Rosé estaba sentada en el regazo de su papá, como cuando era pequeña y lloraba. Ya había perdido la cuenta de todas las veces que había llorado esa semana. Estaba cansada, pero simplemente no podía aguantarlo.

— Yo si te quiero — le dijo bajito mientras lo abrazaba aún más y más fuerte — perdón... Nunca debí dejar que pensaras que no me importabas.

Taehyung le palmeó la espalda varias veces.

— Yo también estuve mal. Sé que tú tenías razón en todo lo que decías.

— Lo siento.

Él le sonrió y le secó las lágrimas. La obligó a mirarlo a los ojos y luego le sonrió.

— Te prometo que arreglaré las cosas. Me llevará tiempo, pero si sirve de algo: yo también lo siento. No voy a culpar a mi trabajo... Nada es más importante que mi familia. No sé que haría sin ustedes dos.

Ella sonrió y limpió las lágrimas que le quedaban.

— Probablemente quemes toda la casa. — le dijo entre risas.

— Sí, y hablando de comida iré a ver la pasta.

Ella lo dejó salir del sillón y se levantó a poner los platos. Taehyung estaba colando los fideos cuando ella se acercó para darle un abrazo.

Él se puso de frente y la rodeó con ambos brazos.

— ¿Por qué tienes que ser tan alto?

Taehyung soltó una risa.

— Mido apenas once centímetros más que tú. No es para tanto.

— Parece más.

— Quizás te parece... Tengo los hombros muy anchos, debe ser eso.

Ella apoyó su cabeza en su pecho, se sentía cálido y confortable. Escuchó el palpitar de su corazón. Estaba calmado, feliz. Rosé sonrió y le dijo:

— Te amo mucho, papá.