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Capítulo 13. 🖤

Devan

Pasé mis dedos por el moño de color negro que rodeaba mi cuello, bajé hacia las mangas de mi saco y estiré la tela, acomodé los botones de mi saco y levanté la cabeza para mirarme en el espejo.

Esta noche era el evento de Jacob, estaba a nada de no asistir, pero ahora que Alease me iba a acompañar no me podía negar a ir a ese lugar. Lo que no me gustaba es que Jacob usaba este tipo de eventos como pantalla para vender mujeres a sus depravados socios. Siempre me negué a relacionarme con este tipo de personas, pero al ser este negocio uno de los más antiguos y el que más dejaba dinero era imposible que mi ciudad estuviera libre de gente como Jacob.

—Devan —miré a través del espejo y Declan estaba apoyado en el marco de la puerta —. ¿Vas a salir? —asentí a su pregunta.

—¿Piensas salir? —negó, con pena —. ¿Y eso?

—Alease y Archie no van a estar y no tengo con quien más salir —pude detectar una nota de tristeza en su apacible voz.

—¿Qué pasa? —me giré hacia él —. Declan, soy tu hermano mayor y sé que estoy muy lejos de ser tu padre, pero estoy aquí para lo que sea que necesites —se acercó.

—Lo sé, pero se me hace difícil hablar de estas cosas contigo —se aclaró la garganta.

—¿Por qué? —enarqué una ceja.

—Me gusta alguien.

Que no sea quien yo pienso.

—Ah sí —asintió —. ¿Quién? —Temía tanto su respuesta que quería salir de aquí para no escucharlo decir ese nombre.

—Su nombre es Alease, creo que la conoces.

¿Qué si la conozco?

La conozco más de lo que tú crees.

—¿La chiquilla de ojos azules que estaba contigo en el hospital? —asintió.

Maldita sea.

Maldita sea.

—Sí, ella —murmuró.

—¿Y ya le dijiste que te gusta?

—Ese es el maldito problema, no puedo hablar de eso cuando estoy a su lado, me aterra pensar en su respuesta. Además, creo que yo no le gusto —fruncí el ceño.

—¿Por qué dices eso? —lo miraba fijamente.

—La he visto un par de veces con un chico de la universidad, Aiden creo es su nombre. Es un año mayor, dicen que tiene hermosas pinturas, es todo un artista —soltó un suspiro.

Demonios, otro más.

Me sentía frustrado, enojado conmigo. Ahora resultaba que había otro sujeto detrás de mi Alease, además de mi propio hermano.

¿Tenía que alejarme ahora que todavía podía hacerlo? Quizá debía hacerlo, pero no quería, no me quería alejar de ella, me tenía encantado, fascinado con todo lo que representaba. Era tan exquisita y maravillosa, una artista, una fascinante mujer.

Me podía meter en muchos problemas con mi hermano por esto, pero en este momento no pensaba con claridad, lo único que quería era estar a su lado, conocerla, encantarme más con su existencia y que pasara lo que tuviera que pasar.

—¿Y qué vas a hacer? —se encogió de hombros y me miró atento.

—¿Qué harías tú?

En otro momento y si no me gustara la misma mujer que a él le diría que no importa que hubiera más tipos detrás de ella, le diría que dejara la pena atrás y diera todo de sí, que se arriesgara a conquistarla. Pero estando en esta maldita situación lo único que pude hacer fue encogerme de hombros.

—Que te puedo decir —frunció el ceño —. Sabes que no soy bueno para las relaciones, no sé mucho de esas cosas —entornó los ojos.

—Pero te has acostado con muchas chicas —no lo negué porque era cierto.

—No es lo mismo, porque una cosa es un acostón y otra es tener una relación formal con alguien, hace años que no estoy dentro de una así que le pides consejos a la persona equivocada. Quizá debas ir con Sofí y platicarle lo que te acongoja —me puse de pie —. Ella sabe más de estas cosas.

—Creo que tienes razón, eres malo en las relaciones —asentí.

También se puso en pie y salió de mi habitación.

—Suerte en tu evento —dijo antes de dar un paso más por el pasillo.

—Gracias, Dec —le sonreí agradecido y esta vez se alejó para dejarme solo —. Maldita sea —espeté. Me llevé ambas manos a la cabeza y solté un quejido de frustración.

Salí de la habitación y crucé el pasillo, bajé las escaleras, pero antes de salir de la casa Sofí me detuvo.

