diminuta sonrisa se dibujó en los labios de Devan.

Me gusta cuando sonríes.

—¿Ves? —apoyé mi mano en su mejilla —. Todo va a estar bien —asintió.

—Te adoro —apretó sus labios contra los míos para dejar un beso corto.

—Y yo te adoro a ti —apoyamos la frente una contra la otra y Archie se aclaró la garganta.

—¿Pueden dejar de comer pan frente a los pobres? —bajó los pies de la silla —. Si quieren me voy para que puedan follar como los conejos que son —ambos reímos.

—Me harías un gran favor, Archibald —mi amigo entornó los ojos en dirección a Devan.

—No te vayas —le pedí a Archie —. Y tú no sigas —le advertí a Devan.

—Como tú digas —Archie suspiró.

—Que bellos son —se limpió una lágrima imaginaria.

—Me tengo que ir. Hablar con Declan —se puso de pie —, si es que me quiere escuchar —asentí y me puse de pie también.

—Me avisas lo que sea que pase —se puso la chaqueta, se acercó para dejar un beso en mi frente.

—La cuidas —le dijo a Archie —. Si Declan llega a venir...

—Si Declan llega a venir voy a hablar con él —le expliqué —. No va a pasar nada.

—Tan linda y comprensiva como siempre —dejé un beso sobre sus labios —. ¿Te veo después? —me aparté y dejé que se fuera. Salió del departamento dejándome con Archie, quien no tardó en abrazarme fuertemente para hacerme sentir mejor.

—¿Crees que hicimos mal?

—¿Qué se supone que hicieron mal? —preguntó.

—Al no decirle nada a Declan, al no ser clara con él.

—Cariño, más clara no pudiste ser. Él fue el que se ilusionó contigo, nunca le diste alas para nada —besó mi frente —. Declan no es un niño y debe entender que ustedes se gustan, que les fue imposible alejarse —suspiré.

—Qué difícil es la vida —asintió.

—Sí, debe ser muy difícil tener a ese bombón a tu lado —le di un manotazo.

—Ese hombre es mío —le advertí.

—Ya. Sí hasta marcaste tu territorio con él —me apretó fuerte. Y me mordí el labio.

Era inevitable alejarme de él, separarme de su lado, porque más que atracción y deseo había química y ese tipo de cosas que te provocan que una persona te guste de esta manera descomunal e irracional.

Devan

Cuando llegué a casa lo primero que hice fue buscar a Declan en su habitación, pero para mí mala suerte él no estaba, no había regresado. Sofi me preguntó que pasaba y le tuve que decir la verdad, que ya lo sabía todo y como se dieron las cosas entre él y yo. No quise golpearlo, pero me obligó a hacerlo al escucharle decir todas esas idioteces a Alease, ella menos que nadie se merecía todo lo que nos dijo.

Cuando bajé, ya que me había dado una ducha me encontré con Alice, que esperaba sentada en las escaleras.

—¿Qué haces aquí? —se puso de pie al escucharme hablar.

—Sofi me llamó para decirme lo que está pasando —nos saludamos con un beso en la mejilla —. ¿Qué pasó?

—Declan sabe lo que hay entre Alease y yo, se enteró de la peor manera. Te juro que le íbamos a decir, hoy mismo —apreté la mano en un puño.

—A mí no me tienes que jurar nada, Devan, sé tus intenciones con él y que nunca lo quisiste lastimar —le agradecí con una sonrisa —. ¿Ya le llamaste?

—Muchas veces —traía el móvil conmigo por si las dudas —, pero no responde, no quiere saber nada de mí ni de Alease —apreté el puño.

—¿Qué le dijo? —ella más que nadie sabía cómo se ponía Declan cuando se enojaba, era más como su madre, decía cosas que no sentía, pero las decía para lastimar y herir.

—Que debió ser un poco más hijo de puta y tal vez así le iba a abrir las piernas —sentí el sabor amargo en mi garganta al repetir las palabras de mi hermano —. Que mientras él la conquistaba yo la follaba. No quería esto, Alice, pero no pude evitarlo.

—Devan, no debes sentirte mal por enamorarte de ella.

Enamorado. Sí, es amor.

—Pero...—no me dejó terminar.

—Ningún pero, Devan, tal vez cometiste el error de no decirle antes, pero de lo demás nada. Declan ya no es un niño y debe entender que no estaba en tus manos enamorarte o no —Alice era una gran amiga —. Va a regresar, tiene que regresar.

—Espero que así sea —le dije derrotado.

Alice se quedó conmigo esperando a Declan, pero este no apareció en toda la tarde. Comimos con Sofi, aunque la verdad no tenía hambre, sentía un nudo en el estómago que me impedía probar bocado alguno. Solo quería saber que mi hermano estaba bien, que no hizo alguna locura y le pasó algo malo.

—Todo va a estar bien, hijo —Sofi puso una mano sobre mi hombro.

—A estas alturas lo dudo mucho, ya es tarde y él no llega —me estrujaba los dedos unos con otros. Mi cabeza no dejaba de imaginar escenarios catastróficos en los que mi hermano estaba en el hospital o algo peor.

