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Capítulo 12. 🖤

Alease

Le dije la verdad a Devan y temía que su reacción fuera otra. No sé, quizá pensaba que se iba a enojar conmigo, me iba a gritar o....No sé, todavía no lo conocía bien como para saber cuál sería su reacción ante mi confesión, pero creo que no estaba tan mal. ¿O sí? Además, no tenía por qué enojarse, no éramos nada y hasta ahora las cosas habían sido claras entre los dos.

Esto era solo sexo y nada más.

Cuando cerró la puerta y ordenó acostarme no pude rechistar, tuve que obedecer sus órdenes y acatar lo que su sucia boca ordenaba. Hice caso y trepé en la cama hasta quedar con la cabeza en las almohadas. Se acercó al mueble al lado de mi cama y encendió la lámpara, la luz que esta emanaba me dejaba ver a la perfección su rostro, su mandíbula tensa y esos abismales luceros de color azul. Su mirada prometía peligro, pero más que nada perversión y pasión. Lo quería, lo deseaba tanto.

Se puso en los pies de la cama, subió primero una rodilla y después la otra, el colchón se hundió por su peso. Se deshizo de la chaqueta que dejó a un lado en el suelo, alcancé a ver la tinta que adornaba su piel como si esta fuera un lienzo donde impregnaba imágenes que lucían tan bien en él. Tatuajes en sus nudillos, muñecas, brazos...No pude ver más porque su camiseta negra no me dejaba ver más allá.

—¿Te gustó estar con otras personas, lyubov? —preguntó.

Su pregunta me desconcertó.

—Dime, ¿te gustó que alguien más estuviera entre tus piernas? —terminó de decir esto y sus manos se asieron a mis tobillos —. ¿Te gustó?

—Sí —dije seria. No me temblaba la voz, aunque por dentro era un manojo de nervios.

—No creo que te guste más que lo que te voy a hacer esta noche —su voz era ronca, dura —. No creo que te guste tanto que otro te toque.

—Eso quiero verlo, ruso —enarqué una ceja. Una sonrisa llena de perversión se dibujó en sus ricos labios.

—Lo verás, lyubov, ya lo verás —abrió mis piernas para él. Se deslizó cerca subiendo sus manos por mis pantorrillas, piernas y muslos, hasta llegar al interior de estos. Pasó un dedo por encima de la tela de mi pijama que era tan delgada me permitió sentir mucho más su toque.

Con el pulgar apretó un poco a la altura de mi clítoris y no pude evitar gemir. Si con tan solo un toque suyo yo ya me estaba derritiendo no me quería imaginar cuando su lengua tocara ese punto tan sensible para mí. No iba a poder soportar ni un segundo.

Cogió mi pierna izquierda y sus labios se pegaron a la piel de mi tobillo. Dibujó un camino hasta llegar a la altura de mis rodillas, se detuvo un segundo. Su mirada fija en mi rostro. Continuo hasta llegar al interior de mis muslos, subió sus manos a la goma de mi pijama y tiro de esta hasta dejarme desnuda de la parte de abajo. Metió su cabeza entre mis piernas, besó mis muslos, mordió, lamía y succionaba dejando grandes marcas de color rojo que se empezaron a expandir. Se acercó a mi sexo y respiró sobre mi delicada piel provocando que un escalofrío lleno de excitación y placer me recorriera el cuerpo. Gemí bajito.

Su boca se abrió un poco para que sus labios lamieran la tela que cubría mi sexo, tiró de la tela con cuidado y de nuevo sus labios mojaron mis bragas.

—Encaje —musitó —. Me gusta —sonrió perverso.

De un momento a otro tiró de la tela de mis bragas dejándome completamente desnuda ante sus ojos. No me había depilado por lo que tenía vellos pequeños cubriendo aquella zona, pero a él eso parecía no importarle porque su lengua se deslizó desde mi monte de venus hasta mis húmedos labios. Se asieron a aquel hinchado botón a la vez que sus dedos recorrían el camino de mis labios, los metía con sumo cuidado y los sacaba para penetrarme con ellos una y otra y otra vez. Sentía como mi fluidos mojaban sus dedos, mis paredes se contraían alrededor de estos, gemía, mi espalda se arqueaba, no podía tener la boca cerrada.

—Dios —gemí cuando tiró con sus dientes de mi clítoris. Su lengua junto a sus labios dejaron una suave caricia después.

