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Luego del accidente, mi cama se había convertido en mi lugar favorito, no quería salir de ella ni un momento, a veces me quedaba dormida, otras despertaba y lloraba, mi estómago se mantenía vacío pero ni siquiera me daba hambre.

Me encontraba sentada en la cama con la espalda recargada en la cabecera, unos toquidos llamaron a la puerta, no respondí pero no le importó, escuché el crujir de la puerta al ser abierta y la voz del señor Choi se hizo presente.

—Señorita Lin, le tengo lo que pidió —sonaba emocionado y nervioso a la vez.

—¿Enserio lo consiguió?

—Sí, así que venga —sentí que se acercó a mí. —La está esperando abajo.

Salí de mi cama, tomé el bastón que tenía por un lado, mientras el señor Choi me sujetaba de un brazo, me indicó los escalones y bajamos uno por uno con cuidado, aún no estaba acostumbrada a caminar sola por mi hogar.
Sentí que mi acompañante se detuvo por ende yo hice lo mismo.

—Bien señorita Lin, tal y como lo pidió aquí está K8 —dijo el mayor.

No escuché ninguna palabra de parte del robot pero claramente sentía la prescencia de alguien más.

—¿K8? —pregunté. —¿realmente pudieron repararte?

—H-hola señorita Lin —era su voz pero la interrumpí.

—¿Estás tartamudeando?¿no se supone que tienes que hablar correctamente?De qué sirvió la reparación si vas a tener fallas en el sistema ¿eh? —alzé un poco la voz, cosa que nunca había hecho, se mantuvo en silencio. —En fin, es bueno que estés de vuelta.

—Señorita, los científicos que lo repararon recomendaron que lo llevara en la noche para hacer revisiones, durante una semana.

—Que molestia pero supongo que está bien, usted puede seguir con sus deberes, K8 me acompañará a mi recámara —no había ni una pizca de sentimiento en mi tono, esperaba que el robot dijera algo pero no hablo. —K8, ¿escuchaste? ¿O también tienes problemas auditivos?

—No señorita Lin, escuché perfectamente —dijo con un tono bajo, estiré mi brazo dando a entender que quería tomarlo del suyo para que me guiara.

Era extraño, mi contacto físico con el suyo era diferente, como si realmente no fuera K8, se sentía cálido y lleno de amor, cosa que mi robot no tenía con normalidad. Era cierto que algo me decía que su actitud cambió y desde ese momento debí sospechar de él, no obstante, decidí creerle todas y cada una de sus palabras.


Estaba sorprendido por la forma en que Lin Ah me había hablado, el día que la conocí se portó de manera diferente, sin conocerme se me acercó, me habló, sonrió tímidamente, me ánimo e incluso me dijo su nombre y en ese justo momento sentí como toda la perspectiva que tenía sobre ella se fue por el caño, cuando me sujetó del brazo, sentí que un escalofrío me recorrió la espalda, estaba nervioso pero ya no era por hacerla de robot, tenía miedo de cometer algún error y que ella comenzara a hablar con esa fuerte voz que parecía tener y llegara al punto de que no tolerará más y lo dejara todo.

Acompañé a Lin Ah hasta su habitación, el señor Choi me había explicado un poco sobre donde era y por suerte tenía una excelente memoria que no me hizo fallar sobre el lugar. La ayudé a recostarse en su cama, su cabeza tocó la almohada, me quedé un par de segundos para apreciarla, su expresión no tenía ni un solo sentimiento, cerró sus ojos prohibiendome el paso a esas dos ventanas de su alma, no tenía ni la menor idea de que hacer.

—Disculpa —por accidente le hablé de manera informal.

—Sabes K8, ya no quiero me hables informalmente, quiero que seas más respetuoso.

—Disculpe, señorita Lin —rodeé los ojos y dije con cansancio, llevaba poco tiempo con ella y ya estaba harto de su actitud. —¿Necesita que haga algo más?

—No —no dijo más, me quedé parado junto a su cama sin decir palabra alguna inspeccionando toda la habitación hasta que su voz volvió a aparecer. -¿Sigues aquí? Vete y haz tu trabajo.

—Si necesita algo llámeme de inmediato —salí de la habitación, quería buscar al señor Choi para pedirle información con respecto a lo que debía hacer, pero no lo encontré.