—Declan no es tonto —añadió Alice —. Así que tiene que regresar.

Escuchamos que la puerta se abrió y los tres canes salieron disparados hacia la entrada. Los seguimos para darnos cuenta del mal estado en el que Declan se encontraba, ebrio, con una botella en la mano y un golpe bien definido en la mejilla, el labio casi roto.

—¡Aquí está el hermano traidor! —extendió los brazos. Al ver que no era un peligro y que se trataba de Declan los tres dóberman se sentaron a un lado para mover la cola.

—Declan...—quise hablar, pero me interrumpió.

—Ahora tú cierra la boca —se llevó el dedo a los labios —. Me vas a escuchar —dejó la botella encima de la mesita en medio del lobby.

—Hablemos en privado —di un paso para acercarme.

—¿Por qué no quieres que ellas escuchen? ¿Qué te da miedo, Devan? —alzó una ceja.

—No tengo miedo de nada, hermano...—Una carcajada burlona brotó de su garganta.

—¿Hermano? ¿Dónde quedó ese lazo porque yo no lo veo? Ah sí —respondió a su pregunta —. En medio de las piernas de tu noviecita.

—No vayas por ahí —le pedí de una manera atenta —. A mí me puedes insultar todo lo que quieras, pero a ella no, es una dama y merece tu respeto.

—¡El mismo maldito respeto que tú y ella tuvieron hacia mí mientras cogían! ¿Ese respeto? ¿Quieres ese respeto, Devan? —miré encima de mi hombro, en dirección a Sofi que me pedía con la mirada no cometer ninguna estupidez. Juro que me contenía, pero al escucharle hablar así de ella solo quería romperle la boca por ser tan imbécil —. No me hagas reír, Devan.

—No te comportes como un imbécil —tenía esa sonrisa burlona que muy pocas veces le llegué a ver —. Este no eres tú.

—¿Y tú qué sabes de lo que soy o no? No me conoces, no sabes nada de mí como para señalarme, así como lo haces. No eres nadie para juzgarme cuando tú eres un asesino, un mafioso del bajo mundo —sin poder evitarlo me acerqué y cogí el cuello de su chaqueta —. Solo eres un traidor, hermanito.

—¿Terminaste? ¿Ya te sientes mejor? —me empujó, pero no retrocedí —. ¿Sabes lo que tú eres? Un egoísta, un inmaduro, un idiota que no puede ver a los demás ser felices. Eso eres —alzó una ceja.

—¿Terminaste? —lo solté y recibí un puñetazo en el estómago que me mandó tres pasos atrás. Los tres canes empezaron a ladrar.

—Declan...—musitó Sofi con dolor —. ¿Qué haces?

—Quiero que sienta lo que yo estoy sintiendo. ¡Me rompieron el corazón, Devan, tú y la zo...! —antes de que dijera una palabra me le eché encima, cayendo al suelo. Me puse sobre él para golpearlo dos veces en el rostro.

—Antes de decir una mala palabra sobre ella te lavas la boca con jabón, ¿entiendes? ¿¡Entiendes!? —le grité al ver que no respondía.

—Hijo, basta, por favor. Basta —levanté la cabeza para encontrarme con el rostro de Sofi, sus mejillas estaban empapadas por las lágrimas. Miré de regreso a Declan, le rompí el labio y un hilo de sangre brotaba de su boca.

Lo solté y me puse de pie. Declan se puso de pie, trastabilló y Sofi se acercó para ayudarlo, pero la apartó de un manotazo. La pobre mujer casi se rompe cuando su niño hizo esto.

—Lárgate a tu habitación y date un buen baño, apestas a alcohol.

—No te importa —hipó —. Nada de lo que yo haga te importa zver' —dijo con hastío.

—Declan, no hagas las cosas más difíciles —Alice se acercó a Sofi para intentar calmarla.

—Yo lo acompaño —cogí su mano antes de que diera un paso.

—Deja que vaya él solo —lo vimos subir las escaleras. No se podía mantener en pie, tropezó un par de veces antes de caer de rodillas, se rio y continuo subiendo.

—Mi niño —se llevó una mano a la boca al escucharlo gritar y maldecir —. No está bien —musitó Sofi.

—No, no está bien pero no podemos hacer nada, menos en el estado en el que se encuentra —bufé.

—Creo que le hará bien un café —le dijo Alice.

Escuchamos el timbre y Alice se apresuró a abrir, se hizo a un lado y detrás apareció Alease. No pude evitar sonreír cuando caminó hacia mí. La abracé fuertemente.

—¿Qué haces aquí? —levantó la mirada hacia mí.

—No me llamaste y pensé que algo malo pasó —los tres nos miramos.

—¿Llegaste sola? —negó. Bajo el umbral de la puerta se encontraba Archie —. Pasa —Alice cerró la puerta y Archie llegó hasta nosotros.

—Sofi, él es Archie el mejor amigo de Alease. Alease, Archie, ellas son Sofi, mi nana y Alice mi mano derecha —los presenté.

Mi pequeña lyubov llevaba puesto un largo abrigo gris que le llegaba debajo de las rodillas, guantes y una bufanda que la protegían del frío. Aun así, su nariz estaba roja al igual que sus mejillas.