—¿Te gusta? —su voz se escuchó ronca.

—Sí, me gusta —mis dedos se enredaron en los cobertores y los apretaba con fuerza —. Me gusta —hablaba bajito para que Archie no escuchara nada, pero al ser las paredes casi como el papel era más que obvio que por mucho que no quisiera hacer ruido él lo iba a escuchar todo.

Su pulgar sustituyó a sus dedos y este entraba poco a poco, solo metía la punta de este a la vez que seguía torturándome con sus labios y su lengua. Empecé a mover mis caderas al ritmo que marcaba su lengua, cerré los ojos y mordí mi labio. Se detuvo un poco solo para deslizarse cerca de mi rostro, la luz mortecina de la lámpara me dejaba ver por completo su hermoso rostro.

—Dime que te gustó más cuando él te tocó.

—No puedo —gemí cuando arremetió contra mí.

—¿Por qué?

—Ah —jadeé.

—Dime —exigió —. Quiero que lo digas.

Mis piernas se apretaban a su cuerpo. Mis paredes vaginales se cerraban para él.

Subí mis manos a su cuello rodeándolo, mis dedos se asieron a los cabellos de su nuca.

—Por favor, quiero que lo digas —seguía torturando mi cuerpo.

Hundió su rostro en mi cuello, dejó un par de besos y subió a mi barbilla, se quedó ahí para mordisquear y devoró mis labios con ímpetu. Me mordió el labio y tiró despacio con sus dientes.

—Me gusta más que me toques tú —sonrió satisfecho.

—Eres mía, Alease. Solo mía y de nadie más, repítelo.

—Soy tu-tuya —era tanto el placer que no podía pensar con claridad. Estaba cegada por la lujuria, la calentura que recorría mi piel y mi cuerpo.

—Nadie más va a poner sus manos sobre ti a menos que yo lo permita —apoyó su frente contra la mía —. No quiero que nadie más toque lo que es mío, lo que me pertenece —apretó sus labios en un beso corto —. La próxima vez yo estaré ahí.

—S-sí —jadeé —. Quiero que estés ahí, por favor.

Arqueé la espalda echando la cabeza hacia atrás en el momento que el orgasmo explotó en mi interior y sacudió cada parte de mi cuerpo. Me tuve que morder la lengua para no gemir alto y alertar a Archie. Devan apretó sus labios a los míos y no dejaba de mirarme. Me corrí en sus dedos y parecía disfrutarlo en demasía.

—Lo siento —me disculpé.

—¿Por qué? —no se separó ni un centímetro.

—No sé —reí. Ahora no me sentía estresada, al contrario, me sentía como si estuviera sobre una nube y no quería bajar.

—No te debes disculpar por nada. Me gusta cuando tienes un orgasmo, tus mejillas se ponen rojas y tus labios hinchados —sacó sus dedos de mi interior y los llevó a su boca bajo mi atenta mirada —. Sabes tan bien.

Pasó su pulgar sobre mis labios.

Se puso de rodillas y no pude evitar mirar el gran bulto que se apretaba a sus pantalones. Era grande y grueso. Solo de imaginar que eso estuvo dentro de mí quería mucho más.

Devan adivinó mis sucias intenciones porque se llevó la mano ahí, sus dedos se asieron a su pene.

—¿Quieres esto? —asentí mordiendo mi labio inferior —. Pronto.

Fue todo lo que dijo.

—¿Me harás suplicar por ti, Devan? ¿En serio? —enarqué una ceja.

Se rio. Sus ojos se cerraron un poco. Era tan lindo cuando reía.

—No, lyubov, yo no te haré suplicar —de nuevo quedó entre mis piernas —. Solo que la próxima vez que tengas un orgasmo quiero que grites, no quiero que te contengas, hermosa —miraba mis labios con un deseo ferviente de besarlos.

Hazlo, por favor. Tómame, hazme tuya.

—¿De acuerdo?

—Como tu digas.

—Ahora, por favor, te pido que no hagas nada si yo no estoy contigo.

—¿Me estás prohibiendo no tener sexo? —negó.

No podía pensar con claridad cuando su pene rozaba peligrosamente mi sexo.

—No, me estoy asegurando que no te vas a divertir sin mí.

—¿Quieres hacer un trío? —pregunté curiosa.

—Y un cuarteto si se puede. No soy una blanca paloma, eso ya deberías saberlo —mojó sus labios con su lengua.

