Escaleras
Irina quería pensar que no se había vuelto loca. El hombre que toda la semana se había esforzado por supuestamente reconquistar a su sobrino no podía estar coqueteando tan abiertamente, en pleno pueblo tan pequeño como aquel ¿verdad? ¿Y con aquella omega? Quiso pensar que no y se acercó un poco y si, no había dudas. Cuando el alfa alzó la cabeza con una sonrisa lo vio gracias a las luces de la calle.
Ese definitivamente era el desgraciado.
***
Julian estaba tranquilo tejiendo sentado en el sofá de la casa cuando la puerta se abrió y cerró con un sonido estruendoso. Su tía entró casi corriendo hacia él y lo agarró de los hombros. Sus ojos estaban inyectados en sangre.
-¿Qué pasa?- Julian no pudo evitar que el tejido se cayera de sus manos. Su tía era una persona difícil pero pocas veces se descontrolaba de aquella manera.
-Escúchame bien Julian. Ese alfa imbécil, que ni siquiera se puede llamar el padre de tus hijas es un verdadero imbécil. Así que ni se te ocurra verlo otra vez-
Julian pestañeó varias veces. Le tomó las manos a su tía y las quitó de su hombro ya que comenzaban a apretarlo sin cuidado.
-Primero cálmate tía y dime que pasó- intentó sonar calmado más su pecho ya daba indicios de apretarse.
-Ese alfa es un mujeriego- esa palabra no le extrañó a Julian que simplemente mantuvo una leve sonrisa en su rostro- Salía de mi trabajo y que crees, me lo encontré con Lana recostada sobre él y por supuesto, como todos los hombres en los que ella le pone el ojo, él le hablaba al oído muy íntimamente. Acaso tiene la vergüenza de venir a pretenderte cuando hace esas cosas-
Julian ni siquiera habló. Esa escena era tan natural verla que ya no sentía nada. Esa era la razón por la que no lo había aceptado. Sabía que solo era cuestión de tiempo antes que el interés del alfa fuera hacia otra persona. Solo no se esperó que fuera tan rápido.
Aun así se levantó. Había una sonrisa en su rostro.
-No te preocupes tía. Mis hijas son mías- se pasó una mano por encima de su barriga- No tenía intenciones de estar con él aun si venía. Solo quería que el supiera que era padre, no lo puedo privar de ese derecho. Así que puedes estar tranquila, lo conozco bien para saber que no debo cruzar esa línea.
Le dio la espalda a Irene y caminó hacia su cuarto. Cuando entró y cerró la puerta se dejó caer por toda la superficie de madera. Sus ojos perdidos en la nada, la sonrisa se había desvanecido. Porque mentiría si dijera que no había tenido esperanzas, después de todo nunca se imaginó que por una simple llamada por un teléfono público lo ubicara ni tan rápido y precisamente allí.
Se pasó la mano por la barriga y no se dio cuenta en el momento que fue, pero estaba mordiendo su labio inferior. No lloraría. No otra vez. Ya lo había hecho varias veces antes y nunca había tenido resultados así que era por gusto.
Tal vez no había sido buena idea haberlo llamado, solo le hacía daño a él mismo, pero que podía hacer cuando aún lo amaba igual que antes. Ahora solo quedaba volverse aún más fuerte para intentar olvidarlo.
Cerró sus ojos y respiró profundo pero una pulsada de dolor azotó su estómago. No era tan fuerte, aunque le quitó el aire por algunos segundos. Gimió en voz baja no queriendo alarmar a su tía. Su rostro se contorsionó y acarició su pancita. El dolor se desvaneció con la misma rapidez con que vino, aunque eso no evitó que el mismo episodio se repitiera al menos tres veces en la misma noche.
En la mañana, después de despertarse preocupado por su embarazo dado que su cuerpo no era el más sano del mundo se vistió para ir en dirección al pequeño centro médico del pueblo. Su tía ya había ido al trabajo, no quería preocuparlo más de la cuenta, ya bastante con que le permitía quedarse en su casa.
Solo no se imaginó que estaría agotado con solo bajar de donde vivía y recorrer nada más que la mitad del trayecto. Había estado demasiado tiempo dentro de la casa y además su embarazo solía quitarle bastantes energías.
Subía lentamente las largas escaleras ayudado de la baranda. Era eso o dar una vuelta que sabía que no sería capaz. Se detuvo casi en la cima cuando su paso fue cortado por alguien. Alzó la cabeza y su rostro se puso serio.
Lana.
No entendía que hacía la mujer allí. Lana había sido la única omega de aquel pueblo costero hasta que él llegó. Se imaginó que por ello los pocos alfas de la zona se disputaban por ella haciéndola el centro de atención. A Julian eso no le importaba, prefería tener su vida tranquila y cuidar de sus hijas después que estas nacieran.
