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𝘁𝘄𝗼. the past haunts you

002. ┊໒ ⸼ | 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗪𝗢 | 🐝•˖*

❛ 𝗍𝗁𝖾 𝗉𝖺𝗌𝗍 𝗁𝖺𝗎𝗇𝗍𝗌 𝗒𝗈𝗎 ❜

Malia siempre se las había arreglado para ser independiente. Incluso vivió en espacios muy pequeños donde apenas cabía una cama y un escritorio (ya que así se ahorraba mucho dinero). Sin embargo, apenas una semana con su hermano le había servido para valorar su pequeño espacio de tres por tres donde estaba antes de mudarse a Seattle.

Para empezar, el remolque estaba medio de un bosque, los taxis para llevarla al hospital estaban muy caros, y no podía usar el auto de su hermano ya que tenían horarios diferentes. Pero este no era el único problema, porque luego estaba el hecho de que escuchaba ruidos extraños, y su imaginación le jugaba en contra. Tan solo ayer pensó que un oso estaba en la puerta, y resultó que solo eran los ronquidos de Derek.

Aunque hoy fue un día muy malo, o al menos caótico.

Derek Shepherd podía darse el lujo de entrar tarde a su turno en el hospital (a menos que tuviera una emergencia médica que requiera su inmediata presencia). Sin embargo, Malia no corría con la misma suerte, ella tenía que salir muy temprano para marcar su tarjeta y así cumplir con las horas requeridas en el internado.

Y sorpresa: se le había hecho tarde.

─ ¿Las llaves?

─ ¿De qué? ¿Del remolque?

─ De tu auto, llegaré tarde. ─aclara ella, mientras se lava los dientes.

Derek, de lo que estaba en su quinto sueño, se levantó de golpe. Estaba más que despierto, y eso era gracias a imaginarse a Malia conduciendo su auto (en todos sus escenarios ella terminaba con el vehículo en llamas). Aún podía recordar qué pasó cuando su hermana comenzó a manejar.

─ Oh, no.

─ ¡Derek!

─ No.

─ Eso no me puede perseguir hasta hoy. ¡Tenía quince!

Ella vio cómo su hermano se levantó, fue hasta un pequeño cofre encima de los platos y sacó las llaves. Se planteó por un segundo en sí dárselas o no, pero al final (y por la cara de súplica de Malia), terminó accediendo.

─ Un rasguño y arruiné tu carrera.

─ Eres el mejor. ─Malia se puso de puntillas y dejó un beso en la mejilla de su hermano.

Se fue hasta su parte del remolque y metió varias cosas en su mochila, como una muda nueva de ropa. Pero en eso, fue atacada por algo que la perturbaba desde hace unos días.

─ ¿Estás saliendo con Meredith Grey?

─ ¿Por qué preguntas?

─ Derek, ella me lo contó. Y no sé qué pasó entre tú y Addison, pero no estás haciendo las cosas bien.

─ Addison me engaño con mi mejor amigo, irme fue lo correcto.

─ ¿Y el divorcio?

─ ¿No se te hacía tarde?

Ella suspiró. ─ No me meteré en tus cosas, pero al menos asegúrate de hacer las cosas bien.





















George, equipo de paros.

Cristina, entregue los resultados de los pacientes.Izzie, sutura.
Meredith, el biper de trauma.

─ ¿Y yo?

Pregunta ella muy extrañada, porque a todos sus compañeros les habían asignado un trabajo y ella estaba a la deriva.

─ Oh, Malia. Tú te vas a trauma. ─le responde Bailey, y antes de que la chica logre tomar un biper, la detiene.

─ O sea...¿Con Meredith?

─ Directamente al departamento de Trauma, te solicitaron ahí.

Eso le devolvió los ánimos a Malia, pues hace unos segundos pensaba que era la peor de los internos, por eso no le habían asignado un trabajo propio, sino que la iban a poner a seguir a Bailey todo el santo día. Sin embargo, que un doctor (que no sea su hermano), la solicitara, significaba que algo ha hecho bien en estos días.

─ ¿Qué esperas? ─le gritó la doctora ─. ¡Andando!

Comenzó a avanzar por los pasillos, un tramo más adelante se encontró con Meredith, que solo esperaba que algún trauma pasara por la puerta de emergencias.

─ Hola...

Meredith estuvo a punto de comenzar a huir, pero se dio cuenta de que solo se trataba de Malia, así que con un suspiro de alivio disminuyó la velocidad de sus pasos para así dejar que su amiga llegue a ella.

─ Por un momento creí que no te agradaba, tenías cara de querer huir.

