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Placer

Debían habérsele cruzado los cables y que todos los astros se pusieran en sintonía para que precisamente en ese momento, el llegara y el omega estuviera en celo. No sabía si reír o llorar. Había alguien allá arriba que no lo quería. Pero no era tiempo de pensar en eso.

Entró rápidamente y cerró la puerta, aunque su cuerpo se tambaleó y se sujetó a esta. Las feromonas omegas eran demasiado fuertes y eso sobre estimulaba su instinto alfa. Era natural que reaccionara y lo tomara como todos los de su especie enloqueciendo por completo. Años de entrenamiento habían forzado la resistencia que tenía ahora y que veía flaqueando.

Apretó sus dientes hasta que dolieron. Sus colmillos habían aumentado un poco más de tamaño. Eso era peligroso. Quizás era porque no estaba preparado para lo que iba a encontrar, pero la realidad era que lo había agarrado con las defensas bajas.

Respiró profundo y cerró los ojos. Había discutido con Julian pero eso no quitaba que él era una paciente con una condición delicada y además era el primer omega que había decidido. No podía simplemente hacerse el desentendido por muy frío que fuera.

Con más convicción y logrando más control sobre sí mismo se enderezó y caminó hacia él. Julian estaba en el suelo del apartamento bañada en sudor y jadeaba. Sus mejillas sumamente rojas y una expresión de dolor en su rostro. El celo nunca era una etapa agradable para un omega solo. Sus labios estaban cuarteados y el olor a lubricante natural era bastante intenso en él.

Madox se arrodilló y lo alzó por la nuca hasta recostarlo en su cuello palpando su pulso. Por la intensidad de sus feromonas debía estar en su segundo día. Los signos de deshidratación ya eran notables, así como los de desnutrición. Su cuerpo era realmente débil, por eso le gustaba pasar los celos a su lado. No era solo por el sexo. Estaba más tranquilo sabiendo que terminaba en una mejor condición.

Lo oyó gemir cuando lo rodeó entre sus brazos y lo cargó.

-Tranquilo- le dijo casi en un murmullo utilizando un poco de su voz para que la orden fuera más precisa.

Julian se removió contra él y pegó la nariz a su cuello aspirando y mordiendo la piel que estaba desprovista. Madox arrugó el ceño. Debía apurarse y limpiar su cuerpo y darle al menos un poco de agua. La necesidad del omega debía estar en su mejor punto y debía ser atendido para que no fuera doloroso.

Entró rápido en el baño y recargando el cuerpo de él contra el suyo, sosteniéndolo con un brazo alrededor de la cintura abrió la regadera con agua caliente. Julian gimió y soltó su cuello que ya tenía más de una marca de mordida.

Dejó caer la cabeza hacia atrás y Madox pudo ver aquellos ojos, todo dilatados y la expresión que ponían todos los omegas, pero la de Julian era sumamente excitante. El alfa no pudo evitarlo e inclinó la cabeza y buscó sus labios mordiéndolos con fuerza.

-Me estás rompiendo el cráneo, pajarito y esta vez no estoy bromeando- gruñó.

Julian por su parte sonrió toda embelesado por tener un alfa entre sus brazos y levantó una pierna para enrollarla por debajo de las nalgas del alfa ya que no podía llegar más arriba. Contorneó sus caderas sobre la erección que ya estaba en el pantalón del mayor y llevó sus manos hacia el borde buscando el botón.

Madox no lo detuvo, la ropa estaba en el medio y ansiaba quitársela. Se golpeó mentalmente.

-Céntrate alfa- se dijo así mismo- Primero hay cosas que hacer- contuvo las manos de él contra su espalda estratégicamente mientras comenzaba a limpiar su cuerpo de una forma que ni él mismo se imaginó que fuera posible.

La parte más difícil fue cuando llegó a la parte inferior de Julian. La lubricación natural de la etapa del celo se escurría por sus muslos empapándolos, con un aroma que lo hizo salivar y el pequeño miembro estaba duro y rosado. Ya sabía lo primero que tendría que hacer. Se mordió el labio inferior queriendo chuparlo. El sabor de Julian por donde fuera era tan dulce que lo volvía loco.

Pero era mejor hacer las cosas bien. No podía creer que se estuviera diciendo eso él mismo.

Mojó hábilmente el cabello rojizo del omega solo con agua y lo corrió hacia atrás. Sus dedos se enredaron en los rizos suaves que se deshicieron bajo su tacto. Ya complacido por haberlo limpiado suficiente lo llevó hacia la cama envuelto en una gran toalla, de las que él usaba cuando estaba en la casa, y que se impresionó que las tuviera todavía. Julian solo buscaba sus labios a cada momento.

-No te muevas de ahí- le dijo cuándo lo sentó en la cama y salió del cuarto.

Necesitaba una botella de agua y algo para que comiera una vez que terminara la primera ronda de sexo. En su condición ya sería bien complicado que bebiera. Suspiró. Era un dolor total de cabeza, uno que le gustaba tener.