—Bueno, tendré que usar mi consolador —no pensé en lo que decía. Lo tomé tan desprevenido que sus ojos se abrieron de la sorpresa que mis palabras provocaron en él.

—¿Tú qué? —miré hacia otro lado, evitando su mirada curiosa.

—Archie me lo regaló —me encogí de hombros.

—La próxima vez que lo uses piensa en mí —se deslizó hacia abajo y dejó un beso en mi sexo. Ahora yo estaba sorprendida.

Se bajó de la cama, me pasó mis bragas y mi pijama, que no tardé en ponerme.

—Me tengo que ir —se puso la chaqueta —. No sé si sabes, pero hay un evento y quiero que vayas conmigo. Obvio te voy a pagar lo de siempre, hasta más.

Dudé un poco en aceptar. Pero era una fuerte suma de dinero como decir que no, además prefería mil veces ir con él que con cualquier otro imbécil del que desconocía sus intenciones.

—Está bien, iré contigo.

—Quiero que uses un vestido rojo, sexy —se acercó. Deslizó sus manos por mis brazos —. Serás la mujer más linda de la noche —murmuró cerca de mi oreja —. Quiero que todos te vean, quiero que hablen de ti —se separó.

—¿Por qué?

—Eres hermosa, quiero que todos te vean —dejó un casto beso sobre mis labios y se apartó.

Abrió la puerta y cruzamos el pasillo para ir a la puerta. La abrió y salió.

—Devan, ¿por qué haces esto? Me refiero a todo esto. Puedes tener a la mujer que tú quieras, ¿por qué yo?

—Te quiero solo a ti, para mí. ¿Por qué? No sé, me gustas, me fascinas y me vuelves loco —pasé saliva.

Sus palabras se escuchaban tan genuinas y verdaderas.

—No tienes que creerme, te lo voy a demostrar —asentí —. Hasta mañana, Alease.

—Hasta mañana, Devan —le dije adiós con la mano y se alejó por el pasillo.

Cerré la puerta y solté un suspiro que me estaba quemando el pecho. Archie apareció por el pasillo, pensé que me iba a decir algo, pero no lo hizo. No sé sino escuchó nada o simplemente no quiso hablar del tema.

Ojalá que fuera lo primero. Aunque ya había un poco más de confianza entre los dos, aún me daba vergüenza, solo un poco.

****

El lunes llegó como un balde de agua fría que me hizo aterrizar a mi cruda realidad. Tenía que entregar mi proyecto al profesor y por ahora no tenía ni idea de que tema retratar. Se me daba bien enmarcar la vida cotidiana de una persona, retratar sus emociones en una imagen, pero mi cabeza no daba para más, no sabía qué hacer y el proyecto se tenía que entregar en unos meses.

—Te veo preocupada —habló Archie a mi lado

Estábamos en el comedor, quería despejar mi cabeza un poco y olvidarme de los problemas que venía acarreando desde hace meses.

—No tengo idea de que tema tratar en el proyecto final —Archie no estaba preocupado porque para empezar él no estudiaba lo mismo que yo así que era fácil para él hacer cualquier cosa para pasar el año.

Cari, te complicas mucho la vida. Si yo fuera tú fotografiaba a los chicos desnudos, mira —levantó el tenedor con un pedazo de manzana —, tienes a Aiden, Declan y Devan.

Mis ojos se abrieron de par en par. Estaba sorprendida.

—¿Qué estás diciendo? —esperé por una respuesta.

—Pues eso, puedes mostrar los diferentes tipos de anatomía masculina y femenina —se mordió el labio.

—Archie, no me estás ayudando en nada —piqué un poco de comida y suspiré.

—Tonta —musitó —. Pero bueno, mejor hay que cambiar de tema. ¿Has visto a Aiden? —negué.

—No lo he visto y tampoco sé si quiero verlo —admití con pena.

Después de lo que pasó esa noche no sabía cómo iba a reaccionar al ver a Aiden o Lily, los dos se portaron muy bien conmigo, pero aún no entendía como es que hice eso, como es que dejé de sentir pena y me pude entregar a otro hombre que no fuera Devan Hawke.

—¿En serio no te molesta que él me busque? —le pregunté a mi amigo sin mirarlo a los ojos.

—Claro que no, cari, al contrario, me alegra que le gustes a alguien más que no sea ese ruso matón —murmuró mirando a cada lado, con el temor de que alguien lo pudiera escuchar.

