Capítulo 7
Hay cosas que me cuestiono. Asesiné a mi captor, salió una sola noticia sobre él, no obstante, no mostraron ni su foto. ¿Cómo reconocerlo si los programas de noticias no hicieron su trabajo? Incluso si fue mentira, sus amigos y novia deben estar preguntándose por él. Ahora solo es una tumba anónima en el cementerio. No le tengo ni lástima, pero deberían revelarse estas cosas. Sería un poco más fácil, pero parece que hay alguien que evita que se esparza siquiera una pista.
Me alejo de la lápida sin nombre cuando mi celular suena.
—Conseguí una cita con Mackerdan —comenta Navian.
Asiento.
—¿Qué le dijiste?
—Le mencioné que no éramos policías ni periodistas y accedió.
—Bien. —Sonrío—. Gracias.
Al fin un avance.
~~~
El actor porno entra a la cafetería con unos lentes de sol. Me mantengo sentada al lado de Navian, estando nerviosa. El castaño se acerca hasta nosotros y se sienta delante de nuestra mesa. Alza los lentes a su cabellera y sonríe. Es como las revistas, parece Photoshop real. En persona todavía es más guapo.
—Oh, la nostalgia —declara, emocionado, el pornstar—. Hace tiempo que no hablaba de mi infancia.
—Tenías un amigo en el orfanato, ¿cierto? —pregunto, inquieta—. Desaparecieron juntos.
Mantiene la sonrisa. Tiene una mirada parecida y eso me asusta. Además, odio esta pausa interminable.
—Oí que se cambió el nombre.
Claro, el nombre del orfanato y el que le decía a sus amigos y novia, seguro son distintos.
—¿Tú no? —cuestiona Navian, serio.
—¿Por qué lo haría? No soy un secuestrador.
—Perdón, no queríamos ofenderte —sugiero y me arrepiento enseguida porque su vista vuelve a mí—. ¿Cómo se llamaba en esa época? ¿Tenía comportamientos extraños cuando era niño?
—Kyan era un pequeño normal, como yo... —Hace una pausa—. La vida te cambia.
—Bueno, yo vengo de un orfanato también y no ando secuestrando gente —aclara Navian.
—Yo tampoco. —Le llega un mensaje a su celular—. Oh, lo siento, se me acaba el tiempo, ¿necesitan consultarme algo más?
Suspiro y comento:
—Supongo que nunca sabré por qué me hizo tanto daño, pero al menos ya tengo su nombre, gracias.
—Querida, no intentes entender a un loco, ellos tienen la mente podrida e ideas muy raras —explica el castaño—. Como yo, jamás te haría algo, ya estás perturbada, no me sirves.
Veo que se retira, dejándome en shock.
—¿Oíste lo que dijo? Declaró abiertamente que asesina personas.
—Quizás lo malinterpretaste —intenta calmarme Navian.
—No, además tiene esa mirada.
—¿Cuál?
—La que le gusta torturar. —Me levanto y lo sigo, así que mi acompañante va detrás—. Ahí.
Se sube a su coche descapotable, va acompañado de una chica, me guiña y arranca el vehículo. Mierda, es como él, lo sé. Esa muchacha debe estar en peligro.
—¡Llama a la policía! —le digo a Navian.
—No podemos llamar a la policía por una conjetura.
Caigo de rodillas.
—Tienes razón, y seguro ya es tarde para hallarlos, sería imposible.
Voy a hiperventilar, así que no me queda otra que llorar. Están entre nosotros, lo sabía, siempre lo supe. Esa gente desquiciada se encuentra por todas partes.
Les presento al antagonista del próximo libro de Impunes 😈
Y ya tenemos el nombre del secuestrador.
Toca advertir que nos quedan dos capítulos y tres epílogos.
Saludos, Vivi.
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