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Capítulo 17. 🖤

Devan

Declan se había ido a la universidad y la casa se encontraba sumida en un silencio que me daba tanta paz. Los tres canes yacían dormidos en sus camas al lado de la puerta de mi oficina, a la vez que revisaba algunos papeles con cuentas que Alice me había entregado por la mañana, ni siquiera Sofí estaba ya que era el día de ir a hacer las compras y por lo general tardaba unas horas en recorrer todo el supermercado. La mujer era eficiente y audaz, hacía una lista un día antes y revisaba la despensa para saber qué hacía falta, iba a un mercado sobre ruedas para traer la fruta y verdura ya que decía era más fresca que la del supermercado.

Alice se encontraba sentada frente a mí con el portátil sobre el escritorio, tecleaba rápidamente pasando información de unas carpetas, no todo era fácil para ella, mucho menos tener que revisar y agendar citas, tener que tratar con gente de bajos escrúpulos que muchas veces la menospreciaban por ser mujer.

Pasaba las hojas después de leer bien lo que venía escrito en cada una de las hojas, miraba a Alice de vez en cuando y una pregunta surgió en mi cabeza. No era de hablar de su vida privada y lo entendía, era de ella, pero llevaba años trabajando para mí y nunca supe que tuviera un novio o esposo, ni siquiera sabía si tenía padres o hermanos.

—Alice —la llamé, pero no dejó de teclear en el portátil.

—Dime —hice a un lado los papeles para apoyar la espalda en el respaldo de la silla.

—Hace años que trabajas para mí y apenas sé nada de ti y lo poco que sé es por tu expediente, pero de ahí en fuera no tengo ni idea que es de tu vida —se detuvo de golpe y sus ojos se enfocaron en mí.

—¿Cómo que te gustaría saber? —encogí un hombro.

—No sé, lo que me puedas decir de tu vida sin que me meta mucho en ella —lentamente apoyó la espalda en el respaldo de la silla, también. Se quedó pensando unos segundos en los que me imagino estaba procesando que decirme o que no, algunos datos que no la pusieran en peligro a ella o su familia, si es que la tenía.

—Mis padres viven en Texas, no tengo hermanos así que ya te puedes imaginar cómo fue mi vida. Cuidaban de mí, pero no a tal grado de asfixiarme o prohibirme cosas, en ese aspecto son muy relajados, son buenas personas sino no me hubieran dejado venir aquí. He tenido un par de novios, pero nada más allá de salir los fines de semana y enrollarnos. No creo en el matrimonio así que es muy difícil verme con alguien por años —se encogió de hombros, despreocupada. No le daba importancia a ese tema —. Estoy saliendo con alguien, pero no es nada formal, él en su mundo y yo en el mío, no me meto en sus cosas y él no se mete en las mías. ¿Otra cosa que quieras saber?

—Así está bien —sonrió y regresó a su trabajo.

A los pocos minutos escuchamos que tocaron a la puerta, me imaginé que era Sofí.

—Adelante —miré la puerta hasta que esta se abrió revelando a la persona que esperaba detrás, Blair. Quien se quedó bajo el umbral esperando una invitación para poder entrar. Los tres canes levantaron las cabeza para mirarla, ella no les agradaba mucho que digamos. Les hice una seña con la mano y regresaron a su lugar —. ¿Blair? —pensé que las cosas habían quedado claras entre los dos, pero para ella no fue así.

—Me retiro —Alice no esperó que dijera nada, así que tomó el portátil y se dirigió a la puerta. Cuando pasó al lado de Blair solo le regaló una pequeña y fingida sonrisa que surcó sus labios de un lado al otro.

—¿Puedo pasar? —señalé la silla frente a mí. Dio un paso dentro y cerró la puerta detrás de sí. Tomó asiento dejando el bolso que colgaba de su hombro en la silla a su lado.

—¿Qué haces aquí, Blair? Pensé que las cosas habían quedado claras entre los dos —su semblante era serio, quizá triste y no entendía porque si no dije nada que la pusiera así, acababa de llegar.

—Por eso estoy aquí, Devan —soltó un largo y sonoro suspiro triste y casi desgarrador —. Antes de estar comprometidos fuimos amigos, Devan —asentí porque fue así —, y me gustaría que las cosas regresaran a ser de lo de antes. Quiero estar en tu vida como una amiga, no como enemiga.

—Blair...—me pellizqué el puente de la nariz. Antes de que dijera algo ella me interrumpió.