Rebuscó en el bolsillo de su pantalón y sacó una tira larga de condones. Siempre solía estar preparado, pero no estaba seguro de que fueran suficientes. Tendría que hacer un hueco para ir a comprar más para terminar el celo.

Si lo anudaba sin condón las posibilidades de que él quedara embarazada eran del 100%, y él había sido muy claro con no querer verlo otra vez. Por lo que lo atendería y antes de que él despertara en todos sus sentidos se iría. Al final, él nunca recordaba muchas cosas durante el celo.

Eso golpeó directamente su ego y se encontró mordiendo su uña al punto de hacerse daño. Chasqueó la lengua. Mira que le gustaba complicarse. Venirse a enredar sentimentalmente con un omega. Él había sido feliz sin tener ningún lazo con nadie. ¿Por qué, con quien se lo había propuesto, lo rechazaba?

Acaso todo lo que había hecho en su vida se estaba girando en su contra.

La vida era una mierda.

Cerrando la puerta del frío y vaciando su mente, sino se volvería loco, se quitó todas sus prendas mojadas hasta solo quedarse en el bóxer y las puso sobre una silla para que se fueran secando. No creía que Julian a esa altura tuviera alguna ropa de él dentro del apartamento.

Al regresar a la habitación encontró una imagen que más que excitarlo casi lo descontroló. El omega, su omega estaba ya acostado en la cama y no le había hecho ningún caso. De quedarse quieto, eso nada. Ahora estaba sobre su espalda, con las piernas abiertas, sus dedos se perdían en el interior de su agujero rosado sumamente húmedo y palpitante.

Madox se estremeció y se relamió los labios. Las feromonas omegas dentro de aquel lugar se volvieron más dulces.

-Alfa- él lo llamó alzando la cabeza con los ojos vidriosos.

Él no se la ponía fácil.

Madox abrió la botella y se acercó a él, agarrándole la mano que tenía sus dedos hasta en su interior y la sacó para tirar de él y sentarlo.

-Toma de esto y te prometo que te prestaré atención- le dijo con una sonrisa lobuna. Eso siempre funcionaba con él.

Julian sonrió y con las dos manos temblorosas agarró la botella y la llevó a sus labios sin romper el contacto visual con Madox. Bebió tres largos tragos para después pasar la lengua provocativamente sobre la boca del envase.

El alfa sonrió se la quitó de las manos dándose cuenta que no tomaría más y la lanzó por encima de su hombro sin importarle a donde fue parar.

-Ahora es mi hora de beber- se lamió los colmillos y empujó suave al omega dejándolo otra vez acostado sobre la cama.

Y se inclinó para abrirle más las piernas y enterrar su rostro en el pequeño agujero palpitante, húmedo y anhelante de atención. Su lengua lo repasó de arriba abajo llevándose en su lengua parte del néctar dulce que salía. Su alfa se removió dentro de él complacido. Una de sus manos rodeó el pequeño pene y jugó con él, aunque que sabía que esa no era su parte más sensible.

Julian casi soltó un grito mientras sus manos se enterraban en la cabellera rubia del alfa y la apretaba. Sus sentidos intensificados solo se vieron aún más estimulados. Se contorneó, pero sus caderas fueron sujetas con fuerza por el mayor. Sus dedos no le dejaron moverse mientras Madox enterraba su lengua estimulándolo todo lo que era locamente posible.

Julian soltó un gemido ahogado cuando el orgasmo lo asaltó tan rápido que apenas le dio tiempo a procesarlo. Su espalda se levantó de la cama y su vista se difuminó por completo mientras miles de espasmos lo atacaban. El líquido blanquecido cayó sobre su vientre plano donde el alfa rápidamente fue a saborearlo. Su cuerpo cayó desfallecido y jadeante sobre la cama pero eso no era suficiente.

Con una sonrisa dejó sus piernas abiertas como una completa invitación para que el alfa acabara de entrar dentro de él y lo anudara, como debía ser. Soltó tantas feromonas en dirección a Madox que este se sintió mareado. Lo hacía inconscientemente por lo que no tenía control sobre sí.

Y Madox tampoco sabía si aquello era seguro. Su cuerpo temblaba y su mirada se estaba volviendo como la de un depredador pero ya no le importaba. Lo que estaba ahora mandando sobre él era su parte más primitiva por lo que abrió las piernas de él y bajándose el bóxer hasta la altura del muslo, rompiendo uno de los sobres de preservativos con los dientes, poniéndoselo en su marcada erección, lo penetró de una sola estocada.

Ambos gimieron ante las fuertes sensaciones que los recorrieron. Madox se estremeció y movió su cadera saliendo para después introducirse nuevamente, más duro. El interior del omega, era cálido, húmedo y lo apretaba de forma deliciosa. Puso sus manos a cada lado de la cabeza de él y sonrió.

Después de eso solo supo que no pudo ponerle control a sus caderas. Ahora mismo eran un alfa y un omega saciándose dentro del placer del celo.

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