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Nuevamente corría sin parar por las calles de mi hermosa ciudad Daegu, mi respiración era agitada pero no podía detenerme, mi vida estaba en juego, me hubiese gustado que por lo menos una de todas las veces que hacía ese ejercicio fuese por gusto, sin embargo, siempre era porque tenía que escapar de la bola de matones que me perseguían.

Cuando cumplí mi mayoría de edad, mi madre murió debido al cáncer, mi padre nos abandonó cuando yo era un chiquillo de 10 años y al fallecer mi mamá, todas sus deudas pasaron a mí. Terminé pidiéndole un préstamo a la persona equivocada, el desgraciado jamás me dijo que me cobraría más del doble de lo que me dio, por lo tanto tuve que conseguir tres trabajos para tratar pagarle lo antes posible, pero era demasiado difícil, el cansancio a veces me mataba, mis comidas tenían que ser reducidas e incluso vivía en un pequeño cuarto donde la cocina y mi habitación era la misma, aunque nada de eso importaba, Jangsu, el tipo al que le debía, quería que le pagara más rápido así que enviaba a sus perros para atraparme y amenazarme.

Siempre me las había apañado para escapar de la golpiza que me esperaba si me llegaran a atrapar, no contaba con que un día ellos ingenearían un plan para dejarme acorralado en un callejón.

—Jangsu ya está cansado de que seas tan lento en los pagos —dijo uno de ellos.

—Vamos amigo, no es tan fácil ganar dinero y mucho menos una cantidad como esa —hable tranquilamente.

—No nos importa como la ganes, solo que la pagues —prosiguió el acompañante. —Te daremos tres meses para que pagues o enfrentes las consecuencias

—Pero antes... —interrumpió el otro y se acercó a mí. —Una probadita de lo que podrá pasar si no pagas. —sin más me soltó un golpe en el estómago que me hizo retorcerme del dolor, me sujeté el área afectada y caí de rodillas, en ese momento me pateó tres veces, luego me hizo levantarme para terminar con su puño en mi rostro haciendo que mi labio reventara me empujó y nuevamente caí al piso, ambos se fueron entre risas mientras yo estaba al borde del llanto por la asquerosa vida que llevaba.

[...]

Al día siguiente, llegué tarde al trabajo porque no lograba levantarme de la cama debido al dolor por la golpiza que había recibido el día anterior, tomé medicamento y cuando me sentí mejor corrí para llegar a laborar, a mi jefe le importó un comino y me despidió.
Caminaba por la calle con la mirada baja, mis manos en los bolsillos, llevaba una gorra y mascarilla para que la gente no viera los golpes de mi rostro, no tenía nada que hacer así que me dirigí a una galería, ese lugar me traía paz, ver las pinturas colgadas en la pared me hacia olvidar de todos mis problemas y lo mejor de todo es que cuando no había eventos privados, la entrada era gratis.

Miraba atentamente los cuadros que tenían colores fríos, las sombras y la oscuridad que presentaban me hicieron sentir peor, extrañamente no estaba olvidando nada. Cuando llegué al próximo lienzo me detuve al ver la diferencia que marcaba con los anteriores, ese tenía colores vivos, mostraba lo que figuraba ser un campo de flores, había mariposas y una pequeña niña con un vestido blanco jugaba en medio de todo, en el cielo, pintaba nubes y un arcoíris precioso, estaba demasiado atento a todo, hasta que una voz femenina me sacó de mis pensamientos.

—La guerra y el arte hay que verlos de lejos —la miré, una chica se posicionó a mi lado mirando la pintura. —Quizá si das un par de pasos atrás puedas apreciarla mejor —sin contestar hice lo que dijo y era cierto, desde ese punto podía ver todo mucho mejor.

—Pareces ser una experta de pintura —reí por lo bajo sin mirarla.

—En realidad yo la pinté —mi vista se dirigió a su rostro, mantenía una sonrisa tímida y sus mejillas se colorearon ligeramente de rojo, ella volteó para verme y en ese momento sentí un choque de electricidad cuando sus ojos miraron a los míos ya que era lo único que ella podía ver debido a la mascarilla, rápidamente desvíe la vista.

