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Capitulo 13

Taehyung volvió a su casa a eso de las seis de la tarde. Literalmente era la vez que había llegado más temprano.

Había hecho las compras para la casa ya que cada vez quedaba menos comida saludable en el refrigerador. Hizo una gran compra de verduras (lo necesario como para que no se pudrieran en menos de tres semanas) y también compró pasta fresca para cocinar esa noche. Al fin y al cabo, como él era muy malo para la cocina, lo mejor que sabía hacer eran unos simples fideos con salsa a la boloñesa. Por esa razón también había comprando carne picada, con medio kilo bastaba. 

Entró a la casa y automáticamente le llegó el sonido del piano que él guardaba en el cuarto que compartía con Jungkook. Hubo una época de su juventud, cuando eran demasiado jóvenes como para preocuparse de la vida, en la que ellos hacían música juntos. Por algunas razones, más allegadas a los 25 años de Jungkook, justo al momento de su casamiento, tuvieron que dejar de cantar y tocar en los bares. No porque no quisieran seguir con su faceta de dúo musical, sino porque querían casarse y disfrutar de una familia. Era una decisión que habían tomado juntos, desde el momento en el que se conocieron. 

Ellos se conocieron cuando Tae tenía 20 y Jungkook recién había terminado la escuela con 18 añitos.

Ellos estaban destinados a ser almas gemelas. No habían quien ni qué, que los separara. Solo la muerte.

Taehyung sonrió con los labios apretados al recordar cómo Jungkook le había tirado la malteada encima. Se había puesto rojo porque el mesero del bar era guapísimo. Claramente Taehyung encandilaba a cualquiera a sus veinte años de edad. 

Y lo seguía haciendo aún a sus 34 años. 

Taehyung acomodó primero las cosas en la heladera para no correr el riesgo de que perdieran el frio y luego se dirigió  a su habitación cargando con una bolsita violeta en la mano. Se quedó en la puerta viendo cómo Jungkook intentaba sacar de oído una melodía. Era una canción que Taehyung jamás había escuchado. Era una melodía suave, pero muy triste... sonaba más a algo parecido al jazz que a la melodía pop que ellos solían tocar. 

Jungkook anotó algunos acordes más y siguió tocando, pero Taehyung aclaró su garganta antes de que Jungkook volviera a poner los dedos en el viejo piano de color marrón. Un piano de pared impresionantemente largo. En su época se habían gastado todos sus ahorros en conseguirlo. Al igual que los demás instrumentos. 

— Hola bebé.  — le dijo con calma. Jungkook no se dio vuelta, pero sí le impresionó que Taehyung usara el apodo que ya no escuchaba hacía más de un mes. 

Taehyung dejó la bolsita de regalo cerca de sus pies y se sentó en el taburete del piano. Como Jungkook estaba ocupando justo el medio, tuvo que correrse de mala gana para dejarlo sentar a su lado. 

Jungkook se sacó los auriculares y dejó su lápiz a un lado. La partitura estaba en frente de ellos. Taehyung pudo leer que también había escrito un poco de letra. 

— Hacía tiempo que no estabas inspirado. — le dijo mirándolo de reojo. — ¿Me dejas probar?

Jungkook le gruñó de mala gana y miró hacia otro lado. 

Taehyung puso sus manos en el piano, leyó los acordes y la letra. 

—¿Cómo va la melodía? — le preguntó. 

Tenía que arreglar las cosas con su esposo en ese mismo momento. Era ahora...

O nunca. 

Jungkook empezó a tararear la melodía así nomás y Taehyung la captó al momento. Luego volvió su vista a los acordes y le pidió a su esposo que cantara. 

— No quiero cantar. — dijo Jungkook aun con las cejas fruncidas. 

— Las canciones son para cantar... vamos — le susurró — déjame oír tu voz de ángel otra vez. 

Jungkook cerró los ojos. La letra de esa canción era muy profunda... narraba todo lo que le estaba sucediendo en esos días. 

Still with you. 

Jungkook empezó a cantar cuando Taehyung pasó los primeros acordes principales. 

Aquellos momentos, aquellos días. Sí hubiera sabido que terminarían así, los hubiera reunido y me hubiera aferrado a ellos más ¿Cuándo llegará ese día? Cuando nos encontremos nuevamente. Te miraré a los ojos y te diré que te extrañé...

Taehyung tuvo que cantar la ultima parte porque a Jungkook se le había cerrado la garganta. 

Quiero caminar este sendero junto a ti... Todavía estoy contigo.

El mayor dejó las teclas del piano y Jungkook se puso a llorar frente a él. Esa canción era demasiado para su corazón roto. Su matrimonio cada día corría más peligro. Estaba arruinado por dentro y por fuera. 

Rosé los estaba viendo desde la puerta del cuarto. 

Jamás había visto a su padre llorar. 

Nunca. 

Ni si quiera se le pasó por la cabeza que esas cosas pasaran. 

¿Los padres lloraban?

Sí... lloraban. Eran fuertes hasta cierto punto. Pero ella jamás imaginó que la persona que había creído como el más fuerte lloraría. 

Jamás hubiera creído que su padre lloraría. 

Ningún hijo sabe como reaccionar al llanto de sus padres. Simplemente se quedan callados sin saber qué decir o qué hacer. 

Rosé se dio la media vuelta con ambas manos para taparse la boca y se encerró en su cuarto. Se deslizó de espaldas a la puerta y soltó todo lo que llevaba dentro, en silencio.

Por que pensaba, si su padre no era fuerte, qué sería de ella. Si su padre lloraba ¿Qué tan mal tenía que estar? Su papá, su templo... 

Y todo se había desmoronado con unas simples lágrimas. Ahora... ¿En que podía creer ella? 

Era difícil ver llorar a un padre. Los hijos eran los que siempre lloraban y eso para los padres y las madres era normal. 

Pero para un hijo, no lo era. 

Era difícil de aceptar. 

Era difícil aceptar que las personas que creías tu hogar se derrumbaría algún día.

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