Jungkook estaba viendo una película antigua, de la época de los ochenta cuando se abrió la puerta de entrada. Taehyung pasó y dejó su maletín en el mueble de al lado de la puerta.

Su esposo no despegó la mirada de la televisión.

Taehyung lo miró apenado: por lo menos había cumplido con su promesa de volver entre las tres y las cuatro de la tarde. Taehyung entró a la casa y cerró la puerta. Se acercó hasta el sillón y le extendió un ramo de rosas a Jungkook. Era un ramo pequeño porque justo había encontrado al señor de la florería ya cerrando su negocio.

— Encontré tus favoritas. Al parecer ya volvió la temporada de rosas.

Se las movió un poco pero Jungkook hizo como si nada. Rosé los estaba espiando desde su cuarto.

Taehyung suspiró y se sentó al lado de su esposo. Le rodeó los hombros con un brazo y lo intentó acercar a él. Luego le dejó las flores al alcance de la mano.

— Tu siempre viendo películas viejas ¿Mm? ¿Que estás viendo? No me suena.

Jungkook no le respondió absolutamente nada. Taehyung lo miró con un puchero y se le acercó para darle un beso en la mejilla. Jungkook siguió sin responder nada, cruzado de brazos.

Taehyung quiso empezar a besarle el cuello para que le prestara atención, pero Jungkook se alejó y se levantó del sillón.

— Bésame cuando de verdad te salga de adentro. No ésta mierda que haces ahora para que te sientas mejor con tu puta consciencia.

Jungkook tomó su abrigo y se fue de la casa al parque. A estar solo. Total era lo mismo estar solo en ese parque que sentirse solo en su casa.