─ Me caes bien, solo tú y Cristina son las únicas que no me preguntan todo el día sobre las habitaciones de mi casa ─soltó un suspiro ─. Por cierto, ¿sigues viviendo en hoteles?

─ En unos días buscaré una habitación cerca del hospital. Quiero dormir un poco más.

─ Eso no responde a mi pregunta.

─ Con Derek, me está dando posada ─responde, viendo los archicos que le había dado, leyendo cada uno para tratar de memorizarlos ─. Un departamento para mí no estaría mal.

─ ¿Mi casa?

─ No te ofendas, pero siempre me ha gustado vivir sola.

Minutos más tarde (y luego de un poco más de charla), ambas tuvieron que dividir sus caminos, ya que Malia tenía que tomar el ascensor.

Rápidamente, llegó a la zona que deseaba tomando esa ruta, así que apenas llegó a Trauma. Las enfermeras se acercaron a pedirle lo que llevaba en manos, tomando los historiales clínicos e informándoles sobre los pacientes, ya sea de sus cirugías o tratamientos postoperatorios. Malia se encontraba haciendo un esquema mental, colocando a los pacientes más graves arriba, y a los que estaban por salir, más abajo. De esa manera estaría más organizada, le habían enseñado a trabajar así.

─ No puede ser. ─balbucea.

Giro sobre sus talones, y comenzó a regresar por donde vino. Tenía que encontrar un lugar donde meterse, porque verlo a él significaba que su pasado comenzaba a encontrarla.

Y ella no quería eso.

─ ¿Sucede algo, doctora Shepherd? ─pregunta una enfermera, frunciendo el ceño mientras le seguía el paso.

─ ¿Aquel doctor que está al final del pasillo...trabaja aquí?

─ El doctor Thomas Braun, sí. Está en el equipo de trauma desde hace una semana. el jefe nos informó que solo será temporal, pero es lo que siempre dice con los médicos que serán jefes de departamento.

Malia intenta huir, tenía que hacerlo. Retrocede mientras mira de reojo hacia atrás para asegurarse de que aquel doctor no la viera. Probablemente incluso él le había pedido a Bailey sus servicios, por eso el post-it marcando específicamente que ella venga a ver estos casos. Debió sospechar algo cuando lo vio.

─ Tenga más cuidado, doctora.

─ Lo siento. ─dice ella, quien se acababa de tropezar con el doctor Burke.

No se quedó a dar más explicaciones, y rogaba que el alboroto no llamara la atención de su pasado. Sin embargo, cuando estaba a punto de huir, aquel mismo doctor con el que acababa de tropezar la tomó del brazo.

─ ¿De qué huye?

─ Seré su interna, haré los exámenes que usted no quiere hacer. Hago papeleo y preparo expressos ─intenta negociar, y comienza a hablar más rápido cuando ve que de quien intenta huir, venía hacia aquí ─. Por favor...

─ Oh, doctora Shepherd, Bailey me informó que vendría andando ─sonrió Thomas ─. Gracias, Burke, a veces los patitos quieren huir del nido.





















El ánimo de Malia estaba por los suelo. Ella tan solo fingía una sonrisa cuando entraba a darle los informes a los pacientes sobre sus tratamientos o sus altas, pues apenas salía de las habitaciones, la seriedad en su rostro era evidente.

─ En dos días, señor Farawell, puede ser dado de alta ─le dice Malia a la familia, esbozando una ligera sonrisa para darle tranquilidad ─. Claro, antes le tenemos que hacer un par de exámenes, pero es rutinario.

La familia agradece y finalmente ella puede retirarse de ahí. Todo esto la tenía agotada, no solo el hecho de que el doctor Braun estuviera a su lado todo el día, sino que estuvo de un lado al otro hablando y haciendo análisis de laboratorio.

─ No pierdas la chispa.

─ Hice todo lo que me pidió, doctor Braun. ¿Puedo retirarme?

─ Malia, hablemos...

─ No quiero hablar contigo, porque sé qué vas a decir, y ya dije que no a eso.

─ ¿No quieres ascender en tu carrera?

Malia se muerde el labio inferior y luego lo mira. ─ Ascenderé por mis propios méritos, no necesito que nadie, y mucho menos de unos señores obsesionados conmigo, piensen que con dinero se solucionan las cosas.

Apenas termina de decir eso, ella se va.

Camina por los pasillos tan rápido como puede, deteniéndose solo cuando ve una máquina expendedora, a la cual le pone un billete de un dólar para sacarse una bolsa pequeña de gomitas que come mientras se sienta de piernas cruzadas en una de las camillas de un pasillo vacío.

─ ¿Enojada? ─pregunta George, sentándose a su lado.