-¿Ocurre algo? Si no es molestia puedes quitarte de mi camino, tengo que ir a un lugar- puso inconscientemente su mano sobre su barriga de forma protectora. El instinto de omega siempre protegía a sus crías antes que a ellos mismos y tenía un mal presentimiento.
Y este no falló. Lana había fruncido el ceño y simplemente se había abalanzado hacia adelante y...lo empujó.
Julian no tuvo tiempo de reaccionar y su cuerpo se sintió cayendo hacia atrás. Caer por la escalera lo aterró, hacía posibilidades muy grandes de que su embarazo peligrara si era que sobrevivía, no eran una escalera pequeña.
Un gemido de miedo salió de sus labios, el tipo de gemido que atraería a cualquier alfa para salvar a un omega en peligro que lo hiciera. Fue totalmente involuntario, nunca pensó que sería ayudado por alguien. No había tantos alfas en aquel lugar para que respondieran.
...
...
Su cuerpo fue sujetado por detrás estrellándose contra él y no contra el suelo. Julian se estremeció al ser envuelto en aquellos brazos que tanto conocía. No podía oler quien era, pero las feromonas de protección que lo envolvieron le hicieron cerrar sus ojos. El recuerdo de lo que su tía le había dicho ayer vino a su mente e intentó soltarse, pero un gruñido resonó contra su oído.
Solo que no fue hacia a él.
-Nunca me imaginé que de veras tuviera el valor de hacer esto- la voz de Madox era sumamente grave y al Julian mirar hacia arriba notó no solo que estaba molesto, sino que sus colmillos estaban a la vista y sus ojos resplandecían.
Las feromonas que antes la envolvieron como manto protector salieron disparadas contra la omega escalones más arriba. Lana cayó de rodillas estremeciéndose.
-Te dejé bien claro mis intenciones anoche- esas palabras saliendo del alfa y calaron dentro de Julian. Su tía no había mentido en algún momento. Los brazos alrededor de él lo abrazaron más fuerte al su olor volverse agrio por la tristeza que lo envolvía.
La omega alzó la cabeza y entre la maraña de cabello lo fulminó con la mirada.
-Siempre obtengo lo que deseo. Si lo que tiene adentro de él es el obstáculo para que seas mío, entonces tiene que desaparecer- jadeó con fuerza.
Julian tembló ante la oleada de feromonas que envolvió a Madox de pronto. Nunca lo había visto tan molesto antes en toda su vida. Más bien, pocas veces había visto un alfa en aquellas condiciones. Ni siquiera Nolan cuando se enfadaba. Era como un alfa protegiendo a sus cachorros...literal.
-¿Qué está pasando aquí?- un oficial de policía corrió hacia ellos pero se detuvo de golpe. Era un beta pero la intensidad de las feromonas de Madox era tan densa que incluso este pudo percibirlo y su frente de humedeció de sudor.
-Él- comenzó a decir el alfa- intentó matar a mi omega empujándolo por la escalera-
Mi omega...
Había dicho algo como eso. Julian no sabía si ponerse feliz o más triste por hacerse ilusiones.
-Yo no...- Lana intentó hablar entre el reguero de temblores de su cuerpo.
-Oficial- Madox habló serio- Ella cometió un intento de asesinato contra MI OMEGA, sabe los cargos que puede él presentar- el beta asintió con la cabeza- ¿No tengo que repetirlo verdad?-
El oficial tragó en seco.
-Si tiene pruebas...-
-¿Pruebas?- el alfa se dio cuenta que prácticamente no había nadie en la zona al ser un pueblo pequeño y ser hora laboral. Chasqueó la lengua- Al menos quítala de delante de mí, o creo que esta situación terminará igual pero de mi parte-
El oficial asintió, tenía un alfa molesto delante de él y lo que menos quería era que su rabia aumentara. Era bien sabido de la furia explosiva de los alfa y él era un simple beta. Así que corrió hacia Lana y la levantó para llevársela.
Madox no le prestó atención mientras se la llevaban. Ahora estaba más enfocado en el pequeño omega entre sus brazos. Enterró su rostro en el esponjoso cabello de Julian y aspiró tranquilizándose con su olor como si este fuera una droga.
-Dios, llevo esperando esto durante toda la semana- sonrió restregándose contra el chico con cariño- ¿Estás bien? ¿No te golpeaste?-
Julian apretó los labios. ¿Qué eran esas muestras de afecto después de que anoche se hubiera revolcado con alguien más? El papel de alfa preocupado de más no le pegaba para nada. Pero no pudo decir nada. El dolor que lo había azotado durante la noche volvió, solo que esta vez fue tan fuerte que su conciencia se puso cada vez más oscura.
En el fondo pudo escuchar a Madox llamarlo, pero no fue suficiente para mantenerlo consiente.
Y hubiera deseado que su dolor hubiera sido físico.
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