—Devan —me giré hacia ella —. ¿Sabes qué pasa con Declan? Lo he visto un poco raro estos días —acortó la distancia quedando frente a mí.

—Quizá debas hablar con él, yo no sé nada de estas cosas y por más que intento hacer las cosas bien con él todo me sale mal. No puedo ser su padre —negué.

—Mi niño —subió su mano a la altura de mi mejilla dejando una suave caricia —. No es tu obligación ser su padre, eres su hermano no su padre.

—Pero le hizo falta su padre —repliqué.

—A ti también te hizo falta tu padre y tu madre —sentí un nudo en la garganta —. No debes culparte por nada de lo que pase con Declan, además ya tiene la edad suficiente para saber lo que hace —le sonreí. Tenía razón, pero siempre quise ser un ejemplo para mi hermano y fallé en ese intento.

—Gracias —dejé un tierno beso en el dorso de su mano —. ¿Puedes hablar con él? Lo necesita.

—Claro que sí mi niño. Por cierto, te ves muy guapo —acomodó el moño negro y pasó sus dedos por los hombros de mi saco —. Ahora vete porque ya es tarde.

—Te quiero, nana.

—Y yo te quiero a ti, mi sol.

Salí de la casa y subí a mi auto, conduje hacia la puerta principal y la verja se abrió a mi paso. Cuando estuve fuera de la casa encendí la radio y una canción de Papa Roach empezó a sonar en los altavoces, ajuste el volumen y conduje hacia el lugar donde se llevaría a cabo el "evento" de Jacob.

No tardé en llegar al lugar donde me citó Jacob, me estacioné frente al complejo, apagué el auto, me quité el cinturón y bajé. Un chico con un chaleco negro se acercó y le entregué las llaves mirando mi entorno. Esperaba que Alease ya hubiera llegado y no tener que esperar una jodida eternidad por ella.

Esa mujer me tenía cautivado, estaba fascinado por ella. Se sentía como si me hubiera embrujado desde el primer instante que la vi. Tenía algo especial que me tenía de rodillas ante ella y no era solo su pequeña boca o sus tetas pálidas o su estrecha vagina donde me gustaba estar. Había algo más en ella que me tenía embelesado.

Entré al lugar y fui recibido por la sonrisa de una bonita mujer que esperaba a un lado de la puerta. Le dije mi nombre y el de mi acompañante, anotó algo en una hoja y me invitó a pasar. El salón era grande, dos lámparas de araña colgaban del techo, floreros ubicados en lugares estratégicos, unas escaleras anchas que llevaban al piso de arriba. Ya había estado en este lugar unas dos veces, pero no me acostumbraba a saber que en alguna parte de este lugar había niñas que estaban siendo vendidas para satisfacer los retorcidos fetiches de unos viejos asquerosos.

Una chica pasó a mi lado con una bandeja y se detuvo frente a mí, aproveché que lo hizo para coger una copa de champagne y la chica se retiró ante mi asentimiento. Miré el lugar de hito en hito, buscando a la mujer de mis sueños, pero ella no estaba por ningún lugar así que decidí ir a dar una vuelta por ahí.

Subí las escaleras y me encontré con Joe, un imbécil que me tenía tirria porque yo estaba haciendo todo lo que él quería hacer, pero no podía por falta de coraje y valor. Me miró de arriba abajo, lo hizo sin pena y aquello me molestó en demasía. Me quedé en mi lugar y esperé que fuera él el que se acercara.

—Pensé que no ibas a venir —miró a su alrededor —. A ti no te gustan este tipo de lugares.

—Pues aquí estoy, Joe —su nombre fue escupido con sarna.

—¿Vienes en plan de negocios o solo para estar jodiendo? —una risa burlona brotó de mi garganta.

—No me provoques, Joe, se me puede olvidar de quién eres hijo —levanté mi copa en su dirección y le di un trago sin dejar de mirarlo a la cara.

No me intimidas, imbécil.

—No me das miedo —dijo.

—Pues deberías tenerlo —aseveré —. ¿No te han dicho de lo que es capaz la bestia? —enarcó una de sus cejas y pasó a mi lado murmurando quien sabe que cosas. Tampoco me importaba lo que dijera o pensara de mí. Me tenía sin cuidado.

Si le diera importancia a todo lo que las personas dijeran de mí sería un esclavo nada más y no quería eso para mí.