—Devan, escúchame —suplicó —. Comprendo que te sea difícil confiar en mí después de lo que te hice, sé que no estabas tan enamorado, pero sí querías casarte, sí querías formar una familia y yo rompí todas tus ilusiones, lo siento, te juro que lamento todas y cada una de las estupideces que hice y dije. Quiero ser tu amiga, Devan, lo digo en serio.

Alcé una ceja. Una parte de mí dudaba mucho de lo que decía, pero otra parte creía en sus palabras porque no tenía por qué decir mentiras. En este punto de la "relación" que aún teníamos no había un romance que mantener, eso se terminó en el momento que supe que me estaba engañando, acostándose con su chofer. Aún recordaba ese momento, lo mantenía como un recuerdo fresco al que podía acceder en el momento que yo quisiera.

La casa se encontraba sola, ni siquiera las mujeres que hacían el aseo y la comida se encontraban, quien sabe dónde las había mandado el padre de Blair, que también fue socio de papá por muchos años hasta que lo mataron y yo tuve que ocupar su lugar a temprana edad. Recorrí los solitarios pasillos esperando encontrar a Blair en la sala de descanso donde pasaba la mayor parte del tiempo que se encontraba en casa, porque si no, estaba en un bar con sus amigas, bebiendo y disfrutando que todavía era libre y no estaba atada a un hombre del que no estaba enamorada.

Se me hacía raro no verla en ese lugar al que le tenía tanta devoción, pero tampoco era de extrañarme que estuviera metida en su habitación, dormida porque tenía resaca. Cuando llegué frente a su habitación y sin pedir permiso irrumpí en está llevándome una desagradable sorpresa, y entendí porque Blair no estaba por ningún lado. Follaba con su chofer, lo atraía a su cuerpo sudoroso, gemía en su boca como nunca lo hizo conmigo, y entendía que no me amaba, que no sentía nada por mí porque esto más que amor eran negocios, pero me sorprendió el hecho de que yo, a pesar de no amarla la respetaba y nunca la engañé, aunque tuve la oportunidad de hacerlo no sola una vez, muchas más.

—Devan —empujó al hombre que fue a dar al suelo. Se incorporó cubriendo su desnudez con la sabana. Mi mano seguía aferrada al picaporte de la puerta. Algo dentro de mí se rompió en ese momento, porque entendí que no importaba cuanto lo negara yo sí la quería, sí sentía algo por ella más allá de la pasión y el deseo.

—No me digas que no es lo que yo pienso porque te estoy viendo, ¡maldita sea, Blair! Estás follando con tu chofer —señalé al sujeto que buscaba con desespero su ropa en el suelo.

—Espera, te lo puedo explicar —se encontraba de rodillas encima del colchón —. Yo...

—¡Cierra la maldita boca o te juro que me voy a olvidar el cariño que todavía te tengo! —aplanó los labios —. Sal de aquí, maldita basura —cuando pasó a mi lado le di un empujón que lo llevó al suelo —. Esto lo va a saber tu padre.

—No le puedes decir —aferraba la sábana a su cuerpo para que no viera su desnudez, pero ya había visto esta más de una vez, así que no me importaba ver su cuerpo una vez más —. Me va a matar.

—Eso hubieras pensado antes de meter a ese imbécil a tu cama.

—Devan, por favor —suplicó con lágrimas en los ojos. Quizá en otro momento hubiera sentido pena por ella, pero ahora me daba igual lo que su padre le hiciera, si decidía mandarla lejos o darle una golpiza, ya no —. Nos vamos a casar.

—¿Crees que me voy a casar contigo después de esto? —solté una risotada que resonó por toda la habitación —. No, Blair, esto se terminó.

Hice el amago de salir, pero fue más rápida alcanzándome bajo el umbral, aferrándose a mi brazo, evitando que me moviera de mi lugar. Quise zafarme de su agarre, pero no tenía el temple para pegarle o siquiera apartarla, no era tan hijo de puta como para ponerle un dedo encima para lastimarla.

—Suéltame —apreté la mandíbula y los dientes —. ¡Qué me sueltes! —se arrodilló para abrazar mis piernas impidiendo que me pudiera mover un centímetro —. ¡Te dije que me sueltes! —me agaché para tomar su brazo, coger su barbilla con mi mano y estrellar su espalda contra la pared —. En tu vida me vuelvas a tocar —le advertí con un dedo en alto —. No te amaba, pero sí te quise, Blair y a ti te importó una mierda lo que siento o no por ti.

La solté como si fuera tóxica alejándome de ella, cayó al suelo para empezar a llorar, pero esta vez sus lágrimas no me iban a conmover. Algo se había roto y entendí que el amor no estaba hecho para mí, tal vez la vida se estaba cobrando todo el mal que hice, tal vez mi destino no era encontrar el amor.

