Venda
Dominic cerró la puerta de su cuarto y pudo jurar que estaba temblando, de pies a cabeza. Apoyó la espalda hacia atrás y cerró por un momento los ojos dejándose embriagar por las deliciosas y fuertes feromonas. Esas que eran las feromonas de un omega en celo, su omega.
Se relamió los labios en consecuencia. Ya comenzaba a reaccionar y la erección en sus pantalones era la evidencia de aquello. Siempre se decía que los omegas eran los más débiles y Dominic nunca había estado de acuerdo con eso, después de todo, ningún alfa podría resistirse a un olor tan plácido como aquel. Entonces quién era el más débil.
Tampoco ayudaba la imagen delante de él. Aidan estaba sentado con algo de trabajo sobre la cama con las manos agarradas en su regazo con fuerza. Su cabeza también baja y su cabello cubriéndole el rostro. Sus hombros subían y bajaban con la rápida respiración, dando a entender que su celo estaba llegando a un momento crucial.
Y por dios, la ropa que llevaba. Dominic se mordió el labio inferior. Era uno de esos juegos de dormir de ropa interior de encaje con un pequeño roponcito de tul encima, que mostraba más de que ocultaba. Diseñado principalmente para mujeres, pero en su omega, dios, se veía realmente sexy. Siempre había querido ver a su pareja en ese tipo de prensa, incluso había pasado por su mente comprar uno aunque no se atrevía pues creía que sería rechazado, pero quizás no. Cumplir su fantasía no sería tan complicado. Ya destinaría una parte de su fortuna a comprar prendas de ese tipo pues sabía que con su deseo no durarían en perfecto estado más allá de una noche.
Comenzó a caminar lentamente hacia la cama quitándose la camisa mojada y dejándola que se desplazara por sus hombros hasta caer con un sonido sordo sobre el suelo. Liberó un poco de sus feromonas, no tan fuerte, quería que se mezclaran con las de su omega. En consecuencia, él tembló un poco cuando envolvieron su cuerpo y alzó la cabeza con los labios entreabiertos transpirando.
Su cuerpo debía estar sufriendo realmente por el fuerte deseo sexual y ahora que había detectado a su alfa sería peor, aunque no tanto como debía ser. Sus feromonas todavía eran bastante débiles en comparación con un celo real, eso significaba que su cuerpo todavía no se había mejorado del todo. Al menos él tendría un poco de conciencia todavía. Eso le gustó, no quería que él se entregara completamente a él solo por el deseo. Quería que lo aceptara como su pareja en todos los sentidos y que no le tuviera miedo.
Dominic se quedó quieto por un momento con lo nuevo que había descubierto, deteniendo el movimiento de sus manos sobre el broche de su prenda inferior. Una venda estaba alrededor de los ojos de su omega. Su ceño se frunció y se acercó. Sus dedos tocaron ligeramente su sien acariciando el borde de la tela. La cabeza de Aidan se inclinó ante su tacto. Las mejillas de él estaban sumamente rojas, así como parte de su cuello y el inicio del valle de su pecho algo inflamado por el exceso de hormonas producidas en su estado, haciendo que se viera aún más sexy.
Y esos labios hinchados eran toda una invitación.
Obviando el tema de la cinta, de lo cual tuvo una idea de porque era y no comentaría nada, se dignó a inclinarse. Sus labios rozaron suavemente los de su omega ante de hablar sobre ellos con voz grave y un poco sofocada. Las feromonas comenzaban a nublar su juicio.
-Tranquilo amor, soy yo, confía en mí, no te haré daño- volvió a besarlo y aunque podía sentir un temblor proviniendo de él sus feromonas le indicaban que eran por la misma excitación.
Aidan alzó sus manos a ciegas palpando el cuello de su alfa y lo acarició para rodearlo después y hacer el beso más profundo. Su conciencia no se había esfumado por completo, pero necesitaba alivio. Su cuerpo estaba en llamas y el calor de Dominic lo aliviaba con solo un roce. Abrió los labios y dejó que el alfa hiciera con su boca lo que quisiera.
Al tener sus ojos vendados las sensaciones eran más vividas y la voz grave de su alfa le hacía estremecer borrando la imagen de aquella noche, siendo sustituida con la que despertaba cada día, tan hermoso y glorioso que lo hacía estar orgulloso de tenerlo al lado.
Dominic puso una mano en la nuca de él y corrió su cabeza hacia a tras profundizando el beso lo más que podía y aun así no era suficiente. Su lengua danzaba junto la de Aidan al punto de ser atormentador y dolor. Sus alientos clientes se mezclaban como uno haciendo que tanto uno como el otro gimiera. Las feromonas de ambos pronto inundaron toda la habitación dejando solo a un alfa y un omega queriendo devorarse.
Dominic dejó sus labios respirando con dificultad, un hilo de saliva unía sus labios húmedos y brillantes. Sonrió ligeramente antes de besar suavemente el cuello blanco delante de él.
-Aidan, déjame besarte, tocarte, lo haré suave y te haré sentir realmente bien- dejaba un rastro de suaves besos en la garganta palpitante delante de él.
Abrió las piernas del omega y se arrodilló entre él recorriendo los tiernos muslos con sus manos hasta colarlas por el borde del pequeño ropón transparente y llegar al borde de la braga de encaje que apenas contenían el pequeño miembro ya duro y goteante. La boca del alfa se hizo agua ante la imagen.
-No me tengas miedo- murmuró contra el pecho de él utilizando sus dientes para apartar uno de los tirantes del sostén que se desplazó por su hombro- Entrégate completamente a mí. Prometo que te cuidaré toda la vida- siguió bajando dejando suaves besos por encima de la tela en su abdomen.