—¡Devan! —Jacob salió de una de las puertas y caminó hacia mí. Detrás de él venían los dos guardaespaldas que cuidaban su trasero todo el día.

—Jacob —le di una palmada en la espalda cuando estuvo frente a mí.

—Pensé que de nuevo no ibas a venir.

—No estoy aquí por lo que piensas —le aclaré antes de que sus pensamientos se fueran hacia no era.

—Ya sé, ya sé, eso me lo dejaste claro desde que te hiciste cargo de los negocios que dejó tu padre.

—Qué bueno que lo tengas claro, Jacob. Esto es por negocios nada más —caminamos hacia las escaleras.

—¿Y cómo van las cosas?

—Bien —respondí.

—Bajo tu cargo todo va bien, siempre.

—Sabes que sí, no puede ser de otra manera —soltó una risotada. Miré por encima de mi hombro y los dos hombres venían detrás.

—Espero disfrutes la velada, Devan, si necesitas cualquier cosa solo dime —bajamos las escaleras juntos.

—Lo haré, gracias —se separó de mí y estrechamos las manos.

—Voy a saludar a los demás —hizo un asentimiento y junto a los dos hombres se alejó por el gran salón.

Menos mal que se fue, no es que lo odiara, pero no lo soportaba del todo. Jacob es la clase de hombres que es mejor no tener de enemigo porque convierten tu vida en una pesadilla. Pero yo también era esa clase de hombres.

Me di la vuelta hacia la entrada justo en el momento que mi lyubov iba entrando. Dejó su abrigo en manos de la misma mujer que me recibió minutos atrás. Sus hombros quedaron desnudos, su cabello estaba recogido con algunos mechones cayendo por su espalda. Traía puesto un vestido rojo que encajaba a la perfección con lo pálido de su piel, era largo con un gran escote, este me permitía ver sus pequeños senos o una parte de ellos.

—Demonios —me aclaré la garganta, acercándome a ella.

—Devan —nos saludamos con un beso en la mejilla.

—Te ves hermosa —murmuré sobre sus labios que eran del mismo color que su vestido.

—Gracias —me separé unos centímetros —. Tú te ves muy guapo —sonrió sin mostrar los dientes.

—¿Quieres algo de beber?

—Sí —se enganchó a mi brazo y juntos fuimos a la extensa barra que se encontraba al extremo del salón. Unas cinco personas iban de un lado al otro para atender a los invitados. Pedimos algo para beber.

No podía despegar mis ojos de su hermosa anatomía, era como un animal que observa a su presa asegurándose de que no va a ir a ningún lado, que se va a quedar y que nadie más pondrá sus ojos sobre ella.

—¿Por qué me miras tanto?

—Te ves hermosa. Ese color en tus labios resalta más tu belleza.

Debajo de mis pantalones estaba duro, era como una maldita roca. Necesitaba desahogarme y sacar todo esto que estaba acumulando dentro de mí.

Me imaginaba estar dentro de esa boquita de color rojo, mi semen esparcido en sus labios y barbilla, ella con la boca abierta esperando más de mí.

Contrólate Devan.

Me era imposible pensar con claridad cuando tenía a esta hermosa mujer frente a mí. Mi cabeza solo podía pensar en una cosa y esa era follarla sin piedad, profanar su cuerpo, morder sus tetas, embestirla una y otra vez hasta el cansancio.

—¿En qué tanto piensas? —su pregunta me sacó de mis cavilaciones.

—Pienso que te vestiste así solo para provocarme —miró a ambos lados. Se acercó y puso una mano en mi pecho.

—Me pillaste —me hizo un guiño.

—¿En serio? —pregunté dubitativo.

—No eres el único al que le gusta jugar, Devan Hawke.

Joder.

Si seguía así me iba a volver más loco de lo que ya estaba por ella. Tenerla a mi lado no me dejaba pensar bien. No podía ver a nadie más que no fuera ella. No existía nadie más para mí.

—No me provoques, lyubov, no te gustará.

—Quiero verlo, Devan —se mojó los labios.

No tardaron en entregarnos nuestras bebidas.

—¿Te gustaría dar una vuelta? Hay un jardín en la parte trasera y estoy seguro de que te va a gustar.

—Vamos —cogió su vaso y se enganchó de mi brazo para salir al patio que era una gran extensión de terreno —. ¿Ya habías venido a este lugar?

—Un par de veces nada más.

