
☾︎ 11 ☾︎
Estaba sentado en un banco en un pasillo solitario dentro de la galería, movía mis piernas nerviosamente mientras que con mi mano apretaba mi telfono, mordía mi labio inferior, la espera me estaba matando.
Después de llamar al señor Choi y contarle sobre mi primera tarea, dijo que iría lo más rápido posible y me explicaría y ayudaría a hacer el inventario.
Se estaba tardando así que mi mente comenzó a imaginar millones de formas en las que Lin Ah descubriera la verdad y me echará a patadas a la calle, me odiara y de verdad no quisiera saber más de mí, pensar en esos escenarios me marchitaba el corazón y me hacía sentir un nudo en la garganta, lo último que quería en la vida es que ella me odiara.
Un eco de pasos me hizo salir de esos feos pensamientos y miré inmediatamente a la persona que se acercaba apresuradamente hacia mí.
—Señor Choi... —me levanté del banco para encontrarme con él. —¿Cómo voy a hacer esto? No sé absolutamente nada.
—Tranquilo, te ayudaré en todo —se acomodó su par de lentes. —Normalmemte todos los registros para realizar un inventario decente están en la base central de archivos la cual es la computadora que está en la oficina principal.
—Pero Lin Ah está ahí —susurré como si estuviéramos haciendo algo malo.
—Ese es un problema, se supone que K8 tiene acceso a toda esa base de datos sin necesidad de conectarse a la computadora pero tendremos que sacar a la señorita Lin para que puedas usarla.
—¿Y si no lo logramos?
—Buscaremos otra forma, en el peor de los casos tendremos que hacer todo manualmente, es decir revisar las pinturas que están en exposición y las que hay en el almacén con los archivos que están en físico, será más tardado pero también funcionará. —miró en todas direcciones. —Sacaré a la señorita de su oficina, tú encárgate de lo demás
El señor Choi me explicó rápidamente lo que tenía que hacer, estaba suplicando mentalmente para que mi memoria no fallara en ese momento.
—Señor Choi ya le dije que alguien de mantenimiento se puede encargar de la máquina expendedora, no sé por qué tengo que ir yo —El señor Choi sacaba a Lin de la oficina tomándola del brazo.
—Señorita Lin por favor, tiene que autorizar el cambio de bebidas.
Y así fue como vi a ese par alejarse hasta desaparecer de mi vista, aproveché ese momento para entrar, visualicé el bolso de Lin sobre la silla así que lo moví poniéndolo sobre el escritorio para tomar la computadora la cual estaba en la página de inicio, busqué el programa entre las aplicaciones y lo abrí, hacer ese trabajo era fácil así que me puse a ello, apareció una barra de carga así que solo tenía que esperar a que me proporcionara todos los datos pero mi corazón se paralizó cuando toda la pantalla se puso en blanco, no hacía ni mostraba nada, moví el ratón pero parecía estar congelada, escuché que hizo un par de ruidos extraños, de pronto el color blanco desapareció y se volvió oscuro, yo me sentía muerto quizá la había roto sin darme cuenta, mi mirada se dirigió automáticamente a la parte inferior que mostraba la marca del aparato, era de los más costosos que había en el mercado, no podía creérmelo estaba saliendo de una deuda para entrar a otra, para mi suerte, volvió a encender y marcó la carga como completada, sentí alivio y mis músculos se relajaron, comenzó a mostrarme todos los datos y rápidamente los fui transcribiendo en mi teléfono, al terminar cerré el programa y me levanté de la silla, salí de la oficina como si nada.
—Le dije que no era necesario cambiar ninguna bebida —Lin Ah y el señor Choi se acercaban nuevamente. —Todas son muy ricas.
—Sí, pero creí que estaría bien por lo menos traer algunas nuevas.
—Señorita Lin —llamé su atención. —Ya terminé con lo que me pidió.
—Bien, conversemos en la oficina —le abrí la puerta y ella pasó primero, por si sola logró llegar hasta su silla y se sentó, comenzó a tocar todos lados tratando de buscar algo. —Que raro, creí que la había dejado aquí.
—¿Busca algo? —preguntó Choi, en ese momento mi vista se posicionó automáticamente en el bolso que dejé sobre el escritorio, maldije internamente por ser tan idiota.
—Mi bolso... —lo encontró donde yo lo había dejado. —Juraría que lo dejé sobre la silla... pero bueno, K8 dime ¿cuántas obras tenemos en total?
—234 obras en total, tenemos 176 en exposición y el resto están en el almacén —Miré mi teléfono y comencé a hablar con confianza.
—De las 176, ¿cuántas son pinturas y cuántas esculturas?
—102 son pinturas, 74 son esculturas.
—Bien, ¿tienes el nombre de todos los propietarios? —Confirmé con un simple sí. —Señor Choi, por favor ayúdeme a organizar una subasta, contacten a los propietarios para que autoricen el vender las obras o que se las lleven, necesitamos hacer espacio para sacar las del almacén y hacer una convocatoria en las universidades de arte.
