15. Terribles disfraces son terribles
Halloween es una de las festividades por las que el vecindario en donde vivo se ve más concurrida: Los niños salen a las calles con sus mejores disfraces con toda la motivación de recolectar los bastantes dulces posibles y ponerse a competir entre ellos por quién junta más. Además, los vecinos se esmeran en decorar sus casas y parte de sus jardines con calabazas por montones, esqueletos, fantasmas y demás objetos con tal motivo.
Y claro, mi familia tampoco es ajena a eso: esta vez fuimos un poco flojos al respecto, pero el día de ayer mis papás y yo pasamos tiempo vaciando la pulpa de las calabazas y esculpiendo sus característicos rostros terroríficos. Logramos hacer tres, uno cada uno, más otro solo con la frase "TRICK OR TREAT!" que en estos momentos está acompañando al buzón de nuestra casa con una lámpara por dentro para que la letra resalte más y así indicar que nosotros regalamos dulces. Por mi parte, puede que no sea ya una niña como para pedir caramelos, pero eso no es impedimento para ponerme un disfraz por lo menos una vez al año, esa es la parte divertida de esta festividad. Y esta vez me sentía cómoda caracterizada como la Mujer Maravilla.
Recorría el vecindario acompañada de Wendy, quien caminaba graciosamente como una especie de "árbol siniestro": un largo traje marrón cubriendo todo el cuerpo (desde los tobillos hasta la cabeza, incluido los brazos y las manos), obviamente con un hueco para el rostro. Simulaba ser un "monstruo" de esas que te imaginas inconscientemente cuando te encuentras solo en un bosque y en medio de una sombría noche, pero que nada más se trataba de un tronco viejo con las ramas viejas y casi ninguna hoja acompañándolas.
Saqué mi teléfono del pequeño bolso cruzado que llevaba para revisar la hora, faltaba veinte minutos para las siete. Estaba ansiosa por ver a Shane tal y como habíamos quedado, en las afueras de la preparatoria; me sentía lista para que él sepa quién era JBRocks123 detrás de la pantalla, y no podía ser mejor que en plena Noche de Brujas. No obstante, aún no le había contado a Wendy de ello, pero creo que a estas alturas no importaba ya.
—Oye, mira quién está al frente —Wendy señaló con uno de sus brazos a la izquierda. Sin darme cuenta pasé las manos por mi cabello en un intento de arreglarme, pensando que probablemente se refiera a él, pero en realidad era nada menos que Ophelia Owen.
Aquella chica que poco a poco iba dejando lo arisco para acostumbrarse a nuestra compañía la veíamos ahora mismo como niñera a tiempo parcial; por un momento me pregunté cómo es que la soportan los niños a los cuales cuida, pero creo que la estaba subestimando. Acompañaba a una pequeña de cabello negro azabache recogido en dos coletas, disfrazada de una mariquita. En cuanto al disfraz de Ophelia, consistía en una camisa a cuadros larga y unas pantimedias oscuras hechos harapos y con manchas de sangre falsa, además de llevar el cabello hecho un desastre y el rostro de un improvisado maquillaje tipo zombie. A simple vista, parecía que audicionaba para ser una extra en The Walking Dead (o alguna parodia casera de esta).
—¿Qué hacen por aquí? —Preguntó con cierta curiosidad tras acercarnos a saludarla. Ahora que estábamos más de cerca, me percaté que la camiseta que traía por dentro llevaba una inscripción en el centro y en tamaño mediano que decía 'NOT DEAD YET'.
—Iremos al baile de Halloween de la escuela —respondí.
—Ah, sí, eso... Organizado por los de segundo año, ¿cierto, Chica Maravilla? —se calló un momento para dejarme contestar. Murmuré "Mujer", como corrigiéndola—. Paso de eso, me aburriría fácilmente. Y tú eres... —se dirigió a Wendy con un dejo de interrogación.
