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☹︎{𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗢𝗻𝗲} De niño a muñeca☹︎

Años atrás...

31 de octubre (Víspera de Halloween) - Escuela primaria Bongeun de Seúl(Corea del Sur)

Una avalancha de niños salían de las instalaciones de la escuela primaria Bongeun de Seúl. El fin de clases había llegado y era hora para empezar la diversión.

El 31 de octubre al fin había llegado y eso sólo significaba una cosa: era momento de disfrutar las festividades de la víspera de la noche de brujas.

Halloween era la fecha deseada y tan esperada para los amantes del terror, ya que era la fecha ideal para ir a lugares "embrujados" y "malditos", para las personas místicas y supersticiosas era el día en el que los espíritus y almas salían a hacer de las suyas y para las personas de mentes retorcidas y perversas era el día en el que podían satisfacer sus más oscuras y macabras fantasías.

Entre esos niños estába el pequeño Kim Seungmin, quién se aferraba cariñosamente a la mano de su progenitor, mientras caminaban Seungmin le contaba a su padre las cosas que había hecho ése día; entre esas anécdotas se encontraba la divertida reacción que tuvo al ver a su mejor amigo Lee Félix esconderse debajo de la mesa debido al miedo que sentía debido a la historia que su profesora, la señorita Hyuna les había contado esa mañana.

—Y hubieses visto, papi. Lixie estuvo debajo de la mesa toda la clase, Channie hyung y yo tuvimos que hacer un gran esfuerzo para poder sacarlo de ahí.—

Dijo riendo el lindo pelicastaño.

—Jaja, pobre Lix, de seguro debió de estár bien asustado.—

Contestó el mayor soltando una pequeña risa.

—Muy asustado, papi. Pero cómo buen amigo que soy le di muchos abrazos para que no tuviera miedo.—

Contestó Seungmin esbozando una cariñosa sonrisa.

Y así iban, padre e hijo, caminando juntos por las calles de Seúl, hablando de diversos temas y anécdotas.

Seungmin estába emocionado de ir pronto a su casa. Sabía que un lindo disfraz lo estába esperando en su guardarropa. Su progenitora, le había hecho un hermoso disfraz, con mucho amor fue cosiendo y diseñando el disfraz que su pequeño quería usar para jugar al dulce o truco.

Está iba a ser una noche especial para el pequeño Seungmin, ya que después de mucho pedirle a sus padres Seungmin al fin iría a pedir dulces sólito. Cosa que de verdad lo emocionaba.

Pobre e indefenso Seungmin, si tan sólo hubieses ido a pedir dulces con tus padres... no estuvieras viviendo en el infierno.

{...}

7:00PM...

Un emocionado Seungmin se miraba de arriba a abajo en el enorme espejo que había en la pared de su habitación.

Mirándose de arriba a abajo mientras una sonrisa adornaba sus rosados belfos, Seungmin miraba complacido cada detalle de su disfraz.

—¿Cómo me veo, mami? ¿Me veo bonito?—

Preguntó el menor volteando a ver a su progenitora.

—Te vez sumamente guapo, mi niño. Estoy más qué segura de que conseguirás muchos dulces ésta noche.—

Exclamó su progenitora esbozando una hermosa sonrisa llena de amor materno.

Al oír aquella afirmación por parte de su progenitora Seungmin logró esbozar una pequeña sonrisa. Al ver que ya estába listo agarró entre sus manos la bolsa que utilizaría para recoger los dulces esa noche.

Caminando hasta donde estába su madre y dándole un enorme abrazo le hizo entender qué ya estába por irse.

—Ve con cuidado, mi niño, solamente pide dulces en las casas de nuestros vecinos y no te vayas a alejar de los chicos. También quiero que estés aquí a las nueve en punto.—

Le dijo su madre con seriedad.

—Te lo prometo, mami, me mantendré en los límites permitidos y estaré aquí antes de la nueve.—

Asintió el menor dejando un beso en la mejilla de su madre.

—Está bien, mi niño. Disfruta mucho con tus amigos... te amo mucho.—

Dijo aquella mujer dejando un beso en la cabeza del más pequeño.

—También te amo mucho, mami.—

Dijo sin más Seungmin para así salir de su habitación.

Pobre Seungmin, si supieras que ése sería el último "te amo" que escucharas por parte de tu progenitora.

{...}

8:30pm...

Las horas pasaron de manera lenta, se podía ver cómo los niños corrían de casa en casa jugando al dulce o truco. Las casas que no daban dulces eran víctimas de grandes travesuras.

—¡Miren cuántos dulces tengo!—

Exclamaba Félix de manera feliz.

—Lo sabemos, Lixie. Tienes demasiados dulces.—

Respondío divertido Chan.

—No eres el único que tiene demasiados dulces, Lixie. Mi bolsa también está a reventar de todos los dulces que me dieron.—

Respondió Seungmin esbozando una pequeña sonrisa.

—Y aún faltan casas por visitar, dicen que las últimas casas del barrio son las que dan los mejores dulces, vayamos hacía allá.—

Comentó Hyunjin tomando la mano de Jeongin.

—Cómo me gustaría ir, pero le prometí a mi mami que iría a casa antes de las nueve.—

Suspiró Seungmin.

—¿No podrías irte un poco más tarde? Podemos acompañarte hasta tu casa, Minnie.—

Preguntó Félix mirándolo fijamente.