Puso su mano encima de la mía y le dio un apretón.

—Hablando de eso...—En ese momento Declan llegó y nos interrumpió, sentándose a mi lado.

Se veía mucho más feliz que los días anteriores. Tener a su madre internada en una clínica no debía ser tan fácil, yo no podría soportar la idea de que mi madre estuviera encerrada, pero si era por su bien no había nada más que hacer. Ahora Declan tenía que entender que era lo mejor para su madre.

—¿Cómo estás, Declan? —le preguntó Archie con una gran sonrisa en los labios.

—Bien, ¿y ustedes? ¿Qué hicieron el fin de semana? —nos miró a ambos.

No te voy a decir que folle con tres personas y ayer tu hermano estaba metido entre mis piernas.

—Salimos a divertirnos, a ver cuando vas con nosotros —le decía que no a Archie con la mirada, pero no le importó. Siguió hablando como si nada.

—¿Salieron? —intercalaba las miradas entre Archie y yo —. ¿A dónde?

La bandeja con su almuerzo estaba frente a él, pero al igual que yo nada más picaba la fruta y no comía.

—Por ahí, a un club —respondió Archie.

Yo ni siquiera quería hablar de lo que pasó en ese club.

—¿Y qué tal? —enarcó una ceja.

—Como que haces muchas preguntas, ¿no? —Archie levantó una ceja en dirección a Declan.

—Solo...pregunto —en ese momento Aiden apareció en el comedor.

No puede ser.

—Mierda —regresé la mirada a mi bandeja, quería hundir la cara en el plato con la manzana y las fresas.

—¿Qué pasa? —Declan puso una mano en mi brazo.

—No puede ser —murmuró Archie.

El corazón me latía a mil por segundo, mis entrañas se retorcieron, mis manos temblaban y era seguro que tenía las mejillas rojas porque sentía mi rostro caliente.

—Archie, Alease —cuando menos lo esperé lo tenía sentado a mi lado. Levanté la cabeza y se acercó para dejar un beso en mi mejilla, cerca de mis labios.

El rostro de Archie lo decía todo: estaba encantado con esta situación. Yo solo quería que la tierra me tragara y me escupiera en Francia.

Miré a Declan pero él no parecía divertido con lo que estaba pasando.

¿Qué pasa contigo?

—Me tengo que ir —me puse de pie rápidamente y cogí la bandeja para después ponerme la mochila sobre los hombros.

—¿Tan rápido? —preguntó Declan.

—Tengo cosas que hacer —mentí para zafarme de esta situación lo más rápido que se pudiera. Me sentía incómoda por estar en el mismo lugar que Declan y Aiden.

Si me sentía así con ellos dos no me quería ni imaginar cómo sería con Devan y Aiden.

Solo espero que eso no pase nunca.

—Te veo después, cari —Archie me dijo adiós con la mano y me despedí de ellos.

Dejé la bandeja en su lugar y salí del comedor a toda prisa. Fui al patio trasero de la universidad para despejar mi cabeza.

Cuando la hora del almuerzo terminó regresé a clases y menos mal que estas no duraron todo el día y pude salir temprano. Vi a Novalee por el campus y solo me sonrió, no hablamos. Debía admitir que era muy bonita, con su cabello rosa en las puntas y ese tono de piel tan atrayente. A veces me hubiera gustado ser menos pálida porque muchas veces me hicieron sentir mal por eso. También por ser delgada, por no tener senos, por no tener un culo grande y piernas delgadas. A las personas nada les gusta y tampoco las puedes tener contentas con nada.

Cuando iba de salida pasé por el aula donde se supone debía estar Aiden. Miré por la ventana y me quedé en mi lugar observando a Aiden dibujar, estaba sentado en un banco con un caballete frente a él. Tenía pintura en los dedos, sus mejillas y su ropa. La verdad se veía muy bien así, era una fase de él que le hacía verse tan bien.

Giró la cabeza en mi dirección y sonrió mostrando un poco los dientes.

¿Qué demonios está pasando conmigo?

Aiden me parecía atractivo, Declan era un amor y tan tierno. Y Devan, Dios, Devan era un jodido rey, un dios que me hacía temblar de los pies a la cabeza. Me estremecía con tan solo verlo y cuando me tocaba yo me sentía en las nubes. ¿Me gustaba? Sí, demonios sí. Decir que no sería mentir y no podía engañarme ante eso. Devan me volvía loca.