─ ¿Cansado?

─ ¿Frustrada?

─ ¿Agotado?

─ ¿Decepcionada?

Hubieran seguido por un largo rato más así, pero se limitaron a compartir la bolsa de gomitas que Malia tenía en manos.

─ ¡Tengo una idea!

De un momento al otro, George ya se encontraba empujando a Malia hasta el otro lado del hospital, mostrando la zona de recién nacidos. Varios veces en sus respectivas cunitas moviendo sus manitas, botando baba y moviendo sus pequeñas piernas.

─ Nunca he sido fan de los bebés, ni siquiera quiero ser madre algún día... Pero son tan lindos.

─ Es el efecto que tienen. Lo descubrí hace unos días, luego de ser torturado por el doctor Burke...─su bíper suena ─. Es de paros, tengo que irme.

─ Oh, si, yo me quedo un rato más con esos lindos bebes antes de entrar otra vez al infierno.

─ ¡Adios! ─se despidió, alejándose rápidamente y perdiéndose al final del pasillo.

Ella se recostó en la pared de un lado, analizando el movimiento de cada bebé, porque al hacerlo despejaba su mente de los problemas que había tenido hoy, y los que posiblemente vengan por la llegada del doctor Braun.

─ Qué rayos...─balbucea cuando ve a un bebé ponerse azul, y luego volver a su tono normal.

Sin pensarlo mucho, entra, se coloca los guantes y usa su estetoscopio para escuchar los latidos del bebé. Comienza a revisar su ficha clínica, notando cómo nadie había hecho una nota sobre su condición.

─ ¿Qué haces aquí?

─ Veo que no lo anotaron, o tal vez no hicieron el análisis ─le responde a la interna de turno ─. El bebé tiene un soplo.

─ Lo sé.

─ Se puso de azul.

─ No estas autorizada de estar aquí ─se acerca a ella, tratando de intimidarla ─. ¿Sabes en cuántos problemas te puedes meter?

─ Me voy si prometes hacer los análisis.

─ Es un soplo sistólico benigno. Desaparece con el paso de los años.

Rueda los ojos. ─ No harás los análisis.

─ No es tu paciente. Ni siquiera estás en este servicio.

─ ¿Estás segura de que es benigno? ─ignora por completo a la doctora, quien parece estar segura de que el benigno, incluso sin hacer los análisis correspondientes.

─ Yo también soy médico ─le dice, abriendo la puerta e invitándola a salir ─. Deberías irte.

Malia sale, pero no se olvidaría de este caso. No podía olvidarse del bebé y de cómo un mal diagnóstico podría traer graves consecuencias. Así que pensaría en una forma de llamar a otro doctor o algo por el estilo para poder revisar bien a ese bebé.

Un doctor...un doctor.

Bingo.

Camina por todo el hospital y pregunta a las enfermeras dónde está el doctor Burke. Así que, luego de recorrer casi todo el hospital, por fin da con él.

─ Doctor Burke ─lo llama ─. Sí, hola. Hay un bebé en Pediatría. Lo vi tener un acceso de tos, creo que oí un soplo, y claramente lo vi tornarse azul.

─ ¿Los de pediatría pidieron una consulta? ─me pregunta, mientras ambos bajamos las escaleras.

─ No, no...

─ ¿Y qué quiere que yo haga?

─ Que suba a verlo.

─ No lo haré sin una consulta de Pediatría. Soy un hombre ocupado y hay reglas ─señala ─. Y no aceptaré que busques un caso solo porque no quieres trabajar con tu doctor asignado.

─ Pero...

─ Mira, no soy jefe de ningún departamento.

Malia pensó en recurrir a su hermano mayor, pero descartó la idea de inmediato cuando le informaron que estaba ocupado con un caso que involucraba a la policía.





















─ Me duele la cabeza.

─ Tal vez sea un tumor.

─ Quisieras que fuera un tumor.

─ Te arrancaría la cara si con eso pudiera entrar a operar.

─ Puedes arrancarme las piernas, igual creo que no las siento.

Malia es quien se ofrece para ser sacrificada en nombre de la ciencia. Hoy no había sido un gran día para ello, pero tampoco quería hablar de eso. Se suponía que nadie debía saber de eso. Así que se resignó a acomodarse en la camilla junto a Cristina, y comer los dulces que había comprado antes de venir; no tenía estómago para otra cosa.

─ Llevo todo el día suturando ─dice Izzie, llegando junto a su taza de café caliente, acomodándose al otro lado de Malia ─. Tengo las manos entumecidas.

─ Al menos tú ayudas a la gente.

─ Al menos tú puedes practicar la medicina.

