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Loco

Julian entró en su apartamento y en cuanto cerró la puerta pegó su espalda en ella. Se desplazó hasta quedar en el suelo con la mirada puesta en su maleta, delante de sus ojos. No pudo evitar que nuevas lágrimas silenciosas salieran de sus ojos.

No pasaron muchos segundos para que respirara profundo acallando los sollozos y se limpiara las mejillas. Llorar no solucionaba ninguno de los problemas, ni siquiera los minimizaba.

Oyó el celular vibrar en su bolso y por un momento fue a cogerlo rápido, como siempre ocurría cuando normalmente era Madox, pero no. Recordó, por no sabía que vez, lo que había ocurrido en el hotel. Su muñeca latiendo era un recordatorio constante de su locura.

Apretando los labios buscó el teléfono y observó aquel número estaba en la pantalla. De verlo tanto ya se lo sabía de memoria a pesar de que no quería. Ni siquiera lo había registrado, pero esta vez, no era como si pudiera ignorarlo.

Lo descolgó mas no habló. Aquella voz masculina se escuchó del otro lado.

-Hola cariño- sonaba realmente feliz- Estoy contento que al final me respondieras. Disculpa que haya tenido que usar el celular de tu jefa para contactarte, pero me estabas ignorando. Me puse ansioso. Ya sabes como soy-

-No lo sé Nolan- él habló mortalmente serio- Nunca sueles mostrar tu verdadero rostro-

Un largo silencio antes de que el alfa volviera a hablar.

-Vamos cariño ¿estás molesto?- hubo una risa del otro lado de la línea- Sabes que no debiste correr de mí como lo hiciste, eres mi destinado y sabes que no me equivoco. O acaso nuestros momentos del pasado, cuando éramos unos adolescentes los vas a desechar tan fácilmente. Tuvimos buenos momentos y el sexo era genial-

Julian no habló. Parte de sus recuerdos estaban volviendo pero aun había algunas lagunas que debía completar, aunque lo que a él le interesaba estaba en su cabeza. Se había esforzado en abrir esa parte de su mente y dejado salir los recuerdos que él mismo había selladoo. La cicatriz siempre había sido una excusa y tenía sus razones para ello.

-Bueno querido, a diferencia de ti que estabas de vacaciones yo tengo trabajo y no tengo tiempo para ti. Saldré de viaje de negocios por al menos medio mes. En ese tiempo prepara todo y recoge. Cuando vuelvas regresaremos a mi casa y no quiero excusas. Ya hablé con tu jefa para que te del pago completo del mes, no tienes que ir más después de eso-

-Pero es mi trabajo- él abrió los ojos aún más grandes.

-Ya no cariño, eres un omega, mi omega, tu trabajo es atenderme a mí como alfa, como antes. ¿Si precioso? Y no me repliques que no quiero discutir contigo, estoy de muy buen humor. Nos vemos- y colgó.

Julian se quedó con el celular pegado a su oreja dando timbres después de que la comunicación fuera cortada y tuvo el impulso de lanzarlo pero se contuvo. No debía ser tan impulsivo otra vez.

Apretó el aparato hacia su pecho y enteró la cabeza en sus rodillas intentando regular su respiración. Se estaba volviendo loco.

No quería dejar de trabajar, amaba su oficio más de lo que siempre decía. No quería dejar este apartamento donde estaban sus cosas, cosas que había comprado poco a poco y con ayuda de Madox.

Madox. No quería tampoco apartarse de su lado.

Pero esta vez no era algo que podía evitar. Nolan era su destinado y él era su omega, un omega de constitución débil que sabía que no podía negarse a sus mandatos. El destino de los alfas y omegas estaba escrito, eran tanto una bendición como una maldición.

***

Julian terminó de guardar en el armario la última prenda que había terminado de lavar y se quedó mirando el closet. Capaz que esta fuera la última vez que pudiera poner su ropa a voluntad.

Tenía recuerdos fugaces de cuando vivía en la mansión colonial con Nolan. Era un cuarto enorme, algunas partes difusas, pero lo esencial estaba tallado en su mente. La inmensa cama la mayor parte del tiempo regada dado su uso.

La cómoda donde él tenía que hacer maravillas para domar su cabello que a Nolan le gustaba lacio, todo lo contrario, a como era realmente, y como resultado terminó casi hecho un desastre. Y por último el inmenso vestidor donde la ropa de él era principalmente comprada por el alfa, que decidía que tenía que ponerse él y que era organizada por la mucama.