Ahora entendía que Blair no era mujer para mí, no estábamos hechos el uno para el otro, nuestros caminos no debían estar juntos. En este momento entendí que Alease Black se había robado todo de mí, desde mi atención hasta mi corazón. No podía negar la evidente atracción que existía entre ambos y estaba latente en cada mirada, cada roce, cada vez que nos encontrábamos algo me atraía a ella y era inevitable no caer rendido ante cada uno de sus encantos.

—¿Qué pretendes con todo esto? —alcé una ceja.

—Nada, Devan, no pretendo nada solo ser tu amiga, que confíes en mí. Quiero que sepas que estoy para cualquier cosa que necesites, aunque a ti no te hace falta nada en esta vida —sonrío tímida encogiendo los hombros —. ¿Entonces?

—Te voy a creer, pero espero que no me vayas a traicionar de nuevo sino te puedes arrepentir y esta vez no voy a tener piedad por ti —la señalé con un dedo en alto. Blair sabía que le convenía tenerme de su lado o le podía ir muy mal.

—No soy tan tonta, Devan, sé que no me conviene tenerte de enemigo —se puso de pie al mismo tiempo que yo lo hacía —. Ahora que te he dejado atrás puedo seguir con mi vida —cogió el bolso para colgarlo en su hombro.

—¿Dejarme atrás? —la acompañé hasta la puerta —. ¿No lo habías hecho ya? —negó sutilmente.

—Pensé que aún existía una oportunidad para nosotros, pero no sé...—se quedó pensando —. Algo me dice que tú ya eres feliz con alguien más y aunque sé que no me vas a decir quién es solo espero que ella sea la indicada para ti.

Lo es.

—Gracias, Blair, por tus buenos deseos —le abrí la puerta.

—Gracias a ti, Devan —me sonrió y sin esperarlo me abrazó, un abrazo que correspondí. Al no sentir nada por ella creo que ser amigos sería una buena idea. Su padre y yo éramos socios así que lo mejor era tener una buena relación y no llevarnos mal.

Al separarnos pude sentir dos pares de ojos sobre nosotros, giré la cabeza para darme cuenta que Declan junto a Alease esperaban al pie de las escaleras mirando la escena. Declan se veía confundido, pero Alease estaba pasmada en su lugar, con los ojos abiertos, sin hablar. Ni siquiera le prestaba atención a Declan que la llamaba para que subiera las escaleras junto a él.

—Hola, Blair —la rubia levantó la mano en modo de saludo y mi hermano le correspondió —. Al, ¿vamos? —la llamó. Ella le hizo caso subiendo las escaleras a su lado.

—Yo me voy —la voz de Blair me trajo de regreso —. ¿Te veo después? —asentí. Me sentía perdido, en otro lugar, pero con los pies anclados al suelo —. ¿Estás bien? —puso su mano en mi brazo.

Miré en dirección a las escaleras, Alease nos echó una mirada de reojo mientras se alejaba por el pasillo junto a mi hermano.

—Sí, estoy bien —le sonreí. Acompañé a Blair hasta la puerta donde la vi subirse a su auto y salir de la propiedad. Entré a la sala donde Alice seguía trabajando con una taza con café sobre la mesilla.

—Vi pasar a tu hermano con tu chica.

—No es mi chica —hablé bajo, si Declan bajaba no quería que me escuchara hablar de Alease. Subí una mano a mi nuca para apretar un poco y bajar el estrés que me estaba matando por dentro.

—¿No lo es? Dime que no lo es —alzó una ceja.

—Sí lo es, pero no lo repitas, menos cuando Declan está en la casa —me sonrió con los ojos entornados.

—Claro que sí, jefe —continuo haciendo lo suyo.

—Voy por algo de tomar, ¿quieres algo? —levantó la taza con café para darle un sorbo.

—No gracias —me sonrió y di la vuelta para salir de la sala. Al regresar a la oficina Declan iba bajando las escaleras, entonces aproveché el momento para preguntarle que hacía Alease en la casa. No esperaba verla aquí, mucho menos en este momento.

—¿Cómo estás? —creo que mi rostro lo decía todo, pero por si quedaba alguna duda quise responder, aunque se me adelantó antes de poder decir nada —. Veo que ya te reconciliaste con Blair —negué de inmediato.

—Para nada, solo hacíamos las paces —no me creyó ni una palabra —. Entre ella y yo no hay nada así que no lo vuelvas a repetir.