—¡Soy un árbol siniestro! —adoptó una voz escalofriante, casi gritando, con la intención de asustarla, quizás. Ophelia solo parpadeó—. ¿Y quién es la niñita que está contigo?
—Se llama Charice, tiene cuatro años. —Se giró a llamar en un tono dulce, sin llegar a lo empalagoso, a la susodicha quien contabilizaba sus dulces en una canasta con forma de calabaza—. Ven Charice, di hola a mis compañeras.
Agité mi mano derecha, saludándola, a lo que ella respondió de igual manera aunque un poco tímida. Entonces llegó el turno de Wendy, dando un paso adelante y con los brazos extendidos para un abrazo. La reacción de Charice fue pegar un grito y echarse a correr en dirección contraria.
—Genial, gracias, ¿eh? —Y Ophelia la fulminó con la mirada para perseguir a la pobre niña.
—¿Qué? ¡Pero si estaba siendo amigable!
—No es tu culpa, Wendy —traté de consolarla, palmeando su espalda—. Pienso que es más por el disfraz.
Compramos las entradas en la puerta del gimnasio de la escuela, y una chica disfrazada de sirena se acercó a estamparnos un sello —a mí en el dorso de la muñeca, y a Wendy en la frente— antes de dejarnos entrar. A los pocos segundos de estar dentro del baile, me excusé con ella que iría al baño de mujeres, sola. Pero en realidad quería desviarme a la entrada principal de la escuela, esperando por si Shane viniese en cualquier momento.
Ya eran las siete y doce de la noche y no había rastro de él ni aquí ni en los mensajes del móvil. A pesar de la calidez del clima, la brisa que pasó por mí no logró despeinarme pero sí hacerme sentir escalofríos por las piernas al descubierto. Pasaron tres minutos y no quería hacer preocupar a mi mejor amiga por demorarme, así que di media vuelta y volví al baile. A medio camino mi celular vibró con una notificación, me detuve en seco para revisar.
Un nuevo mensaje sin leer de Shane Matt:
Lo siento, J, me temo que no nos vamos a poder vernos. Me enfermé, ¿podrías perdonarme? :(
De un momento a otro, mis ánimos cayeron en picada. Estaba bromeando, ¿verdad? Tenía las esperanzas de, si no lo viera afuera de la escuela, por lo menos encontrarlo dentro de la pista de baile disfrazado de lo que sea, pero no. Lo peor de esto es que fui yo la que propuso el encuentro, y la que termina siendo plantada por él. No quería sentirme enojada, pero más que eso me sentía un poco decepcionada de que se tenga que perder de esto.
Cerré los ojos y respiré hondo, apagué la pantalla del móvil —dejando a Shane en visto— para guardarlo en el bolso y retomar lo que faltaba del camino hacia el gimnasio. Una vez dentro, mi vista se tardó unos segundos en acostumbrarse a las luces y siluetas de fantasmas que se desplazaban por todo el lugar, al mismo tiempo que reconocí una vieja canción popular de Rihanna que sonaba en el ambiente. Busqué entre la multitud a Wendy primero con la mirada, luego llamándola, sin embargo ninguna dio con ella. Hice una pausa para ver con detenimiento a los chicos y de qué iban disfrazados: nada más que princesas, comidas y bebidas, monstruos típicos, personajes de la cultura pop, superhéroes —esperaba no encontrar a alguien más disfrazada como yo—, y los del equipo de fútbol de la escuela como ellos mismos. Y nadie disfrazado de un árbol, aparte de ella. Me pregunté en dónde más podría estar si no estaba mezclada con los demás en la pista de baile, quizás no la habré buscado donde...
—¡Jillian!
Giré inmediatamente hacia mi izquierda para ver quién dijo mi nombre, soltando un débil jadeo. Al fin hallé a Wendy —o más bien ella a mí—, quien simulaba ser parte de la decoración aprovechando su disfraz de árbol. Permaneció como una estatua por tiempo breve, para finalmente estallar en risas.