No recordaba si en algún momento había tenido la oportunidad de escoger su propia prenda.

Su celular sonó y lo agarró de encima de la cama. Era Aidan. Rápidamente respondió.

-Dime- su voz salió más desairada de lo que pretendía.

-¿Cómo estás?- en cambio Aidan sonaba realmente preocupado- No has estado yendo al trabajo y la dueña no me quiso decir que pasó contigo-

Julian se dejó caer en la cama con una débil sonrisa. Confiaba en Aidan pero no quería meterlo en problemas ni a él ni a su alfa y eso es lo que haría si le hablaba de los planes que tenía Nolan con él.

-Renuncié- dijo tranquilamente como si fuera algo natural- Pero no te preocupes, es porque voy para un lugar mucho mejor, cuando comience allí te atenderé con mucho gusto- mintió completamente.

Pero Aidan no se la creyó y su silencio fue constancia de ello.

-Oye, sé que no tengo el derecho de preguntar pero... ¿cómo está él?- Julian casi murmuró.

-¿Madox?- Aidan suspiró del otro lado- Lo está llevando-

-No me mientas Aidan. Soy el causante de todo esto, no quiero estar más en una simple esquina-

Le oyó tragar en seco cuando volvió a hablar.

-Bien para algunas personas, mal para la opinión de Dominic que lo está teniendo que regañar cada cinco minutos. Se ha vuelto como un salvaje-

Julian cerró los ojos y los apretó. Nunca se imaginó que Madox reaccionaría así. Esperaba que como a todas con las que se relacionaba él simplemente le diría bye bye y todo se acabó pero no. Madox lo había llevado a otro nivel y eso hacía que el cargo de conciencia fuera aún más grande.

-Gracias Aidan- le dijo con una débil sonrisa- Estoy seguro de que lo superará rápido. Yo no soy alguien tan importante en su vida-

-¿Qué dices Julian? El mismo Dominic me ha dicho que nunca lo ha visto en ese estado, y mira que lo conoce bien. Está preocupado-

-Aidan- el tono de Julian le indicaba que no siguiera con el tema- Él me olvidará pronto, estoy seguro- claro, él se iría dentro de poco y ya no cruzarían caminos accidentalmente- Lo siento pero tengo que dejarte, estoy un poco ocupado y no tengo mucho tiempo hoy- suavizó su tono y colgó antes de que Aidan dijera algo más.

Si se iba con Nolan tendría que cortar todos los lazos con todas las personas que conocía, eso incluía a su amigo. Por mucho que le doliera.

Respiró profundo y dejó caer el teléfono sobre la cama apagándolo cuando una pulsada latió en su pecho. Frunció el ceño. Acaso ya había llegado.

Se levantó descalzo y caminó hacia la cocina y abrió el refrigerador buscando sus pastillas encontrando que no estaban, más bien el frasco de inhibidores que tomaba durante el celo estaba vacío, y era bastante viejo. Madox solía encargarse de todo durante su celo por lo que no era una preocupación.

Grave error.

Buscó en su bolso, encima de la mesa para encontrar que tampoco había allí. ¿Y ahora que hacía?

Madox le había dicho que pasara por su consulta para sus últimos medicamentos, pero desde el momento que rompió con él sabía que no asistiría. Ahora estaba en serios problemas. Su celo no por haberse regulado había dejado de ser fuerte.

Estaría tres días solo en su cuarto, eso era terrible. Antes se había acostumbrado a mantenerse solo y recuperarse como podía después, pero apenas si recordaba cómo. Madox estaba presente en cada ciclo después de encontrarlo.

Debía volver al cuarto y llamar al menos a Aidan. No quería causarle problemas pero en el estado actual de su cuerpo no era buena idea no cuidarlo. Pero no pudo ejecutar su plan. La razón, apenas si pudo cruzar el comedor.

Su cuerpo se tambaleó cayendo pesadamente en el suelo y otra vez, su conciencia se volvió roja. El celo lo había atacado y ya no era consciente de lo que ocurría a su alrededor.

***

Madox estaba seguro que no era sensato lo que estaba haciendo. ¿Estar parado frente a la puerta del apartamento que le había comprado a Julian? Debía estar completamente loco.

Más bien, loco era el delicioso aroma que estaba saliendo por la rendija de debajo de la puerta. Acaso...

Buscó la llave de la puerta que todavía mantenía en el mismo aro que la suya y no tardó en abrir la puerta para encontrarse una espesa bruma de feromonas de celo y un cuerpo tirado en el suelo casi inconsciente.

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