—¿Y por qué el evento? —sentía curiosidad por todo lo que había a su alrededor.

—Es mejor no hablar de eso —enarcó una ceja.

—¿Por qué?

—Es algo que no te va a gustar.

Salimos al jardín y sus bonitos luceros se abrieron grandes al ver los árboles rodeando el complejo, arbustos, flores de todo tipo. Había muy pocas personas así que pudimos caminar por todo el lugar sin problema alguno.

—Dime —me pidió.

—No te voy a decir —zanjé. Le di un trago a mi vaso.

—¿Por qué?

—Ya te dije, no te va gustar.

—¿Tan malo es? —se detuvo frente a mí y sus cejas se hundieron.

No me mires así cariño, no me puedo resistir a esa mirada.

—Algo —murmuré.

—¿Qué tengo que hacer para que me digas? —enarqué una ceja.

—No juegues así, lyubov, menos con una persona como yo —mis dedos rodearon su garganta, mi pulgar se paseó por sus labios, de un extremo al otro.

—¿Por qué? —tenía esa mirada perversa que prometía solo pasión.

Acerqué mis labios a su oreja. Inhalé un poco para llenar mis pulmones de su perfume que me gustaba en demasía. Sentí como se estremeció bajo mi toque.

—Porque me excitas y no tienes que hacer nada para provocarme. Ahora imagínate cuando me dices esas palabras, me pones duro —gimió bajito.

Retrocedió cuando di algunos pasos hasta que su espalda acarició la pared. Jadeó suavemente y apreté mis dedos en su garganta soltando el vaso que cayó sobre el pasto. Cogí su mano y puse su palma sobre mi erección.

—Estoy duro por ti —me separé para apreciar su rostro —. ¿Lo ves? No has hecho nada y estoy duro como una roca —sus dedos se asieron al contorno de mi pene —. Demonios, eres una pequeña perversa —se mordió el labio. Apoyé mi frente contra la suya.

—Aquella noche me dejaste con ganas de más —murmuró sobre mis labios —. Estos días no he dejado de pensar en ti. Tuve que consolarme para no morir —no pude más y estrellé mis labios contra los suyos. En ningún momento dejó de tocarme y yo solo quería bajarme los pantalones para que se hiciera cargo de mí y descargarme en su mano.

—No me digas estas cosas —gemí contra sus labios —. Ahora no voy a dejar de pensar en ti, en tus tetas, tu pequeña y estrecha vagina —sonrió perversa y fue ella la que devoró mis labios.

—Tócame, Devan, tócame como solo tú sabes hacerlo —pidió y no pude decirle que no.

Me separé para asegurarme de que no había nadie cerca. La miré de nuevo, aparté la tela del vestido que cubría una de sus tetas, me agaché y la metí a mi boca, mis labios rodearon su pezón, mi lengua la estimulaba y mis dientes tiraban un poco. La escuché gemir. Mis manos se deslizaron por sus muslos hasta llegar al interior de estos. Mi pulgar se paseó de abajo hacia arriba por encima de la tela de sus bragas, bajé un poco para darme cuenta que su excitación traspasaba la tela, estaba húmeda y tibia.

—Estás mojada —musité.

—Estoy mojada por ti —mis labios se estiraron en una sonrisa y seguí chupando su pezón.

—¿Pensabas en mí cada vez que te masturbabas?

—No podía pensar en nadie más, estás en mi cabeza todo el día, todos los días —gimió.

Me separé y noté el rubor surcar sus mejillas. Acomodé la tela para cubrir su seno y saqué mis manos debajo de su vestido, no sin antes llevarme el pulgar a los labios.

—Sabes tan bien —dejó caer la cabeza contra la pared.

—Gracias —la atraje a mí rodeando su delgada cintura con mis manos.

—Te quiero follar, pero no aquí. Tú no te mereces esto —pasé uno de sus mechones detrás de su oreja.

—¿Entonces?

—Te voy a llevar a un lugar especial para mí, que ahora será tuyo también.

Asintió.

Recogimos los vasos que habían caído sobre el pasto y regresamos al evento.

Alease

Menos mal que nadie nos vio o nos escuchó porque con mis gemidos alguien se pudo dar cuenta de lo que pasaba en el jardín mientras que todos estaban aquí, encantados y fascinados con la música aburrida que provenía de algún rincón de este gran salón.