—No puedo creer que pasaras como dos veces por aquí y no me hayas visto para nada. ¿Por qué la demora?
—Muchas chicas en el baño —justifiqué con una mentira, puesto que en ningún momento fui ahí.
Pasamos el rato entre bailes, conversaciones y de tanto en tanto degustando de algunos bocaditos. Un improvisado DJ —que era más bien un estudiante de tercer año— se encargaba de amenizar el baile, aunque se rumoreaba entre los presentes que una banda local de rock alternativo se presentaría para cerrar el evento.
Disfrutábamos al son de una canción de Fall Out Boy, cuando vi que Wendy saludaba a alguien a mis espaldas. Quise saber de quién se trataba, y era nada menos que una versión oscura —no tan gótica— de Trevor Dice acercándose a nosotras.
—¿Qué hay, chicas? —Dijo, Wendy y yo chocamos las palmas de nuestras manos con las de él en el proceso.
—¿Recién vienes?, porque no te hemos visto para nada por aquí —pregunté.
—Sí, hace un momento. ¿No se supone que la Mujer Maravilla es castaña? —Trevor cuestionó en alusión a mi rubia cabellera.
—No tiene por qué ella ser solo castaña, puede ser rubia, pelirroja, alta, baja, de lo que sea. Además, ¿por qué los vampiros de ahora tienen que verse exactamente como los de Crepúsculo?
Aparentemente Trevor iba disfrazado de un "moderno vampiro": no era más que el rostro muy pálido por el polvo compacto que de seguro usó a hurtadillas de su mamá, el cabello engomado y peinado hacia arriba, una chaqueta de cuero negra que la última vez que lo usó, recuerdo, fue cuando se creía un matón hace unos años. A eso le conjuntaba un pantalón jean oscuro casi ajustado y unas zapatillas casuales negras. Y claro, unos colmillos falsos que ahora mostraba con una sonrisa que hacía resaltar sus hoyuelos.
—Solo decía que me gusta tu disfraz, tanto que hubiera deseado que fueras mejor Harley Quinn —arqueé una ceja, queriendo saber sus intenciones—; olvídalo...
—¿Y qué hay de mí? —Wendy pidió saber.
—Un árbol, algo curioso. Pero lo que no entiendo es qué relación guarda un árbol con una superheroína, ¿no es es ustedes suelen disfrazarse a juego?
Nuestros disfraces en el 2012 fueron de Ke$ha y Katy Perry, respectivamente, y el año pasado hice de Alicia en el país de las maravillas, mientras ella de Dorothy de El mago de Oz. Esta vez quisimos desligarnos de disfrazarnos a juego, y en cambio hacerlo con algún disfraz de nuestra niñez: Volví a ser Wonder Woman de cuando tuve siete años (dos años antes de conocer a Wendy), y en cuanto a ella, no recordaba bien de qué se disfrazó a dicha edad pero sí que ese mismo año hizo de un árbol en una obra de teatro de su escuela, así que ese fue su disfraz —solo dándole algunos ajustes acordes a la festividad—. Lo decidimos la semana pasada, cuando no encontré ningún disfraz en alquiler disponible de Supergirl —y me considero torpe en la costura como para hacerme uno a mi medida—, además que Wendy se rehusaba a ser la Mujer Maravilla.
Me encogí de hombros. —Intentamos que no se haga una costumbre.
Eventualmente Trevor nos preguntó si iríamos a donde los Holt más tarde, a lo que Wendy respondió —rodeando sus "ramas" por mi hombro—: "no gracias, preferimos la diversión sana". Yo asentí con la cabeza mientas disponía a beber de mi vaso con ponche sin alcohol. Como es costumbre en los hermanos Holt, Logan, capitán del equipo de fútbol americano de la escuela —al igual que lo fue su ahora universitario hermano mayor Ryan—, organizaría una fiesta de disfraces en su casa, como un after-party de esto. Ni porque fuese de último año, yo no veía necesario asistir a esa fiesta ni me sentía mal socialmente hablando por perdérmela, no es gran cosa al fin y al cabo.
