YoonGi se agitó, encima de las sábanas, apretándolas entre sus puños. Sus gemidos parecían pequeños ronroneos.
—Mírate... Tan lindo, ¿verdad, gatito?
—N-no soy un g-gatito... —Detuvo su protesta al sentir una mano impactar fuertemente contra su nalga, y lloriqueó, gateando por la cama, tratando de alejarse.
Dos manos firmes tiraron de sus piernas hacia atrás, y gimió al sentir el roce de su pene contra la pequeña faldita negra que llevaba, la cual era un simple adorno ya que no tapaba nada.
Su cabello negro se pegaba a su frente por el sudor. La imagen hacía que HoSeok quisiera tomarlo ya, rudo y sin miramientos, para después acurrucarse con su hermoso novio. Jugaba con el bonito tail plug que el mayor llevaba en su trasero, una cola de gatito. También llevaba una diadema negra, con orejitas, y una delicada braga de encaje del mismo color, que apenas y lograba contener su pene, hinchado por la excitación.
YoonGi era toda una delicia visual para HoSeok.
Una nueva nalgada se hizo eco en la habitación, seguido de otra, y de una tercera. Mientras tanto, el menor sujetaba al pelinegro para que este no tratara de escapar, y YoonGi solo se revolvía débilmente, mientras su pene mojaba la faldita con presemen. Aunque HoSeok se sentía igual o peor, quería jugar un poco más con él.
El mayor, al sentir como se aflojaba el agarre sobre él, supo que podía apartarse, y lo hizo, manteniéndose en cuatro, con las piernas semiabiertas y temblando de la excitación. HoSeok se levantó de la cama en la que estaba sentado, sonriendo suavemente, y se acercó a YoonGi, luciendo como un depredador.
—Ven aquí, gatito.
El mayor hizo un ruidito con la garganta, producto de su desagrado por aquel apodo.
—No s-soy un gatito.
—Oh, si lo eres. Eres lindo como un gatito, ronroneas y esas orejitas y esa cola te quedan perfectas.
YoonGi no contestó, solo dirigió su mano a su cabeza, en busca de la diadema con orejas, para quitársela. Pero cuando el tail plug fue bruscamente sacado de él, su mano bajó para apoyarse en la cama, buscando la estabilidad que había perdido. Un gemido ahogado salió de sus labios, mientras las manos de HoSeok acariciaban suavemente sus nalgas. Se sentía extrañamente vacío después de haber tenido aquello metido dentro por casi media hora.
Un dedo acarició su entrada semidilatada, haciéndole cerrar los ojos con fuerza. HoSeok internó su dedo dentro lentamente, notando como las suaves paredes se amoldaban a su falanges. Supo que podía internar otro dedo y así lo hizo, acariciando suavemente en el interior de YoonGi, en busca de algo que sabía que descontrolaría al mayor. Al encontrar ese pequeño bulto, lo frotó repetidamente, arrancando un grito desgarrado desde el fondo de la garganta del pelinegro, cuyas piernas temblaban como gelatina.
Los brazos de YoonGi perdieron estabilidad, y terminó por apoyar el pecho y la cabeza sobre las sábanas, con las manos a los lados. Empujaba sus caderas contra los dedos de HoSeok, buscando más contacto, y gimoteó molesto. Pero el menor solo le ignoró y siguió maltratando su próstata, oyéndole gemir y gritar de vez en cuando.
Y, justo cuando YoonGi estaba por correrse, HoSeok sacó sus dedos, apartándose del mayor. Este se estremeció violentamente, tratando de recuperar la respiración, pegando su cadera contra la cama y frotándose en busca de saciar su deseo. Sus movimientos torpes fueron detenidos por HoSeok, quien le quitó la faldita y colocó bien la braga, tapando su entrada. También le quitó la diadema y lo dejó allí tumbado en la cama, con expresión molesta, mientras él iba a buscar algo. Revolvió un par de cajones mientras vigilaba a YoonGi, sin recordar del todo dónde había escondido aquel juguete que compró pensando en el mayor.
Al encontrarlo, sonrió y volvió a la cama, escondiéndolo detrás de su espalda. Llegó junto a YoonGi, quien se veía un poco perdido, y le quitó la braga solo con una mano.