El cuerpo de Aidan temblaba cada vez más y terminó por caer en la cama cuando la mano del alfa lo empujó suavemente hacia atrás y alzó sus piernas. Pronto la braga se desplazaba por debajo de sus nalgas, por sus muslos hasta que fueron retiradas completamente. Y sus piernas otra vez se encontraron a cada lado del alfa.
Si hubiera estado en todos sus sentidos se hubiera sentido avergonzado pero su celo mandaba ahora y solo quería que el calor que atormentaba su cuerpo se apagara y que Dominic fuera quien lo hiciera.
Su aliento se atascó en la garganta cuando algo cálido, húmedo y suave envolvió su miembro. Un gemido salió de entre sus dientes y quiso cerrar sus piernas como reflejo pero estaban fuertemente agarradas dejándolo expuesto ante aquello que lo devoraba. El cabello rubio de su alfa le hizo cosquillas en la parte interna de sus muslos y en vez de apagar la llama solo la estimuló aún más.
Dominic lamió la suave piel inflamada y con un sabor dulce que llenó sus papilas gustativas, para después sorber. Pero no se detuvo mucho en ese lugar, porque bien era sabido que la zona más sensible de los omegas estaba en ese lugar más abajo, apretado y palpitante.
-Estás tan húmeda- comentó antes de lamer su ano- Y tan deliciosa- abrió la piel cerrada con sus dedos viendo como el lubricante natural salía del interior del omega y enterró su lengua allí. Oyó un grito salir de Aidan pero no cedió. Movió su lengua aún más acompañándola poco después con dos dedos que no le costó dilatarlo. Quería que estuviera lo suficientemente excitada para cuando lo tomara otra vez. Deseaba que la experiencia fuera lo más agradable para él.
Introdujo más profundo los dedos dentro de su cavidad húmeda y los movió. Las paredes palpitaban deliciosamente contra ellos y anheló estar pronto dentro. Lamió algunas veces más sin ceder el movimiento, dilatándolo, hasta que los gemidos de él eran lo suficientemente altos para que resonaban en la habitación. Aidan estaba cerca del orgasmo pero no se lo daría así. Debía ser más especial.
Se separó lentamente sacando los dedos que llevó a su propia boca y los saboreó. Dejó un camino de beso en el muslo temblante y se levantó.
Dominic sentía que todo su cuerpo palpitaba y el pantalón que le apretaba demasiado pronto fue abierto dejado libre su miembro erecto y suspiró de alivio. Bajó la prenda y la dejó en el suelo y volvió junto a su omega inclinándose lentamente sobre él para no asustarlo.
Besaba su estómago, sus manos acariciaban sus nalgas, cadera, cintura, los duros pezones. Toda la piel que tuviera delante. Aidan no lo rechazaba, solo gemía dejándose entregar al placer intensificando por el celo. No supo cuándo, pero las lágrimas habían comenzado a correr por sus mejillas humedeciendo la venda que fue besada.
Dominic enterró su nariz en el cuello de él y aspiró. Era delicioso el olor que salía de su interior. Lo estremecía. Ya casi no podía aguantar más. Deseaba en un principio ir suave, pero le estaba constando demasiado esfuerzo. Los músculos de su espalda estaban sumamente tensos y dolían.
-Aidan ven- se levantó y lo jaló del brazo. Se sentó en el borde de la cama y lo sentó a horcajadas sobre él. Pronto los brazos de él le rodearon el cuello al verde tan indefenso y no tener una superficie de soporte más que los muslos de debajo.
Esa era una buena posición, había analizado Dominic, al menos para iniciar. Quería que él tuviera más confianza antes de tenerlo debajo de él. Acarició la espalda delgada y buscó sus labios enredándose nuevamente en un profundo beso mientras bajaba sus manos y volvía a acariciar su interior con suavidad. Sus dedos ya entraban fácilmente por la lubricación
-Aidan, déjame entrar- le murmuró y pudo notar como se puso tenso pero él no detuvo ni los masajes en su espalda ni en su interior- Lo haré suave. Tú puedes tener el control- Lo alzó un poco y lo recargó contra él cuando se corrió hacia atrás sosteniéndose en un brazo.
Aidan no podía ver, todo estaba oscuro estimulado por muchas sensaciones. La voz de Dominic retumbaba en su interior y de cierta forma la confundía sobre todo cuando le daba el control.
-Dominic- su voz temblaba. Sus uñas enterradas en los anchos hombros- Yo no sé qué hacer. Mi cuerpo no me responde- casi lloriqueó sin quererlo. No se comprendía a él mismo en esos momentos- Tengo miedo-
El celo era algo que nunca había experimentado y lo estaba volviendo loco. Un besó terminó en su frente intentando calmarlo.
-Confía en mí. Déjame hacerlo amor- besó después sus labios- Si no puedes soportarlo me detendré.
Aidan se demoró en mover la cabeza asintiendo con algo de duda todavía. No podía ver a Dominic, ni la aterradora imagen de aquella vez. Quizás podría lograrlo. Al menos lo intentaría. Si no era ahora, tal vez no tendría el valor en otro momento. Se abrazó más hacia Dominic hundiendo su cabeza en el cuello. Era el momento.
El alfa notaba el cuerpo jadeante de su chico sobre él y sacó los dedos de su interior para agarrar su propio miembro y dirigirlo hacia la entrada palpitante, momento que llevaba esperando desde hacía mucho, pero debía hacerlo con delicadeza y espera a que Aidan se acostumbrara. Esta vez no lo echaría a perder.
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