─ Al menos tú no tienes que lidiar con un doctor molesto de Trauma.

Dijeron Alex, Cristina y Malia respectivamente. Los tres parecían ser ancianos furiosos hablando de sus trabajos.

─ Tuve que despachar a mi paciente china. Parecía estar acampando ahí.

─ Ay pobre Izzie, rechaza pacientes, bo, bo ─se burla Yang ─. Y tú, Malia, de que te quejas, te solicito un médico. Ventajas de ser un cerebrito.

─ No soy un cerebrito.

─ ¿Quieres que siga hablando?

─ Oh, mejor callate.

Meredith llegó y se sentó junto a Cristina y Alex. Malia ni siquiera lo notó, porque estaba buscando un número en específico. Cuando lo encontró, se pensó un segundo en si llamar o no, considerando que ya eran las once de la noche, sin embargo, al final, decidió no hacerlo.

─ La policía enviará al del laboratorio criminal dentro de muchas horas, así que tengo que pasar la noche con el pene ─al darse cuenta de lo que dijo y de cómo sonó, gira a ver a Alex ─. No lo digas.

─ De todas formas era demasiado estupido.

George es el último que llega, sentandose en las camisas y acompañando al grupo. Todos abatidos, cansados y frustrados.

─ ¿Quién de los presentes siente que no tiene idea de lo que hace?

Todos levantan sus manos.

─ Deberíamos estar aprendiendo. Yo no siento que esté aprendiendo nada.

─ Solo estoy aprendiendo a no dormir.

─ Parece que hay un muro entre los médicos de guardia y los internos; están allá como cirujanos... Y nosotros estamos aquí como...

─ Suturas, atendiendo paros, repartiendo análisis, sirviendo a doctores, cuidando penes.

─ Detesto ser interna. ─murmura Malia, y luego se gira para chocar las palmas con Alex.

Antes que puedan seguir divirtiéndose, o al menos pasar un buen rato fuera de lo caóticos que eran sus vidas en este momento, la doctora Bailey aparece, y sin decir ni una sola palabra, y con solo un gesto, logra que todos sus internos a cargo salgan corriendo.





















El tema del bebé no había dejado a Malia tranquila por el resto de su servicio. Eran las tres de la mañana, y aunque no tenía más casos en trauma que atender y podía dar una cabeceada para recuperar fuerzas, prefirió aproximarse a la zona de pediatría.

Nota como una pareja se queda viendo al bebé con el soplo en el corazón, y comienza a pensar si en lo que era es una buena idea... Es decir, por un lado está la vida del bebé, y por otro lado la ética profesional. Informar a los padres significaría pasar por encima de los doctores a cargo... Pero ya había hablado con aquella doctora, quien parecía no querer hacer más pruebas.

Finalmente, se acerca.

─ Bebe muy lindo ─les dice, señalando levemente con la cabeza al infante ─. ¿Son sus padres?

─ Si.

─ Adorable...─para de hablar un segundo, y antes de darle más vueltas al asunto, comienza a informarles sobre sus sospechas sobre la salud del bebe ─. No hay que alarmarse, pero se pueden hacer un par de análisis para estar seguros...

─ Estás fuera de lugar. ─regaña la interna de pediatría.

─ Dice que el soplo podría no ser benigno. ─reclama el padre.

─ Deberíamos hacer una ecografía para verificar eso. ─señala Malia.

La otra doctora se va, claramente enojada. Pero esto no le quita el sueño a la menor Shephers, que sigue informando a los padres.

─ No hay razón para entrar en pánico.

─ ¿Cuál es el problema? ─pregunta el médico a cargo de UCIN (unidad de cuidados intensivos neonatales).

─ Si nuestro bebé está enfermo, queremos que lo traten. Ahora.

─ Señora, ¿quién les dijo que está enfermo?

─ La residente de cirugía, que no tiene por qué entrometerse. ─dice la interna en neonatal.

─ ¿Quién te autorizó?

─ Yo solo es...

─ Yo la autorice ─dice el doctor Burke, colocando su mano en la espalda de Malia y haciendola avanzar ─. ¿Nos permite un momento?

Los doctores se alejan un poco de los padres del bebé, para así conversar sobre el caso y lo que harán al respecto.

─ ¿Se está metiendo con mi interna, doctor Kay?

─ No, señor. Ya le paso la ficha clínica.

─ No le pasa nada. Lo verifique. ─asegura la doctora, mirando con recelo a Malia.

─ ¿Seguro? ─interroga Burke.

─ Si.

─ ¿Puedes garantizar que está bien? ¿Está cien por ciento segura?

Esta vez se lo piensa; incluso se queda callada.