Regresamos a la fiesta donde ahora había un poco de más invitados, pero yo ya no podía dejar de pensar en la manera que Devan me tocó, fue rudo pero delicado a la vez, se detenía lo suficiente, pero yo quería más de él.

—¿Me vas a decir por qué este evento? —insistí esperando que esta vez me lo dijera, pero fue inútil, no pude obtener nada de él.

—Eres tan curiosa —musitó.

—Mi padre dice que soy una chismosa sin remedio —me miró divertido.

—Y tiene razón.

Nos quedamos en el gran salón observando el espectáculo que el anfitrión había preparado para esta noche. Pero pude notar que algunos de los invitados hombres subían y bajaban por esas escaleras, tardaban un poco y regresaban con sus parejas. Aquello despertó mi curiosidad y no me iba a ir sin saber que estaba pasando aquí.

—Devan —le informé —. Tengo que ir al baño —me miró —. Voy sola.

—Nada de eso —cogió mi mano y deslizó sus dedos hasta enlazarlos con los míos —. Vamos.

Asentí y juntos subimos las escaleras. Me condujo por un pasillo, dimos vuelta a la derecha y ahí había otro pasillo, pero mucho más corto que tenía solo dos puertas. Una de ellas era el baño de las damas.

—Aquí te espero —le asentí y entré para hacer mis necesidades.

Dentro había dos mujeres que al igual que yo llevaban vestidos largos y elegantes.

—Ya quiero que se termine esto, no me gusta venir a esta casa —dijo una de ellas. Entré al baño, pero presté atención a lo que hablaban.

—A mí me da mala espina ese tal Jacob, es un viejo rancio. ¿Has visto como se les queda viendo a las chicas?

—Me he dado cuenta y ya le dije a mi novio que no me traiga aquí, pero insiste tanto.

Dejé de escucharlas y supuse que ya habían salido del baño. Al terminar y salir me di cuenta que ya no estaban así que me lavé las manos y las sequé con una toalla de papel que dejé en el bote de la basura.

Al salir miré el pequeño pasillo, pero Devan no estaba ahí así que avancé hasta llegar a la entrada y lo vi apoyado de la esquina. Me sonrió. No pude evitar mirar de más hacia el fondo donde dos hombres iban saliendo.

—¿Nos vamos? —me entregó su brazo.

—Antes dime que está pasando. Este lugar no me gusta, Devan —miró en la misma dirección de donde salieron los dos hombres.

—Es algo complicado —dijo bajo. Apenas lo pude escuchar.

—¿Qué está pasando? —fruncí el ceño —. Dime. Tengo que saber en qué estoy metida.

—Lo mejor es que lo veas por ti misma, pero eso sí —levantó un dedo señalándome —. No tienes que decir nada de esto a nadie. ¿Lo juras?

—Devan...

—¿Lo juras? —insistió.

—Lo juro —cogió mi mano y salimos por completo del pasillo. Avanzamos hasta llegar a la puerta de donde salieron los hombres, pero antes de eso Devan miró hacia atrás, asegurándose de que no venía nadie.

Entramos y cerró la puerta. Todo estaba oscuro y apenas podía ver por donde pisaba, pero Devan se encargó de llevarme a través de ese lugar a no sé dónde. A lo lejos podía ver un halo de luz, se escuchaban algunas voces y ruido.

Fruncí el ceño porque no entendía nada. Tenía miedo.

Devan se detuvo y yo a su lado. Frente a nosotros había una gran cortina de color oscuro que rozaba el suelo, Devan la apartó con los dedos y cuando vi lo que había detrás mi corazón se detuvo por unos segundos. No podía respirar, sentía algo atascado en la garganta. Las manos me temblaban.

Detrás de la cortina, arriba de un pequeño escenario como si fuera un gran espectáculo había niñas semidesnudas una al lado de la otra en una hilera. Las ropas que llevaban puestas apenas cubrían su delgados y maltratados cuerpos. Las manos frente a ellas, cabello corto a la altura de sus hombros, sus mejillas cubiertas por las lágrimas ácidas que mojaban su piel.

—¿Qué es esto? —lo miré molesta —. ¿Qué demonios significa esto? —me solté de su agarre.

—Te puedo explicar —miré de nuevo. Frente al escenario había algunas sillas que los hombres ocupaban. No tenía nada que explicar porque lo entendía todo. No era estúpida para saber lo que estaba pasando aquí.

Me aparté de él y caminé de regreso a la puerta.