—Es un gusto conocerlas —Archie entró más rápido en confianza.

—Voy a hablar con ella —les dije —. Ahora vamos.

—Voy a preparar chocolate —dijo Sofi y Archie pegó de saltitos.

—¡Sí, chocolate! —aplaudió. Fuimos a mi oficina y detrás de nosotros venían Zeus, Draco y Davos que no dejaban de oler a Alease.

—Te aman —le dije. Entramos al despacho. Nos sentamos en el sofá mediano y los tres se quedaron a nuestro lado oliendo a Alease —. Huele rico, ¿eh? —movían la cola —. Me voy a poner celoso.

—No seas así —sin quitarse los guantes acarició detrás de sus orejas, su lomo y debajo de su hocico —. Son tan bonitos —los tres movían la cola rápidamente.

—Hey —hablé fuerte cuando Zeus se paró en sus patas traseras —. La van a lastimar, a un lado —se hicieron a un lado. Fueron obedientes y calmados.

—¿Qué pasó? ¿Ya sabes algo de Declan?

—Está arriba, llegó ebrio, diciendo estupideces nada más —puso una mano encima de la mía.

—Debes entenderlo.

—¿Y por qué él no me entiende a mí? No pude evitarlo, me gustas, lyubov, te quiero —sonrió dulcemente —. ¿Es tan malo quererte que hasta mi hermano me odia?

—Él no te odia —sacudí la cabeza.

—No lo escuchaste hace rato. Me odia, él me odia y yo lo amo cómo el primer día que supe que iba a tener un hermano —Alease se deshizo de sus guantes para coger mis manos entre las suyas —. No puedo odiarlo.

—Y no tienes que hacerlo. Es tu hermano, Devan, sin importar lo que él diga o lo mal que se porte tú nunca lo vas a odiar o le darás la espalda. Demuéstrale que a pesar de todo estás ahí para él, para lo que necesite —sus palabras me hacían sentir mejor.

—¿Qué haría sin ti?

—Serías un desastre —toqué su mejilla.

—Pero soy tu desastre, lyubov, solo tuyo y de nadie más.

—Solo mío, Devan Hawke, mío y de nadie más.

Dejé un beso en su dorso, tenía esos grandes y enigmáticos ojos que podían encantar a cualquiera, me encontraba embrujado e idiotizado por todo lo que representaba en mi vida.

—¿Quieres chocolate? —asintió tímida —. Vamos —me puse de pie y cogí su mano para salir del despacho, llegamos a la cocina y Sofi junto a Alice y Archie reían y bebían chocolate, al vernos guardaron silencio, pero el momento fue agradable, la invitaron a sentarse junto a ella.

—Tienes que probar este chocolate, Al —le dijo Archie invitándole de su taza —. Dice Sofi que es chocolate suizo —me senté frente a ellos —. Me encanta.

Llevó la taza a su labios para darle un sorbo, cuando la apartó sonrió asintiendo.

—Sabe muy rico —Archie aplaudió a su lado, encantado.

—Sabía, sabía que te iba a gustar —Sofi dejó frente a ella una taza con chocolate —. ¿Sofi? —le habló Archie y la mujer se giró para mirarlo —. ¿Crees que nos puedas regalar chocolate?

—Archie —arrastró cada letra de su nombre a la vez que pellizcaba su brazo lo que provocó que Archie chillara por el dolor.

—¿¡Ahora qué hice!?

—Esas cosas no se hacen —se disculpó con una sonrisa —. Ignóralo Sofi, a veces abre la boca de más.

—Nada de eso —sonrió Sofi —. Y sí tengo chocolate para que lleven.

Regresó detrás de la estufa, Alice no dejaba de mirarla, no sé qué pensaba, pero no era nada malo porque conociéndola ya le hubiera dicho algo.

—Ya sé porque te gusta —dijo Sofi a mi lado, entregándome una taza. Ambos miramos a Alease que reía con Archie y Alice —. Es linda y dulce, inocente, algo que necesitabas en tu vida —no me dejó decir nada porque se apartó para sentarse al lado de Archie.

Tal vez Sofi tenía razón y la llegada de Alease a mi vida fue más una bendición que una mala decisión, quería mantenerla en mi vida, protegerla y conocerla mucho más, no solo bajo las sábanas, sino fuera de estas y saber todo de ella. Me estaba obsesionando con una mujer después de tantos años en los que llegué a pensar que ninguna una otra me haría sentir estas estúpidas mariposas en el estómago, pero con Alease no eran mariposas, más bien se sentían como aves rapaces que despedazaban todo a su paso. Me sentía dentro de un tornado, devastado cuando no estaba a su lado y temeroso de que se alejara cuando viera la otra cara de la moneda que era mi vida.

¿Se iba a quedar?

Esa era la gran pregunta. 


🖤🖤

¡Hola! Esperando que se encuentren bien y que el capítulo les haya gustado. Se viene dramita y las que ya leyeron la versión anterior saben a qué me refiero ;) Espero esta nueva versión les guste igual o más que la primera.

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