—No puedes mirar, ¿de acuerdo, gatito?
El mayor solo suspiró, reteniendo en su boca las palabras que pujaban por salir en negación del apodo. Se alzó nuevamente sobre sus brazos y piernas, en cuatro, temblando y mirando hacia delante, usando toda su fuerza de voluntad para no ver lo que el menor hacía. Su acción hizo sonreír a HoSeok, quien sacó el dildo vibratorio de la caja junto con un par de sobrecitos de lubricante.
Miró su propia ropa, que seguía intacta, y suspiró mientras sentía como su autocontrol se esfumaba poco a poco. Siempre que tenían sexo, pasaba igual. HoSeok se controlaba todo lo que podía mientras jugaba con su bonito novio, dándole placer y llevándolo al límite sin dejarlo correrse, para después descontrolarse y mandarlo a la mierda todo. Pero aún podía jugar un rato más, aunque sus testículos punzasen dolorosamente pidiendo descargarse dentro de YoonGi.
Abrió uno de los sobres de lubricante y lo repartió entre el dildo y la pulsante entrada de YoonGi, quien gimoteó al sentir el frío y viscoso líquido resbalar sobre él, excitándole. HoSeok untó el dildo y buscó el pequeño mando con el que se controlaba, observando que tenía 5 niveles. Frotó suavemente la punta contra el ano del pelinegro, conteniendo la carcajada que casi brota de sus labios al ver como este se respingaba, alarmado. "Como un gatito" pensó.
—Hobi, ¿q-qué es eso? Quita, n-no quiero e-eso... —dijo YoonGi, temblorosamente. Si le gustaba, pero HoSeok siempre jugaba con él hasta dejarlo agotado, y luego lo follaba duro y sin control, mientras él luchaba por respirar. Algún día le daría un infarto o algo.
El menor simplemente le ignoró y comenzó a meter el dildo, despacio, sujetando la espalda baja del mayor. Apoyó una rodilla en la cama para poder acercarse más y empujó con poca fuerza hasta que lo metió casi entero, quedando solo fuera la base, un poco más ancha, sirviendo perfectamente a HoSeok para agarrarlo. Notó como YoonGi había apretado las sábanas entre sus puños, probablemente escocía porque no estaba suficientemente dilatado. En realidad, el dildo era de tamaño mediano, puede que un poco más largo de lo normal, pero si YoonGi no podía aguantar eso, ¿cómo lo soportaría a él cuando entrara?
Acarició su espalda suavemente para que no estuviera tenso, y cogió el mando, encediéndolo en el primer nivel. La vibración distraería a YoonGi. Y lo hizo, el mayor jadeó y se encogió levemente sobre sí mismo, demasiado sensible después de tanto rato jugando. Se apoyó con las manos abiertas en la cama, alzando un poco su cabeza y su espalda, quedando medio sentado.
HoSeok sacó el dildo y lo volvió a empujar dentro, haciendo que YoonGi se mordiera el labio y echase su cabeza hacia atrás, moviendo su cadera para que el juguete entrase más profundo. El menor subió un nivel la vibración y el pelinegro lloriqueó dejando caer su cabeza, con los ojos cerrados y el pelo húmedo por el sudor.
Así pasaron unos minutos, mientras HoSeok jugaba con YoonGi, manteniéndolo siempre al límite, mientras este empujaba sus caderas hacia atrás con ímpetu, intentando liberarse. Y de nuevo, el menor se apartó, observando las lágrimas en el rostro del mayor, que caían por sus mejillas probablemente sin que este fuera consciente.
—Vamos, te daré lo que quieres, pero sólo si admites que eres un gatito. Mi gatito, concretamente.
El pelinegro frunció el ceño y se sentó de rodillas, apartando el pelo húmedo de su rostro.
—No.
HoSeok fingió una expresión de sorpresa y caminó en silencio hacia el baño, dejando el dildo en una cubeta. Más tarde lo limpiaría. Al volver a la habitación, comenzó a revolver el armario, haciendo como si buscase una chaqueta, y habló sin mirar al mayor.
—Bien, entonces supongo que puedes arreglártelas solo, yo iré a dar un paseo para que se me baje la calentura.