—Como tú digas —encogió un hombro —. ¿Sofí no está?

—No debe tardar, fue a hacer las compras —asintió.

—Bueno, voy a preparar una botana, tenemos mucho que estudiar.

—¿Por eso tu amiga está aquí? —pregunté, curioso.

—También vino porque le voy a mostrar la cámara que tengo, dice que quiere una nueva, la suya ya está un poco vieja —bajó el último escalón —. Luego te veo.

—Adiós —esperé que entrara a la cocina y subí rápidamente las escaleras. Casi me echo a correr para llegar a la habitación de Declan. La puerta estaba entreabierta así que me quedé unos segundos bajo el umbral observando a Alease que miraba atenta la cámara de mi hermano que sostenía con ambas manos.

Di un paso dentro llamando su atención, pero en ningún momento dejó la cámara a un lado, ni siquiera me sonrió o dijo algo.

—¿Estás molesta? —no me podía engañar, la estaba empezando a conocer, si me decía una mentira lo iba a saber.

—¿Qué se supone que deba responder a esa pregunta? ¿Sí?, ¿no? Da igual —hizo un movimiento con la muñeca para restarle importancia al tema —. Si te digo que no te estaría mintiendo —quedé frente a ella.

—¿Es por Blair?

—Así que su nombre es Blair, eh —observaba la cámara con detenimiento, cada detalle, cada marca en esta, todo minuciosamente.

—Es mi ex novia.

—Con razón —respondió seca, fría, distante.

—Con razón, ¿qué? —le quité la cámara de las manos para dejarla sobre la cama, lo que provocó su indignación.

—Con razón te miraba así —rodeé su cintura con mi brazo, atrayéndola a mi cuerpo, sus manos ascendieron a mi pecho para poner distancia entre nosotros —. No me toques —sonreí con malicia al notar un poco de nerviosismo en su voz —. Aléjate.

—¿O qué? —la atraje mucho más provocando que jadeara —. ¿Qué me vas a hacer, lyubov? —miró por encima de mi hombro en dirección a la puerta.

—Tu hermano puede entrar y...

—¿Y? ¿Qué importa si nos mira? ¿No crees que ya es tiempo de decirle lo que hay entre nosotros? —esta vez sí me miró a los ojos.

—Todavía no puede saber nada, no quiero que me odie —sus ojos se llenaron de lágrimas —. Es mi amigo, no le puedo hacer esto.

—Tampoco le puedes dar alas a una relación que no da para más, ¿acaso te gusta? —negó —. ¿Entonces?

—Soy una cobarde —musitó a punto de llorar —. No quiero romperle el corazón —derramó una lágrima que me apresuré en limpiar con mi pulgar. Mis dedos cogieron su barbilla.

—En algún momento le vamos a tener que decir y sin importar lo que pase su corazón se va a romper. No sigas alimentando una esperanza que sabes no va a llegar a nada.

—Lo sé —murmuró —. Lo sé —su barbilla tembló.

—No llores, pequeña, esa no es mi intención —dimos unos cuantos pasos que nos llevaron a una de las paredes de la habitación, donde la acorralé para que no pudiera escapar de mis brazos.

—Tenemos que hablar con él —asentí —. Los dos.

—Ya sé.

—No me puedes dejar sola en esto, Devan Hawke —negué —. Estoy hablando en serio.

—Yo también hablo en serio, lyubov —deslicé mi pulgar por su labio inferior. Una sutil y pequeña sonrisa se dibujó en sus labios —. Me tengo que ir, Declan no tarda en llegar.

—Está bien —dejé un casto beso sobre sus labios.

—¿Lo del fin de semana sigue en pie?

—Claro que sí, mafioso ruso —esta vez yo fui el que sonrió.

—Entonces te veo el sábado —murmuré sobre sus labios.

—Hasta el sábado —nos separamos. Caminé hacia la puerta, pero antes de salir me fijé que Declan no viniera, así que me apresuré en dejar la pieza y regresar a mi oficina. No sabía si iba a poder concentrarme sabiendo que Al estaba allá arriba con mi hermano quien sentía un gran deseo por mi chica y no lo culpaba, entendía que ella le gustara, es una mujer hermosa, de los pies a la cabeza.

Alease

Devan salió de la habitación de su hermano y yo solo podía sentirme nerviosa al pensar que Declan nos pudo descubrir. Estaba consciente de que teníamos que hablar con él de lo que estaba pasando entre nosotros, pero es que no sabía que tipo de "relación" teníamos Devan y yo, si esto era algo serio o solo sexo como siempre decíamos.

