
☾︎ 7 ☾︎
Cuando K8 se fue me quedé dormida inmediatamente, sin embargo me hubiera gustado no dormir, tuve un sueño bastante extraño. En mi mente se recreó el día del accidente, las luces del vehículo contrario, sentí el golpe en ese momento, mi corazón estaba acelerado, noté como el vidrio estalló en mil pedazos, todo pasaba en cámara lenta, cada uno de ellos se clavaban en mis ojos, me sentí mareada por un instante, cuando giré mi vista hacia K8 alguien lo sacaba bruscamente del auto, lo tiró al suelo y comenzó a golpearlo sin detenerse, sentí algo recorrer mis mejillas pero no sabría decir si eran lágrimas o sangre.
—K-k8... —mi voz estaba quebrada, quería ir y ayudarlo, defenderlo y no dejar que nada le pasara pero me era imposible, no podía moverme, lo último que vi fueron algunas chispas que salieron disparadas de su cuerpo, su camisa se desprendió, alcance a notar el led que tenía en el cuello y este pasó de ser un azul celeste a un amarillo de precaución dando a entender que estaba sufriendo daños, ese amarillo se convirtió en rojo hasta que de pronto se apagó al igual que mis ojos, se cerraron, todo se volvió oscuridad.
Desperté alarmada, sentía como estaba sudando, comencé a tocar lo que estaba a mi alrededor y me tranquilicé al sentir que estaba en mi cama, tenía la sensación de querer llorar, pero un nudo en mi garganta me lo impedía, en ese momento el sonido de la puerta se escuchó, no pude formular palabra.
—Señorita Lin ya estoy aquí, ¿ya está lista? —era la voz de K8 —¿Sigue en la cama?¿por qué no se ha arreglado?
Me levanté de la cama y traté de dirigirme hacia su dirección, estiré mis brazos, escuché sus pasos acercarse y cuando lo sentí enfrente de mí lo abracé lo más fuerte que pude, sentí su pecho de metal contra mi rostro, tardó un par de segundos en reaccionar pero terminó por rodearme con sus brazos.
—Perdóname —después de aquella pesadilla, sentí miedo, miedo de perderlo para siempre, debía admitir que cuando regresó lo traté mal pero no quería que eso se volviera en una costumbre. —Lo siento K8, te prometo que no volveré a dejar que alguien te maltrate.
—Señorita Lin, ¿de qué está hablando?
—Tuve un sueño donde alguien te golpeaba hasta hacer que te apagaras —estaba tratando de aguantar las lágrimas pero me era casi imposible —No quiero que te vuelvan a lastimar.
—Señorita Lin, tranquila, fue solo un sueño, venga tome asiento —me guío hasta la cama —Escúcheme los sueños no son reales, nadie ni nada va a lastimarme, soy un robot no pueden matarme.
—¿Por qué me hablas formalmente de nuevo? —limpié mis lágrimas.
—Me di cuenta que no puedo hablarle de esa manera ya que usted es mi dueña, debo respetarla.
—Jamás en mi vida había visto un robot tan bipolar como tú —me levanté de la cama. —K8 eres un idiota —me encerré en el baño.
—Señorita Lin, supongo que ese mal sueño la puso de mal humor, si aún desea salir la esperaré fuera de su habitación —habló detrás de la puerta.
—¡Tú me pones de mal humor tonto robot! —le grité.
Dejé a Lin para que se duchara, me dio risa su cambio de actitud, estaba llorando en mis brazos y de un momento a otro se molestó y se encerró en el baño, ver todas esas expresiones que hacía, los tonos de voz fuertes y débiles que tenía solo hacían que quiera molestarla más, pero según mi investigación en películas y dramas no debía hacer que mi dueño se enojara, debía respetarle en todo momento y seguir una buena conducta.
Minutos más tarde la puerta se abrió, esperaba que no me dirigiera la palabra pero en su lugar me habló tranquilamente.
—K8, ¿podrías buscar mi ropa? No quiero tomarla yo y ponerme algo ridículo sin darme cuenta.
—Claro que sí —me dejó pasar a la habitación la miré de pies a cabeza, llevaba puesta una bata de baño, tragué saliva, me estaba poniendo nervioso, su cabello mojado se pegaba a su cuello y algunas gotas de agua recorrían esa parte hasta caer por dentro de la bata en la zona de su pecho. —¿Hay algo en específico que quiera ponerse? —aparté la vista y agradecí internamente por no haberme trabado con las palabras.
—Hay un vestido blanco de manga larga, tiene algunas flores bordadas.