Siempre funcionaba, fingir que se iba a ir y no iba a satisfacer el deseo de YoonGi desesperaba completamente al mayor y le hacía actuar impulsivamente. Solía aprovecharse de eso cuando discutían por pequeñas tonterías, entonces sólo hacía que YoonGi prometiera no hablar del tema. Pero a veces lo usaba como un juego, solo para hacer enfadar a su novio, porque le encantaba ver como su pequeña nariz se fruncía con molestia y sus mejillas se inflaban en un puchero, sobre todo si eso ocurría mientras tenían sexo.
—¿Qué? ¿Vas a dejarme así? Ni se te ocurra, HoSeok...
—Admite que eres un gatito.
El pelinegro suspiró temblorosamente y se mordió el labio, frotándose suavemente contra la cama.
—Hobi, no...
El menor solo se encogió de hombros, con una chaqueta en la mano, y comenzó a caminar a la puerta de la habitación, previendo que YoonGi le gritara y probablemente le insultara o dijera alguna palabrota, pero aún así haría lo que HoSeok quisiera.
—¡Joder, vale, vale! No te vayas, yo... S-soy tu gatito —Al decir la última frase, su tono de voz bajó desde el grito que era al principio hasta un murmullo rápido y casi ininteligible.
—¿Perdona? No te oí bien, ¿lo repites? —pidió HoSeok, aún de espaldas, intentando mantener la poca cordura que le quedaba para no abalanzarse sobre el mayor.
—¡He dicho que soy tu gatito! —gritó, perdiendo el control— Soy tu gatito, soy cualquier cosa, soy una puta barbie que puede ser lo que quieras, joder, pero ven aquí y fóllame de una puta vez o te castro.
El menor sonrió y posó la chaqueta en algún lugar, sin importarle. Se quitó la camiseta, con parsimonia, y se dio la vuelta hacia YoonGi, quien le observaba con el ceño fruncido.
—Vamos, no te enfades, gatito.
El mayor resopló, pero seguía restregándose contra las sábanas, intentando aliviar el dolor que se había instalado en su hinchado pene. HoSeok le miraba fijamente mientras se quitaba el resto de su ropa. Pelo negro, húmedo por el sudor, pegado a su frente. Había cerrado los ojos, se mordía el labio y mantenía el ceño fruncido, mostrando una expresión de concentración que le encantaba a HoSeok. Su blanquecina piel se mostraba rosada en algunas zonas, y su pene estaba casi rojo, el menor incluso logró ver sus testículos levemente azulados, palpitando dolorosamente. YoonGi movía sus caderas intentando obtener algo de fricción que se llevara su malestar, su pequeña cintura se marcaba, llamando la atención de HoSeok como si tuviera un cartel luminoso.
Sus pequeños y rosados pezones estaban erectos, reclamando atención, así que fueron el primer objetivo del menor cuando logró desnudarse por completo. Se acercó rápidamente, subiéndose a la cama para estar cerca de YoonGi, y tomó los botoncitos entre sus dedos, apretándolos suavemente. Un suspiro quebrado brotó de los labios del mayor, quien lo empujó molesto.
—Deja de jugar, mierda —Su voz sonaba rota, y su mirada estaba perdida cuando abrió los ojos para ver fijamente a HoSeok.
La mirada necesitada que YoonGi le dio hizo que el menor se descontrolase y estampase sus labios contra los del pelinegro, en un beso desesperado. Sus dientes chocaron un par de veces y el mayor gimió ahogado cuando HoSeok metió su lengua en su boca. Se separaron, y el menor giró al otro, colocándolo a cuatro y empujándolo contra la cama. Buscó con la mirada el segundo sobre de lubricante que había llevado, y al encontrarlo lo agarró y lo abrió, extendiéndolo sobre su erección.
Frotó el glande contra la apretada entrada de YoonGi, arrancándole un jadeo desde el fondo de su garganta. Se empujó suavemente contra él, introduciendo solo la punta, y alzó las manos hasta la cintura del mayor, apretando, pero sin llegar a meter más su pene.
—Hobi... T-tu gatito quiere leche... —murmuró el pelinegro, temblorosamente, avergonzado a más no poder.