Terminé dando a la cocina donde dos chicas y un hombre hablaban secretamente, no era mi costumbre escuchar conversaciones ajenas pero cuando escuché el nombre de Lin Ah decidí poner atención.

—El accidente la dejó loca —dijo una de ellas. —Ayer me regañó solo porque le di un batido de fresa.

—Sabes que odia las fresas, su favorito es el de banana —respondió el hombre.

—Bueno sí, lo sé, pero es que no la tolero —bufó. —Antes era una maldita niña mimada, presumida y consentida por ese estúpido robot y ahora es una amargada que se la pasa quejándose de todo, además nos trata como si nosotros tuviéramos la culpa.

—Yo digo que no deberías hablar así de la señorita Lin ella siempre nos ha tratado muy bien, fue solo por ese accidente que le arrebataron la luz y por eso pienso que está resentida, me da lástima la pobre, aún así me quedaré con ella todo el tiempo que sea necesario, la vi crecer y es como mi familia —añadió una señora.

—Aún así no puede negar que es una engreída que nos dificulta el trabajo a todos. —cuando la escuché decir eso no aguanté las ganas de meterme en donde no me llamaban.

—Si no te gusta tu trabajo, puedes renunciar en cualquier momento —dije mientras entraba a la cocina. —Aunque no creo que en otro lugar acepten a una mucama que no respeta a la persona que le da de comer. —hubo silencio y la verdad no esperaba una respuesta, después de pasar mi mirada por todas las personas que estaban en ese lugar decidí salir.

—¡Oye tú pedazo de hojalata! —la chica me llamó pero no me detuve, no quería escucharla.

Estaba más que claro que Lin Ah era fastidiosa, fría y de carácter fuerte pero aún así ni ella ni nadie tiene la culpa de lo que sucedió.

El día transcurrió sin más problemas, Lin se quedó en su habitación dormida, no quiso comer nada. Cerca de más 9:00 p.m. el señor Choi apareció, se me acercó con una sonrisa y miró a todos lados.

—¿Qué tal te la pasaste?

—Es cierto que tiene un carácter muy fuerte pero estuvo acostada todo el día así que no hubo mucho. —le conté.

—Tengo la esperanza de que volverá a ser la misma de antes, pero será difícil —suspiró. —Iré a llevarle algo de cenar, tú puedes irte ya, nos vemos mañana.

—Espere señor Choi —lo detuve. —¿puedo llevarle yo? —asintió con una sonrisa.

Fui a la cocina, serví un poco de la cena y la puse en una bandeja, junto con vaso de leche.
Me dirigí a su habitación, toqué un par de veces pero no respondió, entre y la vi sentada en su cama, sus ojos estaban rojos e hinchados, en su mano sujetaba un bolígrafo que acariciaba con sus dedos, me acerqué a ella, dejé la bandeja en la mesita de noche, pude notar que sus mejillas estaban húmedas.

—Señorita Lin, le traje la cena —se limpió las lágrimas.

—No tengo hambre —se acostó dándome la espalda.

—Tiene que comer, si no se enfermará —no contestó. —Bien, dejaré la comida aquí, si quiere puede consumirla, si no por mí puede morirse de hambre.

—¿Disculpa? —se levantó de inmediato —¿Qué demonios te hicieron?¿por qué estás hablándome así?

—Mi actualización tiene una mejora que me permite decir lo que se me venga en gana, así que no me voy a quedar callado —no estaba consiente de lo que había dicho miré por última vez su rostro, tenía el entrecejo fruncido pero ya no lloraba —Y si te enojas te saldrán arrugas -fue lo último que dije, salí de la habitación aun así escuché que me maldijo.

—¡K8!¡Vuelve aquí pedazo de chatarra! —la ignoré.

Volví a mi hogar, me tiré directamente en la cama, no sabía si iba a poder soportar un trabajo como ese, físicamente no era pesado pero emocionalmente, tenía que aguantar las discusiones con Lin Ah y estaba seguro de que no nos llevaríamos bien, o por lo menos eso pensaba hasta ese momento, toda mi manera de pensar cambió por completo luego de lo que ocurrió el día siguiente.

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