—Cómo quisiera, pero se lo prometí a mi mami y no pienso romper mi promesa.—

Dijo sin más Seungmin para así abrazar a sus amigos.

Su supieras, pequeño Seungmin, que estás dándole a tus amigos el último abrazo.

—¡Adiós, chicos! Nos vemos mañana en la escuela.—

Dijo el pelicastaño esbozando una pequeña sonrisa.

—¡Adiós, Minnie!—

Dijeron a coro todos los chicos.

Seungmin había pasado una magnífica noche con sus amigos, hubiese querido pasar más tiempo con ellos; pero recordó la promesa que le había hecho a su madre y al ser un niño bueno cumpliría su palabra.

Las calles estában oscuras, levemente alumbradas por las lámparas de calabaza que aún seguían puestas ahí. El viento soplaba con algo de fuerza y la luna estába empezando a ser cubierta por espesas nubes.

Mientras caminaba un sentimiento extraño empezó a formarse en su interior, por alguna razón Seungmin empezó a ponerse nervioso. No era por la oscuridad, ya que el no sentía miedo a esta, pero en su interior sentía que alguien estába observándolo. Observándolo fijamente a través de la profunda oscuridad de la noche. Y tenía razón... en realidad alguien lo estába vigilando.

¡Corre, lindo Seungmin! ¡escapa o el monstruo te atrapará!

Debido a aquella horrible sensación, Seungmin empezó a acelerar su paso, sabía que al llegar a su hogar estaría completamente a salvo... lamentablemente Seungmin no llegaría ahí.

Lamentablemente, Seungmin empezaría a vivir un infierno en la tierra.

Cómo si fuese un pesadilla la boca de Seungmin fue cubierta por dos misteriosas manos, impidiéndole poder gritar por auxilio. En sus ojos apareció el terror, su corazón empezó a latir con fuerza y su respiración se volvió completamente agitada. Trato de forcejear, pero era imposible... él contrario era más fuerte que él. No importaba cuánto intentará liberarse, el monstruo era mucho más fuerte que él.

Y en eso todo fue oscuridad para el pequeño Seungmin... todo se volvió completamente negro a su alrededor.

{...}

Un pequeño Seungmin empezó a despertar poco a poco.

No supo cuánto tiempo estuvo inconsciente y lo último que recordaba era la frialdad de las tinieblas que abrazaban su cuerpo. Cuándo estuvo completamente despierto notó qué estaba en un lugar extraño y lo peor... sus manos estában amarradas a los postes de la cama. ¿Cómo paso esto? ¿Cómo había llegado a ese lugar? ¿Quién lo había amarrado? Eran las preguntas que revoloteaban en la mente de Seungmin; pero todas esas preguntas fueron disipadas al oír el eco de pasos acercarse.

—Vaya, vaya, al fin despertaste, muñequita.—

Dijo aquella voz ronca.

—¿Q-quien es usted? ¿Dónde estoy?—

Preguntó asustado el menor.

—Estás en casa, muñequita. No temas, soy alguien que te cuidará y amará mucho.—

Respondió aquella voz, soltando una risa que hizo qué todos los vellos del cuerpo de Seungmin se erizaran completamente.

Seungmin estába asustado, no conocía a aquél hombre que estaba en frente de él, ni siquiera reconocía aquella voz.

Muñequita... por alguna razón ese apodo lo llenaba de nervios.

Aquél hombre empezó a caminar lentamente hacía la cama, desabotonando poco a poco su camisa. Al quitársela, sus manos rápidamente viajaron a las blanquecinas piernas del menor, su piel era tan tersa, tan suave, cómo si fuera la piel de un recién nacido.

—N-no me toque... ¡Aléjese de mi!—

Exclamó con terror Seungmin.

—No temas, linda muñequita. Sólo quiero jugar un rato contigo.—

Susurró aquella voz de manera tétrica.

Dicen que para que un sacrificio o pacto sea completamente efectivo tienes que cumplir varias cosas: en primera, tiene que haber derramamiento de sangre, en segunda tiene que ser de una persona virgen y en tercera debe ser de una persona inocente.

Y... adivinen quién cumplía todos los requerimientos. Exactamente, desgraciadamente nuestro lindo Seungmin cumplía todos los requerimientos.

—¡Para! M-me duele mucho... a-ahi atrás...—

Gritaba entre lágrimas el pequeño Seungmin.

Changbin estando encima de él lo observaba deseando obtener más de su cuerpo. Deseando tener más y más contacto con esa suave, delicada y virginal piel. Sin importarle que las sabanas estuvieran manchadas de sangre y semen.

Y aunque las sabanas fueran blancas, casi transparentes Seungmin trataba de cubrir su cuerpecito desnudo; y de alguna manera creyendo que quizás la sabana pudiese protegerlo y quitarle el dolor que en ese momento estaba le estába atormentando.

—¿Te duele mucho?—

Preguntó sin descaro Changbin, sabiendo de sobra que era obvio que le había dolido.

Lamentablemente, con tan sólo doce añitos de edad, el monstruo le arrebató la inocencia al pequeño Kim Seungmin.

No te preocupes, muñequita. Con el tiempo esos dolores se irán.—

"¿Con el tiempo?"  Pensó Seungmin. Pobre, no sabía que ahora su vida sería un martirio.

En la noche de Halloween su libertad se había acabado, su vida se había terminado.

Kim Seungmin con tan sólo doce añitos se había convertido en la Muñequita de Seo Changbin.

A partir en adelante su vida sería un completo infierno.

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