Le dije adiós a Aiden con la mano y se despidió igual. Salí de la universidad y caminé en dirección al edificio, tenía que terminar algunos trabajos y pensar en el maldito proyecto que me tenía tan estresada.

—¡Alease! —escuché a mi espalda y me detuve. Al girarme me encontré con Declan.

Por favor, no.

—¿Qué pasa, Declan?

—Cuando te fuiste nos dijo Archie que estás un poco estresada porque no sabes que tema tratar para tu proyecto —asentí. Apreté los labios.

—Así es —hice mi cabello a un lado —. No tengo idea de qué hacer.

—Si quieres yo te puedo ayudar.

—No tienes que hacerlo —puse una mano en su brazo —. Debes estar igual que yo.

—Yo ya estoy trabajando en eso.

—Voy a pensar un poco más y sino encuentro nada te pido ayuda, ¿está bien? —sonrió.

—Claro —respondió encantado —. Lo haré con gusto —enredó sus dedos en las correas de su mochila.

—Gracias, Declan —me tomó desprevenida cuando dejó un beso corto y casto sobre mis labios.

—Lo hago con gusto —dio la vuelta y se alejó sin decir más.

Parpadeé, atónita, sorprendida porque haya hecho esto. ¿Acaso él...?

Descarté la idea de inmediato porque era una gran locura pensar que le gustaba a Declan.

No, no, eso no puede ser.

Así que regresé al departamento. Preparé un poco de pasta, una receta que vi en internet. Estudié un poco y busqué algunas ideas para mi proyecto. La idea de Archie sonaba tan tentadora pero no podía contar con el apoyo de Devan y no sabía si Declan iba a aceptar, además del hecho de que tenía que buscar a otras personas, también mujeres. Tenía que pensar bien las cosas y no irme por el camino más fácil. Este tema era delicado e importante para mí.

—¡Alease! —Estaba en mi habitación cuando escuché a Archie entrar al departamento.

—¡Aquí estoy! —dejé a un lado mis libros.

—¿Por qué huiste, cobarde? —se quedó bajo el umbral de la puerta.

—Todavía preguntas —le entorné los ojos —. Estaba en un apuro, Archibald —ahora fue él el que entornó los ojos en mi dirección.

—Se te juntó el ganado, Alease —se rio a carcajadas por mi situación.

—¿Te estás riendo de mí?

—¡No! Me rio de que antes no tenías ni un perro que te ladre y ahora tienes tres hermosos hombres que andan detrás de tus huesitos —entró a mi habitación y se sentó a mi lado en la cama.

—No es divertido, Archie —musité —. Hoy Declan me dio un beso, fue corto, pero me sentí...rara. Esto no me puede estar pasando.

—¿Por qué?

—Devan y Declan son hermanos, no puedo jugar con dos personas así.

—Pero tú no estás jugando con nadie, cari. Para empezar no le has dado motivos a Declan para que piense que te gusta y con Devan...—suspiró —. Esa es otra historia. Pero debes sentirte así.

—Pero no quiero que Declan piense que me gusta —murmuré —. Es lindo y tierno, es amable y no es nada feo...

—Pero no es Devan —terminó él por mí y asentí con tristeza.

—Me duele decirlo, pero no. Sé que Devan es...—buscaba la palabra correcta para describirlo, pero no había solo una, él era tanto a la vez.

—Devan es un papucho, es un Dios sanguinario, cruel y sádico, es sucio con las palabras, es malvado y un poco retorcido. Sí, es más tóxico que Chernóbil, pero, mierda, Al, ese hombre me calienta más que el sol en verano —se mordió el labio y gimió.

—¿En serio piensas eso de Devan? —asintió.

—¡Claro! ¿Crees que soy ciego? Para nada, que no lo mire descaradamente no quiere decir que no me dé cuenta de su existencia. Si a ti te gusta pues dale.

—No sé. Devan tiene un gran letrero de advertencia escrito en la frente y sé que me va a destruir.

—¿Y? —enarcó una ceja —. ¿No sería grandioso ser destruida por alguien como Devan Hawke?

—Dijiste que no me acerque a él —le recordé.

—Sé lo que dije, pero el sexo es sexo, Al. No te hará daño si te diviertes un poco.


🖤🖤

No sé ustedes, pero a mí me gusta mucho más esta versión, es que los personajes son tan 🥵😍 Espero a ustedes también le guste porque se vienen muchas cosas buenas y más escenas hot.

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