En cambio, la estaba pasando bien junto con Wendy y Trevor, a pesar que yo no suela asistir a algunos bailes de la escuela. Sip, todo iba bien hasta que, de tanto saltar, a Wendy se le cayó sus anteojos y fue tras ellos a lo que Trevor y yo nos quedamos a solas por un momento.
—Me causa gracia ver que no pueda agacharse bien —Trevor dejó de bailar para contarme, entre risas breves, mientras observábamos a Wendy recoger sus gafas que terminaron a una escasa distancia de la puerta del gimnasio. Debido al traje que tenía puesto, le impedía un poco doblarse.
—Sí... —Para suerte de Wendy, un chico vestido de pirata que pasaba casualmente por ahí los recogió por ella. Trevor, al parecer, seguía a una cortísima distancia (porque sentí su aliento caliente, con cierto olor a ajos), por lo que me volví hacia él cuestionándole por qué estaba tan cerca de mí, pero no terminé de hablar ya que, en un parpadeo, nuestros labios chocaron en lo que pareció un beso.
O fue accidental, o Trevor estampó sus labios a propósito. Sea como fuere...
—¿Qué diablos? ¿Por qué lo hiciste? —Ambos retrocedimos un paso, yo del espanto.
—¿Hacer qué? —Alzó las manos, cuestionando mi acusación—. ¡Nada más tus labios y los míos se rozaron casualmente!
—¿Ah, sí? —Crucé de brazos—. ¡Pues eso no tuvo nada de gracia!
Incómoda con la situación, le di la espalda para retirarme del gimnasio. Creí haber escuchado a Trevor disculparse, pero me dio igual. En el camino encontré a Wendy quien regresaba con las gafas ya puestas, y la agarré del brazo para llevarla en sentido contrario.
—Vámonos, Wendy. Ya me aburrí de estar aquí.
—¿Sabes? Esto es tan pequeño que apenas puedo moverme —Oí a Wendy quejarse dentro de uno de los cubículos en el baño de damas de la escuela. Yo estaba arrinconada, cruzada de brazos, esperando a que ella saliera de ahí. Además de nosotras estaban otras tres chicas caracterizadas como Regina, Gretchen y Karen, de la película Mean Girls, arreglándose y conversando en el espejo amplio del tocador.
Me acomodé disimuladamente el escote del disfraz, pensando que tal vez Trevor le habrá echado aunque sea una mirada fugaz a mis pechos. Por Dios. Aproveché sacar el celular de mi bolso rojo en forma de estrella (que me regalaron cuando cumplí diez años, y aún lo sigo conservando) para darle una vista a la hora. Aunque no lo crea, el tiempo había pasado tan rápido que eran casi las nueve, algo temprano a mi parecer.
Debajo de la hora, estaba una notificación nueva. Resultaba ser otro mensaje que Shane envió mientras me distraía en el baile de Halloween.
«Espero que la estés pasando bien», decía su último mensaje, acompañado de un emoji feliz y una imagen. Para ser exacta, se trataba de una foto de sí mismo, frunciendo tanto los labios como la frente húmeda como si expresara súplica; su castaño cabello se veía despeinado aunque no pareciese, sus ojos denotaban cierto cansancio, y todo el rostro estaba algo enrojecido, resaltando sobre todo la punta de su nariz.
Y ahora la que estaba enrojecida era yo.
La puerta de cubículo se abrió de golpe, y tras ella salió Wendy que por poco se cae al suelo. —Sí, mejor me aguanto hasta llegar a mi casa.
—Puedes ver bien, ¿verdad? —me acerqué a ella; noté que el lente izquierdo presentaba cierta rajadura.
—Ni que estuviese ciega, solo que me parece ver a tu gemela, Tomate Brooks, a tu lado —simuló palpar a mi gemela invisible—. O solo eres tú.