Me puse a buscar entre su ropa y solo encontré uno con las especificaciones que me dijo, lo saqué y lo vi un poco para luego entregárselo.
—Aquí está, ¿necesita ayuda con algo más?
—Unos zapatos —dijo, volví al armario y vi unas zapatillas blancas, el tacón era ligeramente alto, de paso tomé un bolso que le combinara, me sentí consejero de moda por un momento.
—Espero que no le moleste usar algo con tacón, también escogí un bolso para usted.
—Gracias, saldré en un momento.
Salí de la habitación, saqué mi móvil para ver si había alguna novedad solo para matar el tiempo, pasaban minutos y Lin no salía, llamé a la puerta y como era costumbre no hubo respuesta, entré y la vi sentada frente a su tocador, tenía los codos sobre este mientras sostenía una pequeña cadena entre sus dedos, ya estaba cambiada y con el cabello seco, me acerqué a ella y la saqué de su trance.
—¿Qué tiene ahí? —pregunté, ella bajó el objeto.
—Es un collar que me regaló mi padre —respondió mientras buscaba con su mano derecha el alajero.
—¿Por qué no se lo pone?
—Porque no puedo, no veo el broche, puedo sentirlo pero no logro hacer que entre —agachó la cabeza.
—Yo lo haré —sin darle tiempo a responder le quité el collar lo observé un poco era el planeta Saturno, tenía una estrella a un lado y era decorado por pequeños diamantes, todo estaba hecho de un material metálico rosa.
Me posicioné detrás de ella y pasé mis brazos al frente para rodear su cuello, ella ayudó levantando su cabello y cuando abroché la cadena la tomé de la mano con la que sujetaba su pelo para indicarle que ya estaba listo.
—Soy una inútil, no puedo ni siquiera ponerme un collar —su expresión me provocó un nudo en la garganta.
—No diga eso, es solo cuestión de que se acostumbre.
—Por favor K8, tú mismo lo haz visto, traté de salir sola y me perdí, no puedo elegir mi ropa porque podría ponerme una cosa verde y la otra morada y pareciera Barney el dinosaurio —me aguanté la risa ante su comentario.
—Te verías muy tierna vestida de Barney —me agaché para que mi voz llegara directamente a su oído. —No eres una inútil, eres especial, podrás hacer todo lo que te propongas.
—Para ti es fácil decirlo, eres una máquina que es perfecta en todo —hizo la silla para atrás haciendo que yo retrocediera también. —Vámonos se está haciendo tarde —tomó su bastón y comenzó a caminar hacia la salida con sus zapatos en mano para ponérselos en la entrada de la casa.
El chófer nos estaba esperando así que subimos al auto y el comenzó a conducir sin siquiera preguntar a dónde íbamos así que imaginé que él ya sabía, para mí aún era todo un misterio nuestro destino.
Me sorprendí al ver el lugar, era la galería que yo solía visitar para despejar mi mente, la misma galería donde conocí a Lin Ah.
—Tenemos que ir a la oficina principal —dijo Lin, me tomó del brazo para poder caminar más cómodamente.
¿Y dónde estará esa oficina?
Estaba tratando de identificar el camino hasta que un rayo de esperanza se presentó.
—Oh Lin Ah, mi querida y hermosa sobrina —una mujer muy bien vestida se acercó e intentó abrazar a Lin pero ella no se despegó de mi brazo ni un momento. —Y tu robot también está aquí, creí que había muerto me miró desagradablemente, no me agradó desde ese momento.
—Hola tía, necesito hablar con usted —fue lo único que contestó la chica a mi lado.
Ella nos acompañó hasta la oficina principal que yo tanto buscaba, por lo menos ya sabía dónde era, cuando entramos en la habitación le ofrecí el asiento a Lin y ella lo tomó, la mujer se puso en la silla del frente, al parecer era la que mandaba.
—Oye hojalata traenos un café —me miró, ni siquiera podía pedirlo de forma amable, me hice el que no escuchó.
—No le hablé así a K8 —me sentí defendido cuando Lin dijo eso. —Solo yo puedo llamarlo así. —mi corazón se rompió en mil pedazos.
—Pues tu pedazo de chatarra tiene un problema auditivo —se dejó caer en el respaldo de su silla.
—Disculpe señora —remarqué la última palabra. —No tengo ningún problema auditivo, yo solo sigo órdenes de la señorita Lin —escuché que Lin Ah solto una risa nasal.
—Bueno, ¿ya dime qué quieres? —Rodeó los ojos y volvió a hablar con la chica.
—Vengo a pedirle un favor —su ligera sonrisa había desaparecido. —Quiero que quite todas mis pinturas que tenga en exposición.
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