Capitulo 2
Por la noche, Jungkook había hecho la cena para Rosé y Jisoo, quien se quedaría a dormir en una pijamada hasta el día siguiente.
— Podías invitar al resto de tus amigos. — le dijo Jungkook a su hija cuando le llevó el plato con emparedados para picar antes de la pizza — dije que no había problema con eso.
— Es que no querían venir. — le explicó a su padre — es viernes, había una fiesta.
—Es verdad, todos van a las fiestas de Jackson — concordó Jisoo comiendo mas sándwiches — profesor Jeon, cocina muy bien.
Jungkook soltó una risa.
— Son solo unos simples sándwiches. — y fue hacia la cocina para ver qué tal iba la pizza.
Mientras las chicas hablaban, Jungkook observaba la ventana de la cocina. Vivian en el primer piso así que se podía dar cuenta de cuándo llegaría su esposo. Desde el primer piso se podía escuchar todo el bullicio de la ciudad. Era bastante molesto.
— ¿Por qué no fueron a la fiesta? — preguntó Jungkook desde la cocina — son las cosas que hacen los chicos de su edad.
— ¡Queríamos pasar una noche de chicas! — dijo Jisoo abriendo la mochila que había traído y le mostró a Jungkook los esmaltes de uñas y las mascarillas. No le mostró los dulces, por si acaso.
— Hacía tiempo que no teníamos una pijamada — concluyó Rosé comiendo el ultimo emparedado. Jisoo lo agarró y cada una tiró para su lado. Finalmente lo partieron a la mitad.
Jungkook volvió la vista al horno: le faltaban diez minutos a la pizza. Observó su celular. Taehyung no se había conectado a WhatsApp en todo el día. No le había enviado ni un solo mensaje... ni un solo "¿Cómo ha ido tu día?"
¿En qué momento se habían perdido todas esas cosas? Jungkook se repetía a si mismo que Taehyung estaba demasiado ocupado, pero que no se tomara el tiempo de siquera besarlo cuando se iba y mucho más cuando venia...
Eso era absurdo.
— Quizás está viendo a alguien más — se dijo para si mismo.
Aun así, Rosé lo escuchó. Jisoo la miró con una mueca, su amiga tenía una expresión muy triste en la cara. ¿Qué sería de ella si sus papás se separaban? ¿Volvería al orfanato? ¿Quién de ellos tendría su custodia?
Era obvio que Jungkook se haría cargo.
Pero aún así... ¿y si la policía se la llevaba a servicios sociales porque sus papás la cuidaban "mal"? Ella no quería volver al orfanato ni mucho menos ir con otra familia. Todavía tenía 17 años, era menor de edad. Su mundo se derrumbaría si ellos se separaban.
Ella ya se había acostumbrado a tener dos padres, no un padre y una madre. No la necesitaba. Quería a los dos y así se quedaría. Después de todo, ellos la habían adoptado cuando se casaron en los 25 años de Jungkook. Ella por ese entonces tenía 10 años.
El 26 de enero sería el séptimo aniversario de sus papás. Y esa fecha corría peligro de ser olvidada por uno de ellos dos.
Rosé sacó su celular y vio la aplicación de seguimiento: Taehyung se la había instalado por que "Cosas de policías" y ella podía ver su ubicación y él la suya.
Su padre seguía en la oficina. Eran las nueve de la noche, siempre llegaba un poco más temprano. Estaba muy ocupado.
De pronto la puerta de la casa se abrió. Era Taehyung.
¿Pero no estaba en la oficina?
— Hay pizza para comer — le dijo Jungkook apenas volteando a verlo.
— Ah... lo siento, ya comí en la oficina. Vine a buscar mi sello. Lo olvide por completo.
Taehyung se acercó a la cocina para ver la pizza. Tenía buena pinta.
— Puedo esperar cinco minutos. — dijo yendo a la habitación, buscó su sello y otra carpeta con evidencia y lo puso todo en su maletín. Había llegado a su casa con la patrulla y las luces estaban molestando a todos los del primer piso. — Huele bien. — le dijo a Jungkook cuando llegó con él a la cocina.
— Sí. — Jungkook se volteó y se apoyó en la encimera, mirando directamente a Taehyung. — Te ves horrible. — le dijo mirándolo de pies a cabeza.
Taehyung se pasó la mano por la nuca.
—Se escaparon los criminales. — dijo acercándose a la alacena para tomar un vaso de agua. Lo dejó cerca del lavadero. Se puso frente a Jungkook — los seguimos por toda la ciudad. Uno sigue por ahí, mi unidad lo está buscando. — dijo mirando la pizza otra vez. El olor le daba hambre a pesar de que había comido pollo frito en la oficina — me temo que trabajaré hasta la madrugada.