HoSeok le penetró por completo, con fuerza, haciéndole gritar. Dolía un poco, pero era soportable, y en aquel momento la línea entre el dolor y el placer estaba tan difuminada para YoonGi que le encantó la leve punzada que sintió, extendiéndose lentamente hacia su espalda baja.
El menor no esperó mucho para empezar a embestir furiosamente, apretando con fuerza la cintura del mayor. Sujetó ambas nalgas entre sus manos, apretando y abriéndolas para poder ver como su pene entraba y salía de su novio. La suave piel del ano se estiraba con cada embestida, asemejando una pequeña boquita que tragaba ansiosamente todo lo que HoSeok tenía para ofrecerle.
—¿Quieres leche? Yo tengo mucha leche para darte. ¿Te gusta que te folle duro, eh?
—S-si...
El menor sujetó con una mano la erección de su novio, masturbándole despacio y delicadamente, a diferencia de las embestidas que eran rápidas y fuertes. Pasó su mano por los testículos, haciendo que YoonGi lloriqueara, y después acarició la sensible piel entre los testículos y el ano.
—Te encanta que te lo haga fuerte, eres una pequeña putita.
El pelinegro se mantenía como podía en cuatro, intentando sostenerse sobre sus brazos. Su mayor debilidad era que HoSeok le hablase sucio en la cama, pero después le trataba como un príncipe y le mimaba al terminar.
—S-Si, soy tu p-puta.
El menor subió una mano al pelo de YoonGi y otra a su cuello, apretando y tirando de ambos para alzar al mayor y dejarlo de rodillas, embistiéndole con fuerza.
—Joder... Eres mi puta, solo mío. Nadie te puede tocar como yo lo hago.
—¡Si! So-soy tu puta... —gritó YoonGi, sintiendo el agarre en su garganta, mientras se venía con fuerza, temblando por el placer.
Al darse cuenta, HoSeok le soltó y salió de él, notando como tenía leves marcas rojizas en el cuello, las nalgas y la cintura, producto de la fuerza con la que lo había sujetado. Le giró y le hizo tumbarse boca arriba en la cama, solo para observar su rostro. Tenía los ojos llenos de lágrimas de placer, las mejillas sonrojadas, y los labios entreabiertos, con marcas de morderse.
Le levantó las piernas y volvió a penetrarlo una y otra vez, mientras YoonGi gemía y lloriqueaba al sentir su próstata ser golpeada sin piedad, sin poder contenerse por la sobreestimulación. Las manos del menor volvieron a aferrarse a la cintura del contrario, apretando con fuerza, intentando dejar marcas con sus dedos. También bajó su cabeza y comenzó a dejar chupetones en su pecho y cuello, asegurándose de que fueran intensos y se vieran.
HoSeok sintió una fuerte corriente recorrer su espalda y se liberó dentro del mayor, embistiendo un par de veces más, con toda su fuerza. YoonGi gritó cuando se vino por segunda vez en un periodo de tiempo tan corto, luchando por respirar.
El menor dejó su cabeza caer sobre el hombro de su novio durante unos segundos, para recuperar la respiración. Tragó saliva y se levantó, saliendo del mayor. Vio como su semen salía lentamente de la entrada de YoonGi, como la forma de sus dedos se había quedado marcada en la cintura del mayor y probablemente dejarían moratón, el pecho y cuello llenos de chupetones, y sonrió. Se dejó caer a su lado y tiró de él hacia su pecho, abrazándole con cuidado.
—¿Todo bien, bebé?
El otro solo asintió, con los ojos cerrados, demasiado agotado como para molestarse en hablar. Y ahí empezó su sesión de mimos después del sexo, con HoSeok regalándole caricias y delicados besos a su novio. Buscó las sábanas para taparlos a ambos, y siguió haciéndole cariñitos a YoonGi hasta que se durmió. Le observó, con sus finos labios entreabiertos, respirando suavemente. Sus ojitos cerrados, y su mejilla aplastada contra el pecho de HoSeok.
Lo amaba demasiado. Y así, mirándolo detenidamente, no podía evitar pensar de nuevo en que parecía un gatito.
2606 palabras
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