—Eres talentosa —la halagué. —Haces ver las cosas muy hermosas y tranquilizantes, en mi caso, ver tu pintura me hace olvidar los miles de problemas que llevo en la espalda, me distrae y eso me quita un poco de peso por un momento.

—Entonces deja de verla —se dirigió a mí, me giré a ella para escuchar lo que diría. —No te distraigas, aunque sea pesado, los problemas son solo por un momento, tarde o temprano se resolverán y el peso que llevas cargando será poco a poco más ligero, así que no te distraigas y resuelvelo —me regaló una sonrisa sincera, una que jamás olvidaría.

Estaba por darle una respuesta cuando su teléfono comenzó a sonar, miró la pantalla y sin esperar más contestó.

—¿Qué pasa K8? —habló informalmente. — Claro que no lo olvide... te veo ahí... al terminar llévame a comer bulgogi... está bien adiós —colgó la llamada.

—Supongo que estás ocupada.

—Un poco —guardó su teléfono. —Es el aniversario de muerte de mi padre e iré a verlo al panteón —hizo una pausa. —Fue un gusto conocerte, espero puedas resolver todos tus problemas —hizo una ligera reverencia, imité su acción y ella comenzó a caminar hacia la salida, rápidamente la alcancé para detenerla.

—Disculpa... —me dio su atención con una sonrisa. —¿Cómo te llamas?

—Lin Ah, Oh Lin Ah.

El panteón estaba vacío, solo éramos K8 y yo, estábamos frente a la tumba de mi padre, yo dejaba un poco de soju, le encantaba esa bebida, al terminar de poner las ofrendas, miré su foto y sonreí, lo extrañaba pero no podía deprimirme sabía que eso no le gustaría; hice una reverencia y me levanté.

—Señorita Lin, ¿cree que el señor Oh nos esté viendo ahora mismo? —preguntó mi amigo máquina.

—No sabía que creyeras en esas cosas —me reí.

—No lo hago, pero sé que usted sí así que solo quería preguntarlo.

—Bueno, muy probablemente si nos está mirando y seguro que está orgulloso de nosotros dos, incluso del señor Choi —me reí.

—Señorita Lin, la llevaré ahora a comer el bulgogi que tanto le gusta.

—Genial, no lo olvidaste.

—Soy una máquina señorita, jamás olvidó las cosas. —respondió sin expresión alguna.

Ambos mostramos respeto ante la tumba y nos marchamos a un restaurante.
K8 era un robot, androide de tecnología avanzada, era el 99 por ciento similar a un humano, el 1 por ciento restante era lo que él jamás tendría, sentimientos. Mi padre trabajó secretamente junto a un científico especialista en robótica para crearlo o eso fue lo que me dijo el día en que me lo regaló, dijo que lo habían hecho a imagen y semejanza de un joven modelo, el cual tenía las facciones de un hombre perfecto y vaya que era cierto, el rostro de K8 definitivamente era el más hermoso que había visto en toda mi vida, sin embargo, esa mañana sentí que sus ojos los había visto en el chico que conocí en la galería, me parecieron extrañamente similares aunque en ese momento no le di demasiada importancia.

[...]

La noche había caído sin darnos cuenta, terminé mi comida así que pagué por el buen servicio y K8 y yo nos retiramos. La carretera estaba casi vacía, las calles eran iluminadas por las farolas, amaba esa tranquilidad, miré de reojo a K8 el cual iba en el asiento del copiloto, miraba a través de la ventana como pasaban las cosas por la velocidad del auto, agradecí internamente por tenerlo, sin él yo estaría hecha un desastre, sin él no yo no era nada.

Íbamos camino a casa, por desgracia algo malo pasó, un camión nos chocó por el frente, cuando menos lo esperé las luces del vehículo me golpearon el rostro, en ese momento temí por mi vida, temí por la de K8, sin embargo lo que me sucedió fue mucho peor que haber muerto en ese momento, la oscuridad entró en mi mundo sin permiso alguno, mi vida, mi alma, mi pasión, todo de mí acabó, pues ese accidente  provocó que toda la dulzura que llevaba dentro se convirtiera en amargura pura, sabía que después de eso no volvería a ser la misma.

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