—¡Alease! —gritó bajo para que solo yo pudiera escucharlo, pero estaba tan molesta para hablar con él —. Espera.

Salí de aquella horrible habitación. Pude respirar mucho mejor. Quería irme de este lugar y alejarme de él.

¿Qué acabo de ver?

—¡Alease! —gritó de nuevo.

—¡Déjame en paz! —respondí molesta. Apreté el paso, pero me alcanzó y me llevó con él escaleras abajo —. ¡No me toques! —me sostuvo fuertemente de la muñeca y salimos de la casa.

—Te lo dije, te advertí que no te iba a gustar —salimos de la casa. Estábamos en la calle donde no había nadie más que los chicos que cuidaban los autos.

—¿Cómo demonios me va a gustar? Están vendiendo a esas niñas —Devan miró detrás de él y se llevó un dedo a los labios —. No me voy a callar.

—Señor —informó un chico a nuestro lado —. Su auto.

—Gracias —aceptó las llaves que el chico le entregó y este como agradecimiento le pasó unos billetes. La sonrisa del chico lo dijo todo —. Te puedo explicar todo, ahora debemos salir de aquí.

—No voy a ir contigo a ningún lado —me rehusaba a ser tocada por él, tenerlo cerca.

—Si vienes conmigo puedo explicarte todo. Te juro que no tengo nada que ver con esto —por alguna estúpida razón le creí y me odiaba por eso.

—¿Lo juras? ¿Qué tú no tienes nada que ver con eso? —pensé que iba a dudar un poco pero no, su respuesta fue corta pero concisa.

—Lo juro —me entregó su mano y no dudé en cogerla. Ni siquiera me había dado cuenta que estaba a mitad de la calle. Me jaló hacia él, abrió la puerta del auto y me dejó entrar para después rodearlo y entrar del otro lado.

—Dime que hacemos aquí, qué haces tú aquí —empecé con la ronda de preguntas. Encendió el auto y salimos de este lugar que ahora me provocaba escalofríos. Sentía tanto asco de pensar que estuve bajo el mismo techo con esos hombres que compraban niñas como si fueran mercancía.

—Jacob, el viejo que organizó este "evento" se encarga de la compra y venta de niñas —empezó —. Se ha dedicado a este negocio desde que yo recuerdo, no he podido sacar a esta basura de las calles.

—Esta es tu ciudad, Devan —lo miré fijamente —. Puedes hacer lo que quieras —fruncí el ceño —. Dime que no te dedicas a....—ni siquiera me dejó terminar, tal parece que mis insinuaciones le dolieron.

—¿Cómo puedes pensar eso de mí? —me miró de reojo.

—No te conozco lo suficiente —pasé saliva —. Lo siento.

—Nunca haría eso, lyubov, jamás he pensado en la sola idea de hacer tratos de ese tipo con gente como esa, mucho menos con Jacob —sus manos se asieron al volante provocando que sus nudillos se pusieran blancos.

—¿Entonces qué hacías ahí? —volví a preguntar.

—Es más por estética que por gusto. Créeme, Jacob no me agrada y jamás me agradará —dijo serio.

Sabía que este tema no estaba terminado porque no dejaba de sentir ese miedo y asco en la piel. Tan solo de pensar en la cantidad de viejos asquerosos que esperaban sentados en las sillas me daban ganas de vomitar.

Miré por la ventanilla y la ciudad se extendía frente a mis ojos, no reconocí el lugar porque nunca había venido a esta parte de la ciudad. No era tan diferente al resto, pero se podía sentir algo diferente.

—¿En dónde estamos? —le pregunté.

—La pequeña Italia en Chicago —respondió —. Aquí vivía con mi madre cuando se separó de papá, después de su muerte me fui a su casa y ahí he vivido todos estos años.

Me estaba platicando algo tan personal, algo que era importante para él, me sentía tan feliz de saber que estábamos dando un paso más en esto que había entre los dos. No sabía que tan lejos íbamos a llegar, pero lo que sea que pasara sería bien recibido.


🖤🖤

Las cosas se ponen intensitas. Les dije que para esta versión iba a dejar algunas escenas de la versión pasada, así que las que ya leyeron este libro saben lo que se viene, pero mucho más fuerte. Además de que le metimos competencia a Devan con su hermano.

¿Qué creen que pase con ellos tres?

Les dejo mis redes sociales para que podamos chismear.

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