—¿Una convocatoria?¿para qué? —preguntó confundido el señor Choi.
—Quiero darle la oportunidad a alguno de esos artistas poco conocidos para presentar su trabajo en esta galería, es por eso que primero necesitamos deshacernos de todo lo que está aquí.
—Señorita Lin, ¿no cree que eso es un poco arriesgado? Digo, su intención es buena pero si las obras de unos niños inexpertos son malas, nadie las querrá comprar y la galería bajará en ventas.
—Señor Choi, ¿ya olvidó el por qué yo comencé a pintar y gracias a eso tuve... fama? —Lin se levantó de su escritorio, Choi se quedó callado. —Aquel día donde un niño estaba fuera de la plaza comercial vendiendo sus dibujos porque su madre estaba enferma y necesitaba dinero, ¿lo recuerda?
—Sí... usted compró todos esos dibujos al doble de precio solo porque quería ayudarlo...
—No solo porque quería ayudarlo, yo también era una niña inexperta, señor Choi, lo hice porque me gustaron mucho sus dibujos, en ese entonces él me dijo que era bonita, al día siguiente volví y él me había dibujado, fue el dibujo más hermoso que haya visto y eso me motivó a dibujarlo a él también, pero cuando fui a ese lugar donde lo conocí ya no estaba, desde entonces todo este mundo me llamó y ya no salí de el, quiero que los jóvenes talentosos crezcan con mi ayuda y me importa un comino que la galería baje en ventas, si puedo ayudarlos lo haré.
Escuché atentamente la historia que contó Lin Ah sobre por qué comenzó con la pintura, pero cuando habló de aquel niño sentí un golpe en mi corazón, no sabía la razón sin embargo algo muy dentro de mí me decía que lo que significaba era muy importante.
El día transcurrió con normalidad, Lin me pidió que limpiara su oficina para ocuparme en algo mientras que ella conversaba con el señor Choi sobre la subasta.
Más tarde volvimos a la enorme casa, la acompañé directamente hasta su habitación, se recostó sobre la cama, no quería hacer mucho, mencionó que se sentía cansada y con un poco de dolor de cabeza, así que la dejé. Bajé hasta la cocina y le pedí a la señora Lee que preparara algo para que Lin cenara, su ayudante se había ausentado así que me tocó hacer de mano derecha de la chef, no fue mucho pues la chica acostumbraba a cenar ligero así que la comida no era la gran cosa, le comenté a la señora que Lin tenía dolor de cabeza a lo que ella amablemente añadió un vaso de agua a la bandeja de comida y me entregó una pastilla para calmar el dolor.
Volví hasta la habitación, sostuve la bandeja con una mano y toqué con la otra, recibí la autorización de pasar y me adentré al lugar, la chica estaba sentada en su cama, me acerqué a ella y dejé la comida sobre la mesita de noche.
—Le traje la cena
—Gracias —fue lo único que dijo.
—Señorita Lin, ¿podemos hablar sobre lo que ocurrió ayer? —me refería a la pelea que tuvimos por mi gran bocota.
—Lo olvidaré si prometes que no volverás a hacer o decir algo como eso.
—Le juro por mi vida de robot que jamás volveré a llamarla de tal forma, no volveré a hacerla sentir mal, al contrarío siempre la halagaré y trataré de subirle el ánimo.
—Soy muy considerada contigo deberías agradecer, ya queda en el pasado.
—Usted es muy buena, señorita Lin —solté una risa. —¿Quiere comer ya?
—Quiero que te decidas, a veces me hablas formal y otras veces informalmente, decídete por una, me confundes —se quejó.
—¿Cómo lo prefiere usted?
—Informal —agachó su cabeza ligeramente. —No sé pero me gusta cuando me llamas Linnie, me siento mimada por ti —note un ligero sonrojo en sus mejillas.
—Tus deseos son órdenes, mi pequeña Linnie —acaricié ligeramente su cabeza. —Ahora tienes que cenar para que duermas y descanses un poco.
—Está bien, ¿qué preparó la señora Lee?
No sabía que había sucedido pero esa noche, Lin no se negó a comer, estaba más sonriente de lo normal, incluso tuvimos una conversación sin pelear, bromee un poco con la excusa de que había buscado en internet como hacer reír a las personas y funcionó. Ella terminó de cenar y tomó la pastilla que le di, luego se acomodó en la cama y cayó rendida en el mundo de los sueños, me parecía tan tierna, la vi dormir por un par de minutos, deseaba con toda mi alma que siempre fuera así, sonriente, amigable, que no la pasara mal pero no estaba consiente de que cerca de ella había una amenaza, la cual haría lo que fuese para ver sufrir a Lin Ah y había miles de formas de hacerla estar en el infierno, la primera eran sus ojos, la segunda era K8.
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