
☾︎ 20 ☾︎
Salimos del hospital y subimos al auto, el señor Choi tomó el piloto mientras que Lin y yo nos acomodamos en el asiento trasero, ella ya no lloraba pero se mantuvo callada, había pasado por muchas emociones en tan poco tiempo por lo que estaba cansada, cayó dormida de un momento a otro y fue ahí donde me atreví a preguntarle al conductor lo que había sucedido.
—Señor Choi, ¿qué fue lo que pasó?
—Las cosas se complicaron, resultó que la familia del donante autorizó el donar todos los órganos excepto las córneas solo porque se enteraron que eran para la señorita Lin, me pareció demasiado extraño, siento que hay algo detrás de todo esto —suspiró sin dejar de ver el camino.
—Bueno... —pausé mis palabras un momento para pensar lo que diría —Tal vez estoy juzgando mal, pero ¿no cree que la señora Oh Mijoo podría estar metida en esto?
—Créeme que también lo pensé, esa mujer es una desgraciada de primera, pero tampoco hay que sacar conclusiones sin pruebas, voy a seguir investigando.
—¿Seguir?
—Inicié una investigación cuando nos enteramos que le estaba robando a la señorita Lin, y si me entero que ella tuvo algo que ver con lo del donante te aseguro que no se saldrá con la suya —miró a través de retrovisor. —Ella no se merece nada de lo que le está pasando.
Después de un largo viaje por la carretera debido al gran tráfico de autos que había logramos llegar a la casa de Lin, la desperté, bajó sin decir palabra y con su bastón se ayudó para caminar sola, lo extraño era que no iba hacia el interior de su hogar.
—¿A dónde vas? —pregunté acercándome a ella.
—A mi estudio, que nadie me moleste, quiero estar sola —respondió con sequedad.
Claramente no iba a dejarla sola, si hacía eso podría arrepentirme después, por lo tanto la dejé avanzar un poco para luego ir detrás de ella.
La vi entrar al lugar, la puerta era de madera con un par de ventanas de cristal en ella, gracias a eso podía quedarme afuera y cuidarla desde ahí y Lin pensaría que estaba sola.
Había poca luz pero aún así pude apreciar lo que hacía, se acercó a su escritorio y a tientas tomó algo, luego con lentitud caminó hasta un caballete que tenía un cuadro con una manta encima, removió la manta, pude lograr distinguir los colores azul, negro, blanco, era una pintura abstracta pero parecía no estar terminada.
Por un momento creí que tomaría los pinceles e iniciaría a pintar pero fue todo lo contrarío, lo que había tomado del escritorio eran un par de tijeras, con las cuales comenzó a perforar el lienzo, puñalada tras puñalada, y al tenerlo todo desgarrado lo quitó del caballete y lo arrojó al piso con brusquedad, lanzó las tijeras, volvió a llorar y todas las demás cosas de arte que había ahí las estaba destrozando, sentí un fuerte dolor en el pecho, no toleraba verla así, abrí la puerta y justo cuando iba entrando, sus piernas flaquearon y cayó al suelo.
Me dejé caer a su lado y la abracé como nunca antes lo había hecho ella correspondió inmediatamente, hundió su rostro en mi pecho, sabía lo que quería, quería ser protegida, estaba seguro de que Lin quería dejar de sufrir y yo me encargaría de que así fuera.
—Te dije que quería estar sola —su voz era apenas audible, sus lágrimas habían parado.
—No iba a dejarte sola.
—Últimamente desobedeces mis órdenes, ¿acaso estás descompuesto? ¿Tienes fallas en tu sistema?
—Lin Ah, tú haces que mi sistema falle con frecuencia, tú eres la responsable de todo lo que hay dentro de mí —solté una risa cariñosa.
—Ajá, claro, culpame a mí, seguro que tus cables están haciendo corto circuito —rió levemente.
—Lin Ah... —me separé ligeramente de ella. —¿Extrañas pintar? —asintió. —Entonces vuelve a hacerlo, no destruyas tus cosas de esta manera.
—K8... ¿cómo esperas que pinte algo si ni siquiera puedo verlo? —bufó.
—No es necesario ver para crear —hice una pausa. —Solo necesitas imaginarlo, puedes hacer eso, ¿no?
—Supongo —no se veía muy segura. —Aún así sería muy difícil.
—Yo te ayudaré, tal vez no será lo mismo que antes pero mínimo puedes volver a tener un pincel entre tus manos —me levanté y luego la ayudé a ella a levantarse.
Recogí el caballete, puse un lienzo nuevo y luego acerqué las pinturas de varios colores.
—Esto es una mala idea, K8...
—Claro que no, será divertido —tomé su mano y en ella puse un pincel delgado. —Imagina algo sencillo por ahora.
—¿Una flor? —cuestionó dudosa.
—Una flor es un buen comienzo, ¿de qué color te gustaría?
—Morado.
—Perfecto —me puse detrás, una de mis manos estaba sobre su hombro y la otra mano sujetaba la de ella en la cual estaba el pincel —Tomas un poco de pintura, yo te puedo ayudar siempre en los colores —sumergí el pincel sobre la pintura morada. —Luego lo pones sobre el lienzo y trazas las líneas con tu imaginación —le susurraba en la oreja. —Comenzamos por el tallo, subimos hasta el botón y de ahí hacemos los pétalos, uno por uno.
Tenerla de esa manera me hacía sentir diferente y un poco atrevido, el aroma de su cabello era embriagante, su mano subía y bajaba mientras trazaba las líneas con la ayuda de la mía, yo nunca fui un pervertido pero en ese justo momento quería besar su cuello sin importar qué, abrazarla por la cintura y no soltarla nunca.
—Creo que ya está —me sacó de mis pensamientos, sacudí un poco mi cabeza para espabilar y miré lo que acaba de hacer.
—Es la flor más hermosa que he visto —no mentía, a pesar de que era muy sencilla y estaba algo chueca era realmente bonita, eso solo me decía que Lin no necesitaba de su vista para realizar una obra de arte, ella llevaba el talento en la sangre. —Con algo de práctica podrás mejorar, es solo cuestión de que te acostumbres.
—¿Hablas enserio? ¿De verdad crees que puedo volver a hacerlo?
—Por supuesto, el talento lo llevas en la sangre, podrás hacer todo lo que te propongas y te ayudaré a hacerlo.
—Gracias K8, no sé qué haría sin ti —sonrió tiernamente, le dio calidez a mi corazón.
Esa sonrisa tan hermosa me recordaba vagos recuerdos de mi infancia.
Si en algo me identificaba a Lin era en la pintura, yo también me dedicaba a eso o esperaba hacerlo pero debido a las deudas tuve que dejar la carrera en la universidad.
Era solo un pequeño que esperaba conseguir unas cuantas monedas con unos dibujos para ayudar a su madre enferma, por supuesto nadie los compraba, solo me miraban con lástima, hasta que un día una niña se acercó a mí, dijo que eran una verdadera obra de arte y compró todos mis dibujos al doble de precio, sentí como si ella hubiera sido mi angel, y en realidad, terminó siendo mi primer amor, era muy bonita tanto que ese día no la pude sacar de mi cabeza, la dibujé y al día siguiente ella volvió, le regalé mi dibujo, me inspiró a seguir con el arte después de que me dijo que tenía talento y por mi parte hubiera hecho de esa pasión una profesión de no ser por las deudas tan grandes que llevaba en la espalda.
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