─ ¿Qué tan segura estás? ─le pregunta el doctor Kay.

─ No sé, un setenta y cinco por ciento.

─ Eso no basta. Paso a ser mi paciente. ¿Tiene incovenientes con eso, doctor Kay?

─ En lo absoluto.

─ ¿Puede tomar a nuestro paciente?

─ Es el médico de guardia.

─ Lo cual significa que puedo hacer lo que quiera.

Malia no dice nada, solo sigue al doctor Burke cuando este va con los padres del bebe.

─ Señores Johnson, soy el doctor Burke, jefe de Cardiología ─se presenta ─. Haremos unas pruebas y les daremos una respuesta en menos de una hora. Vamonos, Malia.

─ Justo detrás de usted, doctor Burke.

Comienzan a alejarse de neonatal.

─ Quiero un electrocardiograma, radiografía del tórax y una ecografía. No tengo todo el día.

─ Por qué es un hombre ocupado.

─ Soy un hombre ocupado.





















Malia había estado la última hora haciendo los examenes que le habían pedido. Se había esmerado en hacerlos perfectos para que el doctor Burke no tenga ninguna queja, así que una vez tuvo todo, fue hasta él y le entregó todo, esperando a que le diera la respuesta.

─ ¿Y bien?

─ Es un defecto de nacimiento. Tetralogía de Fallot con atresia pulmonar. Usted tenía razón. Reservaré el quirofano para mañana.

─ Gracias, por esto.

Burke se detiene y la mira.

─ Usted tenía razón, pero si vuelve a ir así con los padres a espaldas del médico, a robarse el paciente solo porque no quiere tratar con un doctor, haré que su internado sea un infierno.

─ Gracias... por cierto, ¿porque siempre me dice doctora Malia y no Shepherd? ─se pregunta, aunque lo dijo de casualidad.

─ No mereces que te confundas con otro Shepherd.

Antes que Malia pueda pronunciar un gracias, el doctor Burke ya se estaba yendo a conversar con los señores Johnson sobre la cirugía de su hijo. Ella se queda viendo desde lejos un rato más, y antes de volver a Trauma, pasa por donde su hermano.

─ Me enteré de tu caso... ¿llevas toda la noche aquí? ─pregunta, cuando ve las marcadas ojeras en el rostro de Derek.

─ Ella no tiene hermanos, ni padres, ni familia aquí. Tenía que quedarme.

─ Podías obligar a un interno a hacerlo.

─ Bueno, ¿sabes? ─le dice, mientras mira los resultados de laboratorio de su paciente ─. Tengo cinco hermanas. Si estuviera en coma, todas estaríamos aquí. Tú serías la primera en estar aquí. Así que como yo tengo eso, quería darle algo parecido a ella. Allison. Porque no tener a nadie... no me lo puedo imaginar.

Derek se levanta y se lava el rostro para mantenerse despierto. Luego se apoya en una de las paredes y mira a Malia.

─ ¿Como te fue? Pareces agotada.

─ ¿Conoces al doctor Braun?

─ ¿El nuevo en trauma? Si.

─ Me tocó estar con él todo el día, y ya no aguanto. Estoy agotada, pero yo misma elegí estudiar medicina, así que me las aguanto y sigo adelante.

─ Espero que no estén comiendo tan mal.

─ No creo que chocolates sean una mala alimentación.

─ Solo si quieres diabetes.

─ Quizá la quiera. ─suelta, haciendo una mueca graciosa mientras se aleja, ya que había sonado su biper.

Pero era extraño, el localizador era de una habitación que ella juraba que estaba vacía, pues hace unas horas había dado de alta al paciente que estaba ahí. Sin embargo, tal vez su mente le jugaba una mala pasada, así que fue corriendo, pensando que era una emergencia.

Entra a la habitación y casi al instante escucha como la puerta se cierra y cómo le ponen seguro. Gira, y ahí está su respuesta.

─ Voy a gritar.

─ Malia...

─ Uno.

─ Malia, tenemos que hablar.

─ Dos.

─ Dios mío, Malia...

─ Tres...

Antes que la chica comience a gritar, cubrió su boca y la tomó de la cintura para que no pueda salir de la habitación. Él en estos momentos estaba deseando tomar sus cosas e irse del hospital y dejar este favor que estaba haciendo, pero luego recordaba la realidad a la que se enfrentaba, así que tenía que soportar el comportamiento de Malia.

─Solo tienes que aceptar; tu vida será mejor. Crecerás más rápido que cualquiera. Ya probaste esa vida. ¿Qué te detiene?

─ Tengo una vida. Soy dueña de ella. No quiero ser controlada.

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