Regresé a mi lugar y cogí la cámara entre mis manos para observarla. Estaba excitada por lo ocurrido minutos atrás, pero cuando Declan entró a la habitación con una jarra con agua, vasos y fruta picada dentro de una bandeja aquella sensación había abandonado mi cuerpo. Aunque no dejaba de pensar en Devan y su cercanía, lo mal que me ponía a verlo o cuando me besaba.

Sabía que era malo para mí, pero el peligro me llamaba y no iba a dudar caer en sus garras, mucho menos cuando la maldad tenía nombre y apellido.

—¿Te gustó la cámara? —asentí dejándola a un lado en la cama. Era un objeto costoso y frágil que debía ser tratado con delicadeza.

—Es muy bonita, me gusta el lente —dejó la bandeja sobre una mesita que yacía frente a un ventanal desde donde se alcanzaba a ver el patio trasero —. Tu casa es muy bonita, me gusta el jardín y los alrededores. No hay muchas casas —Declan me invitó a sentarme en una de las sillas de las mesas jalando una para que ocupara el lugar.

—Papá la mandó hacer así para su primera esposa, a ella le gustaban las flores y los árboles, por eso no hay nada en los alrededores —explicó —. Cuando ellos se separaron ella junto a Devan se fueron de la casa y mi madre casi deja morir las flores y plantas, pero él no permitió que eso pasara —se sentó frente a mí.

—Perdón que cambie de tema, pero me gustaría saber si la chica que estaba con tu hermano...—me interrumpió.

—¿Blair? —asentí.

—¿Ellos son novios? —Declan negó con la cabeza. Sirvió agua en los dos vasos.

—No, eran novios, estuvieron comprometidos, pero eso fue hace años. Ella lo engañó y rompieron su compromiso, ahora son amigos —dejó el vaso con agua frente a mí. Le agradecí con una sonrisa —. O eso dice él.

—¿Eso dice? —alcé una ceja.

—Blair se obsesionó con Devan después de que rompieron, no sé qué le dio Devan que la tenía aquí, metida casi todo el día, todos los días.

Yo sí sé que le dio Devan que la tenía tan loca.

La tonta sonrisa que mantenía sobre los labios se me borró cuando Declan me miró atento. Quise fingir que no estaba pensando lo que evidentemente sí estaba pensando, pero si tenía razón Blair también estaba loca por los tatuajes de Devan, su cuerpo, su lengua y toda su existencia.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —cogí el vaso para darle un sorbo.

—Pregunta lo que quieras...

O no, mejor no.

—¿Estás saliendo con alguien? ¿Acaso es Aiden? —casi escupo el agua cuando dijo ese nombre.

—¿Qué te hace pensar que es él? ¿Te ha dicho algo?

—No, ni siquiera hablamos, pero el otro día llegó contigo y te dio un beso en los labios, te habla de una manera que da a entender que ustedes se conocen. Además...—se rascó la nuca, nervioso, evitando mirarme a los ojos —, todavía tienes una marca en el cuello —señaló su cuello en el mismo lugar donde Devan me había marcado la piel.

Por inercia me quise cubrir el cuello, pero no llevaba nada con que tapar la marca que todavía se percibía roja.

—Eso...No fue Aiden —los ojos de Declan se abrieron de par en par —. No estoy saliendo con él, estoy saliendo con alguien más —le aclaré para que dejara de pensar que estaba con Aiden.

—Entiendo —se aclaró la garganta —. ¿Es alguien de la universidad?

—No, no estudia —le estaba diciendo a Declan parte de la mitad, eso ya era un gran avance, ¿no? Solo esperaba que no preguntara el nombre de aquel hombre porque ahí sí iba a estar muerta —. No me hagas más preguntas, Dec, te juro que un día te voy a decir todo lo que necesitas saber, pero por ahora es lo único que te puedo decir —estaba serio, molesto quizá.

—Está bien, Al, lo que tú digas.

Me sentía mal por mentirle a Declan, ocultarle que en realidad me estaba acostando con su hermano y que más allá del sexo existía entre los dos una gran atracción que nos acercaba cada día más y que por más que me resistía a ello esta era más fuerte que mi voluntad y no me podía alejar de él. Quizá ese era el momento correcto para decirle todo de una vez y terminar con las mentiras y secretos, pero no pude, no pude decirle lo que en realidad estaba pasando. Tal vez el día de mañana me iba a odiar, pero lo iba a tener bien merecido.


****

¡Hola! 

¿Quién espera el siguiente capítulo?

Les advierto que se viene con todo, así que preparen sus corazones.

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