—Eh...
Salimos de la escuela con los brazos entrelazados, pero a los pocos segundos me aparté por el frío contacto de su traje con mi brazo desnudo. Sentí la comisura izquierda de mis labios un poco húmeda, así que con el dorso de la mano limpié lo que quedó de los residuos salivales de Trevor. Wendy rió un poco por lo que acabé de hacer.
—¿Sigues asqueada por lo del beso? —cuestionó.
—¿Tú qué crees? ¿Cómo se atreve ese cretino? —Comenté agitando de manera brusca mis manos en el momento.
Ella negó con la cabeza, pensativa. —Yo creo que Trevor aún está enamorado de ti e intentó ir directo al grano, aunque falló. No tiene permitido besarte a la fuerza, ni siquiera de forma asolapada.
—Exacto, eso fue lo que más me fastidió. —Por último, solté un exasperado suspiro mientras pasaba las manos por mi cabello. —Entre otras cosas, ¿puedo quedarme a dormir en tu casa?
—¡Por supuesto! Tenía pensado hacer una maratón de tres de diez peores películas de terror repletas de clichés predecibles y que deberían ser consideradas más bien de comedia.
—Suena como algún video de WatchMojo, sinceramente, aunque con un título muy largo.
—O por lo menos ver solo una de esas tres pelis horrorosamente cómicas. Y librarnos al fin de nuestros terribles disfraces. En serio, este árbol me está matando.
Sonreí de medio lado, más animada. Vi de casualidad en el asfalto de enfrente a una madre que acompañaba a su niña vestida igual que yo —la única diferencia estaba en que ella usaba una capa roja—. Ambas nos miramos por un instante, y fue una situación extraña.
—Sí, creo que no volveré a ser más Wonder Woman en los próximos Halloweens.
N/A: ¿Quién rayos publica un capítulo de Halloween prácticamente faltando menos de cuatro semanas? ¡SOY YO! *musiquita del comercial de Movistar*
Aunque haya tardado UNA ETERNIDAD en escribir este capítulo —que por cierto, es la primera vez que lo hago fuera de Word—, me divertí describiendo los disfraces de los personajes presentes (no todos, 'Shane' estuvo ausente aunque me hubiese gustado retratarlo como hechicero de Hogwarts o un gran muffin. El muffin suena tentador). So, como algunas referencias, el disfraz de 'Jill' estuvo inspirado vagamente en un episodio de Programa de Talentos donde 'Olive' (personaje que Sierra interpretó en aquel entonces) se vistió de la Mujer Maravilla [la imagen está al principio de este capítulo, en multimedia]. Mientras que el de 'Wendy' tal vez me haya inspirado en una imagen que vi en Google y que no me acuerdo bien cuál era xD
Lamento hacer que la situación entre Jill y Trevor estuviese un tanto forzada (era una de las ideas que tenía preconcebida hace tiempo antes de escribir este capítulo, y la que más me costó hacerlo). Por supuesto, tendrá un capítulo aparte para aclarar ese inconveniente.
Por cierto, me animé a postular esta novela en cinco concursos en Wattpad: los Carrot Awards, los Premios Novel y más adelante los Premios Arcoiris, los Pencil Awards y los Art Awards :D De todas ellas los Carrot Awards ya finalizaron allá en julio pasado, del cual no salió ganadora, pero aún sigue vigente en los demás cuatro. No lo hago tanto por la ambición de ocupar uno de los primeros puestos en su respectiva categoría (que es una de las más reñidas), sino para que, de alguna forma, se haga más conocida aquí y llame la atención de los lectores.
Sí, me falta mucho para hacerla más atractiva, pero por ahora mi prioridad para con esta historia es culminarla. Antes de despedirme, quisiera agradecerles por seguir leyendo (esperando por si realizo alguna actualización) y recompensarme con sus votos ;) ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
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