— ¿Mañana también tienes que ir? —le preguntó dolido.
— Sí.
— Es sábado — replicó Jungkook.
— El domingo lo tengo libre. — le dijo cerrando los ojos por un momento. Taehyung bostezó dos veces seguidas. — o eso creo. Todo depende de los ladrones. Si cooperan tengo tiempo libre, si no... más trabajo.
— Estás agotado, Tae. Deberías descansar.
— ¿Acaso crees que no lo sé? — Taehyung se acercó a él y le puso ambas manos en la cadera — en serio daría lo que fuera por venir a casa a dormir una hora, pero no puedo. El trabajo llama.
Jungkook creía que lo iba a besar, pero Taehyung se alejó para abrir el horno. El queso estaba bien derretido. Jungkook llevó la pizza a la mesa y sirvió dos porciones en cada plato.
Jisoo estaba más que fascinada.
Taehyung se sentó al lado de Jungkook y comió apresurado la pizza. Si seguía así, el estómago le daría vueltas por todos lados. Jungkook y las chicas comían calmados.
— Definitivamente el profe Jeon tiene mano para la cocina. — dijo Jisoo impresionada. Literalmente era la mejor pizza de la vida.
— No es para tanto — dijo él dando un bocado.
Taehyung comió apenas una porción y se levantó de la mesa para ir por su maletín.
— No me esperes despierto. — le dijo a Jungkook en la puerta — seguro llego a las cuatro o cinco de la mañana.
— No te iba a esperar de todas formas — contestó Jungkook a secas y siguió comiendo. Haciendo como si eso no le doliera.
Rosé le clavó la mirada a su otro papá. Taehyung ya sabía lo que le estaba pidiendo. Aun así cerró la puerta detrás de él.
Jungkook soltó una risita para no llorar.
Pero para su suerte, segundos después Taehyung volvió a recoger las llaves del auto que las había dejado en la mesa. Se acercó a su esposo, y le dio un beso en la mejilla.
— Lo siento. — le susurró al oído — el domingo saldremos juntos ¿sí?
— Como sea, Kim.
Oh, oh... llamarlo por su apellido ya era mala señal.
Taehyung hizo una mueca y volvió a irse, cerrando la puerta más calmado.
Rosé y Jisoo se miraron entre sí. Las dos comprendían lo doloroso que debía ser la falta de atención en una pareja.
— Hay un poco de Soju en la heladera — dijo Jungkook — les puedo permitir un vaso.
Jisoo levantó las cejas y miró a Rosé cómplice.
— Somos menores de edad. — dijo Rosé. Jisoo si quería el soju.
Pero Jungkook ya se había levantado para sacar las dos botellas de la heladera. Le sirvió un vaso muy pequeño a cada una y el resto se lo quedó él y le dijo a Jisoo:
— Que tus padres no se enteren.
Y ella hizo un gesto de cierre en sus labios. Brindó con Rosé pero ella no podía dejar de mirar a su papá. Se notaba que estaba haciendo un esfuerzo por no llorar delante de ellas.
Los adultos se desahogaban con el alcohol, Rosé sabía que eso era justamente lo que planeaba su papá cuando ellas dos se encerraran en su habitación para comenzar la pijamada.
Ellas terminaron de comer y Jungkook se levantó a lavar los platos. Los viernes se suponía que Rosé era la que hacía las tareas de la casa, pero ese día Jungkook quería tiempo a solas.
— ¿Podrías vigilarlo un minuto? — le dijo a Jisoo en el oído. Ella asintió con la cabeza y Rosé se acercó al tapado negro de Jungkook que colgaba del perchero y buscó los cigarrillos.
Ahí estaban.
Rosé los guardó en su pantalón y también fue al baño para sacarle todas las cuchillas a las afeitadoras. Jisoo la seguía de cerca.
— ¿Qué haces? — le preguntó ella en la puerta del baño.
— Ocultando todo lo que sea peligroso.
— ¿Por qué?
— Papá salió de una depresión hace dos años. — le comentó bajito. — tengo miedo...
Jisoo hizo una mueca, ella la entendía. Había perdido a su hermano mayor hacia ocho años por un tema parecido.
— Bien, cuando se vaya a su cuarto ocultaremos todos los cuchillos y esas cosas. Los pondremos por la mañana ¿sí?
— Gracias Jisoo — dijo ella abrazándola.
Pero Rosé no sabía que su padre las estaba escuchando al otro lado. Él ya no hacía esas cosas, y que su hija se preocupara de esa manera por él le hacía pensar lo muy asustada que debía estar.
— No te dejaré sola — susurró para si mismo — resistiré, como siempre.
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